Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

domingo, 25 de diciembre de 2016

Blanca Navidad

                  “He tenido la esperanza de algo mejor porque creí haberlo merecido” (Ovidio).

Los menores de familias de más de tres salarios mínimos y los comerciantes del Centro y lugares circunvecinos hicieron su agosto en el frio ambiente decembrino, ya que la consigna de regalar objetos como muestra de amor y buena voluntad pegó como chicle en pelo. Nada fue imposible para los señores padres de familia y menos para las afanosas y dedicadas madres de lo mismo. La casa fue el templo donde se rindieron tributos, presentaron ofrendas y se comió y bebió en aras de tocar, siquiera levemente, las voluptuosas estancias del paraíso digestivo.

Las artes culinarias regionales compitieron empoderadas contra las plastificadas muestras de dudoso contenido alimenticio que se cuelan en los hogares en forma de botanas industrializadas o golosinas que saben a algo parecido a fruta pero que no es. La magia de los saborizantes y colorantes artificiales provee los efectos especiales que entran por los ojos, engañan el olfato y acaban rematando de una estocada en todo lo alto a las papilas gustativas, en una faena redonda donde el estómago echa su resto y sale con vuelta al ruedo. El alcohol, desde luego, facilita cualquier trámite digestivo y permite el tránsito de sustancias prohibidas a plena luz del foco en las mesas familiares, contraviniendo las rigideces de las dietas, los hábitos, así como la prudencia y frugalidad que nuestro día a día recomienda por razones de salud y presupuesto.

Entre mordiscos y libaciones transcurre la Noche Buena, apenas mancillada por la burlesca cháchara presidencial que desea a los mexicanos una feliz navidad y presenta un México “fuerte y unido”. El mal sabor de boca se lava con mentadas de madre y chupitos de aguardiente, tragos de cerveza o sorbos de café. La burla se perdona cuando el recurso del pitorreo entra al relevo de la indignación y la ofensa se convierte en anécdota de borrachos, chisme de vecinos o ejercicio de pirotecnia verbal. La noche sigue siendo buena y mañana… será otro día.  

Tras la amanecida reglamentaria, las familias recuperan su vida en una realidad que oscila entre la cruda y la modorra, entre el bostezo y la náusea, entre la insoportable levedad de los bolsillos y la desesperanzada vaciedad de la quincena. Liquidadas las ensoñaciones del aguinaldo, frente a las deudas y la estrechez del salario queda la certeza de que la cena de fin de año será a cuenta de futuros ingresos, o de actos de valor al decir adiós a los pesos y centavos que previsoramente quedaron reservados para la inminente despedida del año todavía en curso, pero que ya podemos sentirlo como otro en el que el cambio pudo haber sido y no fue. A una semana de distancia, podemos agarrar vuelo y colocarnos en la recta final del 2016, en un cierre donde la nostalgia actúa como telón de fondo en una obra donde el terror se avizora a la altura del tercer acto. Los mexicanos del 2016 podemos decir que lo malo se va a transformar en peor. Nuestra experiencia de los últimos 30 años lo confirma. Pero, después de todo, ¿qué sería de nosotros sin una generosa dosis de cinismo?

Para ilustrar lo anterior, vea usted lo siguiente: somos un país petrolero que puede poner a parir cuates a muchos otros por su riqueza en el subsuelo terrestre y marino y tenemos un alto potencial en producción de electricidad, sin embargo, el gobierno ha dejado morir Pémex, lo ha fraccionado, ha puesto en manos del capital internacional sus reservas de hidrocarburos, privatizando lo que fuera una fuerte salvaguarda económica nacional; ha golpeado a la industria eléctrica, disminuyendo su capacidad productiva y abierto el mercado eléctrico a las empresas privadas, de suerte que la liquidación del patrimonio energético nacional obliga a las ahora “empresas productivas del Estado”, a “competir” en suelo mexicano, por los recursos nacionales, frente a extranjeros avalados por el propio gobierno.

Ahora importamos petróleo y gasolinas, así como compramos electricidad a los empresarios trasnacionales. Una vez abierto el mercado por el gobierno, los precios suben, hay desabasto y la economía nacional reduce sus expectativas de crecimiento. El gobierno se bajó los pantalones ante el capital extranjero a instancias de los gringos, y se puso a esperar la entrada de inversiones productivas. En medio de este jolgorio extractivo, se hostiga a los sindicatos, se despide a los trabajadores, se reforman leyes laborales, de salud, de seguridad social, y se impulsa la legalización de la presencia militar en labores que corresponden a las corporaciones policiacas.  

El día de Navidad es inhábil, no hay periódicos con las noticias del día, la semiparálisis nacional informativa no obsta para que consten las evidencias de un golpe de estado en aras de defender los intereses gringos en el control de los espacios económicos nacionales que son, gracias a las reformas, sólo estratégicos para las trasnacionales que exigen seguridad y, ¿qué mejor que las fuerzas armadas para defenderlos?  


Pero tuvimos una noche de paz, noche de amor, salpicada de cohetes y aullidos de perros que no le ladran a la luna sino a la ridícula agresión de la pirotecnia. Se vivió la mexicana alegría en una pírrica victoria de la esperanza contra el neoliberalismo nopalero que nos jode, pero que nos felicita por estar en un país “fuerte y unido”. ¿Feliz Navidad?

lunes, 19 de diciembre de 2016

Hablemos de justicia y dignidad

En la mayor parte de los hombres, el amor a la justicia no es más que el dolor de la injusticia” (La Rochefoucauld).

El año cierra con las más claras evidencias de que la economía nacional simplemente no avanza. Los años transcurridos desde las esperanzadoras afirmaciones de una voluntad primermundista, que abrió la economía a las importaciones dejando de lado la producción nacional, ahora pasan a ser la confirmación de que la demagogia es como escupir para arriba, con el inconveniente de que lo arrojado se regresa con intereses. Ahora tenemos en la mera jeta tasas misérrimas de crecimiento y pronósticos que sólo pueden ir a la baja: cualquier cifra menor a 2 por ciento es segura. Asimismo, la dependencia de la economía del vecino se pone en evidencia a cada paso, ronda el 80 por ciento, con lo que dejamos de ser propiamente un país soberano en lo económico, financiero, y político.

