Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 25 de agosto de 2023

PIEDRAS EN EL ZAPATO

 

“Hágase justicia para que el mundo no perezca” (Hegel).

 

Está debidamente documentado que nuestro país padece en casi la mitad de su territorio una grave situación de estrés hídrico; es decir, que los requerimientos de agua rebasan su disponibilidad, o, dicho en otras palabras, que la oferta del líquido es menor que su demanda.

Los expertos señalan que en el hemisferio occidental somos, en la escala de 0 a 5 de estrés hídrico, el país que ocupa el número 4, y que Sonora está entre las entidades más afectadas, con 4.93.

Lo anterior viene al caso si consideramos la activa promoción económica que se realza en el extranjero para atraer inversiones, en una especie de venta de garaje con factura al futuro que se sostiene a partir de la buena nueva del Litio, los parques solares y la adecuación de los puertos sonorenses de cara a la esquizofrénica competencia del Tío Sam con los países eurasiáticos, donde destacan como objetos del deseo el petróleo, el gas y los minerales estratégicos que tienen Rusia, China y alrededores.

No es difícil pensar que el libre comercio no funciona igual para todos sino, sobre todo, en beneficio del país que la promueve desde occidente con sus reglas e intereses, de suerte que la periferia (México incluido destacadamente) debe sudar calenturas ajenas y cumplir con el papel de traspatio o plataforma logística del norte.

Pero bueno, volviendo a la cuestión del agua, ¿hay alguna posibilidad de que se replantee la política de expansión inmobiliaria, el uso, volumen y destino del agua, la expansión minera y la distribución de la energía, incluyendo sus costos para los usuarios?

Y hablando de costos, se tiene el caso de personas que reportan incrementos excesivos en la factura eléctrica, que les da miedo prender el aire acondicionado, que la desesperación ha llegado al extremo de que la ciudadana Marisela Barraza está en huelga de hambre en San Luis R.C., desde el día 13, con la esperanza de que alguien haga algo (El Imparcial, 24.08.2023). ¿Habrá respuesta de la parte “competente”?

Cada vez son más los ciudadanos que se quejan de aumentos desproporcionados en la tarifa gracias a los nuevos medidores que una empresa particular instala bajo la cobertura de la CFE. ¿Será que los costos de la actualización en el registro del consumo corren a cuenta del usuario cautivo? ¿Los medidores digitales van por la precisión y justicia en los cobros o son la tajada de algún empresario con enchufes eléctricos de alto nivel que baila un zapateado de impunidad sobre la justicia social y transparencia que postula el actual gobierno?  

Por el lado judicial, crece la indignación por el asesinato de la joven Alma Lourdes, empleada de una carnicería en Ciudad Obregón, a manos de un acosador que fue rechazado y regresó para matar. En el domicilio de “presunto” se encontraron varias armas, por lo que el caso de asesinato se complica con otro asunto que es de la competencia federal. El deseo ciudadano es que a la autoridad no se le haga bolas el engrudo judicial y que se haga justicia de manera fluida, transparente y expedita.

Otra aprehensión en esa ciudad es la del presunto (sic) homicida del abogado Abel Murrieta, exprocurador de justicia del Estado. Estos casos recientes parecen advertir que por rumbos del Yaqui hace falta una buena pasada de aspiradora judicial, respetando, desde luego, los derechos humanos y las leyes vigentes (en espera de su cumplimiento).

Para muchos es más que evidente que la tarea de desestabilización del gobierno corre a cargo de ministros y jueces que “cumplen el deber” de poner piedras en el camino del gobierno para que no cumpla cabalmente lo que le corresponde.

Son recurrentes las noticias de que un juez guarda para después un recurso contra un evasor fiscal de grueso calado, de un criminal de cuello blanco, o concede fallos favorables a personas u organizaciones que ponen el interés privado por encima del público, aun a costa de la justicia basados, en interpretaciones sesgadas y facciosas del texto constitucional.

El jaloneo en torno a los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana resuma jodidez conceptual e ideológica, acedo conservadurismo y carencia de sentido de la historia.

Se promueven amparos, se reúnen firmas, se dan declaraciones en una acción política que tiene las mismas características de otras, como aquella de “el INE no se toca”, cuyo trasfondo no encuentra asidero más allá de la ignorancia de muchos, la malicia de algunos y la capacidad manipuladora de pocos con olor a dinero y privilegios.

