Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

domingo, 26 de abril de 2020

La epidemia como teatro de ocurrencias



“Un derecho no es algo que alguien te da; es algo que nadie te puede quitar” (Ramsey Clark).

Me entero de que algunos supermercados impiden el ingreso de clientes que no llevan cubrebocas, como si fuera necesario para el ciudadano que no presenta síntomas de la enfermedad, o que no atiende al público y no está en ese momento asistiendo a un enfermo, y como si ésta fuera una medida preventiva científicamente probada y, en todo caso, publicada en tiempo y forma por las autoridades competentes.

Cuando digo “competentes” no sólo me refiero a aquellas que lo son por mandato legal, sino a las que cumplen con las disposiciones del caso en forma oportuna, informada, sin extralimitarse en sus funciones y con respeto de los derechos humanos internacionalmente reconocidos y del propio marco constitucional mexicano.

Días antes había trascendido que Casa Ley tuvo la ocurrencia de limitar el acceso de personas mayores de 8 a 10 de la mañana, en una babeante parodia de administración del tiempo ajeno evidentemente discriminatoria e igualmente inútil.

Otra ocurrencia fue la de un supermercado transnacional ubicado en el Vado del Río, que puso cintas en ciertas áreas para impedir la compra de productos que consideraron “no esenciales”, para después ser desmentida la prohibición por parte de las propias autoridades de Salud que retiraron las cintas y avisos que, sin embargo, ponían que era “por instrucciones de la autoridad”.  

Las empresas de servicio en giros que son esenciales, como los bancarios, transporte, alimentos o salud, deben tomar las medidas pertinentes para proteger a sus clientes, sanitizando los accesos, los pasillos, las cajas y los carros que se usan para llevar la compra en su interior, o las zonas con las que tiene contacto el usuario. ¿Por qué tiene que ser problema del cliente? ¿Por qué razón, más allá de protagonismos perversos y de manifestaciones autoritarias, algunos giros comerciales aportan acciones y procedimientos que son, a todas luces, no sólo discriminatorios sino clara y llanamente ilegales?


¿Si un cliente sano, por ejemplo, se para frente a una isla con frutas, ¿ya las contaminó, o él mismo se contaminó? ¿Está prohibido respirar frente los anaqueles? ¿No sabrán los gerentes o administradores, los cajeros y empleados de piso, que el Covid-19 no flota en el aire en espera de algún pulmón despistado que afectar? ¿Estarán enterados de que si se conserva la “sana distancia” entre clientes y empleados se puede mitigar la curva del contagio?

En todo caso, ¿usted cree que una persona que se siente mal va a andar en la calle nomás por la emoción de ignorar las recomendaciones que ha hecho la autoridad sanitaria? ¿La gente informada sale por capricho? ¿Los que andan en la calle son enemigos de los negocios y de las personas que trabajan en ellos, o hacen posible que se mantengan las fuentes de trabajo?


En este contexto, no está de más recordar la prohibición expresa a la discriminación, consagrada en el artículo 1º de la Constitución: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar derechos y libertades de las personas”.

Cuando se dictaron las medidas preventivas de contagios por la epidemia, el gobierno federal aclaró que no se iba a obligar a la gente sino que se trataba de informar y convencer al ciudadano para que tomara conciencia de la gravedad del problema, sabiendo que cerca del 50 por ciento de la población está en pobreza y tiene forzosamente que salir a buscarse la vida, con lo que han dado una muestra de sensatez, realismo y conciencia de lo que somos y cómo estamos.

Por esa razón, la estrategia de reducir la movilidad se centró en las actividades laborales, educativas y públicas, y no en el ciudadano.

Así pues, cuando de repente un uniformado lo aborde con tono exigente y con el ánimo de fiscalizar su día, es prudente recordar el artículo 16, que establece que “Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad judicial competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento”.

En el país tenemos casos verdaderamente repugnantes de violaciones a los derechos humanos perpetrados por autoridades tanto estatales como municipales, que no sólo agreden al ciudadano sino que lo humillan públicamente “porque no hacen caso”, dando un significado siniestro y amenazante a la expresión “nosotros te cuidamos”. Un ejemplo indignante y absurdo es Jalisco.

En nuestra entidad, se está dibujando un panorama que va de lo pueril a lo ridículo debido a ciertas medidas que la autoridad dispone sin mucho fundamento, ni legal ni sanitario.

Así pues, cuando usted se entera del anuncio de un “toque de queda”, sea parcial o  disfrazado como “restricción domiciliaria obligatoria” (en la palabra obligatoria está la clave del engaño autoritario), cabe recordar el artículo 29 Constitucional, que dice: “En casos de invasión, perturbación grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, con aprobación del Congreso de la Unión o de la Comisión Permanente cuando aquel no estuviere reunido, podrá restringir o suspender en todo el país o en lugar determinado el ejercicio de los derechos y las garantías que fuesen obstáculo para hacer frente, rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por medio de previsiones generales y sin que la restricción o suspensión se contraiga a determinada persona…”.

