Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

domingo, 28 de febrero de 2021

De nuevo el ISSSTESON

 

“Con la salud no se juega, salvo que sea la de los demás, ajenos y distantes”.

Como usted sabrá, las instalaciones del Isssteson fueron tomadas recientemente en un acto simbólico de protesta, una acción que pone de manifiesto el hartazgo de los trabajadores, en este caso del Cobach, por tener que estar siempre sujetos a sus propios medios y posibilidades para acceder a los medicamentos que les debiera suministrar la farmacia del Instituto.

El incumplimiento de las obligaciones del Instituto con sus afiliados es permanente y sólo en las ocasiones en donde la presión social se pone de manifiesto en forma de marchas, mítines y plantones fluye a cuentagotas el medicamento esperado.

Algunos sindicalistas, como los del STAUS, han optado por promover amparos a fin de que las autoridades cumplan con lo que debiera ser su trabajo cotidiano, incluso hay gestores que facilitan la adquisición de medicinas para el sector que representan.

En este contexto, algunos reciben los medicamentos necesarios mientras que la gran mayoría se queda esperando porque no hay quién garantice el servicio por el que pagan.

Tampoco fluye el trámite de las jubilaciones gracias a la densidad de una burocracia que parece actuar al margen de la ley, mientras que el Instituto se complace en amenazar con suspender servicio a los organismos que no acepten modificar su convenio de la forma en que se le antoje a la directiva del Isssteson.

Se han presentado casos en donde los jubilados reciben una pensión disminuida según cálculos a modo, que el Isssteson utiliza como forma de presión para que los trabajadores y sus organizaciones acepten la imposición de nuevas condiciones.

¿Quién no recuerda un día 1 de mayo cuando al entonces director del Isssteson, Pedro Ángel Contreras López, se le hizo buena la idea de otorgar pensiones significativamente reducidas a los trabajadores universitarios porque tal organismo no había actualizado el convenio?

¿Quién podrá olvidar que, tras el desfalco milmillonario al fondo de pensiones, el gobierno del Estado tuvo que “desincorporar” bienes inmuebles y ponerlos a la venta, contándose entre ellos los dos estadios emblemáticos de Sonora, el Héctor Espino y el Tomás Oros Gaytán?

Los trabajadores universitarios difícilmente podrán olvidar la presión constante que significó la amenaza de la suspensión de los servicios médicos y el tortuguismo en el trámite de las jubilaciones, usadas como un obsceno chantaje por el Isssteson para obligarlos a aceptar pagar más por los mismos servicios deficientes, fraccionados y eventuales que los gobiernos del Prian han decidido ofrecer a los trabajadores sonorenses.

Tampoco se puede olvidar el doble discurso de los dirigentes sindicales que manipularon a sus bases y presionaron a las autoridades administrativas para que se firmara un convenio que modificaba lo estipulado en el Contrato de Prestación de Servicios Unison-Isssteson, abriendo la puerta a la aplicación retroactiva de la ley 38, en perjuicio de los derechohabientes registrados antes de la reforma de 2005.

Actualmente, gracias a las nuevas condiciones, la Universidad de Sonora paga más por concepto de aportaciones y sus trabajadores más por concepto de cuotas, pero los servicios siguen siendo deficientes y la carencia de medicamentos en las farmacias orilla a los usuarios a la compra privada de productos farmacéuticos.

Hoy se pagan cuotas aumentadas y además el importe de las medicinas prescritas sin que se vea mejora en el servicio, y no hay duda que la medicina privada ha vivido tiempos de prosperidad debido a la ausencia de una respuesta social acorde a las necesidades de los trabajadores.

Las subrogaciones, los seguros de gastos médicos mayores, la necesidad de importar medicamentos, la especulación farmacéutica y la ausencia de una seguridad social efectiva, más la escasa solidaridad sindical para los adultos mayores son las claves de la prosperidad de la medicina privada en la lógica del neoliberalismo periférico.

El saqueo a los fondos pensionarios de Sonora permanece impune hoy en día, mientras van y vienen directores del Isssteson que actúan como administradores de la precariedad de la seguridad social y la demagogia del gobierno en turno, y no como gestores institucionales de la salud y el bienestar de los trabajadores.