El suponer que las acciones de gobierno nos llevan a ser “Venezuela” o “Cuba” y que inoculan mediante los libros de texto el virus del comunismo es, con todo respeto, una pendejada de las más gordas que se han conocido en los últimos años.

Negar la realidad de una sociedad que se mueve y manifiesta, que tiene memoria y que busca el cambio es, por lo menos, absurdo.

Podrán molestarnos determinadas referencias históricas, o estar en contra de ciertas posiciones relativas a la llamada diversidad sexual, a la variedad en la composición de las familias, a las nuevas formas de comportamiento social y a las maneras en que el lenguaje expresa estos cambios, pero no podemos negar su existencia, como tampoco debemos caer en la aceptación acrítica de lo nuevo.

Después de todo, el libro y la escuela no son sustitutos de la familia, sus valores, costumbres y tradiciones. De hecho, la tolerancia y el respeto no pueden ni deben confundirse con aceptación, sino que son la vía segura para la paz, la seguridad y la solidaridad social.

 


martes, 22 de agosto de 2023

LOGROS CON FACTURA

 “Quien gobierne Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial dominará el mundo” (H.J. Mackinder, 1919).

 

Se festeja por anticipado y sin ningún motivo sustentable, que Sonora y México serán de los primeros en la lista de los exportadores de gas natural. Aquí la realidad le pega de cachetadas al optimismo aldeano dado que nuestro país es un gran importador de gas natural, por ejemplo, por vía del gasoducto “Sur de Texas-Tuxpan”, que desemboca justamente en el golfo de México, por donde fluyen las compras de ese insumo para mover algunas ramas de la industria en territorio nacional.

Lo anterior evidencia que el optimismo basado en supuestos peregrinos es una especie de fantasía triunfalista, o una broma estudiantil, o un deseo que se despegó de la realidad a la hora de declararlo formalmente realizado.

Queda claro que los dichos y los hechos no tienen la misma calidad, porque no es lo mismo depender de las importaciones que ser un productor y exportador. Aquí, el optimismo parece encubrir la cruda dependencia de los designios de otra nación.

Parecer que la situación inicia con el plan gringo de competir con Rusia y otros países gaseros que chorrean hidrocarburos y venderlos a la industria que se asienta en la región Asia-Pacífico, aprovechando las sanciones comerciales por parte del campeón del libre comercio contra los más dotados competidores, en una aparente jugada con dados cargados de imperialismo neocolonial y de premonición geopolítica.

Queda claro que el petróleo, el gas, los minerales y la geografía son razón suficiente para justificar casi cualquier acción en el terreno internacional para países donde los escrúpulos y el derecho frente a las ansias de dominación salen sobrando.

Por otra parte, México está situado en la línea de los intereses del Tío Sam por varias razones ligadas a recursos naturales, posición geográfica, dependencia financiera y tecnológica, vulnerabilidad política abonada por la influencia ideológica y cultural del vecino, que nos sujeta mediante una cadena de hierro en forma del T-MEC, es decir, el tratado que legaliza la relación comercial del tiburón anglosajón con la sardina latinoamericana y hace operativo el ideal imperialista.

Que pasen un tubo desde las soleadas y racistas tierras texanas para aprovechar el gas de lutita o Shale (producto del despanzurramiento del subsuelo mediante substancias altamente contaminantes, procedimiento que en México está prohibido), y cruzar hasta puerto sonorense pasando por Chihuahua, no nos hace “exportadores de gas”, sino simple plataforma logística de las exportaciones gringas.

Cabe recordar que la región del golfo de California no es la única “beneficiada” con inversiones texanas, si consideramos los proyectos en el golfo de México, en una maniobra envolvente y de alto peso estratégico para EUA.  

Pero claro que se podrá peinar y maquillar la metida de tubo a Sonora con la justificación de que “estamos atrayendo inversiones que generarán empleos fijos y temporales”, gracias al costal de maravillas que significan 15 mil millones de dólares.

No estaría mal que también se informara sobre el significado geopolítico de estas inversiones milmillonarias, en cuyo primer impacto Sonora se pondrá en el radar de los “intereses nacionales” gringos y donde tendrán paso libre al golfo de California, para dar salida al gas lutita texano con rumbo a Asia.

