Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 22 de marzo de 2024

¿SE ESTÁ AMPLIANDO LA FRONTERA?

 

“El imperialismo es un sistema de explotación que se produce no solo en la forma brutal de quienes vienen con armas para conquistar el territorio. El imperialismo a menudo ocurre en formas más sutiles, un préstamo, ayuda alimentaria, chantaje. Estamos luchando contra este sistema que permite que un puñado de hombres en la Tierra gobierne a toda la humanidad” (Thomas Sankara).


Desde hace tiempo la pretensión de nuestros vecinos del norte ha sido aprovechar los recursos naturales de México en su beneficio. Durante el gobierno arizonense de John Fife Symington y el sonorense de Manlio Fabio Beltrones los ojos estuvieron puestos en Guaymas, como “el puerto de salida de Arizona”.

Para los gringos es muy fácil caer en la tentación de hacer cuentas alegres de recursos ajenos, incluyendo el territorio, el agua, los minerales, la vegetación y todo lo aprovechable para “hacer grande a América”.

El problema es que México es una nación independiente y Sonora un estado que no forma parte de la Unión Americana, sino que corresponde a otra soberanía, a otros intereses y otra idea de futuro.

Nuestros vecinos, antojadizos como son, cada tanto tiempo le echan el ojo al espacio y biodiversidad del golfo de California que, como es fácil ver, es parte del territorio nacional mexicano y no tiene ninguna costa que corresponda a la potencia del norte.

El mar Bermejo, llamado también mar de Cortés, ubicado entre la península de Baja california y los estados de Sonora y Sinaloa, es por todos lados mexicano. Tal obviedad geográfica y política no puede ni debe ignorarse.

Arizona padece falta de agua y no faltan proyectos millonarios que ofrezcan soluciones pragmáticas, lo que de nueva cuenta nos lleva al golfo de California.

Nuevamente se plantea como posibilidad la desalación de agua marina que provenga de nuestro golfo, como solución a su problema de crecimiento inmobiliario sin alternativas manejables desde la óptica del consumo racional y la sustentabilidad y, claro, el agua se iría, pero la salmuera resultante del proceso, y sus efectos ambientales, se quedaría en este lado de la frontera (https://goo.su/ASJmRf).

Al respecto, el gobernador de Sonora afirma desconocer la existencia de planes o propuestas concretas en esta dirección, aclarando que, en todo caso, el asunto es de la competencia del gobierno federal (https://goo.su/NB6WG).

Por otra parte, el echar mano de recursos ajenos pasa por la idea de que la soberanía no es producto de la voluntad de los pueblos, sino una especie de etiqueta despegable, algo así como una broma que circula entre los países latinoamericanos para diversión del gobierno y el aparato de seguridad gringo que ve la doctrina Monroe como ley suprema.

Sin embargo, por más nacionalista que sea nuestro discurso, se va ampliando el hueco en la integridad del territorio nacional gracias al gasoducto que se tiende desde Texas a Sonora con salida al golfo de California vía Puerto Libertad, justamente para servir de vía marítima al gas texano con rumbo a hacer la competencia al gas ruso en Europa.  

México, país defensor de la no intervención y de la solución pacífica de los conflictos, parece alinearse en favor de una de las partes en la guerra económica en curso, habida cuenta que la OTAN es el instrumento de control militar de nuestros belicosos vecinos en Europa.

Con el proyecto texano en marcha y las oportunidades de inversión transnacional del Plan Sonora, más la potencial decisión de usar el agua del golfo de California al instalar una planta desaladora en Puerto Peñasco, se fortalecería la región como punto de interés estratégico de los vecinos.

En uno y otro caso queda en duda el dominio efectivo de la nación sobre sus recursos, lo que hace bastante poroso el artículo 27 constitucional y, desde luego, lo atinente a la soberanía nacional en caso de divergencia con los intereses geopolíticos del Tío Sam.

