El gobierno de Calderón se empeña en facilitarle la vida a las empresas petroleras extranjeras, así que usando el poder presidencial convoca a las fuerzas de su partido, el PAN, e impulsa una reforma energética que afecta directamente el dominio de la nación sobre el petróleo.
Los afanes privatizadores no paran ahí, abarcan el campo mexicano al no apoyar más que los intereses de las empresas trasnacionales que procesan alimentos mediante un pacto burdo con el sector empresarial, "congelando" el precio ya elevado de 150 productos.
Mientras tanto, la sociedad civil se organiza en su abigarrada heterogeneidad con un objetivo común: oposición a la privatización encubierta de PEMEX, pero habrá que emprender la necesaria defensa del campo mexicano.
La derecha neoliberal ha demostrado su compromiso con las empresas trasnacionales, traicionando al país, desde el gobierno.
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