Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

sábado, 29 de diciembre de 2018

Soplos invernales



“Juez que ha sido delincuente ¡qué fácilmente perdona!” (Pedro Calderón de la Barca).

Seguramente el frío ha invadido su domicilio, ha hecho que saque esa ropita que nunca puede usar por miedo a deshidratarse y hace que revise con cuidado el estado que guarda lo que llamamos “ropa invernal” como una forma nostálgica de situar el vestuario en lugares remotos, donde se respetan las estaciones del año, donde se sabe de temperaturas que favorecen la proximidad humana y la ingesta de bebidas de alto contenido alcohólico sin que sean sospechosas, una y otra, de ataques de lúbrica concupiscencia o declarado amor al chupe.

Los ánimos ligados a las futuras comilonas familiares y a los excesos legal y socialmente permitidos están calientes, con la temperatura adecuada para darle al jolgorio decembrino cumplido y estricto cumplimiento; sin embargo, la fianza de 30 millones de pesitos al panista “presunto” delincuente exgobernador del Estado y dueño de ranchos, represos y caballerizas de lujo, hace bajar la temperatura y enfría las buenas nuevas que incluyen, por supuesto, el aumento al golpeado, choro y anémico salario mínimo general, a partir de enero del 2019.

Sonora es una tierra de contrastes, de duras posiciones conservadoras y de sorpresivos giros al cambio, en una camaleónica virtud que sorprende a propios y extraños. El azote panista a las finanzas públicas convenció a muchos de que el azul viene bien sólo si es de una ojera de mujer, no de un partido político que hace gobierno robando, engañando a la gente y saqueando al erario, cualidades que comparte con el PRI, el dinosaurio zombificado que aún da coletazos en el palacio de gobierno.

Mientras se anuncia el ingreso de un nuevo frente frío, los ánimos cerveceros sufren una transformación química que los decanta hacia rumbos más tradicionales como el bacanora, whisky, brandi o ron, sin excluir el tequila, dependiendo de la imaginación y el ingreso personal disponible. Así las cosas, la vida cotidiana transcurre entre incursiones casi punitivas al Wal-Mart, Costco, super Ley o el popular y populoso Mercado Municipal, colmado de los elementos indispensables para la elaboración del tradicional menudo con pata y el pozole, con sabor del pueblo que fuimos y que nos resistimos a dejar de ser. Mares de gentes ávidas del mejor precio, de la frescura de los vegetales, de la carne, del nixtamal, sin dejar de lado las compras obligadas del pan birote en su panadería de confianza que, en general, hacen sonreír al comercio local.

En la acuarela de nuestras relaciones sociales destaca con trazos firmes y vívidos colores la dimensión política y la gastronómica; en la primera es necesario pensar en que ya no somos necesariamente los mismos, que el sabor de la tradición conservadora sonorense, arraigada desde el siglo XIX con la guerra de independencia y el dramatismo del cambio de siglo y de actitud, venciendo a los gandallas que se encaramaron en el liberalismo juarista para medrar en el poder hasta que llegó, con tragedia de por medio, el punto de arranque del tsunami revolucionario con fuerte acento popular que terminó haciéndose gobierno. Cierto que muchos de los reclamos terminaron manoseados por la demagogia del neoconservadurismo oportunista postrevolucionario, en el afán de cambiar para no cambiar que nos recetaron los partidos PRI y PAN y sus ridículos satélites electorales en el nuevo siglo XXI, en la transición pactada de la nueva derecha trepadora que azotó a la nación desde la cúpula del poder público transnacionalizado, dependiente, bastardo e inmoral.

La corrupción desatada, la demagogia imparable, el cinismo hecho gobierno generaron, junto con la acción y el discurso esperanzador de López Obrador, un nuevo rumbo, una nueva inyección de optimismo transformador que recoge viejas aspiraciones, añejas promesas sin cumplir y un mar de voluntades que, unidas, hacen posible la construcción de nuevos escenarios en la vida política y social de nuestro país. Sin embargo, mientras el Poder Ejecutivo y el Legislativo trabajan por el cambio, el Poder Judicial parece estar navegando contra corriente.