La protesta de los trabajadores del Cobach es la de todos. Pero el problema de los medicamentos es apenas la parte visible del iceberg que representa el Isssteson y la bolsa de carencias que aquejan al instituto, hoy más necesitado que nunca de honestidad, apoyo y recursos.

La solución posible pasa por una buena y transparente administración de los recursos hacendarios que recibe, que haya cumplimiento de las obligaciones que el Estado tiene para con sus trabajadores, y que se tome en serio la seguridad social como un mecanismo de redistribución del ingreso, de equidad distributiva que empodera al trabajador y que lo incluye en los beneficios de una sociedad justa y respetuosa de las leyes.

 


 

  

 

lunes, 22 de febrero de 2021

Los daños colaterales

 

“Si quieres estar sano, lávate con frecuencia las manos” (Máxima de la Escuela Salernitana).

 La mayoría de nuestros conciudadanos están empeñados en agarrarse a veinte uñas del pedazo de normalidad que tienen más próximo y tratan de vivir de acuerdo con las necesidades y condiciones del medio donde les ha tocado pasar la pandemia.

Salir a la calle ahora resulta una especie de deporte de alto riesgo cuando no una experiencia obligada por razones de subsistencia, exigencia laboral o producto de una intención específica: acudir a una cita médica, proveer alimentos y otros productos vitales, ir al cajero automático a rascar el ahorro, hacer un pago, entre otros. En estos días el aislamiento voluntario es importante. 

Muchos están viendo su vida social arruinada, o al menos reducida a niveles alarmantes, teniendo que depender de las benditas redes sociales para dar muestras de vigencia ante conocidos, amigos, parientes y contactos eventuales, con lo que el acceso al Internet se debe considerar una necesidad y un derecho social prioritario.

La epidemia ha abierto una justificación muy razonable para quienes disfrutan más de la soledad, el escaso contacto social y la sana distancia como una forma de preservar el espacio personal tanto por razones convicción como de higiene y salud.

Hoy parecen lejanos los días de verse obligado a estrechar cualquier mano, dar y recibir abrazos, besos, intercambiar secreciones en el marco de la proximidad amistosa o socialmente obligada, aunque ya está demostrado que es mejor un saludo a prudente distancia que otro con una cercanía no sólo invasiva sino riesgosa.

¿Apapachos amistosos?, ¿golpeteos en la espalda del amigo?, ¿jaloneos confianzudos y empujones fraternos?, ¿puñetazos cordiales y piquetes en el abdomen ajeno?, Ya no más, por recomendación médica.

La epidemia requiere de sana distancia, de evitar las reuniones, las fiestas, los convivios, los desayunos, comidas y cenas de negocios o placer, ligados a una forma de sociabilidad basada en la proximidad física más que en la coincidencia real en materia de ideas, principios e intenciones, quizá debido a que la concurrencia a la “reunión”, la “asamblea” y el aforo del auditorio aparentan algún tipo de convergencia, acuerdo o sintonía.

¿Qué sería del líder sin presuntos seguidores en torno a él? ¿Podrá haber una asamblea política o sindical exitosa sin militantes dispuestos al aplauso, la participación, la celebración del discurso y la aprobación del programa propuesto por “la dirigencia” sin contacto físico, matracas y porras?

La gente como elemento escenográfico de la actividad pública es esencial, y se considera un termómetro confiable en eso de calibrar la aceptación del político o el funcionario administrativo, así como del programa, del avance del proyecto, de la actividad que se realiza en el sector urbano o rural, o del partido deportivo, de la puesta en escena de un espectáculo musical o teatral, puesto que siempre hemos pensado en que el número de personas que se congrega da cuenta del atractivo y eventual éxito del evento.

La epidemia ha demostrado que es inconveniente la congregación de personas en un mismo lugar al mismo tiempo, por lo que se debe ver con otro enfoque la idea de que la multitud presente es señal de convocatoria exitosa.  

Pero gracias al progreso la vida se abre paso de nuevas maneras, y así tenemos las reuniones virtuales mediante el uso de plataformas informáticas, de videoconferencias, salas de chat, y otros mecanismos simples o complejos de reunión e intercambio de imágenes, sonido y mensajes diversos, y ya es recurrente el uso de aplicaciones para el comercio electrónico.