Así pues, tenemos que en Sonora algunas autoridades quieren “cuidar de la comunidad” (con fuerte olor a campaña preelectoral) bailando un zapateado sobre el marco legal del país, y sobre las recomendaciones y disposiciones de los organismos internacionales de los derechos humanos, dando un espectáculo ridículo y lamentable que debiera evitarse con un poco de sensatez, humildad y sentido de la realidad estatal y municipal.


jueves, 23 de abril de 2020

Notas de cuarentena (4)




Este 23 de abril se cumplió un mes de la campaña “Susana Distancia”, lo que ha hecho posible que el desarrollo de la curva epidémica no se haya disparado como ocurrió en los casos de los países infectados durante el primer trimestre del año.

Desde luego que las medidas tomadas son de observancia general y nadie en su sano juicio cuestionaría las recomendaciones de quedarse en casa, guardar la distancia y cuidar el lavado de manos, así como el acierto de disminuir la movilidad por vía de suspender las actividades laborales, escolares y públicas temporalmente; tampoco podría haber, a estas alturas, quién pusiera en duda la existencia de la enfermedad y su capacidad de contagio.

Nadie puede cuestionar el estado de emergencia que existe en el país (y el mundo) debido a la pandemia viral. Nadie.

Lo que se cuestiona y reclama es la actitud autoritaria de ciertos gobiernos que rebasan por mucho lo que estrictamente les permite la ley, de acuerdo con sus atribuciones y competencias.

Ninguna emergencia puede servir para justificar medidas que atenten contra las garantías y derechos ciudadanos que nuestro marco legal reconoce y garantiza. Aquí cabe destacar la inteligencia, pertinencia y actitud respetuosa de las autoridades de la Ciudad de México, tanto como el poco sentido que han evidenciado algunos otros gobiernos locales.

Como hemos insistido, se debe trabajar con los ciudadanos, no contra los ciudadanos.

Otro asunto cuestionable y verdaderamente absurdo es el de los ataques y discriminación al personal de salud, porque menudean las quejas de quienes son víctimas de la ignorancia y la desinformación respecto a esta enfermedad.

Agredir o no proporcionar un servicio (por ejemplo transporte o venta de alimentos) a personas uniformadas que se identifican como trabajadores de la salud es tanto como pretender cortar la rama del árbol donde estamos sentados y que no nos arrastre en su caída.

Son tiempos de cuidarnos, de apoyarnos y recuperar el sentido de la solidaridad sin distingos. Es el momento de reconciliarnos con la vida y cobrar conciencia de que somos, cada uno de nosotros, una parte importante e irrepetible de la humanidad.

Entendamos que la información que compartimos debe ser real, fidedigna, útil y necesaria para sobrellevar esta etapa en las mejores condiciones posibles. Lo que hagamos hoy se nos retribuirá mañana.

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martes, 21 de abril de 2020

Notas de cuarentena (3)


El 21 de abril se declara el ingreso a la tercera etapa de la epidemia de SARS-CoV-2, que produce la enfermedad Covid-19.

En esta fase las medidas acordadas por el Consejo General de Salud deberán ser observadas con mayor rigurosidad y son:

1. Suspensión temporal de las actividades laborales no esenciales,
2. Suspensión temporal de las actividades educativas presenciales, y
3. Suspensión temporal de las congregaciones humanas en espacios públicos.

Lo anterior significa que las medidas están centradas en las actividades laborales, escolares y públicas, no en el ciudadano. Esto quiere decir que no tienen el objetivo de CONGELAR al país sino MITIGAR el impacto de la epidemia.

El Subsecretario López Gatell, responsable del combate a la epidemia y vocero del Consejo General de Salud, ha explicado con claridad que en esta etapa se debe reforzar la salud pública, aclarando que los gobiernos estatales tienen la obligación de cumplir y hacer cumplir los acuerdos del citado Consejo.

Lo anterior no significa que sean necesarias ni aceptables medidas de carácter autoritario que violen o afecten los derechos ciudadanos.

El presidente de la república ha insistido en que todas las acciones que se emprendan deben en todo momento respetar las garantías y los derechos ciudadanos: “todo por el convenimiento, nada por la fuerza”, lo que excluye la imposición de toques de queda o aplicación de multas y otros medios de presión contra los ciudadanos.

El gobierno federal, a través de las autoridades de salud, ha considerado que en esta fase de la epidemia se deben observar puntualmente las tres disposiciones arriba apuntadas, que contribuyen a mitigar los contagios y disminuyen la movilidad pública.

El doctor López Gatell explicó, una vez más, que la suspensión temporal de las actividades laborales, educativas y públicas son las indicadas para evitar el avance exponencial de la enfermedad, permitiendo que su desarrollo sea controlado y se pueda contar con la infraestructura y los recursos humanos, técnicos y materiales suficientes para la atención de los enfermos de Covid-19.

Es de hacer notar que algunos gobiernos estatales han optado por el autoritarismo y acciones de fuerza, a lo que la Secretaría de Salud responde aclarando que no es apropiado ni deseable adoptar modelos que se están aplicando en otros países y que se deben considerar las características y particularidades de nuestro país, equilibrando la necesidad sanitaria con la económica y social; es decir, se debe hacer lo que en nuestro caso pueda funcionar con mayor eficiencia y pertinencia.

De acuerdo con lo anterior, las medidas que se tomen deben apegarse a lo que dicta la ley, empezando por la Constitución y las autoridades responsables en esta contingencia sanitaria. Los excesos no son recomendables.

