Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 26 de abril de 2024

SE HACE BOLAS EL ENGRUDO

 “La esperanza de un mundo seguro y habitable recae en disciplinados inconformistas que se dedican a la justicia, la paz y la fraternidad”: Martin Luther King.

 

Al momento de redactar esta nota, la Universidad de Sonora seguía en huelga y acababa de realizarse una marcha masiva donde con la concurrencia de sindicatos solidarios se reclamó a la autoridad competente, en caso de haberla, prestar atención a las demandas de los trabajadores en huelga, pensando en la proximidad del plazo fatal para que el sindicato de los académicos, el STAUS, decida si va a poner las banderas de huelga enseguida de las del STEUS.

Mientras los académicos universitarios reclaman transparencia en el manejo presupuestario, en la asignación de plazas originalmente académicas pero atraídas por la administración, veracidad en las declaraciones de las autoridades, y justicia para el sindicato actualmente en huelga, aflora el dato de que hay trabajadores manuales y administrativos que perciben mensualmente menos del salario mínimo, lo que nos coloca en las condiciones laborales casi porfirianas que rebelan precariedad, además de un tabulador sin actualización donde los puestos de trabajo no guardan la correspondencia esperada con los niveles salariales.

Se pudiera decir que la huelga obedece al reclamo urgente de que las autoridades dejen de jugarle el dedo en la boca a los trabajadores, que haya respeto por el contrato colectivo de trabajo, que se evite la creación de “castas doradas” o camarillas privilegiadas que impiden la justicia laboral y la transparencia al interior de la administración y los sindicatos.

Por otra parte, la fuerza sindical debe canalizarse en favor de los trabajadores agremiados y en congruencia con los intereses colectivos representados en los contratos colectivos, sin simulaciones ni mecanismos de censura o exclusión, al margen de las normas laborales y estatutarias.

Un aspecto importante es el que las marchas no sólo sean recursos mediáticos que sirven para satisfacer la necesidad de legitimación de las dirigencias, sino que sean la expresión de un movimiento serio, sólido y militante en favor de los trabajadores.

No hay duda que la paz laboral se logra con el cumplimiento de los acuerdos entre la parte patronal y la representación de los trabajadores, y no con la ausencia de sus manifestaciones. La paz porfiriana hace mucho que se superó gracias al movimiento revolucionario de 1910-17, así que el actual gobierno debe refrendar su compromiso con la clase trabajadora y sus familias, respetando la ley y los contratos colectivos.

En otro asunto, resulta por lo menos curioso que el gobierno de los Estados Unidos siga mandando miles de millones de dólares en apoyo a Ucrania e Israel, al mismo tiempo que lamenta las muertes de civiles y la devastación de la asediada Franja de Gaza.

De la misma forma en que se reprimen violentamente las protestas de estudiantes universitarios en contra de la guerra que patrocina el gobierno de Joe Biden que no tiene empacho en declarar que su apoyo económico va en beneficio de su industria armamentista, de la seguridad de Estados Unidos y del mundo.

Llama la atención que, en el plano nacional, la oposición señale que la reforma a las pensiones es un atraco, siendo que se trata de revertir el daño causado por la privatización neoliberal de las pensiones, el abuso de las administradoras de los ahorros de los trabajadores y de la propia banca metida en el negocio.

Difícilmente se puede estar en contra de una medida legal en favor de que los jubilados conserven su capacidad adquisitiva porque, finalmente, esos ingresos pensionarios se vierten en beneficio del comercio local y en la calidad de vida de los trabajadores retirados. Pero la oposición neoliberal sin manipulación y terrorismo mediático no es oposición.

Tampoco se puede explicar el gobierno de los Estados Unidos sin los señalamientos condenatorios hacia nuestro gobierno (como puede ser a cualquier otro) acerca de las posibles violaciones a los derechos humanos, la democracia y las libertades, al mismo tiempo que patrocina guerras, viola el derecho internacional y la soberanía de naciones y gobiernos legalmente electos, además de atentar contra los derechos y libertades de sus propios ciudadanos, como lo atestiguan los estudiantes universitarios reprimidos por manifestarse contra la guerra que pinta como un nuevo Vietnam o Afganistán.