Como se vea, el proyecto gasero en marcha, más los que se acumulen, hace guiños al comando norte de EUA y los sueños de tener el control del mar bermejo, a punto de ser zona de tránsito obligado de carácter estratégico para sus ambiciones imperialistas.

Así como van las cosas, es posible que la creciente tendencia en favor de la multipolaridad y la búsqueda de alternativas en materia de comercio internacional, sugieran la conveniencia de apoyar mecanismos como los BRICS, antes que basar nuestro desarrollo en la estrecha complementariedad con el norte.

Si se sigue la ruta de la dependencia, la soberanía y el dominio de la nación sobre sus recursos estará en juego. En todo caso, sería deseable tomar decisiones oportunas de cara al interés nacional y al de Latinoamérica en su conjunto.

Por lo pronto, es importante no caer en las trapacerías de quienes llaman a la intervención de Estados Unidos o España en asuntos de nuestra exclusiva competencia. Digamos no a la intervención extranjera y a los políticos apátridas que desde adentro les hacen el trabajo con el señuelo engañabobos de la “libertad” y la “democracia”, siendo que es justamente lo contrario.

Para cualquier efecto, la frontera del vecino de ninguna manera debe ampliarse a costa de la nuestra.  

 

   

viernes, 15 de marzo de 2024

¿Y QUÉ PASÓ AQUÍ?

 “La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros” (Noam Chomsky).

 

Comprender la situación actual puede ser una de las imposibilidades prácticas que enfrenta cualquier ciudadano medianamente informado, habida cuenta que la adicción al Facebook, X y la prensa “seria” pueden causar una fea enfermedad progresiva y mortal para las células cerebrales sin dejar de lado el hígado y el aparato digestivo.

Y es que la mente se empieza a formatear de manera antagónica con cualquier noción de supervivencia, al tragarse la densa sopa que los medios de comunicación sirven cada día en forma de “notas informativas” que echan por tierra cualquier idea de decencia, dignidad y sentido de la realidad y, lo más dramático, de identidad nacional.

Que un extranjero, sea hombre, mujer o quimera, nos venga a decir cómo debe ser la democracia y el proceso electoral, incluso por quién debemos votar, ya es el colmo y no por la simple presencia extranjera sino porque los patrocinadores de la visita y promotores visibles del discurso son ciudadanos mexicanos.

Puede ser una representante de la aristocracia española, el embajador del Tío Sam, un político, una personalidad intelectual o mediática europea o sudamericana quien se ponga a hablar acerca de lo que debe ser el rumbo de México, lo cual es el jodido colmo del abuso y la falta de respeto.

También lo es que, desde el gobierno gringo, español, francés o de cualquier otra nacionalidad, alguien se ponga a pontificar acerca de los milagros de adoptar su forma de entender la democracia, las inversiones, las finanzas o criticar la forma de torear chiles, de matar pulgas o de forrar curules o escaños mexicanos.

Pero, lo que más huele a cloaca es que las autoridades judiciales altas, medianas o bajas, se empeñan en servir de tapete a la impunidad de delincuentes de cuello blanco, gris o del color que sea, bailando un zapateado encima de la Constitución y las leyes que de ella emanan.

Así tenemos el otorgamiento de garantías a un violador de menores, a un delincuente fiscal, a un defraudador financiero, a un vivales que sangra el patrimonio nacional o que, tras la cobertura de alguna ONG o grupo de la “sociedad civil”, chupa dinero nacional o extranjero y sirve de medio de desestabilización política nacional.


Lo singular del asunto político-electoral actual es que se visibilizan mecanismos de redirección de los organismos autónomos en aras de cumplir una agenda contraria al interés nacional, operada y representada por personajes seducidos por el dólar, uncidos a la idea de “democracia” que promueve el departamento de Estado y las agencias de inteligencia que traman golpes de estado y defienden a capa y espada el “derecho” al aprovechamiento de los recursos ajenos, así como la colonización ideológica de las fuerzas autóctonas.

