Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 31 de diciembre de 2021

La pobreza de todos tan temida

 “No podemos estar en modo de supervivencia. Tenemos que estar en modo de crecimiento (Jeff Bezos).

 

Según especialistas, la pobreza azota Sonora, lo hace como si el estado se hubiera portado mal y, nalgas al aire, estuviera recibiendo el castigo merecido por haber tenido un gobierno no sólo adicto al dinero del pueblo sino a los gastos suntuarios y al goce de privilegios y complicidades con emprendedores de apellido conocido, o por conocer.

Los gobiernos neoliberales dejaron una cauda de riquillos sebosos con aires de intocabilidad que da asco, como si tuvieran en la frente la etiqueta de “no tocar” y, en todo caso “manéjese con cuidado”, con dedicatoria expresa a las autoridades jurisdiccionales y a la prensa que nos informa de lo que debemos saber, cuando y cuanto conviene que se sepa.

Los pobres han aumentado como aumentan los bienes terrenales de quien se acoge al erario sin muchos remilgos ni escrúpulos de conciencia, de suerte que se puede establecer una liga entre la abundancia y la inmoralidad.

El panorama de la pobreza asusta a muchos y preocupa a los que tienen alguna posición de autoridad, sobre todo cuando el éxito de la oferta política depende de la capacidad que se demuestre para reconocer y resolver problemas.

La prensa reporta los informes de especialistas que afirman que la pobreza crece en Hermosillo, que el estado cuenta con un considerable número de pobres, con acento en algunas zonas geográficas donde es más crítica la situación; también se reconoce que ciertos sectores sociales sufren con mayor intensidad problemas de insuficiencia o carencia de recursos para subsistir, como es el caso de los adultos mayores.

Se reconoce que la pandemia afectó seriamente al comercio y al empleo formal, que tuvieron que cerrar miles de pequeños comercios y que el desempleo subió por la contingencia, pero que han surgido nuevas formas en la oferta de bienes y servicios.

Por otra parte, la epidemia ha hecho que ciertos países reduzcan la movilidad interna y externa mediante prohibiciones expresas o los llamados pasaportes verdes; algunos vuelven a exigir el uso del cubrebocas en espacios abiertos, y la aplicación de tres o cuatro dosis de la vacuna, aunque se reconoce que la eficacia disminuye a los pocos meses.

Sin embargo, la necesidad de seguir figurado en el mapa del comercio, ha impulsado a los negocios a buscar espacios abiertos así que, por ejemplo, en España menudean las terrazas aledañas a los establecimientos tradicionales, y los franceses han decidido tomarse un día libre de cubrebocas los domingos, como si el virus funcionara solamente en días hábiles.

En el estira y afloja internacional, nuestro país navega con aceptable flotabilidad, a pesar de los malos augurios de expertos en cuestiones de dinero que anuncian que EUA y el mundo deben prepararse para una caída a niveles de recesión, con la consideración de que ya no será tan fácil manejar la macroeconomía como antes de que se cayera en cuenta de que el sistema había legado a niveles críticos nunca vistos.

Al parecer, a alguien se le ocurrió que lo que se necesitaba era una especie de purga de caballo, algo que removiera la porquería acumulada durante al menos cuatro décadas de intenso saqueo mundial de recursos naturales, de reacomodo del mapa de las naciones, de subidas y caídas de gobiernos y de secuestro de pueblos merced al terror y la coacción. Una purga que actuaría como reseteo económico en respuesta al desmadre capitalista global.

Un habilidoso manejo de la pobreza como medio de control social reforzado con la inseguridad y la zozobra sirven de maravilla para reconfigurar el mapa mundial de la subordinación de las naciones al gran capital, así como la trivialización de la vida y dignidad humanas a niveles de caricatura, de parodia o farsa, según como se vea.