Recuerde usted la actitud de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), de franca oposición a los cambios impulsados por el nuevo gobierno, a la aplicación sectaria de la justicia a cambio de conservar privilegios, manosear groseramente la interpretación de las leyes y servir a intereses contrarios al nacional. Tenemos, desgraciadamente, un alto tribunal que da malos ejemplos de venalidad, nepotismo y corrupción. Para ellos la defensa de privilegios y canonjías es más importante que la defensa de la constitucionalidad de las leyes y la limpieza de los procedimientos legales. Es evidente que la transformación esperada tiene un cuello de botella que viste de toga y birrete, a los que deshonra y prostituye. Entre ellos ha destacado el Ministro Eduardo medina Mora, prianista encargado de la Sala Segunda de la SCJN donde se ventilan ahora los casos de nivelación pensionaria del ISSSTESON y que, según se sospecha, el fallo puede ser en contra de los trabajadores quejosos y en favor de la leperada de un gobierno sin compromiso real con la ciudadanía.

En Sonora hace frío, pero es fácil un cambio de temperatura cuando los derechos de los trabajadores se vulneran, cuando la rapiña atenta contra el patrimonio familiar, cuando la deshonestidad y la corrupción nos asaltan y ofenden. El invierno sonorense puede darnos algunas sorpresas, pero, independientemente de lo anterior, en Sonora se honra la gastronomía y el olor a menudo ya invade el ambiente y las bebidas espirituosas luchan por salir de sus envases. Digamos salud y prosperidad en el nuevo año 2019.





    

                 

domingo, 23 de diciembre de 2018

Estado sin derecho


“Nunca olvides que todo lo que hizo Hitler en Alemania era legal” (Martin Luther King).

Ya ve usted cómo son las cosas, ahora cualquier delincuente de cuello blanco se lanza a lloriquear ante el presidente en turno y se declara “preso político”, tras hacer verdaderos cráteres en las finanzas estatales y ejercer el tráfico de influencias y el manoteo desaforado de los recursos públicos. Los ciudadanos de Sonora, como el resto del país, vemos cómo las autoridades fingen perseguir a los delincuentes ahora declarados “presuntos” gracias a la gringuización del sistema penal, que da pasos procesales en falso a fin de que los pillos salgan libres por “errores técnicos” que, en el fondo, no son más que una concesión entre cárteles políticos que se cubren las espaldas entre ellos mientras encandilan a los simples mortales con la falacia de un pleito entre fracciones y la procuración de justicia.

Las ingentes cantidades de dinero evaporado de las arcas públicas huele a acto de magia, a extrema prestidigitación que se realiza ante un público azorado y distraído con el parloteo mediático del “combate a la corrupción”. El ciudadano común se tira de los pelos cuando su ingreso disminuye en razón inversamente proporcional a las promesas de nuevos y mejores empleos, justicia laboral y, desde luego, seguridad social, en una cadena de acontecimientos que se toman por normales en cuanto se pierden las esperanzas de cambio verdadero, de reconocimiento no sólo formal sino real de los derechos que la clase trabajadora ha conquistado a lo largo de su historia.

Es imposible no recordar que fue durante el gobierno (sic) de Guillermo Padrés Elías, panista emparentado con connotados priistas de la localidad, cuando el ISSSTESON sufrió el mayor golpe a su patrimonio, el saqueo más descarado de que se tenga memoria y que arrojó un daño patrimonial de más de seis mil millones de pesos. Es obligado señalar a Teresa Lizárraga como la responsable directa del Instituto y parte del desfondo ocurrido. Usted recordará que el ahorro de los trabajadores quedó en manos ajenas y a disposición de otros fines muy lejanos a la seguridad social. Ante la indignación popular y el reclamo de justicia, tenemos que montarse en el carro de las plurinominales fue la salida para Teresa Lizárraga y, desde luego, el amparo servirá como tabla de salvación provisional para pillos de esta y otra ralea.