Estamos en posibilidad de reconceptualizar el valor de la tecnología en los distintos escenarios de la actividad humana, donde sin duda los daños colaterales los están sufriendo las sociedades y grupos marginados debido a que el contacto profesional y personal se está resolviendo mediante el uso creciente de las plataformas, aplicaciones y programas, lo que sugiere el necesario fortalecimiento tanto de la capacidad productiva propia como de mecanismos eficientes de colaboración internacional.

Hay evidencias de que nuestra sociedad está reconfigurando su funcionamiento y expectativas productivas y políticas por la emergencia sanitaria global, lo que resulta importante porque cada cambio en la base tecnológica ha producido, históricamente, una respuesta social acorde a la naturaleza de los nuevos medios disponibles, lo cual se ha puesto de manifiesto en las actuales circunstancias.

Con la pandemia el mundo está viviendo una etapa de cambios conceptuales y conductuales que permiten visualizar el atraso que existe en algunas regiones en materia de desarrollo científico y tecnológico, de distribución y redistribución del ingreso, de integración social y acceso a los mínimos de bienestar.

Si el azote viral ha puesto de manifiesto las fallas y rezagos del sistema de salud nacional, también lo ha hecho en campos no menos importantes como son la orientación del esfuerzo productivo nacional y la mercantilización de los servicios esenciales, así como la dependencia de productos e insumos del exterior que se agudiza en tiempos de crisis, sugiriendo un replanteamiento del modelo económico y de la forma de hacer política, tanto en el nivel local como en el global.

 

miércoles, 17 de febrero de 2021

¿Y cuándo nos vacunaremos?

 

“La gente siempre piensa en medicamentos y vacuna… No hay ganancias en nutrición” (Luc Montagnier).

 

Ya ve usted que las noticias vuelan, que los chismes parecen animados de vida propia y saltan tras de usted desde cualquier hueco de la realidad, que los rumores fluyen como el oleaje dejando una huella de humedad en su memoria.

Ayer nos dijeron que la vacuna no alcanzaría para cubrir a todos; que la Sputnik V era mala y barata y que la FDA (agencia gringa con autoridad sólo en el territorio gringo) no la había aprobado y que Occidente era lo mejor en ciencia y tecnología aplicada a salud y prevención, de suerte que teníamos que ver con desconfianza, incluso asco, los productos chinos y rusos, y con gratitud y complacencia a todo aquello que oliera a europeo o norteamericano.

Ahora los opinantes contra la vacuna rusa buscan afanosamente cómo justificar su oposición hepática hacia ese producto y arguyen que “ahora sí” existe evidencia científica y, sobre todo, reconocimiento occidental sobre su efectividad.


Los que dijeron que México no había hecho contrato con laboratorio alguno para proveer de vacunas a la población, ahora pegan de gritos por considerar que la estrategia de vacunación es mala, deficiente y errática y exigen precisiones, datos, cambios de ruta, autorización para compras particulares y, lo más importante, que se suspendan los proyectos de construcción de infraestructura productiva en materia de transporte y energía (Dos Bocas, Tren Maya y aeropuerto de Santa Lucía) , “porque la prioridad debe ser comprar vacunas”, a pesar de que ya se tiene seguro el número requerido para inmunizar a toda la población y más.

Los intelectuales como Krauze y Aguilar Camín, famosos por lanzar desplegados en la prensa nacional reclamando “libertad de expresión” ahora se revelan epidemiólogos y expertos en vacunas (cuando no en energía y transporte) y proponen medidas que, por otra parte, ya están contempladas en la estrategia nacional, lo que permite suponer que existe una desconexión entre las luminarias a sueldo del viejo régimen y las actuales realidades producto del proceso de transformación en marcha.

Los afanes por descarrilar las obras y propósitos de la actual administración federal consumen el tiempo de nuestros políticos y plumíferos anclados en un pasado que se niegan a entender como una etapa que debe ser superada, en aras de la honestidad y el servicio a la comunidad.

Como se sabe, ahora surgen alianzas entre supuestos enemigos ideológicos y políticos que abandonan sus viejas enemistades para tratar de echar abajo electoralmente al partido del presidente, revelando que son más afines de lo que se suponía y que su actual existencia es una simple mascarada prostibularia.

