Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

sábado, 31 de diciembre de 2022

Que el año se nos fue

 “La política suele encargarse de que la verdad fracase” (Yukio Mishima).

 

Mientras leo que el Papa Francisco dedica sentidas palabras por la paz en Ucrania y porque la comida no sea un arma de guerra, como pidiendo un milagro que cambie la voluntad de los impulsores de la desgracia de ese país y de cualquiera donde haya algún “interés estratégico” o de “seguridad nacional” para nuestros vecinos del norte, pienso en la fragilidad mundial frente al imperialismo anglosajón y que, entre bombazos y buenos deseos, el año se nos fue.

Resulta que Estados Unidos escribe la historia contemporánea a golpes de dinero y afanes intervencionistas, con el mismo ánimo conque el Grinch sabotea la Navidad y pinta un panorama opuesto al entusiasmo generalizado de temporada y, aunque se ve raro que la democracia sea administrada e interpretada puntualmente por un solo país, el vecino del norte actúa como si fuera el dueño del negocio y titular del ministerio de la moral universal.

A pesar del discurso incluyente la democracia solo funciona entre iguales, y la igualdad se da principalmente por compartir características físicas, creencias, origen, lengua y, sobre todo, intereses económicos similares respaldados por recursos financieros y militares suficientes, lo cual divide por fuerza a los miembros de una sociedad y, a fin de cuentas, de la humanidad: hay ciudadanos de primera, de segunda y de tercera, por decir algo. En este tenor, los países de segunda y de tercera se convierten en reserva “estratégica” y área de amortiguamiento de los primeros.

Así pues, los “WASP” (White, Anglo-Saxon, Protestant), es decir, los blancos, anglosajones y protestantes se asumen como la cúspide de la cadena alimenticia capitalista, designados por la divina providencia para servir como depositarios de los bienes terrenales y espirituales del hombre. Véase, por ejemplo, el caso de Inglaterra en la construcción de su periferia colonial y, desde luego, España y Portugal, cuyos dominios abarcaron la hoy Latinoamérica y más allá.

Tenemos países que fueron colonias y que, pese al tiempo transcurrido desde su independencia, siguen formando parte del menú de opciones digestivas de sus antiguas metrópolis, y otros que habiendo sido colonia mantienen vigentes, corregidas y aumentadas las costumbres metropolitanas, donde destaca el caso de los vecinos del norte respecto a su “patio trasero” geopolítico en el que juegan a ser los salvadores de la humanidad ensayando vacunas, sustancias y mecanismos donde se incluyen virus y bacterias, costumbres y cultura, valores y principios, organismos genéticamente modificados y reglas de comercio, entre una amplia variedad de medios de control, subordinación y vasallaje.

Un caso reciente de subordinación y control es el que se refriere al maíz transgénico y al glifosato, que los gringos insisten en vender a México porque sus empresarios “no están dispuestos” a abandonar estos productos “porque les ocasionaría un daño económico”, de suerte que la basura transgénica debe ser aceptada por los mexicanos, so pena de tremendas sanciones por violar el tratado de vasallaje político-comercial conocido como T-MEC, antes TLC, y la consecuente decepción por tener un “traspatio” que protege su interés nacional.  

Algo así como la demanda que promueve quien da de puñetazos a su vecino y lo acusa de haber raspado y manchado de sangre sus nudillos.

En este contexto, ¿por qué México debe comprar maíz y otros productos que bien puede sembrar en su territorio, por su propio interés y en armonía con sus tradiciones productivas? ¿A quién le interesa que se tenga dependencia alimentaria? ¿De qué tamaño son los productores locales que prefieren trabajar para el extranjero antes que para su país? Pues como diría el clásico, lo que no suena lógico, suena metálico.

En el mismo sentido, ¿para qué sirve un “tratado de libre comercio” que no permite la libertad de comprar o vender lo que sea necesario, sin cuotas ni obligaciones impuestas que sólo responden al interés de una de las partes? ¿Por qué comprar en el exterior algo que se puede producir?

Cualquier país debe tener el derecho de vender sus excedentes y comprar sus faltantes en donde los haya, sin imposiciones ni “reglas” que afectan su capacidad de decisión soberana, si realmente se quiere un régimen de libre comercio sin simulaciones.