Algunos funcionarios apegados a la institucionalidad sexenal, piensan que la cercanía con EE.UU. nos hace fuertes y que es buena idea operar reformas e impulsar iniciativas que estrechen las relaciones e interacciones fronterizas, al punto de convertir nuestros intereses en una versión nopalera de lo que se proyecta en las oficinas ejecutivas de Arizona, Nuevo México u otra entidad gringa con pujos internacionales o, más bien, con ánimos de ampliar y remodelar su patio trasero. No cabe duda de que los hilos de la dependencia se tejen por manos nacionales, lo que garantiza que quienes luchen por los intereses domésticos pasen por necios y amargados que no hay que ni ver, ni oír ni mucho menos considerar como interlocutores válidos en lo que pudiera ser un más que urgente diálogo que replantee el destino de nuestra economía y las respuestas a las nuevas realidades.

En este contexto, la carrera por liquidar el patrimonio nacional por vía de las concesiones, licitaciones, desincorporaciones, cambios de estado jurídico, entre otras medidas tóxicas para el dominio y la soberanía, se ve un tanto aderezada gracias a las noticias que el gobierno genera y medios de comunicación transmiten. Al respecto, mientras el jolgorio declarativo oficial lanza cohetes y luces de bengala por los “éxitos” de la reforma energética, las gasolinas suben y hay la amenaza de desabasto, gracias a la insolvencia programada de Pémex y la necesidad de abrir espacios a las empresas extranjeras “que sí confían en México para invertir”. En el mismo sentido, se declara la voluntad de proteger la biodiversidad, pero se presiona por abrir la participación de la iniciativa privada, tan afecta en emprender proyectos turísticos e inmobiliarios en áreas ecológicamente sensibles; también se habla de la independencia alimentaria mientras se asfixia a los productores rurales que luchan por subsistir frente a las trasnacionales que cuentan con parientes, compadres, cuates e intereses compartidos tanto en el propio ejecutivo federal como en el congreso.

Por si no fuera poco, la élite burocrática y política nacional se regala con liquidaciones millonarias cada vez que cambian de chamba o dejan por razones de conveniencia el empleo. Lo mismo ocurre con los sueldos y pensiones. El dinero parece sobrar para un sector minoritario de la sociedad, mientras que se regatea el monto de los salarios profesionales y las prestaciones para el ciudadano de a pie.

Escuelas, universidades, hospitales, empleo y salarios sufren las consecuencias de los recortes presupuestales, sin respeto a lo que en cualquier país civilizado se considera prioritario. La seguridad pública hace de caja de resonancia de una política de ahorro que, para todos los efectos, es onerosa para la integridad y seguridad nacional. Es un absurdo pretender contener la delincuencia si se generan las condiciones para que esta prospere: la inseguridad pública es consecuencia directa de la falta de oportunidades laborales, la precariedad del empleo y los bajos salarios.

Se sabe que cada gobernador se las ingenia para acaparar terrenos y convertirse en propietario de áreas que eventualmente alcanzarán altos precios de mercado, propiciando un crecimiento deforme y problemático en las ciudades, a la par que provocando serias confrontaciones sociales que son sofocadas por cuerpos para-policiales o la misma fuerza pública, llegado el caso. En este asunto, es imposible no mencionar lo que ocurre en los terrenos del vaso de la presa A. L. Rodríguez, y el escandaloso desvío del cauce del Río San Miguel, así como su permanente despojo a plena luz del día.


Así las cosas, mientras los ciudadanos son víctimas del despojo, los altos impuestos y tarifas, el desempleo y los salarios precarios, la clase política de temporal cosecha aplausos y notas periodísticas al inaugurar algún cascarón simbólico, alguna obra inconclusa, visitar colonias populares llevando ofrendas de baratijas que son fotogénicas, pero que en nada cambian la indefensión y el abandono de una población que sólo necesita respeto, atención y soluciones dignas de quienes por mandato legal están obligados a proporcionarlas.

Seguramente ésta será una feliz navidad, ya que en términos relativos el año que se aproxima será de mayores estrecheces, multas y castigo al erario municipal y estatal. En este sentido, mañana tendremos menos que hoy. Disfrutemos el momento, mientras tengamos la capacidad de hacerlo. El aguante no es para siempre…


Un saludo a Rosa Delia Coronado, esforzada luchadora por la legalidad y el respeto; y a todos aquellos ciudadanos que, como ella, cada día se levantan a ejercitar, desde temprano, su dignidad y autoestima. Ánimo y adelante.

martes, 13 de diciembre de 2016

Gobierno de recortes y rezagos

Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo” (Fidel Castro).


Parece que la moda económica es aportar recursos al crecimiento de una economía que no es nuestra, que capta inversiones haciendo cuenta de los recursos disponibles en Sonora, para beneficio de gringos deseosos de montarse en el carro de una “mega región” basada en la transnacionalización unilateral de las materias primas, la localización o ampliación de maquilas y el soporte oficial y oficioso de un gobierno apátrida, sin más proyecto que babear de emocionada sumisión a otra soberanía. ¿Debemos presumir de ser una entidad exportadora de importaciones?


Es claro que los acomplejados imitadores de Antonio López de Santa Anna tienen la memoria débil y la mirada puesta en el dólar que se gana fácil por vía de la entrega del espacio y los recursos del dominio nacional, sea mediante concesiones, desincorporaciones amañadas, figuras legales dedicadas al menoscabo de la soberanía, abandono y deterioro de instalaciones, equipo y altas cargas fiscales, ataque al sindicalismo, topes salariales y manga ancha a los incrementos en las tarifas de los servicios y encarecimiento de los bienes de consumo.

Así como se liquidan en baratas de banqueta los recursos nacionales, también se reduce el Estado, la sobriedad de las instituciones y la inviolabilidad constitucional; se hace porosa y endeble la seguridad nacional y se crean figuras fascistoides como la de “seguridad interior”, pretendidamente en manos de soldados y marinos, porque las policías “no son capaces de contener la criminalidad”. ¿Habrá policía capaz de actuar de acuerdo a sus funciones legales cuando la ley se convierte en una mercancía a disposición del mejor postor? ¿Podrá haber orden en una sociedad presa del saqueo y gobernada por una especie de “narcojotocracia”?

En todo caso, ¿por qué la capacitación de los policías tiene que estar a cargo de instituciones extranjeras? ¿Por qué los gringos tienen que “acreditar” la preparación y el funcionamiento de las fuerzas de la ley mexicanas? ¿Tenemos que imitar las prácticas gringas, así como su sistema de justicia penal? ¿Es un logro la desnacionalización del discurso jurídico y la caprichosa actuación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación?
 