El intervencionismo gringo es patológico, absurdo y plenamente intervencionista. Una verdadera ofensa al orden legal internacional y al respeto a la integridad, el régimen interno y la soberanía las naciones. La idea de que son los guardianes del planeta es, por lo menos, una ridícula perversión de carácter colonial anclada en las prácticas abusivas y expansionistas de hace 200 años.

La sociedad requiere un replanteamiento de sus prioridades, un nuevo ejercicio de valoración de cuáles son las coordenadas de la paz y el progreso mundial y decidir entre aceptar acríticamente los caprichos, excesos y pulsiones genocidas de Estados Unidos y socios europeos, o abogar por un mundo multipolar donde sean respetadas la soberanía y valores internacionales, en términos de igualdad e inclusión. Actualmente, una alternativa justa y progresista es la representada por los BRICS.

La moneda está en aire y el mundo debe estar atento a que no se le haga bolas el engrudo. La mecha de la guerra sigue ardiendo y sólo un esfuerzo de cordura y sensatez puede apagarla. 

      

 

          

martes, 16 de abril de 2024

HUELGA... ¿Y QUÉ MÁS?

 

“La justicia es la constante voluntad de dar a cada uno su derecho” (Justiniano).

 

La Unison está en suspensión de labores, las banderas rojinegras de huelga se pusieron en punto de las cinco de la tarde el día lunes 15 de este mes por parte de los trabajadores del STEUS, organización gremial de los trabajadores manuales y administrativos al servicio de la Universidad de Sonora.

La situación ha llamado la atención de los diversos medios informativos y la tropa variopinta de comunicadores y opinólogos está en pleno despliegue de sus habilidades descriptivas e interpretativas, puliendo las respectivas bolas de cristal para desentrañar el rumbo de conflicto, el encuentro de culpables, la naturaleza y monto de las afectaciones, la posible acción de las autoridades involucradas o por involucrar en términos de su competencia.

Por su parte, los estudiantes sin clases levantan la voz a favor o en contra de la huelga, siendo la segunda opción la que comúnmente termina siendo privilegiada por la prensa seria e institucional de siempre.

Los liderazgos estudiantiles de coyuntura, como es natural, claman por la solución del conflicto y acuden a las instancias y espacios propios del caso, como fue la conferencia de prensa del gobernador del Estado el día martes 16, que se convirtió en una cuenta más del rosario argumental del derecho constitucional de los estudiantes a la educación, frente al propio de los trabajadores a la huelga.

En realidad, no hay oposición o contradicción entre un derecho y otro, ya que corren por carriles distintos, por su naturaleza y alcances. En este sentido, resulta artificial y mal intencionado buscar su contraposición.

Por fortuna hay estudiantes que entienden la situación de los trabajadores y el derecho a la huelga como un recurso extremo para el logro de sus demandas, así que no es raro el apoyo estudiantil a los trabajadores. Recordemos que el estudiante de hoy es el trabajador de mañana.

Resulta probable que nadie les haya explicado que el derecho a la educación, así como su gratuidad, deriva de la obligación constitucional a la misma, pero en el nivel básico educativo a cargo del Estado. La educación superior es protegida e impartida por el Estado, pero no es obligatoria, sino opcional.

En cambio, el derecho de los estudiantes universitarios deriva del Reglamento Escolar, que establece los requisitos de ingreso, permanencia y egreso de los alumnos. En este sentido, en caso de huelga, el derecho a la educación subsiste y se reactiva en el momento en que la institución vuelve a la normalidad operativa, y se hace una recalendarización de los cursos en respuesta al tiempo requerido para su culminación.

Llama la atención que el gobernador haya hecho un recuento de las huelgas habidas en la UNISON para decir que nos alejan de la “excelencia”, como si la calidad formativa de la institución dependiera de negar el derecho de los trabajadores.

Insinuar que la calidad educativa depende de la ausencia de conflictos laborales, es tanto como condenar a los trabajadores a la inexistencia social y política que nuestras leyes plenamente les reconocen tras el triunfo de la Revolución sobre el Porfiriato, lo que es, por lo menos, un despropósito y un absurdo.