Por todo lo anterior, es deseable que las autoridades estatales y municipales acaten de manera puntual los acuerdos del Consejo General de Salud y no caigan en la tentación de hostigar a los ciudadanos bajo el pretexto de estar cuidando su salud.

Por último, siguen siendo necesarias las precauciones recomendadas por la autoridad competente: Guardar la sana distancia, permanecer en casa si no hay necesidad de salir, lavarse las manos con frecuencia y usar cubrebocas si se presentan síntomas, si se da asistencia a un enfermo o adulto mayor, y buscar la asistencia profesional en caso de ser necesaria.

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lunes, 20 de abril de 2020

Notas de cuarentena (2)




Bueno, pues parece que los contagios de Covid-19 van en aumento, lo que recuerda de qué se trata una epidemia, sea de SARS, de H1N1, o algún otro coronavirus. Usted sabe que los virus son altamente especializados, que han evolucionado de tal manera que son máquinas perfectas de sobrevivencia, lo cual resulta una forma de confirmar aquello de que “menos es más”: Básicamente su estructura es minimalista, compuesta solamente de un núcleo de RNA, una cubierta de proteína y grasa, que le sirve para fijarse donde le dé la gana.

No negará usted que son una maravilla de la evolución y una fuente importante de chamba para el sector salud porque, ¿qué sería de los infectólogos, epidemiólogos, virólogos y especialidades afines si no existieran? Mucho tiene que agradecer la industria químico-farmacéutica a la diversidad y magnitud de los virus.

La existencia de virus está ligada a procesos complejos que expresan las transformaciones sucesivas que ha sufrido nuestro planeta, desde el punto de vista de la historia de los materiales orgánicos, de la aparición de las especies animales y vegetales, de las interacciones entre seres vivos, donde cabe subrayar las del Homo sapiens.

En la actual epidemia ocasionada por el virus SARS-Cov-2, que ocasiona la enfermedad respiratoria llamada Covid-19, se confirma una vez más que la higiene y la distancia son dos buenas maneras de permanecer sano y de no morir en el intento.

Asimismo, queda claro que la comorbilidad, es decir, la presencia de uno o más trastornos (hipertensión, diabetes, cardiopatías, obesidad, tabaquismo, entre otras) además de la presencia del virus, puede determinar qué tan grave puede ser para su salud el estar expuesto al contagio. Si usted es gordo-gordo, diabético, hipertenso, con broncas renales, entre otras lindezas de salud, seguramente su sistema inmunológico estará débil y es verdad sabida que la debilidad permite que cualquier bicho oportunista llegue y pase como Pedro por su casa, o como Juan, si se prefiere.

Aquí viene al caso decir que somos lo que comemos, con dedicatoria a los seres vivos pensantes que habitan alrededor de las taquerías, de las carretas de hot dogs, de los pastelillos industrializados, y todas aquellas cosas que no sólo son sabrosas sino adictivas porque chorrean grasa, sal o azúcar.

El bicho causante de Covid-19 tiene especial predilección por las personas que padecen de alguna enfermedad crónico-degenerativa, además de quienes están en la “tercera edad”, aunque cabe aclarar que no se trata nomás de estar viejo, sino que su sistema inmunológico no funcione como debiera ser. Hay viejos que salen adelante con esta y otras enfermedades, así como hay jóvenes que fallecen a causa de estas.

Al momento de redactar esta nota, en Sonora había 152 casos confirmados, de los cuales una mayoría presentaba alguna enfermedad preexistente, de manera que quienes tengan algún detalle de salud, deberían considerar seriamente no exponerse al contagio, guardando la sana distancia, permaneciendo en casa si no hay necesidad de salir y, si presenta síntomas, quédese en casa con más razón y use cubrebocas, para evitar que alguien más de su familia salga raspado.

Se ha demostrado que el bicho en comento es enemigo de la sociabilidad humana, así que póngase en modo Grinch y deje los saludos, apapachos y demás interacciones presenciales para mejores tiempos. Es cuánto.




domingo, 19 de abril de 2020

Notas de cuarentena (1)



Se sabe que estamos en medio de una epidemia ocasionada por un bicho microscópico de la familia de los coronavirus que produce una enfermedad respiratoria parecida a la neumonía llamada Covid-19.

Sabemos que existen una serie de medidas que se recomienda a la población para evitar el contagio y atenuar la transmisión de la enfermedad.

También sabemos que en cada estación surgen epidemias que van desde alergias a tipos de gripe donde generalmente se deja un saldo de centenas o miles de muertes, y que en cada evento las autoridades hacen las advertencias del caso.

En todos los casos resulta poco sensato optar por inducir el pánico en la sociedad porque así es fácil cometer errores en el manejo de la contingencia y, adicionalmente, propiciar abusos y actos vandálicos, de manera que el alarmismo debe evitarse por razones de salud y paz social.

La alarma que se generaliza tiende a convertirse en histeria colectiva, es decir, un estado mental que nace, crece, se reproduce y, a querer o no, ocasiona la muerte del sentido común de sus víctimas. Lo anterior viene al caso cuando vemos que algunas acciones parecen ser por cuenta de particulares y no tanto por recomendaciones o instrucciones directas del gobierno, en este caso la Secretaría de Salud.