Si el objetivo es el de quebrar las empresas estatales y venderlas al extranjero, parece que hemos avanzado bastante. El modelo privatizador cala hasta la médula y la desarticulación de la producción nacional abre paso a procesos de integración de lo que se ha atomizado para que, debilitada, tenga que acoger inversión extranjera en áreas prioritarias para el funcionamiento presente y futuro del país. La clave de esta operación está a la vista: las empresas estatales se sometieron a un tratamiento sistemático de deterioro y obsolescencia, de corrupción que desquició su administración y que se agravó mediante un régimen fiscal que constituyó un saqueo sistemático e implacable por parte del gobierno. Tal situación tuvo como complemento ideal la ausencia de reinversión, de actualización tecnológica, para pasar a la reducción de las plantillas de personal y la agresión a las organizaciones sindicales. Las liquidaciones y ventas de garaje son la consecuencia obligada. Las llamadas reformas estructurales son el broche de oro de un largo proceso de liquidación nacional.

Como todo país que se suicida, al mismo tiempo que se deja la economía y las finanzas en manos ajenas, se ataca la educación, la salud y la seguridad social, como enemigos a vencer por ser bastiones de identidad y autoestima. El trabajo decente, la justa remuneración y la cobertura social, propias de un Estado funcional y solidario, se convierten en un reproche intolerable que debe eliminarse para el logro de los objetivos de dominación trasnacional. Ello trae consigo la disminución presupuestal en renglones claramente ligados a los derechos de los trabajadores y sus familias, porque la entrega de empresas y recursos al extranjero limita el gasto y la capacidad de cumplir con los objetivos del bien común. El país y sus regiones pasan a ser zonas de expulsión poblacional que, eventualmente, emigra al norte para, en su momento, servir de fuerza de trabajo barata y sin derechos plenos en suelo extranjero. México pierde población trabajadora, pero gana cifras billonarias en remesas. Es la victoria pírrica de un modelo que busca la derrota nacional.


En este marco, ¿a alguien le puede extrañar el incremento de la inseguridad pública?, ¿el aumento de los costos de los servicios, y su concesión a manos privadas?, ¿la corrupción generalizada y el consecuente rechazo popular a medidas innecesarias, burdas y lesivas a la tranquilidad y al presupuesto familiar? Hora de decir basta.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Hermosillo y el caos

El hombre nace libre, responsable y sin excusas”.
Jean Paul Sartre (1905-1980) Filósofo y escritor francés.


En la ciudad capital de Sonora, no sólo la seguridad pública se ve alterada por la creciente ola criminal y las variadas modalidades que asume creativamente la delincuencia, sino que se añade una descuidada protección de los derechos humanos de los atribulados ciudadanos víctimas del pragmatismo y la falta de sensibilidad social de quienes, por la casualidad y los azares del voto oficialmente reconocido, se encuentran administrando, que no gobernando, la ciudad y el municipio.

El alcalde se empeña en navegar de acuerdo a la brújula privatizadora del neoliberalismo de guarache encaramado en Los Pinos y su caricatura local, a contrapelo de las legítimas aspiraciones de bienestar y progreso que figuran en los sueños guajiros de los ciudadanos que pagan impuestos y que ven cerca una cuesta de enero que ya reclama un tanque de oxígeno con urgencia para poder remontarla con cierta integridad física, patrimonial y emocional. Tan bochornoso esfuerzo lo obliga a dar explicaciones dignas de un público enano y oligofrénico, dispuesto a aplaudir cualquier arrebato demagógico y de tragarse los detritus de una oratoria falaz e inconsecuente. Huelga decir que los intentos de enrollar y confundir a la opinión ciudadana son inútiles y resultan patéticos.

A nadie escapa el absurdo de dejar en manos de una empresa privada la provisión de alumbrado público, por 15 años, con cargo al derecho que pagan los hermosillenses. Dice que no va a haber aumentos en la tarifa, pero minimiza los impactos económicos y políticos que tiene la privatización temporal de un servicio público, en su calidad, generalidad y continuidad; por otro lado, oculta el destino de los trabajadores municipales que hoy se encargan de su operación y mantenimiento. ¿El verdadero negocio de las privatizaciones implica entrar con subterfugios al control de un servicio que privatizado eliminaría los costos en nómina de la plantilla de personal y haría negocio vía manipulación de costos y tarifas? ¿En vez de empleados, el ayuntamiento va por eventuales y subcontratados, sin derechos laborales? ¿Se trata de dejar a la deriva a más familias hermosillenses?


En plática casual con un agente de tránsito, hay la impresión que los incrementos a las multas por infracciones de tránsito son claramente recaudatorios, independientemente de que exista la posibilidad de que el automovilista desarrolle formas creativas (o no tanto) para evadir su pago. El influyentismo, la corrupción y el abandono del respeto a las formas son los ingredientes de una mezcla intragable que amenaza la vida ciudadana. Por otra parte, es evidente el desprecio que siente la administración municipal por una ciudadanía cada vez más vulnerable económicamente, que ha hecho de víctima pasiva del abuso y afanes de lucro personal de quienes constitucionalmente debieran velar por sus intereses.

En otro asunto, da risa nerviosa constatar que, a pesar de contar con el número de emergencias 911, tan acreditado por recurrente en las series de televisión gringas, la inseguridad y la intranquilidad campean por la otrora “ciudad de los naranjos”. Las familias “naranjeras” bien pueden taparse los oídos con cera de veladora, tapones especiales comprados en Sanborns, o irse a dormir con parientes o a un cuarto de hotel en un arranque de desesperación, ya que los vecinos fiesteros o consuetudinariamente ruidosos no entienden razones, ruegos o mentadas de madre.

Puede usted marcar “911” y ser atendido por una voz que al final le dirá “gracias por llamar al 911”, pero su reporte de fiesteros en pleno ejercicio de su labor demoledora quedará como estadística curiosa, anécdota de sobremesa o simple comentario dicho entre risas sofocadas dignas de “Pulgoso”, aquél perro acompañante de cierto villano de caricatura. El volumen alto y atronador seguirá y darán la una, dos y las tres, hasta que termine el festejo, se vaya el conjunto contratado y, ¡oh sorpresa!, siga el radio o la música grabada, hasta que los gallos canten, salga el sol y se escurran los últimos juerguistas entre eructos, meadas callejeras y andares de borracho. ¿La policía? Bien, gracias. Cumple con hacer su ronda, pero no resuelve el problema y, así, pasa la noche.

