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sábado, 4 de diciembre de 2021

El bicho de todos tan temido

 “La nutrición óptima es la medicina del mañana” (Dr. Linus Pauling).

 

Pues gran alboroto en las filas de la oposición delirante y soponcio del ala conservadora que ya no ve lo duro sino lo tupido. AMLO nuevamente llena el Zócalo de CDMX sin despeinarse, con aires de hazaña cotidiana, algo así como cepillarse los dientes o anudarse las agujetas del calzado.

Algunos miembros de la prensa reportan más de 200 mil asistentes que desbordaron la plancha de la mayor plaza del país y saturaron las calles aledañas, expectantes, gustosos de ser parte de algo que sólo se explica en los marcos de la empatía y la coincidencia (https://www.jornada.com.mx/2021/12/02/politica/006n2pol).

Desde luego que los muy dignos y atildados integrantes de la derecha nopalera pusieron el grito en el cielo y al son de himnos de rancio aroma fascista estallaron en advertencias de acarreos, fraude, pequeñez protagónica y otros de igual inutilidad política frente al Pueblo, ese extraño bicho de todos tan temido.

La gente de a pie sonríe y aplaude, y sigue su camino en una cotidianidad que se renueva a cada paso, en cada acto de resistencia al pasado, en cada avance hacia el futuro que se construye con el entusiasmo de todos.

Por otra parte, los esfuerzos de una reacción casi decimonónica, como si robar al pueblo y servirse del cargo público y el erario para fines personales fuera la salvación de la Patria, se estrellan en el muro de las nuevas realidades que no entienden o no quieren entender.

La corrupción ahora se viste de corrección política, de guardar las formas, de acartonar el discurso y retardar la acción penal contra los depredadores, malandros y parásitos de cada sexenio; los pretextos pueden ser muchos: la vacunación en marcha, el desabasto de medicamentos oncológicos, las nuevas obras de infraestructura en comunicaciones y energía, las becas y apoyos para adultos mayores, para discapacitados, para jóvenes estudiantes y desempleados.

El dinero público que sirve para resolver problemas sociales es poco redituable para las sebosas fortunas personales, para el empresariado parasitario, para las prostitutas legislativas y el cabildeo en favor del capital, a costa del trabajo.

En medio del jaloneo político, apenas reconocido como forma de lucha entre el capital y el trabajo, entre la clase proletaria y la burguesa, se asoma la cabeza de una nueva variante del virus con el elegante y llamativo nombre de Ómicron. Ahora el miedo estrena nombre y, posiblemente, una nueva letalidad que alimenta la histeria y la manipulación informativa.

En un medio en el que la comida industrializada gana terreno a la alimentación tradicional de origen natural, la fantasía epidemiológica se refuerza y deja de lado, como parece ser, algunas evidencias concretas pero sustanciosas: tenemos vacunas que no inmunizan porque se puede seguir contagiando y desparramando el virus; se necesitan refuerzos cada tanto porque las dosis pierden efectividad y de dos pasan a tres y más las aplicaciones necesarias; se habla de mutaciones a cada paso mientras se niegan principios fundamentales de la biología, entre otras curiosas novedades.

Queda claro que las medidas juzgadas necesarias e imperativas rozan los límites del autoritarismo y la negación de derechos sociales en aras de “proteger la salud de la población”; se aíslan países enteros como si un virus se pudiera detener en alguna aduana o frontera; se cierra la economía total o parcialmente por razones de salud pública; se limita la movilidad y se genera desempleo.

Lo curioso del caso es que casi nadie repara y ve críticamente estas situaciones y se insiste en que vamos por el camino correcto en términos preventivos pero sin contestar puntualmente ciertas preguntas: ¿se ha aislado el virus?, ¿es ético considerar obligatoria la aplicación de una substancia experimental?, ¿se puede llamar vacuna a una substancia que no proporciona inmunidad, es decir, que no evita la enfermedad?, ¿resuelve algo paralizar la economía nacional o regional?

Sin duda una de las armas más efectivas para prevenir enfermedades es la vacuna, pero hasta la fecha no se ha visto que esto ocurra en el caso de la enfermedad Covid-19. En este caso, ¿cuál es el plan de salud para México, la región y el mundo?

No hay duda de que los países han implementado las medidas que se han considerado pertinentes, pero ¿cuál es en realidad el saldo a favor de la prevención?, ¿no valdría la pena replantear la contingencia desde el principio?

 Para concluir, ¿se gana algo con una política aislacionista y restrictiva?, ¿tiene sentido lo que parece una purga en el aspecto económico y generacional?, ¿es útil aplicar medidas que huelen a maltusianismo trasnochado?, ¿La política mundial está controlada por la industria farmacéutica y, por tanto, del gran negocio transnacional de los medicamentos?

En un contexto internacional en el que algunos advierten los rasgos de una especie de imperialismo sanitario, no estaría mal conceder el uso de la voz a los profesionales independientes de la biología, la economía y la ecología, en beneficio de una sociedad cada vez más fraccionada por la manipulación, el miedo y la ignorancia. 

 

  

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno

Cherman dijo...

Pura verborrea de mala calidad.

Unknown dijo...

Excelente tu análisis, tratando dos temas trascendentes, como el político y la lucha contra un bicho como el covid y sus variaciones. Es lógica la carencia de una va cv una definitiva, ya que no se conoce a fondo el virus, que trae de cabeza a todo el mundo. ¿Malthusianismo? Tiene un fuerte olor, más no estoy tan seguro de ello, ya que le pega duro a la ganancias del gran capital.