Como si fuera un laboratorio de ingeniería social, el país vive la intensidad de los gritos y sombrerazos en forma de marchas, plantones y portazos, aderezados con actos vandálicos y de violencia a nombre supuestamente de la paz, las libertades y, desde luego, la democracia, cuya andadura es magnificada por los medios corporativos de información.

Así que no faltan expresiones a voz en cuello que denuncian la represión, la dictadura y la ausencia de garantías para hablar, escribir o actuar mientras marchan, publican infundios y atacan libremente al gobierno en diversas formas, incluyendo el acordar medidas que nulifiquen judicialmente las reformas propuestas por el Poder Ejecutivo para el cumplimiento del proyecto por el que la mayoría votó en 2018.

Mientras, la prensa estira la liga de la libertad de expresión y de información y pinta de rojo el panorama nacional, acreditando los hechos violentos como factor determinante de inestabilidad y riesgo electoral en un contexto en el que todos van, vienen, viajan, escriben, hacen negocios y disfrutan de garantías plenas para su ejercicio profesional.

Pero tampoco falta el expresidente que, estando embarrado de sangre y corrupción, se da baños de pureza y convicción democrática y republicana mientras come de la mano de la monarquía española y la esperpéntica aristocracia y oligarquía franquista, criticando al gobierno del país que dejó. El olor a la podredumbre de aquí o del otro lado del Atlántico es, de cualquier manera, inconfundible.

Flota en el aire la pregunta de cómo un mexicano puede servir de instrumento para las maniobras desestabilizadoras de un poder extranjero, y cómo se protege a delincuentes desde el Poder Judicial y se permite la acción de mercenarios que “calientan la plaza” con el propósito de nulificar el proceso, o desacreditar el previsible resultado electoral, mientras se regodean con el supuesto avance en encuestas de una oposición que simplemente no levanta ni expectativas de triunfo ni garantía de progreso… aunque los prianistas y su candidata digan falazmente lo contrario.

Decir que López Obrador es comunista, dictador, represor, antidemocrático, incluso satánico y ateo, y que nos está convirtiendo en Cuba o Venezuela, es un hilo argumental tan delgado que no resiste el mínimo jalón de la realidad, a juzgar por los quejosos que hacen, dicen y gesticulan con total soltura e impunidad aún en actos de flagrante vandalismo y abuso de las libertades.

La mentira, el insulto y la agresión no califican como materiales de construcción de una nueva sociedad incluyente y democrática, por lo que ya va siendo tiempo de enterrar el cadáver putrefacto del neoliberalismo de guarache y la subordinación nopalera a poderes e intereses extranjeros. Ya basta.


 

sábado, 2 de marzo de 2024

LA VERDAD NO ES COMO ANTES

 “Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios” (Abraham Lincoln).

 

En los tiempos que corren la verdad, tal cual es, resulta aburrida, plana, sin matices que puedan despertar la imaginación de quienes la escuchan, de ahí que el discurso político, o la narrativa si se quiere, debe recurrir al maquillaje conceptual como forma de sobrevivencia, toda vez que al decir discurso nos referimos a la parte verbal o escrita de un proyecto y a su parte operativa, es decir, a los dichos y a los hechos.

En cambio, “la narrativa” se reduce a la expresión de algo que no requiere demostración, que carece de relación directa con la vida real y es fácil adaptarla a la ocasión, en este caso al período preelectoral que vive el país, donde se minimizan los logros del gobierno y se magnifican o, de plano, se inventan los errores.

Pero, permítame decirle de qué va este asunto:

De un tiempo a esta parte, la necesidad de articular una oferta político-electoral atractiva ha tenido que recurrir al maquillaje de la realidad de manera que permita armar una narrativa basada en las supuestas fallas, errores y perversiones del partido y gobierno antagonista, que se pretende sustituir por vía del proceso electoral, en este caso Morena y la 4T.