Casa Ley, por ejemplo, tuvo la ocurrencia de limitar el acceso a las personas de la tercera edad estableciendo un horario de atención de 8 a 10 de la mañana, según reporta un cliente discriminado. ¿De dónde salió la genial idea de coartar la relación entre oferentes y demandantes o, en otras palabras, entre vendedores y compradores? ¿El dinero de los viejos vale en horarios establecidos por alguna gerencia llevada por el entusiasmo prohibitivo, o tal cosa responde a alguna instrucción de “la autoridad”?

En algunas tiendas tipo almacén o supermercado se les ocurrió poner cintas que restringían el acceso de los clientes a ciertos productos considerados “no esenciales”, como si en la cuarentena no se pudiera fundir un foco o no fuera necesario comprar un plato o un sartén, entre otros bienes de consumo doméstico.

Las babeantes disposiciones que en algunos casos se justifican exhibiendo un cartel donde atribuyen la responsabilidad a las autoridades, tarde o temprano resultan desmentidas y desautorizadas por la misma Secretaría de Salud, toda vez que el funcionamiento de los comercios esenciales es recomendado y autorizado por el gobierno en el marco de la emergencia sanitaria.

Parece que en las actuales circunstancias a la gente le da por prohibir algo, lo que sea con tal de protagonizar siquiera un pequeño papel en el drama del Covid-19. Y es claro que habiendo reflectores, cámaras y micrófonos no sólo locales sino nacionales, algunos empresarios con mentalidad de lombriz intestinal cedan a la tentación de ejercer actos de autoridad sin serlo.

El sentido común sugiere que entre más normal sea la operación del comercio en cuanto al abasto de bienes y servicios, mejor se podrá sobrellevar la contingencia.


La tentación de prohibir o limitar el acceso a servicios, actividades y la simple movilidad ciudadana para cuestiones que son esenciales tanto en períodos de normalidad como de emergencia sanitaria es muestra del subdesarrollo intelectual y emocional tanto de particulares como de autoridades, situación que por desgracia vemos en la entidad. Se gobierna mejor con la gente, no contra ella.

En este sentido, vale más trabajar en labores de información oportuna, orientación clara y dejar en paz las tentaciones de carácter autoritario. El ciudadano debidamente informado generalmente responde a los llamados de las autoridades, sin necesidad de amenazas o que los cuerpos uniformados hagan de vaqueros arreando al rebaño humano mediante bocinazos y sirenas acompañados de advertencias catastróficas. Los ciudadanos no son vacas. Más respeto.

   

   

lunes, 13 de abril de 2020

¿Alarmismo o precaución?



“Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira(Nicolás Maquiavelo).

Ya ve usted que el asunto de la epidemia ha ocasionado más de un susto a la comunidad. La estridencia de los avisos por parte de las autoridades locales ha logrado que el ciudadano común tenga miedo y caiga en la paranoia colectiva, viendo como sospechoso de contagio a todo el que se atraviesa en su camino.

Incluso, según reporta Vigilia Sonora en reciente vídeo, las personas mayores son víctimas de malas miradas y restricciones cuando acuden a tal o cual supermercado (Ley, por caso) con la rara y discriminante instrucción de que sólo deben ingresar para hacer compras de 8 a 10 de la mañana (no se sabe qué autoridad sanitaria lo dispuso, o si fue una aportación de la empresa en aras de contribuir a la incomodidad ciudadana).

La misma fuente reporta circulación de vehículos oficiales con labores de perifoneo que emplean el sonido de las sirenas que advierten de ataques aéreos en las películas de la Segunda Guerra Mundial, dando un toque siniestro y abonando a la psicosis colectiva que favorece abusos policiales, recaudación de multas y prepotencia disfrazada de cumplimiento del deber.

Hay que señalar que las medidas dictadas por el Consejo Estatal de Salud rebasan por mucho las recomendaciones de las autoridades del comando central de la Secretaría de Salud federal, que se ha manifestado respetuosa de los derechos y las libertades ciudadanas, y que ha reiterado que no se piensa decretar el toque de queda u otras medidas con efectos similares. 

En situaciones como esta, aflora la vertiente autoritaria de nuestros gobiernos locales, prianistas o pitufos disfrazados de “progre”, bajo el supuesto de que “la gente no entiende”. ¿Será por eso?, ¿será por lo que votaron por ellos?

Así pues, llama la atención que el gobierno de la Ciudad de México, con 21 millones de habitantes (donde se da el mayor número de casos de enfermedad Covid-19), y donde se producen por razones naturales el mayor número de interacciones entre personas, hayan optado por hacer recomendaciones respetuosas aunque continuas a la ciudadanía, lejos de la actitud evidentemente extrema y autoritaria de Hermosillo, por ejemplo, donde se tiene un total de 812 mil habitantes, mientras que el estado sólo cuenta con 2.85 millones de habitantes.



La ciudad y el estado en su conjunto parece que se asumen como país independiente con riesgo similar a Italia, España o Estados Unidos, y por tanto deben imitar el nivel de restricciones que se da en otros lugares cuya densidad de población y dinámica social es muchas veces superior a nuestra entidad.

Se nota la ausencia de una coordinación eficiente y atenta con las autoridades federales, donde hay experiencia, capacidad y medios suficientemente probados en este y otros casos de contingencias sanitarias, lo que permite suponer que esta desconexión pudiera sumarse a las acciones de gobiernos locales opositores al actual presidente.