Seguro que a alguien se le ha ocurrido pensar en lo que significa el acceso de EUA al Mar de Cortés, y recordar que desde los tiempos del gobernador Beltrones se hacían cuentas en favor de los intereses gringos en el litoral sonorense, particularmente Guaymas como “puerto de salida de Arizona”, en ese tiempo gobernada por el republicano Fife Symington.

La bronca está en que dicho acuerdo o asociación “estratégica” con Texas roza temerariamente ciertas líneas que no debieran ser cruzadas, por decir algo, fortalecer intereses extranjeros en costas y aguas nacionales y abrirles un área de oportunidades en materia de energía, cosa que quedó fuera del T-MEC.

Se entiende que el proyecto de la 4T es de corte nacionalista, defensor de la soberanía, de los intereses del pueblo mexicano por encima de cualquier otro, que “no somos colonia de nadie” y que “aquí el pueblo manda”. Pues justamente por eso debiera haber una mayor cautela en los tratos con el extranjero, sopesando sus alcances y temporalidad, sus ventajas y consecuencias, y más si involucran costas y aguas mexicanas, en los términos del artículo 27 constitucional.

En este sentido, resulta recomendable una política exterior más definida a favor de la soberanía y más apegada al ideal bolivariano de aportar al esfuerzo de unidad y progreso de la Patria Grande. En consecuencia, debiera hacerse un mayor esfuerzo en favor de la multipolaridad y, por consiguiente, abrirse al esfuerzo económico y político de los países integrantes del BRICS, desde la trinchera latinoamericana.

Así pues, de manera inadvertida Sonora se encuentra en la órbita de las grandes decisiones en materia geopolítica regional y mundial. Por eso resulta banal y superfluo celebrar las inversiones extranjeras sin valorar los posibles riesgos en materia de soberanía.  Después de todo, también nuestra seguridad nacional cuenta… o debiera contar.

Es tiempo de abandonar el determinismo geográfico y dejar de ser, en los hechos, el traspatio de una nación cuyos negocios pasan por encima de la dignidad de los pueblos.



viernes, 11 de agosto de 2023

ANIVERSARIO DESMEMORIADO

 

“La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo” (Platón).

 

Del 6 de agosto de 1945 al mismo día y mes de 2023 hay una distancia de 78 años. Si se trata sólo del tiempo, la medida resulta relativa: en la vida de una persona puede ser mucho, pero en la de una nación resulta poco.

Ahora, si el hecho a recordar es enorme, tremendo, inédito y aterrador, pues es seguro que las siete décadas se reducirán instantáneamente a cambio de una pavorosa intensidad: la bomba atómica que explotó en Hiroshima y que se replicó en Nagasaki arrojó un resultado (oficial) de 140 mil muertos e incontable número de afectados en la época y hasta la actualidad.

Que una nación haya decidido lanzar el bombazo mortal a población civil en un acto que se reveló como medida humanitaria para acelerar el fin de la guerra, acaba con toda idea de civilización, humanidad y sentido común. El este caso, el dedo acusador del conjunto de países arracimados en la ONU debió apuntar hacia los buenos y simpáticos chicos del Tío Sam. Pero eso nunca pasó.

En cambio, en un giro cómplice por parte de la ONU y el propio gobierno de la nación masacrada por vía del despanzurramiento atómico, es decir, Japón, con Hiroshima al frente, jamás mencionó al perpetrador, Estados Unidos, en un acto de olvido selectivo y optaron por señalar el peligro nuclear ¡representado por Rusia!, en un alarde de lameculismo imperial y de oportunismo mediático en favor de sus propios victimarios, que mantienen en el país del sol naciente 120 bases militares con, al menos, 57 mil efectivos. 

A estas alturas, nadie puede negar la evidencia histórica de la gratuidad del claramente genocida ataque nuclear, ni el hecho de que los “defensores de la democracia y el libre comercio” son los únicos que han hecho explotar bombas atómicas contra algún pueblo, lo cual nos debiera dar pistas acerca del carácter y condición de dicho país que, además, tiene sitiado al mundo con algo así como 800 bases militares y que cuenta con el más jugoso presupuesto para fines bélicos.

¿La conciencia y memoria histórica de los japoneses se borra en favor de sus opresores a cambio de croquetas geopolíticas? ¿Ese es el precio de la “amistad y cooperación” entre estas dos naciones? ¿La memoria, el orgullo y la dignidad japonesa acabó junto con las ciudades bombardeadas?