Thomas Robert Malthus decía en 1798 que el crecimiento de la población superaba por mucho el crecimiento de la economía, de suerte que llegaríamos a un punto en que ya no se podrían satisfacer las necesidades de una población en aumento.

La reducción de la población como “purga de caballo” social de emergencia tuvo en tiempos de Malthus la salida de las guerras, las hambrunas y las enfermedades, pero los años acumulados de paz y progreso, el descubrimiento de nuevos medicamentos y el aumento en la esperanza de vida, hacen que una variante de la idea de la purga surja en las más reputadas voces contemporáneas, como por ejemplo Bill Gates.

Así pues, Mr. Gates anunció en la Conferencia TED de 2015 que la próxima amenaza mundial no sería nuclear sino epidémica; el mundo estaría en peligro y morirían millones de personas debido a los contagios de un virus cuyo comportamiento sería parecido al de la influenza porque se desparramaría en el aire con gran velocidad, saltando de un país a otro; asimismo cabe recordar que en 2010 había señalado la sobrepoblación como un problema global.

Curiosamente el magnate informático tiene fuertes inversiones en medicamentos basados en ARN mensajero desde 2014, marcando la pauta internacional con la que ahora se enfrenta al coronavirus.

Parece que el nuevo campo de inversión (sin duda humanitario) es el de las vacunas, cuestión que ya se veía desde antes de que apareciera la epidemia de Covid. Pero bueno, ¿se puede pensar que la epidemia será la llave del reseteo mundial o simplemente suponer que es algo aparte de los negocios? De todos modos, ¡feliz año 2022!


sábado, 25 de diciembre de 2021

Que alguien haga algo

“El dinero no es la vida, es tan solo vanidad” (Luis Alcaraz).

 

Se siente en el aire el aroma de la Navidad, del despilfarro largamente temido y, sin embargo, deseado como se desea un seis o 12 de cervezas o una botella de licor, a sabiendas de que al día siguiente las cosas probablemente no van a lucir tan placenteras.

Basta oír en las calles los reclamos de los vendedores, la música ambiental navideña que mete en nuestro cráneo las letras y sonidos de importación que, en un idioma tan comercial como es el inglés, nos hablan de amor, paz, nieve, frío y calor de hogar.

Al mismo tiempo el comercio organizado e informal se prepara para dar el salto del tigre decembrino y ya se empiezan a dar cifras alentadoras que apuntan a una recuperación cercana al 80 por ciento.   

El aguinaldo, tantas veces deseado y reclamado en las gestiones privadas e incluso en la lucha por los derechos laborales y la seguridad social, ve su realización instantánea en las tiendas de conveniencia, en los supermercados y cadenas comerciales, en los comercios del centro de la ciudad, en las infinitas ofertas en línea, en los reclamos familiares, y en las exigencias de los acreedores. La bonanza decembrina es efímera e intensa, como un abrazo helado al abrir el refrigerador.

Para el entusiasmo alcohólico se cuenta con el antídoto de los filtros recaudatorios que pasan por ser medidas preventivas de accidentes eventualmente fatales, y seguramente el tránsito nocturno por la ciudad será una especie de deporte de alto riesgo.

En este contexto celebratorio, de reuniones familiares o de amigos, se cierne la sombra del virus, del microbio aguafiestas que le pone sabor al caldo de las precauciones ciudadanas desde hace casi dos años.

El comercio reclama la presencia de los clientes, las calles son el caldo de cultivo de los negocios pequeños, de las oportunidades ambulantes, pero al mismo tiempo la red de la araña que espera victimas que exprimir hasta la médula; en este ambiente todo el que tenga nariz, boca y respire es candidato para contagiarse o contagiar.

El optimismo sanitario cuenta los días de la paradoja con aires de broma estudiantil: tienes que vacunarte pero una dosis no basta, deben ser dos y luego un refuerzo; además, hay que considerar que la vacuna pierde efectividad a los seis meses.