Es claro que Latinoamérica y el Caribe deben formar una sólida alianza frente la amenaza del Norte, y México debiera asumirse como una de las líneas de defensa de la identidad y los intereses latinoamericanos que, como lo demuestra nuestra historia común, no son y posiblemente nunca serán los mismos que los de los anglosajones, y hacer lo posible por dar viabilidad a la idea de este espacio de fortaleza y encuentro entre iguales.

En este contexto, tratar de revivir la intervencionista “Alianza para el Progreso” (1961-70) con Kennedy o la iniciativa “América Crece” (2019) de Trump, y ampliarla en forma de una especie de “alianza” continental donde naden tiburones con sardinas, no sólo es absurda, sino que contradice nuestra historia y la necesidad de un mundo plural, multipolar y libre de la hegemonía del norte anglosajón.

Ya es tiempo de que la América Latina, Asia, África y la misma Europa decidan su propio destino, sin guerras, sin sanciones, sin manipulación de los medios informativos, sin campañas de desprestigio internacional, sin intervenciones maliciosas en los asuntos domésticos, sin campañas de desestabilización ni patrocinio de golpes de estado.

Que lo anterior sea el propósito del nuevo año: un mundo donde prive el respeto al derecho ajeno para que haya paz. Quizá el lamento del Papa tenga relación con la necesidad aquí planteada. Ojalá.   


sábado, 24 de diciembre de 2022

Con pie de igualdad

 

“Igualdad de derechos para todos, privilegios para nadie” (Thomas Jefferson).

 

Avanza la colocación de árboles de navidad y la parafernalia propia del caso, en medio de llamados al escepticismo invernal producto de la pluralidad; es decir, de las diversas formas de entender que “no somos nada” y que debemos dar gracias por conservar el alma pegada al espinazo, sea en la ruta del cristianismo o de cualquiera de las opciones que presenta la historia occidental y más allá.

Lo cierto es que el solsticio de invierno (21 de diciembre) da la voz de arranque para el frío oficialmente instalado en nuestro hemisferio y la serie de películas, series y videos que conmemoran la consagración invernal del American Way of Life; es decir, los motivos que provocan los sentimientos consumistas que nos invaden cada ciclo anual y la imagen edulcorada de lo que debemos sentir y apreciar, hasta parecernos lo más posible a esos ejemplos de la blanquitud anglosajona que sirven de inspiración en las navidades porque, ¿qué haríamos sin Hollywood?

El espíritu navideño sin relación con el gran comercio internacional de dulces, chocolates, adornos de temporada, postales con paisajes nevados y colores donde predomina el rojo, el blanco y el dorado es algo que escapa de la imaginación formateada en los medios de comunicación convencionales.

Por otra parte, el placer de regalar es tan versátil como lo son las circunstancias, de suerte que lo mismo puede darse un teléfono celular, computadora, una despensa, ropa de invierno, un sistema de misiles Patriot, helicópteros artillados, inteligencia militar satelital para la localización de posiciones enemigas o nuevas y crecientes “ayudas” económicas.

Esto último se ve claro con el arsenal y los recursos económicos, comerciales y políticos que la generosidad del vecino Biden ofrece a la lejana Ucrania, pozo de corrupción y criminalidad disfrazada de soberanía amenazada por la nación rusa.

Pero en tiempos en los que estruendo de los bombazos se mezcla con los sonidos de los villancicos y las palabras de paz “a los hombres de buena voluntad”, México no se queda atrás y va por la apuesta de crear una zona donde la utopía se convierta en acuerdo de una América unida y armónica, con unidad de propósitos y donde el trato sea “en pie de igualdad” según propuesta del presidente López Obrador a Joe Biden (La Jornada, 21-12-2022).

La historia, madre y maestra, nos enseña lo contrario cuando se trata del furor anglosajón por apoderarse y controlar los bienes terrenales y culturales del resto del mundo, y demuestra que los tiburones cuando nadan con sardinas lo hacen con propósitos digestivos.