Nadie tiene derecho a afectar el descanso del vecino. El volumen alto invade la intimidad del hogar del vecino y le impone una situación que le es ajena. La autoridad municipal, en vez de levantarse con la idea de joder a Hermosillo con privatizaciones disfrazadas e incremento de multas e impuestos, debiera legislar en defensa de la tranquilidad de las familias prohibiendo y sancionando la contaminación por ruidos, sonidos con volumen alto e invasivo y todo aquello que perturbe la paz de los hogares hermosillenses. El ruido y el volumen invasivo no genera un "problema entre vecinos", sino un hecho que altera la paz pública. ¿El ayuntamiento tiene el valor, o le vale?


Mientras se cocinan alzas en las tarifas de los servicios y el gobierno solamente administra medidas privatizadoras, la ciudad refrenda su peligrosidad cada día; se ensaña contra los inmigrantes, fustiga y veja a los indigentes y marca para siempre en sus habitantes las huellas de una indiferencia patológica hacia lo humano. La capital de Sonora es, gracias a las administraciones neoliberales prianistas, un lugar frío, ajeno, sórdido y peligroso. El bien común queda como una finalidad retórica, vacía de contenido, y el concepto de ciudadanía se transforma en clientela. Triste papel.

martes, 29 de noviembre de 2016

Autogol en Hermosillo

                                “Es cierto que nadie se obliga por contrato de otro” (Justiniano).

El Cabildo hermosillense dio en aprobar tres medidas que, por lo menos, resultan cuestionables a la luz de lo que debiera ser un gobierno medianamente capaz de cumplir con sus responsabilidades públicas. El incremento a las multas de tránsito en sí no es garantía de que los automovilistas adquieran la educación vial que requieren con urgencia, sino el reforzamiento de una cultura de cohecho (mordida, pues) arraigada tanto en los particulares como entre los funcionarios que van desde el simple agente de tránsito hasta el oficial al mando. La mordida representa una parte de los ingresos no declarados de los mandos y una forma de complemento al sueldo de los policías de a pie.

Las autoridades dicen que la finalidad no es recaudatoria sino educativa, con lo que postulan como método didáctico el garrote, además de que rebasan su ámbito de competencia debido a que se asumen como una instancia formativa de valores cívicos. Cualquier suato cachababas sabe que para eso está la escuela o la casa familiar, y que la autoridad de tránsito no tiene acreditación educativa, sino ejecutiva de las normas que rigen el tránsito citadino. ¿Qué mosca les habrá picado a los señores regidores del PRI y su fauna de acompañamiento? ¿Por qué suponen que los aumentos a las multas evitarán o disminuirán las infracciones por un ataque repentino de conciencia ciudadana? ¿En serio, piensan que el garrote educa?

No conformes con aprobar el aumento de las multas, también lo hicieron con la torpe y sospechosa iniciativa de concesionar a agentes privados el alumbrado público por 15 años. Si otros municipios habían dado muestras de cretinismo neoliberal con la concesión de servicios públicos como la recolección de basura, ahora Hermosillo se monta en la carrera por la reducción del Estado mediante la concesión del alumbrado. La ridícula y ociosa medida pretende poner en manos privadas un servicio que, por sus características debe y tiene que ser de la competencia exclusiva del Ayuntamiento. Los supuestos de generalidad, continuidad, calidad y permanencia sólo pueden garantizarse cuando el gobierno organiza, opera y vigila la prestación de los servicios. Si los ciudadanos pagan sus impuestos y la innovación tecnológica es parte de los costos que deben asumirse, ¿por qué debe intervenir la empresa privada como concesionario? ¿Las actuales autoridades no entienden, o no son capaces de afrontar las responsabilidades públicas? ¿Habrá la expectativa de jugosas comisiones (o “moches”) por la cesión del espacio público? ¿Tendremos una nueva generación de millonarios instantáneos a la sombra del poder? ¿Para algunos sí habrá luz?

Los señores regidores mayoritariamente picados del obsceno virus neoliberal decidieron en la misma sesión sabatina, aprobar el artero golpea la economía familiar que significa el incremento del 35 por ciento a la tarifa del agua.

Ahora resulta que será sobre los lomos de los ciudadanos hermosillenses la operación de la planta tratadora de agua que serviría a los agricultores de la costa, lo que a simple vista es un abuso de autoridad y una imposición insultante para los ciudadanos. Al parecer, la administración municipal no sólo carece de sensibilidad social sino de sentido de las proporciones. ¿Por qué sobrecargar la de por sí agobiante carga impositiva a miles de familias que viven al día y están al límite de la insolvencia? ¿No fue digna de consideración la inflación, el nivel salarial y el incremento de los precios al consumidor? ¿Son irrelevantes los niveles de pobreza y pobreza extrema en el municipio?

Visto por el lado amable, por más aletargada que esté la conciencia ciudadana, las promesas incumplidas y los excesos en el ejercicio de las funciones públicas, ayudan a crear las condiciones para que exista un frente ciudadano opositor al abuso e ineptitud de los funcionarios públicos que actúan como si fueran privados.

Así como ha sido aleccionadora la rapiña y el abuso de las administraciones panistas en el gobierno estatal y el municipal, también lo es la sórdida complicidad, la misma compulsión privatizadora, las concesiones ridículas, las corruptelas y la ineptitud de las administraciones priistas. Ambas, trágicamente coincidentes en una visión simplista de la economía y un esquematismo vulgar sobre las virtudes del mercado.

El cabildo de Hermosillo muestra una ofensiva propensión a la simplificación de las soluciones a partir de una visión trivial de los problemas. Queda claro que, una vez más, el municipio carece de una administración no sólo capaz sino comprometida con el bienestar de los ciudadanos. Quizá para la próxima… 


En otro asunto: Fidel Castro dejó de existir el pasado viernes 25. Su enorme figura tendrá una visibilidad que ningún presidente gringo podrá ocultar y menos opacar. Vivirá siempre en el corazón de los pueblos libres e independientes de Latinoamérica y el mundo. Hasta siempre, Comandante.

domingo, 20 de noviembre de 2016

La seguridad social en perspectiva

        “Lo que no aprovecha a la colmena, tampoco aprovecha a la abeja” (Marco Aurelio).

