Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

sábado, 28 de septiembre de 2019

Contra el abuso económico



“La economía como esencia de la vida es una enfermedad mortal, porque un crecimiento infinito no armoniza con un mundo finito” (Erich Fromm).

Sonora es un estado con un gran potencial productivo cuya limitante importante es la mala distribución del agua en un contexto semidesértico. Actualmente tenemos toda la mitad oriental y una porción del poniente entregada vía concesión a empresas mineras, por lo que sólo parte de la franja costera está libre de este tipo de sujeción económica.

Desde luego que es revelador que algunos consideren “progreso” la grosera posesión de tierras para fines extractivos a cargo de empresas extranjeras donde se llevan la palma las canadienses; por supuesto que llenan las páginas periodísticas los beneficios de la extracción minera y, naturalmente, se reflejan en el discurso de gobierno donde se subraya la creación de empleos y el flujo de inversión que nos pone como estado económicamente relevante.

Los milagros y bendiciones de la entrega del territorio a transnacionales que asumen su función como repetidores contemporáneos de los colonizadores del siglo XVI en Latinoamérica, bajo el modelo de colonia de explotación en sociedades euroindígenas, nos da la pauta de comportamiento de lo que vemos con un sistema económico que privilegia la ganancia y desprecia la naturaleza, el ambiente y la cultura local.

Si usted cree que es bueno liquidar los recursos en mayor cantidad y con mayor velocidad que en el pasado en aras de dar paso a un presente y un futuro promisorio para los negocios, el empleo y la inversión, debiera considerar que los resultados de mediano y largo plazo son, en materia ambiental, salud y calidad de vida verdaderamente alarmantes: tenemos poblaciones enteras dañadas por la contaminación ambiental, carentes de agua potable y para riego, con economías locales y regionales sumidas en el desastre ocasionado por la explotación minera, que “genera inversión, empleo y bienestar”.

Basta una lectura ligera de la Ley Minera vigente para darse de topes contra la pared de los intereses extranjeros radicados en México, y sus nefastas consecuencias no sólo para la soberanía nacional sino para el futuro sustentable de nuestra economía.

Pongamos por ejemplo el artículo 6º de la citada ley:

La exploración, explotación y beneficio de los minerales o sustancias a que se refiere esta Ley son de utilidad pública, serán preferentes sobre cualquier otro uso o aprovechamiento del terreno, con sujeción a las condiciones que establece la misma, y únicamente por ley de carácter federal podrán establecerse contribuciones que graven estas actividades.

El carácter preferente de las actividades a que se refiere el párrafo anterior, no tendrá efectos frente a las actividades de exploración y extracción del petróleo y de los demás hidrocarburos, así como frente al servicio público de transmisión y distribución de energía eléctrica.

La Secretaría, previo a expedir títulos de concesión, deberá solicitar información necesaria a las autoridades competentes, a fin de verificar si, dentro de la superficie en la que se solicita la concesión, se realiza alguna de las actividades de exploración y extracción de petróleo y de los demás hidrocarburos o del servicio público de transmisión y distribución de energía eléctrica.

En caso de que la información solicitada confirme la realización de alguna de las actividades a que se refiere el párrafo segundo de este artículo dentro de la superficie para la que se solicita la concesión, la Secretaría, con base en un estudio técnico que realice con la Secretaría de Energía y en el cual se determine la factibilidad de la coexistencia de actividades mineras con las actividades de exploración y extracción de petróleo y demás hidrocarburos, o con las de servicio público de transmisión y distribución de energía eléctrica, en la misma superficie, podrá negar la concesión minera u otorgarla excluyendo la superficie que comprendan las actividades preferentes, en la medida en que resulten incompatibles con la explotación minera.

Con base en el estudio a que hace referencia el párrafo anterior, la Secretaría y la Secretaría de Energía podrán establecer reglas de convivencia entre las actividades mineras y las actividades estratégicas de exploración y extracción del petróleo y de los demás hidrocarburos y del servicio público de transmisión y distribución de energía eléctrica.

Como se ve, no se considera para nada la protección de las actividades productivas agropecuarias, la silvicultura o la pesca; no importa el derecho humano al agua, por lo que la vida y el patrimonio de las comunidades está en peligro, ya que se nulifica el derecho de propiedad privada y social en aras del desarrollo de la minería y las actividades relacionadas con la producción de energía, en un contexto donde la presencia de la inversión extranjera directa se permite y se propicia mediante la privatización de áreas antes consideradas estratégicas como son la petrolera y la eléctrica, puestas en liquidación por los gobiernos neoliberales a partir de las reformas de Carlos Salinas de Gortari. Con la mano en la cintura a usted le pueden expropiar “por causa de utilidad pública” su terreno, vivienda y lo que se les ocurra.