El trato con “pie de igualdad” es una bella reinterpretación de la realidad vivida en Latinoamérica, Asia, África y la misma Europa en su relación con Estados Unidos, porque lo real es que los gringos tratan con el pie a todos por igual. En ese sentido sí hay pie de igualdad.

Si se les ofrece participación en la explotación y aprovechamiento del Litio, de la infraestructura aduanal, portuaria, energética, entre otras concesiones y prácticamente complicidades estratégicas, en la lucha por las ventajas territoriales ligadas al “nearshoring” acicateado por la guerra provocada por Occidente en Europa del este, es claro que el T-MEC tendrá una mayor utilidad para fines de estrategia militar y comercial en el actual contexto bélico.

Lo curioso es que la sintonía de la entidad mediante el Plan Sonora con los proyectos tecnológicos que se llevan a cabo en Arizona, sirve para visualizar una relación estratégica de apoyo a una economía que no es la nuestra, donde se formalizan los ejercicios natatorios de los tiburones con las sardinas y pareciera que México está proponiendo la apertura de la despensa latinoamericana a las mandíbulas del norte.     

Si se espera que a los vecinos del norte les vaya bien en la pugna económica y política mundial para que nos vaya bien a nosotros, sería algo así como esperar a que los ricos se hagan más ricos para que algo nos gotee en el sur de la frontera y en los estratos de uno a tres salarios mínimos. Lo anterior es una forma típicamente neoliberal de ver la economía, después de todo unipolar.

Abrir la puerta de las inversiones a unos y cerrarla a otros no es precisamente una actitud favorable al libre comercio y sí una forma facciosa de apoyo a unos en detrimento de otros. México parece inclinado a favorecer tratos comerciales en la lógica de los intereses de EEUU, con lo que la posición pacifista y “ecuménica” de la política exterior sufre un severo mordisco a su integridad y congruencia.

Sigo pensando que la mejor utopía, anclada en nuestra historia, es que México debe mirar al sur, unirse y comprometerse sin ambigüedades con la América Latina y el Caribe, y luchar unido con los demás integrantes de la Patria Grande, no sólo en materia de asilo coyuntural, del trato humanitario a los migrantes, de respaldo político a tal o cual gobierno de la región, sino en la construcción y fortalecimiento de mecanismos integradores en lo económico y político, y estoy de acuerdo con la idea de que la mayor expresión del crimen organizado son las transnacionales. A México y a los demás nos consta y, sin embargo, se les siguen dando concesiones.

La paz navideña, para ser, puede pasar por Hollywood, pero sobre todo debe hacerlo por tierras yaquis, seris, purépechas, rarámuris, mayas, por nuestra historia latinoamericana compartida y por compartir. La navidad para ser auténtica debe tener raíz e historia, y no ser un traje rentado a la hora de tomarse la foto familiar.

 

 

sábado, 17 de diciembre de 2022

Se aparenta que sí, pero resulta que no.

 “Las personas no son ridículas sino cuando quieren parecer o ser lo que no son” (Giacomo Leopardi).

 

Diciembre huele a futuro pero envuelto en pasado, como si fuera un bebé abrigado con prendas viejas, con memoria que esparce su olor al ambiente, sin recato, con desparpajo, con la actitud de quien le vale gorro el qué dirán (“ande yo caliente y ríase la gente…”).

El frío documenta el optimismo de unas navidades rociadas con bebidas alcohólicas, sin nada de diluciones terapéuticas que medio maten microbios emocionales y nada de remordimientos anticipados. Las ropitas invernales calientan el aburrimiento citadino mientras fluyen por las calles con ocultamiento de epidermis… o casi.

Salí a caminar por las calles del centro y me encontré en medio del tropel vacuno y caballar del tránsito por las aceras plagadas de pequeños baches conmemorativos, algo así como heridas de bala en la batalla por llegar primero o, simplemente, saber llegar.

La masa transeúnte divaga sobre el destino al cual dirigirse con tan firme determinación que suena a decisión tomada, a consigna militar que se abre paso entre la indolencia del que camina nomás porque tiene piernas y una breve noción de su ubicación geográfica. La zombificación urbana es un fenómeno reconocible, si usted se fija.