El lloriqueo de los que ahora y en el futuro inmediato se llamen “presos políticos” suena a vil melodrama barato que pretende poner en juego la facilona estrategia de los depredadores de hacerse víctimas del sistema al cual pertenecen y en su seno lograron sus fortunas. Por otra parte, resulta patético que se invoque la protección del actual presidente de la república en asuntos que son de la competencia del Poder Judicial, en una mañosa pérdida de memoria sobre la división de poderes que existe en el gobierno de la nación. Pretenderán que la gente diga “pobrecito”, “nos jodió el ahorro, robó lo que pudo pero ahora sufre y merece compasión”. Pero, además del daño producido a las instituciones, es imposible olvidar los abusos físicos y psicológicos que sufrió Gisela Peraza durante su encarcelamiento ordenado por el ahora plañidero Guillermo Padrés (dueño de ranchos, represos y caballerizas con ejemplares de lujo). Sin duda alguna merece justicia.

Tras el golpe asestado al ISSSTESON, los directores de la nueva época priista han declarado el peligro de la quiebra y la necesidad de fortalecer las finanzas del Instituto “haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit) y, sobre todo el actual titular, Pedro Ángel Contreras López, quien ha emprendido una santa cruzada por el rescate financiero de este organismo sin reparar en los costos sociales y políticos a que hubiera lugar. Consecuentemente, la presión hacia los organismos afiliados ha aumentado y, como se sabe, se han señalado culpables tales como el propio sindicato de ISSSTESON, con “prestaciones muy superiores a los demás sindicatos”, según señalamiento del director Contreras, y desde luego, a la Universidad de Sonora, dizque por pagar menos de lo que le corresponde, siendo que la Institución académica paga lo que debe pagar de acuerdo a la ley y al contrato que tiene firmado con el ISSSTESON y que el director Conteras se empeña en ignorar.

Otro de los culpables del director Contreras es el propio ciudadano que reclama sus ahorros tras haber cotizado durante su actividad laboral en alguna dependencia y que ahora el Instituto le dice que no puede recuperar su dinero porque no hay. Pero quizá el más culpable de entre los que tiene derecho a reclamo es el pensionado que demanda al Instituto porque sólo recibe alrededor del 63 por ciento del pago mensual que le corresponde de acuerdo con la ley. Las demandas por nivelación pensionaria han merecido particular atención por parte del director Contreras y ha declarado que se ha promovido un recurso para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) acabe con las aspiraciones de los demandantes y que se limpie con el derecho que les asiste mediante un criterio jurisprudencial que favorezca la cruzada de “ahorro” emprendida para rescatar financieramente al Instituto.

Usted seguramente sabe que las demandas por nivelación pensionaria ya no se resuelven en los tribunales locales sino que ahora son “atraídas” por la SCJN, específicamente la Segunda Sala, presidida por el Ministro Eduardo Medina Mora, el que “blindó” a Enrique Peña Nieto para no ser detenido tras su salida de la presidencia, entre otras medidas judiciales de dudosa rectitud y legalidad. Ha trascendido que entre el citado ministro y el actual director del ISSSTESON existe una relación personal, de ahí puede desprenderse que el fallo para los trabajadores sonorenses retirados no necesariamente se apegará a derecho.

Por si usted no ubica al ministro Medina Mora, le comento que fue el que, además de rechazar la política de austeridad impulsada por el presidente López Obrador, recientemente “blindó” a Enrique Peña Nieto de ser enjuiciado una vez fuera de la Presidencia, además de ser sospechoso de crear, desde la PGR, junto con Marisela Morales una red de encubrimiento y protección llamada “Operación Limpieza” en favor del Chapo Guzmán. El Ministro Medina Mora fue parte del equipo de gobierno de Vicente Fox y de Felipe Calderón para luego ser adoptado por Peña Nieto y, como queda demostrado con el “blindaje”, favor con favor se paga.