Cuando casi todo mundo tiene su pinchazo resuelto, viene don Bill Gates, el dueño de Microsoft que marca la línea epidemiológica, a decirnos que la variable Ómicron llegará a cada uno de los hogares, como una versión microscópica de Santa Claus que dispersa su mensaje viral donde el amor y la paz están ausentes, como está presente la sospecha del control demográfico y la disposición de “cambiar libertades por seguridad”. Lo que esto quiera significar.

El “sospechosismo” apunta hacia una dictadura sanitaria que se alimenta del miedo y la desinformación, de las verdades a medias y de la manipulación mediática, el juego de emociones con aliento y frustración en calculada sucesión que penetra en la mente y configura una nueva sociedad-rebaño colgada del hilo de la industria farmacéutica.

A casi dos años de la voz de alarma mundial por la pandemia y la aplicación de medidas que debieran evaluarse con seriedad, no se sabe a ciencia cierta el origen del bicho, tampoco se ha establecido con claridad la curva de su desarrollo y menos un remedio oficialmente reconocido como de uso seguro y efectivo.

Sin embargo, la industria farmacéutica reporta ganancias extraordinarias, los gobiernos optan por tomar medidas restrictivas de la movilidad ciudadana, en países como EEUU se vuelve exigencia “patriótica” la vacunación sin reparar en el hecho de que las actuales no inmunizan, es decir, no impiden los contagios y porque se sigue propagando el mal.

A pesar de la evidencia de la poca capacidad de la vacuna para evitar la transmisión del virus, incluso se exige el llamado pasaporte sanitario; se cierran fronteras total o parcialmente mientras el mundo rebota en el bache de la realidad que nos empeñamos en negar.

Casi llegamos al fin de año, y el festejo debiera llamarnos a repasar críticamente lo que hemos vivido, y a los científicos a enseriarse respecto al problema con el que lidiamos como humanidad más allá de los fines e intereses de las multinacionales, por lo que así como nos felicitamos por las navidades esperamos hacerlo cuando alguien haga algo por encontrar respuestas útiles y restablecer la paz y la tranquilidad en este mundo, no a costa de las libertades sino justamente por ellas.

 

 

 

  

domingo, 19 de diciembre de 2021

Hablemos de corrupción

 “Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella” (Joan Báez).

 

Según el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, corrupción es el “comportamiento consistente en el soborno, ofrecimiento o promesa a otra persona que ostenta cargos públicos, o a personas privadas, a los efectos de obtener ventajas o beneficios contrarios a la legalidad o que sean de naturaleza defraudatoria”.

Últimamente el tema se ha abordado de acuerdo con diferentes ópticas e intereses donde los opinantes denuncian y atacan, mientras que otros disimulan, matizan y hasta justifican los actos y consecuencias de la corrupción, según sean, o no, sus beneficiarios.

Sin embargo, son pocas las expresiones autocríticas que ponen de relieve la corrupción en la sociedad como totalidad interactuante; la conducta se describe en el otro, en el ajeno y distante pero que puede mancillar la propia integridad. Gozamos de la ficción de que la corrupción es de otros, siempre de otros.

En la mayoría de los casos la asociamos a la esfera pública y, recientemente, la figura del fideicomiso se reveló como la bolsa que arropa intereses privados, individuales o de grupo; también la encontramos en las subrogaciones de servicios, en la tercerización del trabajo, en el tortuguismo burocrático que se agiliza a cambio de un estímulo, y en el proceso electoral donde se comercia con el voto.

En el ámbito educativo tenemos los estímulos, los bonos y premios con dedicatoria especial para las clientelas que se generan gracias a los recursos que alimentan la influencia de camarillas académicas y sindicales.

Tenemos que los programas institucionales de tortibecas o tortipuntos son una forma meritocrática que termina concediendo puntos a la simulación a costa de evadir la responsabilidad salarial y la probidad profesional, lo que dificulta la transparencia del ingreso al factor trabajo y la posibilidad de fiscalización y gravamen, además de transformar un derecho en un logro individual condicionado a ciertos requisitos.