A partir de las reformas salinistas tenemos que a la ley minera pronto le siguió la Agraria y la de Aguas Nacionales, en la línea de la entrega de nuestros recursos minerales a las empresas mineras, porque la actividad seguramente “genera inversión, empleo y bienestar” a las comunidades. Sería bueno preguntar a los habitantes del Río Sonora sobre las bendiciones que les trajo dicha actividad, autorizada para depredar y acabar con el ambiente y la forma de vida de los municipios ribereños.

Urgen reformas que garanticen el respeto a la propiedad social y privada, que obliguen la responsabilidad ambiental de los mineros, a la protección y garantía de la calidad de vida de los ciudadanos. Es claro que la ley minera y las demás relacionadas deben cambiarse en beneficio de México y, en particular, de los estados que cuentan con recursos mineros y acuíferos, actualmente en grave peligro ambiental y patrimonial. Se debe hacer un frente social y político contra el abuso económico, en defensa de nuestro patrimonio y calidad de vida.



  

domingo, 8 de septiembre de 2019

A río revuelto...



“Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente” (Sócrates).

Como usted sabe, algunas reglas básicas de relación y convivencia han cambiado o están en ese proceso en México. Por ejemplo, tenemos que los sueldos y gastos de la alta burocracia tienen ahora un límite, de suerte que el dispendio, el boato faraónico y la impunidad en el ejercicio del gasto y las funciones públicas, según ha dicho el presidente de la república, “se acabaron”.

Desde luego que, en un período donde el propósito central es la puesta en orden de los asuntos de la nación, las cosas no se van a dar en automático, sin oposición; por tanto, menudean las acusaciones peregrinas, la cargada de amparos contra las medidas que se consideran perjudiciales para los intereses de personas o grupos acostumbrados a servirse con la cuchara grande.

La desigualdad, aunque parezca absurdo, ha sido la clave para que grupos político-empresariales se encaramen en el poder. Sin ella sería impensable que el sistema de justicia protegiera a delincuentes y castigara a ciudadanos inocentes.

Para ciertas mentalidades la igualdad y la equidad suponen pérdida de posición social, motivo de alarma y pretexto para el pleito legal y la diatriba política. Como usted sabe, se ha acusado al presidente López de “dictador”, de llevar al país al desastre, de ser parte de la conjura cubana-venezolana contra los valores “occidentales” postulados por al norte anglosajón y acólitos latinoamericanos.

Por otra parte, sería absurdo aceptar sin crítica alguna las nuevas medidas y los nuevos aires que soplan en el gobierno y la administración pública. Es claro que una ciudadanía vigilante contribuye más a la democracia y al buen gobierno que una pasiva y condescendiente. En este sentido, podemos disentir pero estando conscientes de que vamos en el mismo barco.

En su reciente visita a Sonora, AMLO abrió la puerta para que el caso de la Guardería ABC fuera reactivado y las posibilidades de que los afectados obtengan el beneficio de la justicia es más cercana que antes. Asimismo, los derrames tóxicos de Grupo México y la impunidad de su propietario merecen ser replanteadas a la luz del derecho. En estos y otros casos, la justicia social y la penal hasta la fecha han dormido en sus laureles ya que la protección legal no ha sido ni fluida ni expedita para los afectados, habida cuenta el desaseo y venalidad de que ha padecido el Poder Judicial de la Federación, particularmente en la era del prianismo hecho gobierno.

Si bien es cierto que estos dos casos, entre muchos otros pendientes, son saldos de una administración corrupta y alcahuete, también lo es que la actual tiene que lidiar con ellos y resolver conforme a derecho, porque se sacó la rifa del tigre neoliberal y asume los costos del desastre heredado.

Sin embargo, tanto el PRI como el PAN y su mascota PRD en una curiosa alianza donde las siglas son lo de menos y donde las recomposiciones son posibles siempre y cuando de lo que se trate sea atacar al gobierno de Morena, gritan, se rasgan las vestiduras, acusan, amenazan, emprenden litigios y alegatos mediáticos en un curioso olvido de lo que en su momento hicieron o dejaron de hacer.

Al respecto, está suficientemente documentado que la corrupción, el dispendio y el tráfico de influencias auspiciados en el salinato, llegó a niveles insólitos en las últimas dos décadas, con la criminalidad en auge, la inseguridad generalizada y la pérdida de soberanía ante el poder del dólar. Los últimos expresidentes, por ejemplo, padecen de amnesia selectiva, de una gruesa coraza de hipocresía y cinismo, que es consentida y compartida por sus correligionarios políticos y financieros.

No cabe duda de que poner orden en la casa de todos es una labor complicada, ingrata y riesgosa. En este contexto de cambios es evidente la campaña de desestabilización nacional emprendida por los enemigos del actual proceso transformador, como también es palpable el apoyo popular hacia el actual gobierno.

Sabemos que “a río revuelto ganancia de pescadores”, y es claro que muchos se han lanzado a la pesca sin más propósito de hacer fracasar cualquier iniciativa que promueva la mejoría en las condiciones de vida de la población. A algunos les da agruras la consigna de “al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”, tanto como la de que “en este gobierno primero los pobres”. En su salud moral y de imagen pública lo hallarán.