Contra todo pronóstico, el tema de la seguridad social no acaba de calar en la conciencia de muchos de los potenciales y reales afectados por las reformas de Peña. Mucha de la gente que ahora lucha por (o desde) un puesto de trabajo, lo hace sin hacer cuentas de su edad de retiro y las posibles ventajas o desventajas que traen consigo las disposiciones impulsadas y aprobadas por los gobiernos de Zedillo y Calderón y las iniciativas y propósitos del actual mandatario Peña.

A pesar de ser un asunto de importancia nacional, aún son pocas las opiniones que calan en la conciencia ciudadana al abordar críticamente los vericuetos de unas reformas que carecen de sustancia social y supuran afanes mercantiles e individualistas y, lo que es peor, son menos las que proponen vías colectivas de defensa de los derechos aún vigentes en la Constitución. La clase trabajadora y sus organizaciones parecen necesitar no sólo información sino una motivación fuerte y agresiva para sentirse involucradas en la catástrofe social que significa la privatización de la seguridad social en México, razón por la cual, hasta ahora, las respuestas a los embates sufridos por los trabajadores del IMSS, ISSSTE, Petroleros entre otros han sido tímidas y fraccionadas.  También en el nivel de los organismos estatales, se advierte una especie de modorra de quienes son, o serán, los principales afectados. Es evidente que la falta de conciencia trae consigo el desinterés que, en general, afecta al simple ciudadano, al estudiante promedio, a las personas cuyas condiciones particulares les permiten sentir que la jubilación y sus problemas son cosa de otros y no propias.

Solamente los directamente afectados, en el momento en que lo son, se acuerdan de la palabra “solidaridad” y reclaman atención y apoyo por parte de los sindicatos, y el nivel de atención y de interés por el tema, va en razón directa proporcional a la proximidad del mismo. Sin duda contribuye a esta situación el individualismo y la trivialización de los valores sociales que postula el sistema. En este sentido, es explicable por qué las masas trabajadoras no se han unificado, local y nacionalmente, y marchado contra la privatización que, por otra parte, se vende como “modernidad” y como opción ventajosa para el usuario convertido en cliente. Esta visión enajenada del sistema afecta la vida interna de las organizaciones y, por ende, las prioridades y los objetivos de sus luchas.

Un dato preocupante es el que, en muchos casos, las organizaciones sindicales centran su atención en los aspectos contractuales de carácter económico y desestiman los atinentes a lo social y político. Lo anterior conduce a una visión pragmática de los objetivos de la acción sindical desinserta de la problemática social que la rodea, de suerte que las luchas inician y concluye en la estrechez de la aritmética contractual: reclamo de incrementos porcentuales y consolidación de los aspectos de beneficio inmediato. La dimensión social de la lucha sindical es esporádica e inconsecuente con el embate neoliberal a la clase trabajadora y el efecto negativo de las reformas legislativas que se implantan. Más que acciones preventivas y transformadoras se tienen reacciones defensivas y conservadoras. Lo anterior resulta ser un contrasentido, habida cuenta que, en un régimen donde la ideología neoliberal destruye el tejido social, toda acción sindical es por necesidad política.

La defensa de la seguridad social trae aparejada la del empleo y las conquistas de la clase trabajadora plasmadas en la constitución, la legislación laboral y los contratos colectivos de trabajo, que ponen como eje rector el bienestar del trabajador y su desarrollo como persona y como ciudadano. En consecuencia, no puede haber acción sindical que al pretender la mejora de las prestaciones y las condiciones de trabajo no persiga también la superación de sus actores y el mejoramiento de la sociedad en la que viven y actúan cívicamente. Lo anterior supone el reconocimiento de una corresponsabilidad que trasciende los límites de la relación laboral pero que, en el caso del sindicalismo, se deriva de ella.

Actualmente, es más que evidente que las reformas impulsadas por los gobiernos neoliberales generan la precarización del empleo y la disminución de las garantías sociales y políticas históricamente conquistadas. Por ello se ha puesto en calidad de mercancía la educación, la salud y el ahorro de los trabajadores, privatizando los servicios e individualizando las cuentas de retiro. A la fecha, se tiene constancia de que el sistema de cuentas individuales operado en las Afores ha resultado un completo fracaso, desde el punto de vista del beneficio para el pensionado y, por el contrario, un éxito para los negocios privados que administran los fondos. En este caso, resulta evidente que la recuperación del ahorro de los trabajadores implica la responsabilidad del Estado y la restitución del sistema pensionario al ámbito público. Las pensiones y jubilaciones deben ser nuevamente asunto público, por su carácter e impacto social. No se debe especular con el ahorro de los trabajadores sin responsabilidad ni garantía pública.

En este caso, urge una reconsideración legislativa que, respetuosa de la Ley Suprema, reconozca el derecho de los trabajadores a la jubilación digna, que permita una vida decorosa y plena en el marco de los derechos nacional e internacionalmente reconocidos al adulto mayor y que debe, puntualmente, tutelar el Estado.

Recientemente, se ha tenido noticia del quebranto de algunos sistemas pensionarios estatales, como los de Sonora y Veracruz, ocasionados por el saqueo de sus respectivos gobernantes. Es claro que la responsabilidad es pública y que deben someterse a la acción legal los culpables, pero también lo es la necesidad de impulsar reformas que permitan un estricto control de los fondos. Es claro que en su vigilancia deben intervenir las representaciones sindicales y actuar con absoluta transparencia.

El pasado 16 de noviembre se realizó un Congreso Estatal Sindical sobre Seguridad Social, promovido por el STAUS y apoyado firmemente por diversas organizaciones sindicales, donde se presentó el panorama nacional y local de este importante asunto y se resaltó la necesidad de crear un frente común en defensa de los derechos de los trabajadores a una jubilación digna y segura, acceso a los servicios de salud y atención de calidad, así como a las demás prestaciones a las que legalmente tienen derecho.


Se da dado un paso importante en la recuperación de los espacios de participación que nos identifica como clase trabajadora y como ciudadanos de pleno derecho, pero falta mucho por discutir y hacer. Por lo pronto, hemos puesto en el centro de la atención de los participantes la idea de la acción colectiva y la solidaridad. Hay todo por ganar.

domingo, 13 de noviembre de 2016

No hablemos de Trump

                                                       “La autoridad sólo se compara con la virtud” (Claudio).