En este contexto, la verdad sobre la realidad y la realidad misma se relativizan, manipulan, tergiversan y deforman de manera que la nueva versión de los hechos encarne una forma de enlodamiento fácilmente reproducible en los medios de información disponibles. Así pues, se crea una imagen que no necesariamente tiene base objetiva, sino que se corporiza en las palabras: es propaganda confeccionada con mentiras o medias verdades, lanzadas a la libre interpretación de su auditorio, en favor de la vieja clase política disfrazada de nueva y alternativa.

La verdad como tal es irrelevante y en muy buena medida estorbosa. Los hechos sujetos a comprobación no importan, porque el juego consiste en afectar la conciencia de los posibles electores mediante la repetición de los mensajes y la aparente verosimilitud de las afirmaciones, algo así como la reedición nopalera de los postulados de Joseph Goebels, el artífice de la manipulación propagandística de la Alemania nazi.

En este juego de embarramientos no importa que los promotores de la campaña estén ligados políticamente a delincuentes como García Luna, procesado en Estados Unidos por narcotráfico, para tomarse la libertad de acusar al presidente López Obrador de “narco presidente”, y a la doctora Claudia Sheinbaum como “narco candidata”.

Tampoco importa que quienes absuelven a delincuentes de cuello blanco, desbloquean cuentas ligadas a personajes del crimen organizado y absuelven a violadores de menores sean los mismos que operan la oposición judicial contra las iniciativas presidenciales en materia de economía y soberanía nacional.

Tampoco importa que quienes reclaman democracia y elecciones libres sean los mismos que no hace mucho organizaban el fraude electoral, el acarreo y la compra de votos, y que ahora se desgarran las vestiduras mientras buscan la vigilancia electoral extranjera, y que además cuentan con la participación de Lorenzo Córdova, exárbitro electoral que sale del closet como agente de la derecha y exhibe la parcialidad que siempre lo caracterizó cuando estaba encaramado en el INE.    

Así pues, la diatriba, la vulgaridad sebosa y chabacana expresada en forma verbal y escrita hace que la campaña electoral se convierte en una especie de pelea en el lodo, en la que el público se divierte viendo a los contendientes embarrarse en una lucha de estercolero, pegando chicles o diciendo pendejadas. La verdad, como se podrá entender, es irrelevante, cuando la suciedad y la descalificación son las estrellas del espectáculo.

La verdad, como se ve, ya no es como antes. Ahora se puede manipular, reacomodar, deformar a conveniencia, con la insolencia propia de quienes son parte de un sistema que insiste en permanecer en un contexto que, a estas alturas, lo define como un cadáver insepulto.


El PRI, el PAN y el PRD, otrora partidos antagónicos, forman parte de la yunta dominada por el junior parasitario Claudio X. González, cabeza visible de la reacción más rancia con ligas internacionales de extrema derecha, en una patética metamorfosis donde el común denominador es la claudicación a sus principios fundacionales.

Son partidos fachada, vacíos de contenido que actúan como zombis, unificados por obra del dinero y al servicio de intereses ajenos al bien común, de espaldas al interés nacional y que merecen, por lo tanto, un nuevo Cerro de las Campanas electoral.

En otro lugar del planeta, donde también el delincuente pasa a ser perseguido político y a la víctima se le considera agresor, incluso terrorista, tenemos el caso del pueblo palestino que es masacrado en Gaza por el Estado de Israel apoyado por Estados Unidos y socios europeos que sostienen que Israel, pueblo bendecido por Dios y Occidente, tiene derecho a la defensa, a la impunidad histórica tras el holocausto nazi.

Por eso matan civiles indiscriminadamente, por eso se defienden eliminando futuras amenazas mediante el asesinato de menores de edad y de mujeres embarazadas. La lucha de Israel y Occidente contra el terrorismo abarca el futuro, y no tiene fronteras ni reconoce derechos ni soberanías. Como se ve, tampoco la justicia es como antes.

                         <En memoria de María Antonieta Gil Vea, 1944-2024>