Así tenemos la parálisis social y económica explicada por la epidemia, más la acción oportunista de organismos privados como el Consejo Coordinador Empresarial, Coparmex o Canaco, que exigen apoyos fiscales y condonaciones de impuestos, siendo que las empresas afiliadas deben al fisco 50 mil millones de pesos, lo que llama la atención  porque sus efectos pueden afectar al erario nacional en vistas a desacreditar y, eventualmente, deponer al gobierno de la 4T, garantizando una vuelta al pasado y a las acostumbradas corruptelas y complicidades entre el sector público y privado.


Parece que la actual situación de emergencia se ofrece como una buena oportunidad para no pagar impuestos o llegar a un arreglo que le tuerza el brazo a la ley, de manera que la iniciativa privada pueda resultar, como en otras ocasiones, beneficiada o cuando menos no perjudicada por la epidemia, lo cual ya es una muestra de la situación de privilegio que acostumbran tener y que exigen al gobierno, a pesar de que los peces gordos de la clase patronal son frecuentemente evidenciados en las redes sociales por los grandes adeudos fiscales que tienen.

Por otra parte, se puede aventurar que, en nuestro contexto, también se buscaría legitimar la inmovilidad ciudadana al criminalizar las concentraciones de protesta por casos como la subasta (venta) de El Cárcamo, lugar verde que es un espacio integrante de lo que fue el ecosistema de La Sauceda, afectado por el furor inmobiliario y la desidia intencionada de varias administraciones prianistas, a la que pudiera incluirse la presente.

Un ecologista y defensor del predio municipal en vías de privatizar señaló en la entrevista efectuada por el medio informativo arriba citado que, tanto La Sauceda como El Cárcamo, son botín codiciado por los tiburones inmobiliarios que han prosperado a la sombra de gobiernos como los de Bours-Padrés, de suerte que se insinúa una comunidad de compromisos e intereses entre la autoridad estatal y la municipal. Son terrenos privilegiados con alta plusvalía donde, no sería de extrañar, se puedan asentar hoteles, villas de lujo, campos de golf y albercas, además de los magníficos paisajes naturales que ofrecen gracias al agua. Un Hermosillo de primera en medio de otro de segunda y de tercera.

La epidemia provocada por un virus nuevo, amerita la reflexión desapasionada acerca de qué puede pretender un gobierno local que toma medidas precautorias que exceden a las recomendadas por el gobierno nacional, con lo que, al parecer, tenemos virus nuevo y prácticas de manipulación política viejas.    
      
¿A quién conviene generar el temor y la parálisis social? ¿Quién se beneficia con tener a una población atemorizada con noticias que se manejan o interpretan como justificaciones para ejercer acciones que lesionan los derechos ciudadanos y permiten el abuso de autoridad, así como impedir, por ejemplo, la realización de actos que expresen masivamente la inconformidad ciudadana por la anunciada venta de espacios públicos importantes desde la perspectiva ecológica; o que una eventual avalancha de casos Covid-19 revelaran el saqueo y el abandono con fines de privatización del sector salud estatal?

El momento exige la unidad y la solidaridad nacional, y Sonora forma parte de México. Seamos congruentes.
    

domingo, 12 de abril de 2020

¿En Sonora se muere más?



“Las multitudes siempre se alimentan de epidemias psíquicas” (Karl Gustav Jung).

El señor secretario de salud de Sonora, el contador Enrique Clausen, declaró oficialmente la restricción obligatoria domiciliaria para todos los habitantes del estado que no cumplan labores consideradas esenciales, de suerte que el resto de la población sólo podrá abandonar su domicilio en caso de provisión de alimentos, medicamentos y bienes de primera necesidad, acudir a centros de salud, a instituciones bancarias, y asistencia a mayores, menores y discapacitados; asimismo los vehículos particulares sólo podrán circular con una persona a bordo y en las calles no se permitirá el desplazamiento de grupos.

Seguramente en la escuela de contabilidad capacitan para ejercer funciones de salud y no dudo que se incluyan conocimientos de epidemiología e infectología, así que me quedo confiado en que, según el funcionario señala, “Sonora registra una tasa de mortalidad de 14%, casi el triple de la media nacional y mundial”, y afirma que “la estrategia Quédate en casa solo ha logrado reducir en 45% la presencia de gente en las calles y espacios públicos cuando requerimos reducir en 85% esta movilidad para que sea efectiva la medida de distanciamiento social y resguardo domiciliario”, y precisó que “hay datos científicamente probados que establecen que para que una vacuna tenga efecto en una comunidad, debe aplicarse cuando menos al 85% de la población, si no, no sirve” (Comunicado del 10.04.2020, Consejo Estatal de Salud).

Sin embargo, la inclusión del argumento “vacuna” más la afirmación de que aquí se registra una tasa de mortalidad “casi el triple de la media nacional y mundial”, para justificar medidas que no se han planteado por parte del gobierno federal y que ni siquiera se han tomado en la Ciudad de México, con alrededor de 20 millones de habitantes considerando su zona conurbada, llama la atención, más si se considera que “mortalidad” es un concepto muy amplio, general, mientras que “letalidad” es específico del fenómeno que actualmente se presenta.