La gente es curiosa. Aparenta ser un ejército uniformado de originalidad, de personalidad desarrollada o en el proceso socialmente aplaudible de llegar a ser y, para regocijo de los impulsores de la diversidad, resulta una copia de sí mismo, en medio de la imposición de lo políticamente correcto, de la aceptación vacuna de lo que viene del norte global.

La masa (cuando no es Maseca) se convierte en un concepto sociopolítico que despide aroma a trapos viejos, a nalgas y axilas sin más aseo que la loción que quita los males del mundo gracias a la distracción olfativa, a la discreción abrigadora de las prendas invernales, a la confusión callejera de los muchos que circulan y que ocultan la singularidad del individuo para bien de la imagen pública convencional, que no admite disidencias ni matices: “si tocan a uno, tocan a todos”.

El centro de la ciudad luce decembrino, tan anodino como siempre pero con algo de la decoración que vemos en las películas de Hollywood, con villancicos anglosajones, con cancioncillas de memoria española, con promesas de paz y bienestar que se repiten año con año, con gente que hace las compras con fervorosa prontitud, “antes de que se acabe”.

Es reciente el día de la virgen de Guadalupe, y las huellas de nuestra convicción guadalupana aún se pueden ver embarradas en el pavimento, en el camino al cerrito conmemorativo, en la publicidad y en las ofrendas y mandas cumplidas o por cumplir con abonos chiquitos para pagar poquito. El fervor se huele y se toca, como los elotes cocidos y los picos de gallo, como el champurro y los churros, que marcan un hito estacional en el antojo ciudadano.

La temporada alienta expectativas y relaja los ánimos y las animosidades acumuladas durante el año, como árnica o Iodex emocional, con sus excepciones, entre las que destacan las de la oposición neoliberal de guarache, que truena como pedo de borracho cada vez que AMLO anuncia alguna reforma o acción de gobierno.

Pero volviendo al asunto, la calle ofrece una buena colección del actual folclore plastificado, de tatuajes en homenaje a la uniformidad de una subcultura que de marginal saltó de los brazos de la mercadotecnia a las primeras planas de la piel humana.

Chicas de piel tersa buscan el remedio a su belleza en el tinte cutáneo que oculta tersuras y motivos de elogio. La fealdad y la vulgaridad triunfan sobre la naturaleza, sobre los genes que tienen alguna connotación estética, pero la maximización de la escatología cutánea son las tintas plasmadas en adiposidades al borde de un ataque de celulitis.

Lo curioso del asunto es que las gentes morenas insisten en colorear su epidermis en tonos oscuros, como un homenaje al misterio de lo indiscernible, a lo ignoto e indescifrable en la piel que difumina el contenido impuesto, que diluye cualquier disidencia original y evidente, con lo que conserva su encanto lo desconocido.

Leo el periódico y me maravillo con la atinada previsión del subsecretario López-Gatell, que dice que la vacuna contra la influenza debe ser aplicada sólo a personas mayores, embarazadas y niños menores de cinco años, excluyendo a los adultos jóvenes que tienen autorización de enfermarse sin problemas.

La aclaración sanitaria dice que los vacunados se pueden enfermar, pero “evitan los cuadros graves o fatales de la enfermedad”. Igual pasa con la vacuna para el Covid. En otras palabras, usted se vacuna, pero no se inmuniza, lo que parece ser la confesión de que la “vacuna” no lo es tanto, sino que es algo que más bien le da ánimos para cursar la enfermedad con cierto grado de optimismo.

No hay duda que la industria farmacéutica moderna hace milagros, entre ellos el de lograr que se cambie el significado de los conceptos y, entre otras cosas, dejar que nos convenzan de que es mejor la “seguridad” que la libertad. Con ello triunfa el surrealismo médico y la fascinación farmacológica.

Así pues, las cosas no son lo que parecen, y la salud pública es parte del juego del mercado, donde se aparenta que sí, pero resulta que no.

Cierro estas divagaciones cuando recibo la noticia de que se aprobó el Plan B electoral del presidente, con el consiguiente ataque de diarrea, amenazas y maldiciones de la oposición. Me gana la risa.


sábado, 10 de diciembre de 2022

El garrotazo municipal

 

“La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda lo son hoy” (Mahatma Gandhi).