Pero esa terquedad retrógrada bien puede entenderse si consideramos que somos seres inerciales, de rutinas que van construyendo una zona de confort que puede ser antisocial en la medida en que la conveniencia personal se convierte en norma de conducta, claramente orientada por el individualismo hedonista.

“Si yo estoy bien y puedo conservar aquello que me produce satisfacción, real o virtual, ¿para qué cambiar?” Así, las expectativas de cambio pueden ser dolorosas y repudiables, y una vez identificadas con una persona, grupo o partido, la enemistad y el ataque al nuevo proyecto social se justifica por razones de protección y mantenimiento de la propia comodidad, presente o futura.

Los ataques diarios contra la llamada Cuarta Transformación postulada por el presidente López Obrador representan el motivo de la reacción de los acomodados socialmente dentro de los supuestos del amiguismo, las complicidades y el privilegio que orbita en la corrupción como sistema de equilibrios políticos y económicos.

Pero no somos una sociedad corrupta sino una que ha sido dominada por corruptos que se resisten a dejar ir sus prerrogativas y limitar sus intereses a una sana y republicana medianía, tal como lo planteaba el presidente Benito Juárez.


Lo anterior impacta a todos los partidos, incluyendo a Morena, en la medida en que las viejas prácticas político-electorales predominen (acarreos, reparto de despensas...), o que ahora haya quienes se quieran reciclar o reelegir argumentando méritos y antigüedades antes que apoyar a nuevos contendientes, dejando ver una tendencia hacia el influyentismo y el agandalle, quizá legal pero moralmente cuestionable.

En este contexto, hoy se tienen espacios ocupados por chapulines que llegaron para lograr lo que no pudieron en el PRI o en el PAN, como bien puede verse en el caso de Hermosillo donde la reelección sería poco menos que ridícula, tanto como lo sería saltar desde otra posición a la presidencia municipal por solo hecho de seguir figurando.

En la actualidad, el tema sobresaliente en la agenda pública federal es la vacunación y tanto los gobiernos locales como las empresas buscan protagonismo, y a pesar de que el gobierno trabaja seriamente por proveer lo necesario a la salud pública, los opinólogos y comentócratas como Krauze, Aguilar Camín, Lilly Téllez y demás congéneres se rasgan las vestiduras, berrean y en medio de espumarajos acusan a las entidades públicas responsables y al mismo presidente de no cumplir con las obligaciones que les impone la ley.

¿Cuándo nos vacunaremos? Pues cuando se llegue el tiempo marcado por el Programa Nacional de Vacunación. Mientras tanto se deben observar las recomendaciones de la autoridad sanitaria, aunque también es necesario vacunarnos contra el alarmismo, la estridencia de quienes tratan de aprovechar la epidemia para lucrar políticamente en un alarde de mezquindad vergonzoso y reprobable, cuando lo que se espera es una actitud responsable, solidaria y orientada por el interés nacional.

 

martes, 9 de febrero de 2021

Lo dijeron sin querer queriendo

 

“Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería” (Otto Von Bismark).

 

Ya ve usted que muchos opinólogos ahora están haciendo malabares por justificar su rechazo, desde el fondo del hígado, a la vacuna rusa Sputnik V, para luego retroceder y aceptar sus bondades: las descalificaciones emanadas de la cloaca mental de quienes creen que la FDA es autoridad internacional y que solamente esta y la OMS tienen capacidad para avalar o autorizar un producto biológico ahora se convierten en graciosos repliegues tácticos, aderezados con la sabia prudencia de quien espera la aprobación de sus mayores para tomar el codiciado chocolate sobre la mesa.

“Bueno, ahora sí me parece que debe apoyarse su aplicación, ya que fue publicado un artículo favorable en The Lancet y la OMS la ve con buenos ojos”, dicen algunos plumíferos agitando sus lenguas viperinas. “Ya sabemos qué tan corrupto y autoritario es el régimen de Moscú, pero parece que la vacuna tiene mérito, según abalan los expertos”, señalan otros, lamiendo su trasero con discreta autocomplacencia.

El caso es que México está en tratos con el Instituto Gamaleya, que produce la vacuna, así como lo están Argentina y varios otros países que dejaron de pensar en quedar bien con los gringos y hacer algo por sus respectivos pueblos. La puerta que se abre hacia otras opciones fuera de EEUU ofrece no sólo salud sino una mejor idea de lo que es la colaboración internacional y el trato entre países soberanos.