Pues la ganadora en causas de muerte en México es la diabetes mellitus. En gran medida el éxito se debe atribuir a las grandes empresas trasnacionales refresqueras y a los emporios productores de comida chatarra, la que se come de prisa, empaquetada en plástico o en cartón encerado, de vivos colores y una sensación de estar a la par con EUA y otros centros de consumo de prosapia y glamur primermundista.

Somos un país de parias alimenticios que pateamos con desprecio lo autóctono por ser algo conectado a los usos y costumbres de una cultura mestiza, vergonzante de su identidad, aficionada a la sumisión extranjerizante y al desperdicio de inteligencia y músculo. Es claro que la sustitución de valores entra por los ojos y la boca, penetra en la anatomía y satura las neuronas y las concepciones de lo correcto y defendible en nuestro diario actuar. Comemos y respiramos las miasmas de una transculturación con tufo de intervención política, de suerte que nuestros intereses son una especie de moretón del impacto de los que representan la hegemonía gringa en nuestro suelo.   

Lo anterior explica por qué un grupo de diputados federales mexicanos de los partidos afiliados al “Pacto por México” se exhibieron con camisetas con la propaganda de la fallida candidata presidencial demócrata, en pleno recinto legislativo, sin reparar en el hecho de que formalmente representan los intereses de los electores mexicanos, mientras que aquélla a los del complejo financiero-militar que tiene jodida a la humanidad. Así pues, sudamos calenturas ajenas porque de algunas tenemos que hacerlo, ante la esclerosis de nuestra perspectiva nacionalista y las ganas de ser una colonia de explotación de otra soberanía.

El desprecio y desencanto de lo propio ha sido obra de años de autoflagelación, de lástima de sí mismo, de liquidación del patrimonio nacional y el reversazo impuesto por el neoliberalismo de guarache importado e implementado por el alopécico Salinas, en aras de una modernidad prestada o, más bien, rentada a un alto costo a cargo del erario nacional. ¿Tenemos petróleo?, pues a regresarlo a las trasnacionales; ¿tenemos electricidad?, mejor que lo tengan las empresas extranjeras; ¿tenemos industrias?, en todo caso, instalemos maquiladoras y a las empresas nacionales convirtámoslas en patrimonio del capital extranjero.

¿Gozamos de empleo permanente y seguro? Estorba al desarrollo de la iniciativa de los trabajadores jóvenes. ¿Tenemos seguridad social? Mejor cancelemos ese derecho y convirtámonos en clientes explotables de empresas bancarias trasnacionales. ¿Diseñamos nuestra política económica? Ya basta. Ahora dejemos que otros manejen nuestra economía y finanzas. En México, la reducción de la calidad de vida va de la mano de una recolonización con el beneplácito de organismos como la OCDE, el FMI y el Banco Mundial. Si podemos ser el perro faldero de éstos, ¿por qué sostener una soberanía e independencia que nos quedan grandes?

Quizá por eso vemos como un reproche la independencia y decisiones soberanas de Bolivia, de Venezuela, de Cuba, y de quienes se saben parte de Latinoamérica y rechazan el intervencionismo absurdo de EUA. Quizá por ello nos duele mirar al Sur, pero masticamos el chicle envenenado de un Estado canalla.

Consumimos los productos saturados de sustancias químicas que venden en los supermercados pero pasamos de largo en puestos de los mercados populares; buscamos marcas y dejamos de lado la calidad y el origen de los productos; vacacionamos en Arizona, California, Massachusetts o Nevada, porque suponemos que damos calidad a la vida de la familia, mientras despreciamos los destinos locales, regionales y nacionales; enviamos a los hijos a escuelas extranjeras mientras nos quejamos de la falta de oportunidades, de la calidad de nuestras escuelas, del costo de la educación, de las huelgas, de la inseguridad pública, de la falta de empleo decente, del latrocinio de las Afores, de la privatización de la vida institucional, de las cosas que compramos o adoptamos a costa de ser lo que debemos ser.

Para nosotros, es fácil convertir en leyenda a representantes del crimen organizado y hacer parodias de la defensa de los derechos humanos, así como solapar la impunidad y la leperada de nuestros gobernantes y clase empresarial adicta a los moches y al tráfico de influencias. Así las cosas, no es difícil sentir flojera en participar en acciones contra el abuso y la corrupción, porque tomar la calle y parar escuelas, hacer plantones y levantar pancartas son acciones que se ven mejor a lo lejos, sin fatigas y como tema de cantina o sobremesa.

Si nos importa un rábano el saqueo del erario y el agandalle inmobiliario sexenal, el abuso y la farsa de una legalidad preñada de complicidades y acuerdos, así como el espectáculo deplorable de la simulación gubernamental, ¿qué tanto nos afecta Trump, si el trabajo de “joder a México” lo hemos venido haciendo desde la década de los 80?

Hablando de otros asuntos, es importante para el futuro de los trabajadores sonorenses y sus familias, el análisis, las conclusiones y los compromisos que resultarán del Congreso Estatal Sindical sobre Seguridad Social que organiza el STAUS junto con el STEUS, Telefonistas, SIATCIAD, FASU, SUTUES, CENPRO, CNJP - “Elpidio Domínguez Castro”, entre otras. La cita es el miércoles 16 a partir de las 9 AM, en el auditorio del Sindicato de Telefonistas, sito en Blvd. García Morales y Lázaro Mercado.



domingo, 6 de noviembre de 2016

Holograma nacional

                                       “Incluso quienes la cometen odian la injusticia” (Publilio Siro).

Como se sabe, el presupuesto para 2017 viene chiquito, reducido, pasado por la tijera, rasurado… tan jodido que parece el despertar de alguien con ganas de “mover a México” sin aclarar hacia dónde o por qué. El jaloneo real o virtual de los recursos pasa por el arco del triunfo de alguna seria y poderosa comisión que conduce seguramente al pozo de los logros económicos nacionales. La suerte, como núcleo de cualquier apuesta, está echada.

Las universidades ven el tiempo de publicar declaraciones y hacer solicitudes a quienes deciden el tamaño de los presupuestos, con aclaraciones y puntualizaciones anexas acerca de cómo va a impactar el encogimiento de las expectativas institucionales en eso de cumplir con los fines a los que formalmente se consagran. Caras largas y lenguas debidamente humedecidas se ponen en acción en las manos y caras de las esfinges del poder legislativo. El ambiente oficial huele a flatulencia y chamusquina de promesas… y en las oficinas de los consejos académicos está el crujir de huesos y el rechinar de dientes.