¿A eso se estaría refiriendo el director Contreras cuando dice que se espera una buena noticia por parte de la SCJN en el caso ISSSTESON? ¿La SCJN va a ignorar las 210 demandas de nivelación pensionaria que fueron encontradas debidamente fundadas y motivadas conforme a derecho? ¿Por eso los juicios de nivelación promovidos por trabajadores sonorenses ya no se resuelven en nuestro Estado y ahora son los ministros de la SCJN quienes deciden su destino legal? ¿Le debemos de dar las gracias a la señora gobernadora y egresada de nuestra Alma Mater, Claudia Artemisa Pavlovich Arellano, por esta mentada de madre judicial a los trabajadores? ¿La política de alcantarilla puede más que el derecho? ¿Seremos vencidos no por derecho sino por la manipulación de un funcionario venal?

Así pues, tenemos que mientras el gobierno priista se prepara a asestar una puñalada a los ahorros de los pensionados y jubilados de Sonora, Guillermo Padrés y el panismo organizado claman justicia, se declaran víctimas y se sienten presos políticos, llaman a la compasión, a la lástima generalizada de un pueblo que está hasta el copete de leperadas y engaños. Es claro que en la SCJN y el gobierno de Sonora aún no llegan los aires del cambio.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Los aires de diciembre


“Un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona, casi no la percibimos” (Erskine Caldwell).

En estas fechas es interesante recorrer el centro de la ciudad capital, con sus calles abarrotadas de compradores potenciales y sus abarrotes languideciendo frente a las cadenas comerciales. La carpeta asfáltica, con su aspecto cacarizo, nos remite a viejas deposiciones de borracho, detritus de perro y restos de lo que pudo haber sido una voraz ingesta de hot-dogs, regada con algún refresco de cola y salpimentada con el polvo y el humo de los miles de vehículos que pasan aportando su carga de bióxido de carbono a los pulmones hermosillenses y, desde luego, al ambiente.

En torno a los carros expendedores de “dogos” se congregan familias enteras que practican el arte de la masticación con expertos movimientos mandibulares, dejando la mostaza, la mayonesa o los frijoles asomando en la comisura de los labios como señal o contraseña de pertenecer a la casta privilegiada del proletariado posibilista, que puede llevarse algo a la boca con destino al entramado digestivo. Otros, muchos más de los que pensamos, se quedan “milando” como el chinito la suculencia del manjar y la concentración que exhiben los felices masticadores.

Parvadas de policías de a pie señalan la veda de robos y extravíos en perjuicio de economías colgadas con alfileres, pues el olor a aguinaldo es fuente de pensamientos expropiatorios e impulsos delincuenciales. La sangre fluye por las venas con impulsos acelerados mientras en los comercios, plagados de empleados de temporada, el cliente se encuentra más solo que la cuenta corriente de un indigente. Nadie atiende al comprador que ve pasar al empleado caminando con fingido apuro y mal justificada diligencia. La solicitud y mística de servicio aún no llegan a las cadenas comerciales, a los almacenes de prendas remarcadas y al espíritu de las fechas. El cliente está a merced del empleado de piso, de la cajera y del apretujón casi obsceno de muchos que como él esperan comprar ese regalo, esa muda de ropa y ese accesorio navideño.

Afuera, en la gaseada atmósfera allende las puertas de los comercios, recibimos la calidez de las fritangas, el marasmo de las gentes que caminan como si fueran las únicas en el planeta, el país, el estado, la ciudad, la calle y el espacio necesario para ir de un lado a otro gracias a la locomoción humana. Se desea, desde luego, que haya un cataclismo, una súbita onda sísmica o un ataque masivo de disentería que limpie la calle, que nos haga menos y obre el milagro de poder caminar fluidamente por cerca del Mercado Municipal.

Al llegar a ese antiguo y popular centro de comercio anclado en el viejo corazón comercial capitalino, extrañamos la voz que le ofrecía “chiltepineros a diezzz”, tanto como deploramos la inconclusa remodelación y las láminas que afean el inmueble e impiden el tránsito fluido. En el espacio donde está la fuente, llena de desperdicios de misterioso origen, se dan cita un grupo de aseadores de calzado, “boleros” que le dejan los zapatos rechinando de limpios y con expectativas de duración altamente razonables por las bondades de los tintes y grasas protectoras, quedando listos para recibir nuevos pisotones y raspaduras, medallas de guerra en el tráfago peatonal de las fechas.