Pero, el hecho que acapara la atención internacional sigue siendo la guerra ruso-ucraniana por sus consecuencias presentes y futuras, lo cual sugiere otra barrida de memoria al ignorar de plano la cuidadosa estrategia que en 2014 dio por resultado la puesta en escena ucraniana promovida por EEUU que, tras continuas provocaciones con olor a genocidio, culminaron en la operación especial emprendida por Rusia.

Es inevitable recalcar el hecho de que los vecinos del norte se mueven por intereses y que el más grande y significativo es el de mantener una política extractivista neocolonial en países de la periferia, pero poseedores de recursos naturales con valor estratégico. Tanto Latinoamérica como Asia y África son testigos vivenciales del extractivismo y ánimo depredador del norte.  

El problema de una economía parasitaria fincada en el consumismo y la disposición irracional de recursos es que tiene que basar su supervivencia en la guerra, manteniendo y ampliando el mercado armamentista, fomentando el terrorismo, la desestabilización política internacional, el mercado de las drogas como necesidad estratégica y, desde luego, a los medios de (des) información internacional, donde hay que incluir el cine y la televisión como redes de penetración ideológica y cultural.

Por otra parte, es esencial el mantenimiento del control monetario para efectos de comercio de factores y productos, y cabe recordar que la dolarización de la industria petrolera es una fuente privilegiada de recursos financieros para el sistema “americano”, lo que resulta curioso toda vez que EEUU eliminó desde hace décadas el patrón monetario basado en el oro y su libre convertibilidad, produciendo papeles sin valor más allá de lo especulativo y coyuntural.   

Así pues, tenemos una economía basada en recursos ajenos, en chatarra financiera, en politiquería barata, en mentiras, en coacción militar y terrorismo, según convenga.

Viendo cómo pinta el verde, México debería tener una política de alianzas más de acuerdo a las evidencias y tendencias históricas, de ahí que resulte una tontería no perfilarse en la línea de los BRICS y apoyar en los dichos y los hechos la construcción de un mundo multipolar, basado en el derecho internacional y no en reglas que impone la hegemonía de las barras y las estrellas en perjuicio de los demás.

El papel de policía del mundo asumido por EEUU no pasa de ser una imposición absurda y sangrienta, cuyos costos no deben ser cargados a la cuenta de la libertad y la democracia, sino a la más oscura y terrible conjura contra el derecho y la razón. No podemos hablar de genocidio “por razones humanitarias” y Japón debiera de recordarlo.

México, Latinoamérica y la gran región Asia-Pacífico deben dar pasos firmes hacia la independencia y soberanía política y económica, cultural e identitaria, y hacer frente a la uniformidad anodina y vulgar que propone el norte a fuerza de corrupción y distractores inaceptables. La multipolaridad llama a la puerta, a pesar de la insidia y mezquindad del Occidente colectivo. Abramos vías, construyamos puentes hacia el futuro.

En otro asunto: es increíblemente absurdo rechazar los nuevos libros de texto con el pretexto trasnochado del “virus del comunismo”. El retraso intelectual (o la mala leche) de los opositores es demasiado evidente como para ignorarlo.

 

 


viernes, 4 de agosto de 2023

EL LIBRO ES EL MENSAJE

 

“La ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre” (Jonathan Hennesse).

 

Tremendo revuelo ha causado el asunto de los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana, modelo educativo que conecta historia y propósitos de futuro para las generaciones.

Ya ve usted que uno de los oráculos noticiosos de la actualidad nacional ha propuesto quemar a la bruja para evitar la propagación del “virus comunista” y conservar la salud del sistema que sostiene e inspira la inmovilidad social como la mejor respuesta a los problemas de la misma.

La televisora del señor Salinas Pliego en voz e imagen de su bigote mejor recortado nos ha revelado la virulencia de la posesión y lectura de los libros (vehículos del mal y la depravación), por parte de maestros y alumnos con rumbo a un destino incierto: lograr un pensamiento crítico y una identidad basada en el conocimiento de la historia comunitaria y el desarrollo de su sociedad.