Las posibilidades reales de aterrizaje de los programas sociales y las mejoras paliativas en la calidad de vida de la macilenta ciudadanía se evaporan en los pasillos del poder, lo que no impide que los legisladores, ministros y funcionarios logren sus aspiraciones hedonistas y aseguren un futuro envidiable, aunque desproporcionado, surrealista, faraónico y, gracias a la política de transparencia, aun discretamente inalcanzable para el ojo público, salvo las excepciones que permite el propio sistema.

Por decir algo, Anaya, el pequeño y ridículo presidente de la pitufada nacional, representa los ideales y forma de vida de muchos políticos y funcionarios que, sin distinción de siglas y colores le aúllan a la luna sexenal desde la comodidad de la loma de proyección pública donde son útiles. Desde luego que hay que proteger a la familia de la violencia y cochambre del propio sistema al que sirven. Claro que vivir en Atlanta representa una isla de glamur que cualquier padre responsable quisiera dar como oportunidad para sus hijos, mientras México es movido por las fuerzas cómplices del “Pacto por México” al estercolero de la historia política neoliberal. Cae por tierra el disfraz de opositor para revelar lo que es: un cómplice inconsecuente del desastre nacional.

Tanto el exgobernador panista de Sonora, Padrés, como el priista de Veracruz, Duarte, sirven como muestra de la distancia entre el discurso y la promesa respecto al cumplimiento del deber constitucional. Sólo son dos casos recientes, dos gotas que escapan del sanitario político nacional dejando una estela de podredumbre que emana del partido y se instala en la dirección de las instituciones de la federación mexicana. La pestilencia institucional no se quita con los aromatizantes del apoyo y la vista de funcionarios gringos o europeos, sino que se confirma su extranjerismo apátrida y al servicio de qué soberanía están.

En este contexto, no extraña que los reconocimientos internacionales y nacionales, otrora honrosos, representen vergüenza y sumisión, porque ¿quién creerá en el premio Nobel de la Paz después de Obama, o en la medalla Belisario Domínguez después de Bailleres? La pestilencia penetra, se apodera y crece en la ambigua estulticia del poder, en las corruptibles clientelas partidistas y en las redes familiares que parasitan la economía y la política, y que promueven las formas obtusas de la corrección política.

Sin embargo, en un mundo plagado de obscena cursilería y bajunos ejemplos de oportunismo mediático, aún hay voces y rostros que recuerdan la dignidad perdida, la autoestima labrada con inteligencia y trabajo, y el horizonte luminoso de la inteligencia comprometida social y políticamente: Don Pablo González Casanova, ex-rector de la UNAM, ha rechazado su nominación a la medalla Belisario Domínguez. Así, la fiesta escatológica puede seguir sin contrapunto.

Por otra parte, cuando se privilegia la forma sobre el contenido, es fácil emprender la hechura de un sistema anticorrupción mientras los cargos de ministro acaban siendo una manera de acceder a sueldos y prerrogativas para la mayoría inimaginables, y en el mismo sentido, tenemos a los miembros del poder legislativo que reciben generosos estímulos a cambio de votar por la afirmativa las iniciativas del Ejecutivo. Abajo, en las instancias operativas de la procuración de justicia y la seguridad pública, el “informe policial homologado” y las extrañas relaciones que se dan para borrar, en los hechos, la frontera de la legalidad, permiten suponer que las instalaciones y la tecnología serán un homenaje más a la apariencia.

En la vida real, los ciudadanos son víctimas de la venalidad judicial, del abuso de funcionarios públicos para quienes un incremento de 35 por ciento en la tarifa de agua potable puede no significar mucho, pero que hace la diferencia entre la participación fiscal y la evasión ciudadana, entre la paz social y la franca oposición al abuso.

Los ciudadanos de Hermosillo tendrán que afinar sus mecanismos de defensa, ya que la promoción del amparo contra los aumentos a la tarifa del agua no los exime de recibir el incremento en sus recibos del servicio, según se ha dicho. Si tras el amparo concedido hay que ir a reclamar este beneficio a las oficinas de Agua de Hermosillo y esperar la buena voluntad de una burocracia hecha para resistir a la razón ciudadana, habría que pensar en generar un frente amplio de oposición que eche por tierra el incremento, por ser notoriamente abusivo. ¿Hermosillo estará dispuesto a un paro general de usuarios? ¿Tendrá el valor de oponerse enérgicamente al abuso?

No hay duda que los esfuerzos ciudadanos han sido valerosos y dignos, pero hace falta la contundencia de la acción popular que reclama lo que le corresponde en justicia.


No es raro tener la idea de que estamos siendo gobernados por una entidad holográfica, programada y operada desde alguna televisora o alguna embajada extranjera. ¿Por qué no recuperar la realidad?

domingo, 30 de octubre de 2016

Hablando de ruido y pocas nueces

                                             “Mala es la opinión que no puede cambiarse” (Aulo Gelio).

Ya ve usted que la prensa diaria nos arroja a la cara las muchas bienaventuranzas que los gobiernos emanados del FMI, la OCDE y el Banco Mundial, logran para nuestra sufrida población, ahora acicateada por los aumentos a los bienes y servicios, la generación de empleo precario, la baja real de la calidad de vida y las expectativas de progreso y bienestar. Como que tenemos dos realidades tirándose de los pelos y en ruda competencia por determinar la forma y el fondo de nuestras percepciones.

Si en el nivel federal, el jefe de las instituciones proclama las bondades de las reformas estructurales y, con lágrimas en los ojos, asegura no levantarse diariamente con la idea de “joder a México”, y hacer lo suyo en materia educativa, al igual que en otros campos (en lenguaje priista-peña-holográfico se dice “tema”) de responsabilidad y actividad gubernamental, parece que en estados como Sonora, la gerencia del gobierno hace lo propio y muestra tasas de crecimiento económico que no desmienten la tendencia nacional, caracterizada por la creación de empleo sin beneficios sociales.

En el plano nacional y local, se habla de “atraer inversiones”, instalar empresas trasnacionales que generarán algo de empleo y mucho de costos ambientales, y se quema incienso en el altar de la minería trasnacional como solución a los problemas económicos de cada vez más comunidades fincadas en la precariedad y en el abuso laboral.