Los aires se cargan de azufre, amenazas de fuego infinito y reclamos temibles de condenación eterna. Un hombre de mediana edad y aspecto proletario viste sus mejores galas de orador religioso y atiza con garrotes bíblicos las conciencias de los viandantes. Gesticula, lanza espumarajos por la boca. Los misterios del bien y el mal parecen ser revelados por el exaltado hombre que blande una biblia y amenaza con azotar con ella al despistado y casual espectador. En este punto, la prudencia recomienda salir huyendo del lugar, en busca de un refugio de paz y tranquilidad mundana. Queda claro que la espiritualidad no se da mediante amenazas ni está al alcance de todos, pero cada cual su bronca.

Las mujeres policía rondan los comercios, hacen presencia en las esquinas, vigilan las calles y algunas bostezan con aires de uniforme nuevo y zapatos en proceso de ahormar. Llega el mediodía y emprendo el regreso a casa, por el camino pienso en los camiones recolectores de basura, en el plan de arrendamiento que se ofrece como solución al problema citadino. Seguimos pensando que el ayuntamiento debe tener su propia flotilla y así no dar de comer a empresas privadas que, como quiera que se le vea, se bastan solas. ¿Qué decidirán los regidores? ¿Optarán por la autosuficiencia aunque lleve un poco más tiempo o seguirán la ruta típica de los gobiernos prianistas de apoyarse en la empresa privada para resolver servicios públicos? El pueblo, en medio de la calle, sabe que la basura es cosa pública. Esperemos…

domingo, 9 de diciembre de 2018

Los obstáculos para vencer



“En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza” (Confucio).

El sábado 8 se puso de manteles largos el Centro de las Artes de la Universidad de Sonora al presentarse el doctor John Ackerman e impartir una verdadera cátedra sobre nuestra historia política y, desde luego, Morena como movimiento y como realidad transformadora de la nación convertida en la fuerza político-electoral número uno tras las elecciones del 1 de julio.  Si usted se pregunta ¿quién diablos es ese señor?, le puedo decir que nuestro visitante es Doctor en Sociología Política por la Universidad de California, Santa Cruz y Doctor en Derecho Constitucional por la UNAM.

Es Presidente Adjunto de la Asociación Internacional de Derecho Administrativo y Director Editorial del Mexican Law Review. Es profesor de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la UNAM, y también ha dictado cátedra en la American University en Washington, D.C. y en Sciences Po en París, Francia. Ha sido colaborador de publicaciones internacionales como Proceso, La Jornada, El Universal, Reforma en México y The New York Times, Los Angeles Times, Chicago Tribune, San Francisco Chronicle, Houston Chronicle, San Diego Union Tribune, en Estados Unidos, y The Guardian en el Reino Unido. Asimismo, ha publicado resultados de investigación en Desarrollo Mundial y Revisión de Derecho Administrativo, Boletín Mexicano de Derecho Comparado, Revisión de Derecho Mexicano, Gestión y Política Pública, y Perfiles Latinoamericanos. También ha sido consultor del Banco Mundial, la OCDE, PNUD, Open Society Institute, SCJN, Cámara de Diputados, entre otros.

Actualmente se desempeña como investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y es un intelectual cercano a López Obrador y actualmente colaborador importante de Morena en tareas de formación política.

Nacido en Estados Unidos, nacionalizado mexicano y casado con la economista y socióloga Irma Eréndida Sandoval Ballesteros, doctora en Ciencia Política y actual Secretaria de la Función Pública, declara que si bien se crio en una familia de fuertes convicciones liberales fue en México donde encontró el sentido profundo de la lucha política por transformaciones con alto sentido social y alimentadas por una participación ciudadana capaz de dar un giro a la historia de cara al neoliberalismo que destruye y mediatiza a las fuerzas sociales. La fuerza de la cohesión comunitaria de los pueblos marginados de origen indígena fue una revelación para el joven Ackerman y una nueva ruta para su intelecto y energías vitales. México fue su tierra de adopción y el crisol de nuevos sueños y esfuerzos, encontrando en Morena la vía para la transformación de México y un referente importante para los pueblos libres de América Latina.