Por otra parte, la estadística puede producir trajes a la medida, dependiendo de la forma en que se manejen e interpreten los datos, de suerte que se deben tomar en cuenta una serie de variables pertinentes que le den validez a lo que se proyecte y, aquí cabe subrayar que el método Centinela aplicado por el gobierno federal y los países afiliados a la OMS ha probado su eficacia para estos menesteres de saber qué hay y cómo va la epidemia.

Respecto a la mortalidad y la letalidad, en el primer caso la gente muere a consecuencia de diabetes, hipertensión, cardiopatías, problemas renales, pulmonares, además de accidentes de tránsito, homicidios, suicidios entre otros; en cambio, el concepto de letalidad nos dice que las muertes son atribuibles, en este caso, al coronavirus. Como se ve hay una gran diferencia. 

No es criticable que las autoridades sanitarias de Sonora “tengan otros datos”, pero resulta un tanto exagerado pretender que estamos en el mero centro de la mortandad nacional e incluso internacional, a juzgar por la cifra aportada por el señor Clausen y que, desde luego, alguien se la puso en las manos.

Pero, independientemente de que a veces es mejor exagerar que desestimar medidas ante una contingencia de salud, siempre deben guardarse las proporciones. Sobre todo cuando no se ha visto mucha aplicación por parte de las autoridades en materia de comunicación y convencimiento de la población, lo cual siempre es mejor que tomar medidas que huelen a un autoritarismo naturalmente rechazable. En el pedir está el dar.

Se hubiera esperado la impresión oportuna y masiva de posters, volantes y labores de comunicación en plazas, centros de trabajo, lugares de concentración ciudadana como el propio mercado municipal recién abierto, las iglesias y cualquier escenario posible, físico o virtual.

Sin embargo, lo que se ha visto es el despliegue mediático de tal o cual autoridad, la parafernalia de los cuerpos de policía y otros en lugares de intersección de vialidades, ciertamente repartiendo impresos informativos, pero sin necesariamente revelar ni imaginación ni creatividad comunicativa. Algo así como montarse en un esquema formal que deja de lado la identidad sonorense y el necesario resguardo por razones de salud y solidaridad.

Las conferencias de prensa resultan aguadas, a veces fuera del contexto, se abunda en cifras entre el impacto mundial, el nacional y el aterrizaje en Sonora suena alarmista y sospechoso. Ni comparación con la precisión y claridad de las que se realizan por parte de Salud federal.

Cabe recordar que las medidas restrictivas ya habían sido acordadas mediante propuestas de los participantes en días previos, y se había emprendido un operativo tipo toque de queda por iniciativa de algunos alcaldes, incluida la de Hermosillo. Da la impresión de que desde el principio se pensó en limitar la vida económica y social sin considerar las condiciones y características de la etapa epidémica en la que nos encontrábamos.

Como arriba se dijo, es mejor prevenir que lamentar, pero en una situación de epidemia las medidas que se tomen deben responder al momento en que se vive y lo que se trata de evitar, es decir, ni antes ni después de ser evidente la necesidad.

Tengo la impresión de que en Sonora hay más nerviosismo que conocimiento de los fenómenos epidemiológicos complejos como el presente. No están mal, pero no necesariamente están bien las medidas por razones de oportunidad y proporción, considerando que la epidemia no se va a parar sino que sólo se va a prolongar al “aplanarse” la curva de contagios.

En este sentido, sigue siendo la mejor estrategia el convencimiento informado, y medidas como guardar la sana distancia, no salir sin necesidad, evitar aglomeraciones y lavarse con cuidado y frecuencia las manos. Lo demás es más emocional que racional.





domingo, 5 de abril de 2020

Se me ocurrió gobernar



“El gobierno puede ser divertido” (frase que acabo de inventar).

Muchos están ahora mismo pensando en las acciones del gobierno estatal y municipal para enfrentar la emergencia sanitaria declarada recientemente, y de la que todos saben algo sin necesariamente poder afirmar que su conocimiento tiene algo o mucho que ver con la realidad de las cosas.


Usted puede invertir el día completo revisando lo que dicen las redes sociales, los vídeos de especialistas que ahora surgen como hongos en tierra fértil, los comentócratas de derecha que, con voz engolada y tono ríspido, señalan con el dedo índice al gobierno federal, mientras lanzan una acusación urbi et orbi de falta de acción y medidas oportunas y eficaces; otros, sin embargo, se contentan con dar consejos de cómo no infectarse y poder cómodamente conservar el alma pegada al espinazo.

Así pues, menudean consejos, revelaciones y amenazas de naturaleza variopinta que aportan materiales a la construcción del mito de la plaga fatal y definitiva que va a acabar con la humanidad tal como la conocemos. ¿Surgirá una nueva especie formada por coronavirus humanoides descendientes del hombre colonizado por el SARS-CoVid-2? ¿Se acerca el apocalipsis y la humanidad tendrá que rendir cuentas al creador de una nueva vacuna infalible y totalmente comercializable con propiedades divinas, hasta la siguiente generación de microbios estacionales?

¿Seremos gobernados por una casta superinteligente de especialistas en epidemiología debidamente certificados por alguna universidad del primer mundo? ¿Se decretará el toque de queda como derecho constitucional a la salud? ¿Habrá una generación de niñas que serán bautizadas como Susana Distancia? ¿Formará parte de la despensa básica exigible por ley el gel antibacterial y los cubrebocas?