Las cuentas de la transparencia salen tan cortas como larga es la red de complicidades y dependencia que se crea en torno al estímulo monetario.

Así pues, tanto en la administración pública como en los sindicatos ciertas prerrogativas pueden ser fuente de ganancias privadas. Un sindicato que gestiona y administra recursos pronto termina generando clientelas que, antes que luchar por la independencia y objetivos de su organización, lo hacen por la camarilla que controla los recursos y favores.

Las instituciones, públicas, sociales o privadas donde el disfrute de su bonanza patrimonial se pone a disposición de particulares a cambio del silencio e incondicionalidad de los favorecidos son esencialmente corruptas.

En este caso, la corrupción es parte activa y esencial de la prostitución institucional en cuanto a que se persiguen fines ajenos a su propósito legal. Se puede decir que en la corrupción triunfa el Mercado sobre el Estado.

Lo anterior ocurre cuando las entidades públicas, que representan la acción gubernamental encaminada hacia el bien común, dirigen subrepticiamente sus objetivos hacia el bien privado, así que se corrompen porque se privatizan.

La corrupción supone un cambio ilegítimo en la misión y metas de las instituciones, es decir, una alteración negativa de su deber ser.

Concluimos que la privatización de lo público es, necesariamente, un acto de corrupción, y en eso justamente hemos caído como país, como queda claro en materia de comunicaciones, banca, energéticos, minería, salud, biodiversidad, trabajo, migración y el dominio del capital privado extranjero en actividades estratégicas de la nación, incluso en la toma de decisiones y la impartición de la justicia.

En el ámbito político-electoral, los partidos que no trabajan en la línea de un programa al servicio de la nación y que se dedican a buscar posiciones y empleos, prerrogativas y beneficios económicos son un buen ejemplo de corrupción en el que venció el mercado sobre la función y la responsabilidad pública.

Asimismo, los legisladores que apoyan normas que permiten la explotación de recursos en beneficio del capital privado afectando el patrimonio y la soberanía económica nacional, son corruptos.

En este contexto, se puede decir que si tal es el contenido de la lucha y denuncias de López obrador, debemos apoyar sus esfuerzos.


domingo, 12 de diciembre de 2021

Malas comparaciones

 “Las ilusiones no son una política pública sólida” (Bjorn Lomborg).

 

Estamos viendo que algunas actividades del Ayuntamiento de Hermosillo parecen apuntar en la dirección correcta. Son pequeñas acciones que resuelven sin mucha estridencia viejos problemas y dan esperanza a la ciudad y el municipio.


Abrir una vialidad cerrada “por las pistolas” de algunos vecinos es un acto de recuperación de una calle, y revisar la plantilla de personal y congelar algunas plazas genera ciertas resistencias que pueden y deben ser vencidas con el concurso del sindicato del Ayuntamiento, quien tiene un papel y una voz relevante en estas y otras acciones que afecten los derechos de los trabajadores municipales.

Las ideas que contribuyan al ahorro en el servicio de luz eléctrica mediante la instalación de paneles solares abren una ventana al futuro y, desde luego, a tener un gobierno menos costoso; sin embargo, ahorrar a costa de los trabajadores revela, o sigue haciéndolo, la cara sin maquillaje del neoliberalismo que nos tiene jodidos como país, estado y municipio.

Las expectativas de un ayuntamiento que funcione y que lo haga en el terreno de lo real y no sólo en las páginas de los periódicos son sentimientos recurrentes, porque las experiencias con otros emanados del PRI o el PAN han sido tremendas, de relumbrón, de mucho ruido y pocas nueces que, generalmente, son repartidas entre los ganones con apellido conocido o por conocer.