Sin duda los horrores de la realidad se complementan con la conciencia de que existen desigualdades, que hay clases sociales, que la distribución del producto social depende de factores ajenos al esfuerzo productivo, que la escasez puede ser intencional, que la enfermedad y muerte son producto muchas veces de la marginación y del atraso, y que éstas a su vez obedecen a los imperativos del sistema económico y el entramado político que lo defiende.

Para ciertos personajes la sola mención de conceptos como oligarquía, clase social, explotación, desigualdad, marginación, disidencia, represión, pueden ser tan irritantes como una mentada de madre en ayunas, y qué decir de las explicaciones sobre los factores causantes de los males sociales así conceptualizados en las ciencias sociales pero dejados en la vitrina de la educación libresca y anacrónica, anodina y neutra tan favorecida por la ciencia “seria y objetiva” que cotiza alto en la meritocracia universitaria.

Parece que el conocimiento para mantener las cosas como están es más tranquilizante que aquél que apunta hacia la transformación disciplinar y social, muy a pesar del discurso progresista que emite la inmovilidad institucionalizada.

Los nuevos libros de texto tienen una visión muy distinta a la tradicional porque pasan del lenguaje y contenidos lineales y momificados a aquellos que aterrizan en la cotidianidad, en la desacralización de las formas en beneficio de la interacción colectiva con la realidad que construimos y que podemos cambiar. Son, para hablar claro, un reto para los docentes, una nueva exigencia de preparación académica, de conocimiento contextual, de creatividad, iniciativa y habilidades áulicas.

Ciertamente llama la atención el lenguaje, más coloquial, un tanto despegado de la corrección gramatical en aras de darle vida y color a la comunicación, aunque sin negar los modos y formas convencionales. Aquí como en el resto la labor del maestro es fundamental, porque el libro es solamente una guía y no un recetario o manual de procedimientos. Orienta, pero no dirige; señala un derrotero, pero abre el espacio de decisión y diálogo a docentes y estudiantes en el marco de los intereses comunitarios.

Declarar que el contenido de los libros de texto gratuitos es un virus comunista huele a macartismo trasnochado, no sólo a lucha inquisitorial por el dominio del conocimiento y la conducta de los sujetos en formación, empeñado en crear camisas de fuerza que limiten las posibilidades de conocimiento de la realidad y, desde luego, de sus posibilidades de transformación.

Los libros de texto nos ponen frente a la historia contemporánea pura y dura, frente a la realidad social que nos empeñamos en ocultar o maquillar. Toda una bofetada a la hipocresía.

En este contexto, vemos con asombro el levantamiento de nuevas fogatas expiatorias del pecado de tener juicio crítico, de quemar y destrozar el texto herético, según proponen tanto Marko Cortés como Javier Alatorre, en una parodia que prospera en las coordenadas de la novela Fahrenheit 451, que bien pudiera sorprender al mismo Ray Bradbury por su cruda estupidez.

Las parvadas de “expertos”, de padres de familia “preocupados”, de organizaciones y capillas piadosamente defensoras del sistema dominante, de buenas conciencias ancladas en la fobia política de la derecha nopalera que ahora llega a extremos protagónicos de rancia intolerancia al cambio y defensa aceda al viejo discurso educativo aséptico, individualista, anodino y autocomplaciente.

Si antes fue el INE no se toca, la SCJN no se toca, ahora los gritos y pedorretas son “con los niños no”, o si se quiere, los libros de texto no se tocan, en una nueva versión del fascismo alemán de los años 30, que quema y destruye libros creyendo que mata conciencias.

Con el rechazo de la nueva producción editorial se defiende la pureza de lo acedo y el valor de lo rancio, de aquello que de tanto conservarlo sólo se parece a los sueños indigestos de la oligarquía pedorra que respira su propia flatulencia.

Aquí no les importa el beneficio de un cambio de enfoque que incorpore historia y señale problemas actuales, que trate de fortalecer la identidad del grupo, que reconozca y acepte la diversidad étnica y cultural, que motive a aceptar la pluralidad social, que construya desde el aula los cimientos conceptuales de la nueva sociedad, del proyecto que todos compartimos, de la utopía que abrazamos.

La lucha por la educación es, por mucho, la lucha por el país. Esa es su importancia.

 

 

martes, 1 de agosto de 2023

LA CIUDAD Y LA LLUVIA

 

“La persona más segura está en guardia incluso cuando parece estar a salvo de todo peligro” (Publio Siro).