Morena, según se ve, es un nuevo crisol de ideas y aspiraciones sociales que amalgama diversas corrientes y posiciones en el amplio espectro de la lucha social por un México incluyente, democrático, justo y equitativo. Siendo una realidad electoral, es aun un partido por construir, un proyecto por acabar y una tarea transformadora por cumplir, por eso encontramos diversas corrientes y fuerzas que luchan en su interior por aportar sus experiencias y abonar el suelo de la renovación nacional y la resolución de sus contradicciones. Se trata de conciliar, de unificar, de coexistir hasta que la oposición al pillaje neoliberal encuentre y reconozca una nueva matriz ideológica y política en cuyo centro estén los pobres de México y en donde la honestidad caracterice al quehacer público y privado y donde la dignidad se haga costumbre. John Ackerman abraza convencido esta nueva utopía encarnada por Morena y señala que otra historia es posible.       

Tras un interesante y rápido recorrido por la historia política de México, pone el acento en una realidad que debemos entender: el PRI, nacido en 1946 con Miguel Alemán, se creó para contener y destruir la política nacionalista de Lázaro Cárdenas. Fue una traición al pueblo mexicano cuyos efectos políticos, económicos y sociales Morena deberá revertir y remediar con las mismas fuerzas que hicieron posible la expropiación petrolera en 1938 y el fortalecimiento del poder público como garante de la paz y la seguridad de los mexicanos. Así pues, una política que concilie el interés público y el privado en beneficio de las grandes mayorías nacionales es garante de estabilidad social y de paz pública, cuestión que se rompió radicalmente con la llegada del neoliberalismo en forma del desmantelamiento del aparato productivo, la privatización de los recursos, la excesiva dependencia a factores externos y la transnacionalización de la economía. En este contexto, recuperar el patrimonio nacional y fortalecer el mercado interno son tareas esenciales, por ello se deben generar las condiciones para que todos tengan un lugar en la reconstrucción nacional.

Los programas de inclusión nacional emprendidos por el nuevo gobierno y la política de austeridad entre otros, forman parte de una serie de acciones que nos irán acercando al punto de quiebre entre el pasado neoliberal y la transformación nacional. Como usted sabe, la política de austeridad tiene grandes opositores entre los que curiosamente se encuentran los miembros del Poder Judicial encabezados por los ministros de la SCJN, quienes se resisten a dejar de recibir sueldos y prestaciones millonarias y no sienten rubor alguno frente a la ciudadanía trabajadora con salarios mínimos y escasa seguridad social. Esta situación indigna, exaspera, pero no hay avance sin oposición anclada en el pasado y que se resiste a morir. Recordemos que la fuerza que hizo posible el triunfo del 1 de julio es la misma que reclama e impulsa los cambios, y unos cuantos no van a poder detener el avance de un país. Pero, volviendo al asunto inicial, la visita John Ackerman fue reveladora y motivante y el auditorio del Centro de las Artes universitario se vio colmado de un público que escuchó y aplaudió con entusiasmo la conferencia. Un gran personaje.

     

domingo, 2 de diciembre de 2018

La hora del cambio


“Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado” (Albert Einstein).

Como todo mundo sabe, o debiera saberlo, tenemos nuevo presidente en México. Un nuevo titular del Poder Ejecutivo nacional que, según ha dicho, reconoce y defiende que el pueblo es el soberano y que el presidente debe obedecer el mandato del pueblo, en quien recae la soberanía nacional. Como usted verá, algo tan obvio, tan claro y tan recitado en todos los ámbitos de la vida política ha sido palabra, pero no realidad, premisa pública pero no práctica ni compromiso de quienes han ocupado siquiera el más chaparro de los puestos en la administración pública. Sucede que quienes son funcionarios públicos de repente se sienten investidos de una virtud especial o, si se quiere, de un paquete VIP que los faculta a hacer lo que les venga en gana, cubriendo, desde luego, la cuota que demanda el de arriba pero que pueden recuperar (y más) mediante las aportaciones del de abajo.