Gracias al cansancio y a la confianza que genera la figura de López Obrador se pudo trepar a la alcaldía la padresista Célida López, por lo que en la práctica padecimos un trienio panista con maquillaje de Morena, partido que aún no conocemos en el gobierno municipal, sólo la versión patito que vimos.

Quizá gracias a la fea impresión recibida, la ciudadanía decidió votar por el mamotreto político que postuló al ciudadano Antonio Astiazarán, y que hizo posible la vuelta electoral del Prian.

En apariencia, se está trabajando en algunos aspectos de acuerdo con lo que se espera de un ayuntamiento, pero la experiencia indica que no es recomendable confiarnos. En la medida en que los ciudadanos vigilen el ejercicio de las funciones públicas las cosas pueden ir bien o, al menos, no empeorar.

Ciertamente las comparaciones son malas, pero parecen inevitables e incluso necesarias para el bienestar de una población acostumbrada a que la engañen, roben, insulten, ninguneen y manipulen, pero que está aprendiendo a valorar su voto y hacer la diferencia.


El municipio es el espacio donde se ve en vivo y a todo color la verdadera dimensión de la democracia y el buen gobierno. Es el lugar privilegiado de la vida comunitaria, del ejercicio de la ciudadanía que toma parte activa en la lucha por el bien común.

En un país con estructura federal, el municipio ocupa el lugar más cercano a la gente, porque es justamente donde se originan los problemas y se deben ofrecer las soluciones. Es claro que al municipio se le gobierna mediante la buena administración de los recursos y la oferta oportuna y suficiente de los servicios públicos.

El Estado es más próspero en la medida en que sus municipios sean fuertes, autosuficientes y capaces de proporcionar los mínimos de bienestar a su población, porque el sentido de pertenencia y la identidad regional y nacional se genera en el municipio.

Esperemos que este gobierno ponga algo de orden en el desbarajuste acumulado que padecemos, y que al menos no aumente el de por sí grave estado de las finanzas públicas, la inseguridad y la pobreza que azotan la ciudad y el espacio rural que debe ser fuente de riqueza y progreso en el corto o mediano plazo.

Hermosillo cuenta con un área rural y turística que debe conservarse y aprovecharse cabalmente; la zona costera es fuente potencial de energías suaves, sea por la fuerza del movimiento de las olas, el viento o la luz solar, aprovechables de cara al futuro que, al parecer, ya nos alcanzó.

En ese sentido, el municipio merece contar con una administración pública con sentido común, honesta y progresista, cuestión que aún se espera de Morena tomando en cuenta la triste historia de la pasada administración que pudo haber sido y no fue.

Pues sí, sabemos que las comparaciones son malas, pero la ciudadanía está por comparar y decidir. Ese es el juego de la democracia.

 

 


sábado, 4 de diciembre de 2021

El bicho de todos tan temido

 “La nutrición óptima es la medicina del mañana” (Dr. Linus Pauling).

 

Pues gran alboroto en las filas de la oposición delirante y soponcio del ala conservadora que ya no ve lo duro sino lo tupido. AMLO nuevamente llena el Zócalo de CDMX sin despeinarse, con aires de hazaña cotidiana, algo así como cepillarse los dientes o anudarse las agujetas del calzado.

Algunos miembros de la prensa reportan más de 200 mil asistentes que desbordaron la plancha de la mayor plaza del país y saturaron las calles aledañas, expectantes, gustosos de ser parte de algo que sólo se explica en los marcos de la empatía y la coincidencia (https://www.jornada.com.mx/2021/12/02/politica/006n2pol).

Desde luego que los muy dignos y atildados integrantes de la derecha nopalera pusieron el grito en el cielo y al son de himnos de rancio aroma fascista estallaron en advertencias de acarreos, fraude, pequeñez protagónica y otros de igual inutilidad política frente al Pueblo, ese extraño bicho de todos tan temido.