 

Sorpresiva lluvia que cierra con broche de oro los eventos climáticos de julio en nuestra ciudad capital sonorense con caída de árboles y postes, cierre de vialidades y descontrol vial. Una verdadera calamidad que los especialistas llaman “microburst”, porque tenía que ser en inglés ante su ausencia conceptual en nuestro idioma.

El clima y sus fenómenos, según se ve, también son objeto de la colonización de la anglosfera, para regocijo de quienes se sienten llamados a representar al primer mundo en este rincón planetario.

El viento azotó con violencia la ciudad y el granizo puso su nota melódica en las fachadas, techos, calles y avenidas, aumentando la certidumbre de que “no somos nada” ante los caprichos de la temporada con calores que buscan con terquedad romper récords históricos.

Los anuncios espectaculares dieron la nota filosófica al demostrar que nada se puede contra el destino y que la fama y la gloria del anuncio caen vencidas ante la realidad climática y la fragilidad relativa de las estructuras que los sostienen.

Si el sistema económico entroniza a la publicidad y a la propaganda como mecanismos para comprar y creer pasivamente en todo lo que pone en los avisos en paredes, techos y pantallas, el “microburst” dio un manotazo al sistema y puso en boca de todos que el clima no cede ante el mercado y la ideología. Las cosas como son.

En esta tierra de calores y sofocos la visita de la Señora X pasó como pasa una flatulencia en medio de un desierto, solamente detectada por quienes están tan acostumbrados al olor de las deposiciones que las distinguen en donde sea.

Así, pequeños racimos de damas y caballeros, gentiles señoritas y amables jóvenes, liados en el puño de la ideología, dieron muestras de existencia efímera en algún auditorio rentado, como si la vida política del país fuera sólo un juego de apariencias protagonizada por gente “de bien” con las posaderas talqueadas, lejos del pueblo que actúa y prospera en otros sitios y circunstancias, de cara a la realidad y con ánimo transformador.

En otro escenario, por el rumbo del campus central de la UNISON se ha visto el polvo que levantan las máquinas y la acción de los trabajadores encargados de demoler el edificio de Ingeniería, emblemático del despegue universitario de los años 50.

La sólida construcción primero albergó a la Escuela Preparatoria Central y luego la Escuela de Ingeniería Civil, poniendo en su fachada el lema inaugural de “Máxima libertad dentro de un máximo de orden”.

El sentido común y la historia señalan que, normalmente, un edificio se restaura o remodela, no se destruye así nomás porque sí, y menos si tiene un significado histórico que da cuenta del legado material de la Universidad de Sonora, orgullo de los sonorenses de buena parte de la segunda mitad del siglo XX.

¿Qué puede justificar la demolición de un edificio universitario? ¿Por qué se tomó esa decisión para muchos sorpresiva? ¿Fue un “vacacionazo” a Ingeniería? El asunto requiere una explicación más allá de que estaba viejo, que tenía goteras o que hay que abrir espacio a la modernidad, además de las sospechas de que había que hacer algo con el presupuesto a mitad del ejercicio.

Mientras que el calor ablanda el chapopote y predispone el ánimo gastalón a poner a funcionar los minisplits y demás aparatos que ponen a girar como locos los medidores de la CFE, nos da risa la pueril exhibición de los representantes de la autoridad que lo mismo están en la inauguración de un foco que en la venta de la imagen de la entidad para “jalar inversiones”, como si fuera el gobierno una pasarela de vanidades “a ras de suelo”, en cómodos asientos turísticos.

Sigo pensando en que eficacia en la función pública se debe ceñir a la acción y la voluntad de servir al pueblo, en los términos de la Constitución y leyes derivadas, sin aspavientos, sin petulancia, con seriedad, sin mamadas, pues.

Mientras tanto, la SEP lanza un Código de Ética que se espera observen todos los implicados en el proceso educativo, desde directivos, personal de apoyo y docentes, con el ánimo de dar seguridad y protección principalmente a los alumnos.

Sucede que las escuelas son un punto débil en la seguridad e integridad personal de quienes asisten, en una situación intolerable y francamente vergonzosa. La ley y el orden deben prevalecer en beneficio de las actuales y futuras generaciones académicas. 

Y en otro orden de ideas, sigo pensando que la mejor opción es Adán Augusto López Hernández para dar continuidad a lo más rescatable de la transformación nacional. Que así sea.