La cadena alimenticia de la alta, mediana y baja burocracia federal, estatal y municipal es obediente a las reglas del juego de la sobrevivencia que algunos llaman política mientras que otros juzgan como la versión legal de las mafias sicilianas o las engendradas en la lógica del mercado a lo gringo, donde hay que engordar al capo de turno para seguir disfrutando sin hacer o merecer casi nada el producto económico y de relaciones y acuerdos recibido,  administrado y ampliado en cada cambio de forma sin alterar el fondo.

Nos hemos convertidos en maestros de la simulación, del disfraz mediático, de la palabra dicha con facilidad, pero sin veracidad, de la salida cantinflesca y la pose fotogénica que le llena el ojo y hace el día de la prensa chayotera que ayuda a construir imagen, prestigio y destino de muchos bajo los reflectores y escrutinio de la opinión pública educada en culebrones tipo la Rosa de Guadalupe. Somos acríticos en el fondo y críticos en la forma, de suerte que nos regodeamos ante las sospechas del fraude, pero pasamos de largo ante la certidumbre de este, en una contradicción que se resuelve en la cresta de la siguiente contradicción, en la vorágine del chisme caliente que alimenta la intelectualidad facilona del comentócrata y el ocioso social que busca la siguiente bandera que enarbolar con pujos de liderazgo y empaque de luchador social. La acción ciudadana es cosa de unos cuantos mientras que el resultado es cosa de todos.

En este panorama desolador, creemos que López Obrador va por el rescate de las categorizaciones sociales y políticas que dieron rumbo al país en su construcción como sociedad organizada y respetuosa del derecho con los liberales encabezados por Benito Juárez, por los demócratas ejemplificados por Francisco I. Madero, por los constructores del Estado Mexicano y la institución presidencial representados por el General Lázaro Cárdenas del Río, hacedor de Patria poniendo delante al pueblo y basando su poder en el pueblo, y lo ha dicho con claridad: no puede haber un pueblo pobre con un gobierno rico. Así pues, en su gobierno habrá una idea fuerza en la administración pública: “primero los pobres”.

Este golpe de timón, este giro en la cosa pública, en sus prácticas arraigadas y convertidas en norma de conducta imitada, reproducida y exigida en el ejercicio el poder desde luego que mete ruido, genera desconfianza porque “todos los políticos son iguales”, porque nos hemos habituado a que nos jodan, a recibir la torta o la amenaza, a que al final nos la “metan doblada” como diría el genial Paco Ignacio Taibo II; a que nos den el golpe y luego el sobón que aplana las abolladuras de nuestra dignidad ciudadana y autoestima personal para dejarla lista y dispuesta para el siguiente agravio. Pero AMLO nos da su palabra, empeña su prestigio personal de luchador social honesto, de político que sobrevivió un desafuero orquestado por el prianismo, de haber recorrido muchas veces el país en busca de la conciencia ciudadana que hiciera posible el cambio y que, tras sembrar esperanzas a golpe de voluntad pudo cosechar el voto mayoritario el 1 de julio pasado.

Algunos se preguntan ¿qué ganamos con AMLO? Es claro que lo que se ha ganado es la posibilidad de convertir un pueblo de clientes o de usuarios de servicios en un pueblo de ciudadanos capaces de tomar sus propias decisiones, un conjunto humano organizado en busca de la justicia, la equidad, la inclusión y el respeto hacia personas e instituciones. Como se ve, no es el mago que se va a sacar un país nuevo de la chistera, sino un catalizador de cambios y transformaciones que saldrán del pueblo empoderado, consciente de su propia capacidad de ser y de lograr. El presidente López Obrador no es infalible, se puede equivocar, pero para eso nos tiene a todos los ciudadanos que podemos y debemos ejercer nuestra crítica tanto como el apoyo requerido para la obra transformadora que demanda México.

Llegó la hora del cambio, pero ¿no es eso justamente lo que queríamos? Seamos congruentes.