Así, el comercio, la industria y las actividades agrícolas pasan por el filtro de una modernidad desdibujada para quedar como vagas referencias a lo que pudo haber sido y no fue; a la imposición de un patrón productivo y de consumo ligado a fuerzas e intereses ajenos y distantes de los nuestros, pero que, sin embargo, son la parte medular del triunfalismo nopalero que asigna recursos públicos para comprar planas enteras en la prensa local, para el recuento de logros y alcances de un gobierno que empieza.

En un gobierno con subdesarrollo emocional debe ser importante la publicación encomiástica de lo que, siendo estricto cumplimiento de una obligación constitucional, no tiene por qué proclamarse como huevo recién puesto. Lamentablemente, la gobernadora aparece un día sí y otro también, entregando equipo de salud, de policía, o cortando algún listón, o declarando su preocupación por tal o cual “tema”, o revelando su interés en hacer una “megarregión” transfronteriza entre Sonora y Arizona, siendo que lo más apropiado (y patriótico) sería intentarla con Sinaloa, y fortalecer, sobre todo, la economía agrícola, pesquera y de servicios; y/o con Baja California, añadiendo la veta de las fuentes de energía alternativas.  Pero, la cabra neoliberal sonorense tira al norte.

Mientras vemos el despliegue del glamoroso éxito mediático del aniversario gubernamental, la escoba pública hace el prodigio de minimizar tanto rezagos y carencias, por aquello de que “primero lo primero” y que “había que recuperar la confianza pública”. Desde luego, hay razón en estas preocupaciones, y poner orden en casa debe ser el paso inicial obligado en las labores del gobierno.

Sin embargo, la prensa cotidiana nos informa de las maravillosas oportunidades de inversión que se abren para la minería en Sonora, y las generosas aportaciones del “fondo minero” (que quita los males del municipio y que tiene piedad de nosotros); asimismo, reclama la necesidad de “incentivos” a la actividad minera para que siga derramando inversiones, empleo y, por qué no, generosas cantidades de contaminantes en las explotaciones mineras, sobre todo a cielo abierto, además de la infaltable contaminación por ruido, trepidaciones, partículas minerales en suspensión aérea, afectación en la calidad de los suelos y en las fuentes hidrológicas para el consumo humano y animal, además de las típicas enfermedades pulmonares y bronquiales, gástricas, neurológicas y nerviosas que padecen los agradecidos trabajadores mineros y sus familias.

El gobierno insiste en proclamar el milagro de la multiplicación de los panes y los pescados como de hechura económica local y, así, nos maravilla con el amplio horizonte que se abre en materia de “industria aeroespacial”. Las inversiones fluyen y los capitanes de empresa bien pueden ser testigos de la confianza depositada en el gobierno que las propicia. Pero… ¿a qué le llaman industria aeroespacial siendo que México no pinta ni mucho menos destaca en este “tema”? Pues, simplemente a la ampliación o instalación de nuevas plantas maquiladoras, que se verán acompañadas de un parque de proveedores igualmente ligado al extranjero en lo esencial.

Por lo que se ve, no hay en realidad un “plan de desarrollo”, como tampoco existe un programa de inversiones en materia (¿tema?) de industria y desarrollo tecnológico local. Será porque tampoco lo hay en el nivel nacional. 

La nuestra es una economía de cuenta chiles que asume modelos quizá funcionales en alguna galaxia cercana, pero que en nuestra realidad solamente son una cortina de humo que oculta a duras penas la deforme cara de nuestra dependencia. Curiosamente, en el nivel internacional la crítica al sistema vigente está tomando un considerable impulso y existen cuerpos teóricos, debidamente estructurados, que son objeto de estudio de los economistas y faro orientador de los futuros profesionales. En México, sin embargo, en las escuelas se siguen reciclando las pésimas traducciones de las generalmente deplorables obras anglosajonas de economía contemporánea, rabiosamente ancladas en la miopía histérica de la neoclásica.


Pero volviendo al asunto inicial, ¿qué problema habría en basar nuestra economía y el desarrollo de políticas que partieran de los recursos naturales disponibles en la entidad? ¿Por qué no replantear el desarrollo agropecuario e industrial con apego a las características físicas, hidrológicas, climatológicas, humanas y culturales propias? ¿Por qué no diseñar o rediseñar la oferta educativa con base en las prioridades estatales de mediano y largo plazo? En suma, ¿por qué no dejar de imitar o de aceptar imposiciones extralógicas, y replantear nuestro futuro de acuerdo a nuestras necesidades de crecimiento y desarrollo local y regional?

jueves, 27 de octubre de 2016

Congreso seguridad social STAUS


CONGRESO ESTATAL SINDICAL SOBRE SEGURIDAD SOCIAL
POR UNA VEJEZ CON FUTURO


El Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora, a través de su Delegación de Pensionados y Jubilados, invita a la comunidad universitaria y a las organizaciones hermanas preocupadas por el futuro de la Seguridad Social en el nivel nacional y local, a sumarse a este esfuerzo deliberativo y resolutivo que busca satisfacer los propósitos siguientes:

·         Conocer los orígenes y alcances de las reformas a la seguridad social emprendidas por el gobierno.
·         Estado que guarda la organización de los trabajadores en defensa de la seguridad social.
·         Propuestas de organización y acciones locales de corto, mediano y largo plazo.

En consecuencia, los ejes de la discusión serán:

1.    Contenido e impacto de las reformas en las pensiones y la prestación de los servicios de salud.
2.    Formas de organización de los derechohabientes y líneas de acción colectiva.
3.    Análisis y perspectivas de los sistemas pensionarios en México y Sonora.

Programa:

09:00 Inauguración de los trabajos.

9:30-10:30 Primera conferencia: Dr. Gustavo Leal. Tema: Contenido e implicaciones de las reformas a la Seguridad Social.

10:30-11:30 Segunda conferencia: Mtro. Antonio Vital. Tema: Balance, análisis y respuesta social a las reformas.                                                                                                             

11:30-12:30 Tercera conferencia: Dr. Ciro Montalvo Corral. Tema: Análisis y perspectivas del sistema de pensiones, caso Isssteson.

12:30-13:30 Ronda de preguntas y comentarios sobre la situación nacional y local.                                                                                            

13:30-15:00 Receso.

15:00-17:00 Presentación de ponencias e Instalación de las mesas de trabajo sobre la seguridad social en México y Sonora.                                                                    

17:00-18:00 Concusiones generales y clausura.


= Las actividades del Congreso se llevarán a cabo en el auditorio del Sindicato de Telefonistas, en Hermosillo, Sonora, el día 16 de noviembre de 2016.