¿El comercio estará obligado a permitir el acceso de clientes por orden alfabético y en días asignados para poder comprar una lata de sardinas y pan bimbo? ¿La cerveza deberá ser sujeta a nuevas e insospechadas regulaciones para su distribución, venta y consumo?, ¿el consumidor requería de una autorización especial? ¿Veremos surgir la producción y compra masiva de robots que harán labores de limpieza y recolección de basura, atención al público virtual, vigilancia urbana y atención de emergencias, a cargo del gobierno municipal y estatal, según sea la función?

¿Se imagina que los procesos electorales fueran virtuales y con reglas que poco o nada tengan que ver con la democracia electoral directa, por razones de posibles contagios y el ánimo de preservar la salud y seguridad del pueblo?

Pero volviendo a la realidad presente, aunque nunca se me hubiera ocurrido en condiciones normales, ¿qué tal sería que por alguna clase de mérito no revelado, y una vez que enfermaran o desaparecieran los actuales titulares, se me fuera concedida la alta responsabilidad de ser gobierno en, por ejemplo, nuestro estado?

Pues de inmediato me daría a la tarea de cuestionar nuestra relación con los especialistas (epidemiólogos, virólogos, infectólogos, expertos en salud pública, entre otros) el centro del país, y me pondría a establecer la diferencia: ¿por qué no crear nuestra propia versión del combate y prevención de la epidemia? Podríamos crear nuestros propios modelos matemáticos donde un simple ejercicio numérico (sin más contexto que la habitación donde se realiza) nos revelaría la posible gravedad del contagio y así tendríamos la base técnica de nuestra emergencia sanitaria.

Ya con este primer logro de independencia y soberanía estatal, podría buscarse la implementación de medidas de acuerdo con el impacto que supongo: me reuniría con algunos empleados de confianza, acordaríamos un nuevo esquema preventivo que radicalizara el existente en el nivel federal y, una vez corregida la plana, nos daríamos a la tarea de implementar novedades.

Por lógica, si hacemos algo y tiene problemas pues mejor no lo hacemos y, una buena y efectiva forma de no hacerlo es prohibirlo o limitarlo, con la ventaja de que no tendríamos que dar explicaciones ni emprender campañas de convencimiento en la población. En este orden de ideas, el equipo que llamaremos Comité de Salud trabajará en la propuesta y aprobación de prohibiciones y limitaciones de actividades normales, pues se sabe que la normalidad deja de serlo cuando hay algo que la modifica; en este caso el problema es eel coronavirus que, entre otras cosas, me da la oportunidad de gobernar.

Pero ¿qué es normal y debo prohibir? ¿La gente va al super a hacer compras para surtir la despensa? ¿La gente compra gasolina porque tiene carro y lo usa para el traslado personal, familiar o de trabajo? ¿La gente acostumbra a comprar cerveza para acompañar la comida, la conversación o el simple ocio?

Como debo gobernar y estamos en una emergencia, debo demostrar que existo como gobierno, aunque en condiciones normales no hubiera dado con bola en casos como la inseguridad pública, el estado de las calles, avenidas, bulevares y plazas, el drenaje y el agua potable, la limpia y recolección de basura, el mar de indigentes que puebla el centro de la ciudad y su periferia, los problemas de la hacienda pública, entre otras cuestiones que ahora pueden barrerse bajo la alfombra de mis amplias y cómodas oficinas.

Las condiciones son óptimas para hacer gobierno y demostrar que aquí mi chicharrón truena con el dulce acento de una ineptitud maquillada por algo tan justificable, serio y urgente como “cuidar la salud de la comunidad”.

De inmediato dispongo la implementación de filtros en las principales vialidades, instruyo a los cuerpos de policía para que sean enérgicos con la población que ejerce su derecho al libre tránsito, cuelo de contrabando un toque de queda que es ilegal y no me corresponde, pero como estamos en una situación especial y yo gobierno, ahí les va.

Para que todo esto funcione debo tener cuidado en lanzar informes y disposiciones alarmistas que no dejen lugar a dudas de que lo que hago es correcto e incuestionable. Ya ve usted que la participación ciudadana sólo es bienvenida cuando va por acatar lo que se me acaba de ocurrir. La oposición es por definición irresponsable, estorbosa, incómoda y diría que pendeja.

Bueno, se me ha ocurrido gobernar y creo que las medidas planteadas y fielmente ejecutadas por los empleados pueden garantizar, si no la efectividad preventiva basada en la legalidad y evidencias científicas, si la satisfacción personal de que lo hice. Y ahora ¡que me quiten lo bailado!



jueves, 2 de abril de 2020

Su sana distancia



“El heroísmo es también lavarse las manos” (Pedro Sánchez, presidente del gobierno español).

El micro-bicho llamado SARS-CoV-2 que provoca la enfermedad llamada COVID-19 trae con el Jesús en la boca a todo mundo, o casi. Como usted sabe, el mes de marzo cerró con estas cifras para México: casos confirmados 1215, sospechosos 3511, muertos 29; mientras que Sonora reportó 18 casos confirmados, 32 sospechosos y cero muertos; es decir, el 1.4, 0.9 y O por ciento respectivamente del total nacional, sin embargo, se escucha con cierta estridencia escenográfica el rechinar de dientes y el crujir de huesos en algunos municipios cuyos ayuntamientos se sienten en la misma situación que cualquier comunidad de Italia o España… ¡No faltaba más!