 

Una protesta pacífica frente a una dependencia del Ayuntamiento de Hermosillo sirvió para demostrar que los uniformes sirven para identificar a una manada de bípedos con ganas de estrenar acreditaciones, cursos de relaciones públicas, urbanidad y buenas maneras en el trato con los ciudadanos, además de nociones de derecho, incluyendo el uso ético de los toletes, macanas o cachiporras, según se vea.

El zipizape escenificado por “la autoridad” relanzó la figura y la lucha de los pensionados y jubilados del H. Ayuntamiento presidido por el sonriente y mediático “Toño” Astiazarán, alcalde impulsado por el licuado político-electoral del momento, en el que forman los azules, los rojos y los amarillos en promiscua alianza.

Jaloneos de ropas y mantas, airadas expulsiones de saliva, adjetivos calificativos de la acción uniformada, exigencias adobadas por la fatiga respiratoria, jadeos y otras muestras de un ánimo caldeado por la refriega nos muestran que, detrás de la sonrisa del alcalde hay dientes que siguen masticando (sin tragar) a los veteranos quejosos.

Las quejas de los jubilados han trascendido, han llegado hasta los ilustres y democráticos oídos de la autoridad estatal, despertando una vaga noción de solidaridad mediante la muy empática promesa de interceder a favor… mientras que el tiempo relativiza las cosas y difumina el contexto.

Así pues, cuerpos tirados en la antihigiénica superficie pavimentada, adrenalina al dos por uno y miradas entre fieras y maravilladas por el espectáculo grotesco del ejercicio desproporcionado de la fuerza policial. Tremenda hazaña: agredir y humillar a un grupo de personas de la tercera edad… y que se grabe y suba a las redes sociales.

La autoridad municipal, ni tarda ni perezosa dijo a los medios que “se va a investigar”, en una maniobra que da vergüenza cívica por estar disfrazada de interés por la justicia y las buenas maneras.

Diga usted si no suena bofa la promesa de indagar el grotesco espectáculo en referencia: primero se les priva de derechos adquiridos contractualmente gracias a la complicidad de su dirigencia sindical; luego, se les trata de engañar al intentar cambiar prestaciones sociales por limosnas selectivas que solamente buscan dividir y distraer a los extrabajadores.

Se les empuja a un litigio sórdido y largo mientras que las autoridades intentan sacar a los trabajadores activos tanto del ISSSTESON como del INVONAVIT mediante figuras sustitutas que únicamente sirven para “generar ahorros” eliminando derechos y poniendo a los trabajadores y sus familias en estado de indefensión social y laboral.

¿Repartir sonrisas y posar para las fotos un día sí y otro también resuelve el problema de la protección laboral y el respeto a las obligaciones propias de la seguridad social a que está obligado el gobierno municipal?

¿La desesperación y dolor de los pensionados y jubilados del Ayuntamiento no son merecedores de una respuesta humana, legal y solidaria? ¿El Ayuntamiento busca ser una isla al margen de las promesas de justicia, respeto y equidad que enarbola la 4T en Sonora?

Mientras tanto, queda demostrado en vivo y a todo color la insidiosa y ridícula forma en que pretenden “gobernar” los espantajos que forman en las filas de la oposición Prianista, ligada ideológicamente a las calenturas trasnochadas de Claudio X y el fascismo de guarache.

Pero, por fortuna, algunas organizaciones sociales y grupos solidarios se están pronunciando en apoyo de los trabajadores retirados del servicio municipal, compartiendo su indignación y exigiendo respuesta a sus demandas.

Queda claro que el manejo mediático y las utilidades del Fotoshop no resuelven la grosera actitud del gobierno municipal contra ciudadanos de la tercera edad, que reclaman justicia y el reconocimiento de derechos adquiridos durante su vida laboral al servicio de Hermosillo.

Que haya más seriedad y respeto. La ciudadanía hermosillense no está para aplaudir ni disculpar garrotazos municipales.

 

 

 

viernes, 2 de diciembre de 2022

La marcha y los ánimos nacionales

 “La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado” (Eduardo Galeano).