Al parecer, la pandemia nos ha puesto en la posición de repensar los conceptos de soberanía, solidaridad internacional y salud pública, incluso nuestra idea de mundo, sin dejar de lado el abandono tanto de nuestro sistema de salud como de la industria químico-farmacéutica nacional, otrora productora de fármacos y ahora dependiente de la producción extranjera gracias a la modernidad neoliberal. Cosas de la globalización.

En otros tiempos el sector salud nacional producía y distribuía medicamentos, había desarrollado capacidad productora de vacunas, hacía investigación biomédica, se producían y exportaban productos hormonales, hasta que un gobierno neoliberal decidió que era mejor, para nuestra competitividad y mejor inserción en la economía mundial, dejar de producir y optar por ser clientes cautivos del extranjero.

En buena medida esa es la lógica del tratado de “libre comercio” firmado por Carlos Salinas de Gortari, donde la complementariedad es válida si básicamente favorece a una de sus partes: la más desarrollada.

Desde esta perspectiva, la modernidad se cumplió a costa del desarrollo independiente de nuestras fuerzas productivas y la nación se convirtió, no en un competidor, sino en un necesario pero despreciable proveedor primario y consumidor de productos manufacturados o tecnológicamente complejos. Caímos en el supuesto de que era mejor comprar que vender, así que… ¿para qué producir?

En otro asunto, nos enteramos que la inefable Suprema Corte de Justicia de la Nación le dio palo a la iniciativa planteada por la Secretaría de Energía, consistente en privilegiar la operación de la CFE en la producción, distribución y venta de electricidad. El razonamiento de los señores ministros fue que sería incorrecto dar preferencia a la empresa del Estado mexicano cuya prioridad es el desarrollo nacional, en agravio de los intereses particulares, sobre todo extranjeros, que también participan en el mercado energético nacional.

¿Se imagina que el Estado mexicano recupere el espacio económico perdido gracias a la gestión privatizante del régimen neoliberal? ¿Tiene idea de las enormes repercusiones que tendría que el país fuera soberano y que pudiera tomar decisiones propias sobre el uso de sus recursos y el monto, diversidad y destino de su producción? ¿Se puede imaginar la decepción de nuestros socios gringos si el gobierno de México actúa con el mismo espíritu que animó la expropiación petrolera y la nacionalización de la industria eléctrica? ¡Qué horror!

No hay duda que las reformas estructurales que se desprendieron de la ideología dominante en los años 80 y 90 y que aterrizaron en nuestro panorama constitucional con Enrique Peña Nieto siguen cosechando frutos envenenados, en lo moral y lo legal.

Pues esa misma matriz ideológica es la que alimenta a nuestros opinólogos trasnochados que van contra las iniciativas y reformas de la Cuarta Transformación, sean de la naturaleza que sean, pudiendo ser referidas a la epidemia, a la corrupción, al salario de los trabajadores, a lo que corresponde a la democracia sindical, el outsourcing, el fortalecimiento de la seguridad social, al dominio de la nación sobre sus recursos naturales, entre otros aspectos que ahora tienen a bien administrar las empresas del extranjero con el apoyo legal de la cabeza del Poder Judicial “de la nación”.

Queda claro que debemos apoyar al actual gobierno en sus esfuerzos por recuperar la soberanía y el dominio de la nación sobre lo que es nuestro, y que es imperativo dar reversa a las reformas “estructurales” y a los “pactos por México” impulsados y sostenidos por el PRI, PAN y PRD, así como su cauda de satélites, ahora comprometidos en la lucha por recuperar el poder de seguir liquidando el patrimonio nacional.

La solución está en tener mayoría en el Poder Legislativo y en la renovación del Poder Judicial, revertir las reformas y disposiciones apátridas y trabajar sin desviaciones en beneficio de la sociedad.

Por eso no se debe dar ni un solo voto a los partidos del “Pacto por México” y sus alianzas electorales, hoy dedicados a la desinformación, a las campañas de odio, a la manipulación de información y a la mentira. La infodemia tiene un rostro y es neoliberal. Después de todo, los intereses de la iniciativa privada, nacional o extranjera, no pueden estar por encima del interés de la nación.