A pesar de que el presidente de la república ha señalado que en México no se cree ni se piensa asumir una actitud autoritaria ni implementar la suspensión de garantías y colocarnos en un estado de excepción, y que las más altas autoridades de salud han aclarado que la emergencia sanitaria no implica ni supone restringir derechos ciudadanos, no falta algún gobernador que se sienta una copia de Benito Mussolini o de Adolfo Hitler y decrete la suspensión de derechos o que caiga en protagonismos ridículos (algunos ejemplos en este video https://youtu.be/M6_1YsmuE0U, a partir del minuto 0.42).

Tampoco faltan alcaldes que ignoran los acuerdos y decisiones que toman los órganos nacionales avocados al control y tratamiento de la epidemia de COVID-19 y se van por el lado de un protagonismo ramplón y lamentable que, evidentemente, parte del supuesto de que el ciudadano de sus municipios es un imbécil incapaz de observar las normas de emergencia que se han publicitado oportunamente y que por eso hay que violar garantías individuales e imponer el toque de queda, así como en las películas, las series de televisión o en realidades tan distintas como las orientales y europeas.

Sin duda nuestra vida cotidiana debe transcurrir de acuerdo con las posibilidades que ofrece la prudencia y el sentido común informado, por lo que no cabe duda de que observar normas de comportamiento social que se dictan para la protección de usted y los demás es importante y, no sólo eso, sino que pueden ser vitales. Una de ellas ha sido la de cerrar los giros comerciales que no sean esenciales para el funcionamiento de la economía y la sociedad en tiempos de epidemia sanitaria; sin embargo, tenemos que el Mercado Municipal de Hermosillo fue cerrado por decisión de los propios locatarios en una decisión que, aunque no fue unánime, ganó por el temor de posibles contagios.

Si usted pasa por un banco, verá que los usuarios se quedan a las afueras debido a un filtro que controla su ingreso y provee gel antibacterial. Lo mismo se observa en tiendas que ofrecen servicios financieros, como por ejemplo Elektra o Coppel.

Los temerosos clientes se van formando a como caiga y a la intemperie, a veces guardando distancia, a veces no, viendo cómo pasa el tiempo mientras que se acumula el cansancio y agota la paciencia: en Elektra donde se pagan las pensiones de adultos mayores del programa de bienestar federal van de dos en dos. Afuera calienta el sol y los viejos formados apechugan la espera, que se ve compensada con un chorro de gel antibacterial y el acceso a las ventanillas donde, como puede que sí o puede que hoy no, recibirán el dinero depositado.

Se entiende que las instituciones públicas y privadas tengan ciertas dificultades al afrontar fenómenos inéditos, pero su administración debiera tener cierta capacidad como para prever escenarios y adecuar sus instalaciones y procedimientos, como en esta emergencia lo está haciendo el equipo que se encarga de controlar y combatir la epidemia en el nivel federal.

La eficiencia y la oportunidad de las medidas no consiste en dedicarse a dictarlas a ciegas, por imitación o a tontas y a locas (como parece ser el caso de algunos gobiernos municipales con ánimos teatrales que revelan la poca sensatez de sus titulares) sino en apegarse a las normas y acciones que dictan los especialistas del centro de control de la epidemia, respetando en cualquier caso los derechos humanos y las garantías individuales.

Es decir, no toques de queda, no intervención policiaca injustificada contra ciudadanos; orientación continua y accesible por los distintos medios disponibles, vigilancia de que la cadena de suministros siga funcionando, protección al consumidor o usuario de los servicios y, sobre todo, absoluto respeto al estado de derecho y la coexistencia ciudadana. ¿Qué caso tiene generar tensiones adicionales?

En este orden de ideas, es importante que los gobiernos locales consideren en toda su importancia la reciente declaración en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió a los gobernadores “alinearse y respetar las recomendaciones del equipo multidisciplinario que conduce la estrategia sanitaria. No es tiempo de ocurrencias, es un asunto muy serio… Nada de politiquería”, lo cual reiteró en su acostumbrada conferencia de prensa, y que obviamente vale para los municipios (La Jornada, 01/04/20).

Pero más allá de la debida coordinación entre órdenes de gobierno, es muy importante que nuestros conciudadanos tomen las siguientes precauciones: guardar su sana distancia (1.5 metros), lavarse las manos frecuentemente, sobre todo al ingresar a un establecimiento o a casa; toser o estornudar en el ángulo interno del brazo o usando pañuelos desechables, evitar aglomeraciones, pero sobre todo guardar calma, comprar solamente lo necesario y sólo salir de casa cuando es indispensable. 

¿Será tan complicado actuar con seriedad, oportunidad, calma y respeto ciudadano en Sonora? ¿Podrán ciertos alcaldes contener sus ansias protagónicas? ¿Habrá prudencia e inteligencia por parte de los regidores municipales? ¿Se dejarán llevar por la histeria y morbosidad prianista o actuarán en sintonía con las autoridades nacionales de salud?