La gente de a pie sonríe y aplaude, y sigue su camino en una cotidianidad que se renueva a cada paso, en cada acto de resistencia al pasado, en cada avance hacia el futuro que se construye con el entusiasmo de todos.

Por otra parte, los esfuerzos de una reacción casi decimonónica, como si robar al pueblo y servirse del cargo público y el erario para fines personales fuera la salvación de la Patria, se estrellan en el muro de las nuevas realidades que no entienden o no quieren entender.

La corrupción ahora se viste de corrección política, de guardar las formas, de acartonar el discurso y retardar la acción penal contra los depredadores, malandros y parásitos de cada sexenio; los pretextos pueden ser muchos: la vacunación en marcha, el desabasto de medicamentos oncológicos, las nuevas obras de infraestructura en comunicaciones y energía, las becas y apoyos para adultos mayores, para discapacitados, para jóvenes estudiantes y desempleados.

El dinero público que sirve para resolver problemas sociales es poco redituable para las sebosas fortunas personales, para el empresariado parasitario, para las prostitutas legislativas y el cabildeo en favor del capital, a costa del trabajo.

En medio del jaloneo político, apenas reconocido como forma de lucha entre el capital y el trabajo, entre la clase proletaria y la burguesa, se asoma la cabeza de una nueva variante del virus con el elegante y llamativo nombre de Ómicron. Ahora el miedo estrena nombre y, posiblemente, una nueva letalidad que alimenta la histeria y la manipulación informativa.

En un medio en el que la comida industrializada gana terreno a la alimentación tradicional de origen natural, la fantasía epidemiológica se refuerza y deja de lado, como parece ser, algunas evidencias concretas pero sustanciosas: tenemos vacunas que no inmunizan porque se puede seguir contagiando y desparramando el virus; se necesitan refuerzos cada tanto porque las dosis pierden efectividad y de dos pasan a tres y más las aplicaciones necesarias; se habla de mutaciones a cada paso mientras se niegan principios fundamentales de la biología, entre otras curiosas novedades.

Queda claro que las medidas juzgadas necesarias e imperativas rozan los límites del autoritarismo y la negación de derechos sociales en aras de “proteger la salud de la población”; se aíslan países enteros como si un virus se pudiera detener en alguna aduana o frontera; se cierra la economía total o parcialmente por razones de salud pública; se limita la movilidad y se genera desempleo.

Lo curioso del caso es que casi nadie repara y ve críticamente estas situaciones y se insiste en que vamos por el camino correcto en términos preventivos pero sin contestar puntualmente ciertas preguntas: ¿se ha aislado el virus?, ¿es ético considerar obligatoria la aplicación de una substancia experimental?, ¿se puede llamar vacuna a una substancia que no proporciona inmunidad, es decir, que no evita la enfermedad?, ¿resuelve algo paralizar la economía nacional o regional?

Sin duda una de las armas más efectivas para prevenir enfermedades es la vacuna, pero hasta la fecha no se ha visto que esto ocurra en el caso de la enfermedad Covid-19. En este caso, ¿cuál es el plan de salud para México, la región y el mundo?

No hay duda de que los países han implementado las medidas que se han considerado pertinentes, pero ¿cuál es en realidad el saldo a favor de la prevención?, ¿no valdría la pena replantear la contingencia desde el principio?

 Para concluir, ¿se gana algo con una política aislacionista y restrictiva?, ¿tiene sentido lo que parece una purga en el aspecto económico y generacional?, ¿es útil aplicar medidas que huelen a maltusianismo trasnochado?, ¿La política mundial está controlada por la industria farmacéutica y, por tanto, del gran negocio transnacional de los medicamentos?

En un contexto internacional en el que algunos advierten los rasgos de una especie de imperialismo sanitario, no estaría mal conceder el uso de la voz a los profesionales independientes de la biología, la economía y la ecología, en beneficio de una sociedad cada vez más fraccionada por la manipulación, el miedo y la ignorancia.