 

Aún se arremolina el polvo de la megamarcha del domingo 27, convocada por el presidente López Obrador. Aún se siente el calor de una multitud potenciada por la emoción del fútbol, del desempeño del peso, nuestra moneda nacional que parece que la crisis internacional le hace lo que el viento a Juárez, del ingreso personal que parece sonreírle al ciudadano con el 20 por ciento de aumento en el salario y la promesa de festejos donde, según se ve, el cubrebocas y la paranoia de los contagios se arrugará entre libaciones y luces navideñas.

Pues ahora sabemos que la oposición a AMLO se retuerce como lombriz de tierra o, diría el chilango, como tlaconete en sal. Lo que sea más retorcible y lastimoso. También sabemos que las heridas producto de la ideología generan llagas purulentas que se traducen en aspiraciones presidenciales, como lo puede atestiguar el senador Monreal, coqueto personaje que ni es de aquí ni es de allá, sino todo lo contrario.

Mientras que Morena, el movimiento que no acaba de ser partido, se convulsiona de risa cuando no de coraje por la repentina revelación de un elenco agusanado de trepadores electorales, ganado en la campaña presidencial y engordado en el trayecto hacia la siguiente, las voces de los auténticos militantes se escuchan cada vez con mayor fuerza en un ¡ya basta!, que promete ser épico en la medida de su autenticidad.

La oposición prianista-pedorrista-emecista, arracimada en una especie de mazacote político-prostibulario se guiña el ojo a sí misma, y se pone exigente cuando el galán Monreal se acerca con intenciones lúbricas y concupiscentes, como si la castidad fuera auténtica, como si la blancura inmaculada de sus presunciones discursivas fuera convincente para los ciudadanos escuchas, que marchan acarreados por su convicción de “nunca más otro gobierno del Prian”.

Así pues, viudos de su propio pasado, las hilachas partidistas se anudan y se desanudan en un lío patético que, lejos de atraer a los votantes y marchantes de fin de semana, los ahuyenta asqueados como lo hace la mierda embarrada en las instituciones del neoliberalismo, no por accidente o vandalismo, sino porque finalmente están revelando su esencia.

La marcha de López Obrador fue festiva, alegre y multitudinaria, sin comparación alguna con la marcha de la derecha zombificada y sus empleados domésticos, sus obligados aspirantes a torta o a dinero contante y sonante, que sirve para tapar conciencias y llenar huecos alimenticios del precarismo laboral.  

Pero, ¿para qué sirve ser oposición si no se tiene una red de relaciones que huela a dinero y flatulencias empresariales? ¿Qué sería de nuestros autóctonos amigos del pasado de privilegios y pomposas muestras de corrupción sin el apoyo solapado, vergonzante y bajuno del Imperio norteño y de la prensa alcahueta con ánimos de fichera?

Lo que se ve como seguro y cierto es que la marcha es un síntoma y sus expresiones festivas y solidarias son el signo evidente de que el presidente y su proyecto no están solos; aunque, según se alcanza a ver, Morena y su parasitosis electoral se cuece aparte.

Esperemos por el bien del proyecto transformador que, a pesar de las limitaciones impuestas por los gobiernos neoliberales que empeñaron al extranjero hasta la camisa nacional (que pactaron con el Norte global un tratado comercial que permite la injerencia de los vecinos en cuestiones de nuestra casa, que encadena a la nación a intereses que no son necesariamente los nuestros), se pueda seguir adelante, con pasos y convicciones firmes, en la tarea de liberar al país y rescatar el espacio económico y político nacional. 

México debe ser para los mexicanos, sin parasitismos ni abusos extranjeros que sangren el patrimonio y nos conviertan en colonia de explotación, o un protectorado aplaudido por traidores carroñeros.  No puede haber una relación con el exterior sin respeto a la soberanía y al dominio nacional sobre sus recursos. En cualquier caso, las relaciones con el exterior deben ser respetuosas y justas.

Ahora, si hablamos de democracia y respeto a las instituciones, seguramente la marcha del domingo 27 llena con generosidad y plenitud las expectativas del pueblo que participa y grita su entusiasmo, no su odio mezquino a los cambios, porque el pueblo es el motor y la esencia de la transformación nacional que, como es lógico y deseable, crea y recrea el marco institucional que la contiene y representa.