Como usted ya sabe, los diputados del
PAN y fauna de acompañamiento asestaron puñalada trapera al pueblo de Sonora
mediante la aprobación del impuesto llamado COMUN, o de la tenencia disfrazada.
Sucede que la única novedad en este caso fue el desperdicio de la oportunidad
de que dicho partido se posicionara como congruente entre lo que promete y lo
que cumple, y decidió fallar.
La fracción panista en el Congreso más
fauna panalista enriquecida con una
diputada perredista, de cuyo nombre no quiero acordarme, le hicieron el caldo
gordo al señor gobernador. Las instrucciones precisas del Ejecutivo estatal
pudieron más que los intereses de los representados, de esos tristes votantes
que cada tres o seis años ponen sus esperanzas en las urnas electorales, ahora
transformadas por obra del PAN en mortuorias. Aquí yace, pues, la expectativa
de un cambio democrático en favor de las familias sonorenses.
Lo que queda es la inconformidad
popular que seguramente no se va a conformar con paliativos verbales o
descalificaciones sociales debidamente inducidas por “intelectuales orgánicos” o
directamente por personeros de las autoridades.
Lo curioso del caso es que ciertos
opinantes bien intencionados contribuyen a la cancelación de las vías de
manifestación ciudadana al ver prietitos partidistas en el arroz ciudadano: así
se dice que hay elementos del PRI en las protestas, que se ve la mano de
intereses electoreros de la oposición, que se sospecha de manipulación del
movimiento, entre otros señalamientos que, objetivamente, trabajan para Padrés,
el panismo legislativo y sus iniciativas al cuestionar la protesta por la
posible intromisión de adversarios del panismo en el poder.
Vale la pena reflexionar sobre estos
aspectos y reconocer que no existen, ni existirán, movimientos ciudadanos
químicamente puros en la política real sonorense y mexicana, lo cual no les
quita su validez y legitimidad. En lo personal me parece irrelevante que el
movimiento ciudadano contra los impuestos tenga puntos de coincidencia con el
PRI, porque por sentido común, la convergencia de ideas puede ser posible en lo
concerniente a las demandas y luchas sociales. ¿No es legítimo defender la
economía familiar sólo porque a la mejor hay priistas incorporados a la lucha?
Aquí la disyuntiva no es dejar de participar por aquello de que el movimiento
pueda estar manipulado, sin estar consciente de que es correcto, válido y
urgente salir a la calle a reclamar un derecho.
Si existen “compañeros de viaje” en
las organizaciones y los movimientos, lo que queda por hacer es vigilar que no
ocurran desviaciones que pongan en peligro los objetivos a alcanzar, y en el
caso del COMUN, lo que se persigue es derogarlo mediante la resistencia civil y
la organización cada vez más disciplinada y organizada de los inconformes. A la
luz de la conciencia ciudadana y el buen juicio económico, el imponer más
gravámenes en un contexto de crisis es absurdo y criminal. Las consecuencias
siempre son negativas para la salud económica y la estabilidad política de la
entidad.
Los puristas de la protesta debieran
aterrizar en la realidad sonorense y entender que la luna no es de queso. En un
movimiento ciudadano siempre hay, o puede haber, coincidencias con las organizaciones
políticas formales, ya que los propios integrantes pueden ser de tal o cual
partido o simplemente no pertenecer a ninguno, ya que somos una sociedad
política donde la afiliación es un derecho que muchos ejercen,
independientemente de que por ese hecho no sean del todo afines a las ideas o
estrategias de su organización. Un militante no es necesariamente un robot o
zombi carente de voluntad propia y al servicio de intereses oscuros e
inconfesables.
Es este orden de ideas, considero que
cualquier cosa que contribuya legítimamente al logro de los objetivos del
movimiento debe ser bienvenida. Lo contrario es asumir una posición inmovilista
bastante irreal e incongruente con los propósitos que se pretenden lograr,
salvo que sean los de sabotear y nulificar la acción ciudadana.
Espero que los integrantes del
movimiento en contra de los impuestos padresitas no sólo crezcan sino que se
fortalezcan con nuevas ideas que le permitan cumplir con sus objetivos. La lucha
puede ser larga y tortuosa, pero es legítima e irrenunciable.