También lo es afirmar que “el estatuto sindical” establece como requisito que estalle la huelga para iniciar negociaciones, porque parece ignorar que los estatutos de los sindicatos se refieren básicamente a los principios que crean y justifican al sindicato, sus órganos de decisión, sus funciones y los derechos y obligaciones de los miembros, y que los aspectos y procedimientos laborales corresponden, como es lógico, a la ley de la materia.

Por otra parte, considerar que un sindicato que no se va a la huelga es “maduro”, es caricaturizar los intereses laborales, ya que las huelgas no son producto de la “inmadurez” sino de la ausencia de condiciones que permitan llegar a acuerdos y evitar echar mano de este recurso legal y legítimo de la clase trabajadora. Así las cosas, parece que el gobernador está mal informado.

En otro asunto, los trabajadores pensionados y jubilados afiliados al ISSSTESON siguen esperando que “les haga justicia la transformación”, en forma del pago retroactivo del incremento a sus pensiones. Se sabe que este gobierno ha sido sensible a las carencias de este sector de la sociedad, pero la única forma de remontar el rezago es… remontándolo.

 

 

 

viernes, 12 de abril de 2024

EL ASALTO

 “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es paz” (Benito Juárez).

 

Aún crece el moretón que Ecuador ocasionó en la piel de Latinoamérica al asaltar la policía con armas en mano la embajada de nuestro país.

En la peor tradición de los países bananeros el asalto se inscribe dentro del recetario dictado por la CIA o algún otro brazo de la “inteligencia” del Tío Sam, seguido puntualmente en naciones cuyos actores sociales y políticos obran como pequeños tentáculos del cefalópodo mafioso del norte que se autonombra “América”.

A pesar de los hechos y las evidentes violaciones al derecho internacional, tenemos gobiernos que no se atreven a condenar el asalto y llevarlo a las instancias internacionales competentes, en una omisión cobarde que atestigua su sumisión a Washington, y aquí destacan Argentina, Costa Rica, Uruguay y Paraguay.

Llama la atención la reciente visita de la general Laura Richardson, titular del Comando Sur del Pentágono a Argentina, donde el presidente Milei les concede la instalación de una base en la Antártida argentina a cambio de un avión militar. Así de barata es la soberanía y así de obsequioso es Milei.

Lo cierto es que la instalación de cada base gringa en Latinoamérica es un golpe directo a la seguridad de nuestro subcontinente, y una amenaza real a la estabilidad política de nuestros gobiernos. Aquí la pregunta sigue siendo ¿por qué tiene que haber bases gringas fuera de su territorio? ¿Qué razón hay para que tenga “comandos” en el norte y sur de nuestro continente, entre otros emplazamientos militares alrededor del globo terrestre? ¿Los estados nacionales no son libres y soberanos?

El caso en el que la policía asalta una sede diplomática, agrede físicamente a un representante del gobierno mexicano y se perpetra un secuestro a un asilado político es inadmisible y enteramente condenable, sentando un precedente que mancha la diplomacia no sólo latinoamericana sino mundial.

Las ya históricas intervenciones de Estados Unidos en los países cercanos y lejanos a sus fronteras deben ser tomadas con seriedad, y dar pasos firmes hacia la verdadera independencia, libertad y soberanía de las naciones, dejando de lado consideración de evidente tono colonial apenas disfrazadas con el ropaje de “lucha contra en narcotráfico”, “contra el terrorismo”, “por la democracia”, “por el progreso”, “por la cooperación internacional” entre otros subterfugios intervencionistas.

¿Por qué vemos como lo más natural que una potencia extranjera dicte la política económica y las normas de relación social en un modelo cuya uniformidad destruye la riqueza cultural y la diversidad latinoamericana?

¿O que provea de armamento a terceros países y lucre con la muerte y el dolor? ¿O que financie y prepare grupos que difícilmente pudieran escapar a la definición de terroristas, o grupos de la “sociedad civil” que actúan como palancas de desestabilización de gobiernos legítimos?

El atropello ecuatoriano a la embajada de México ha suscitado el azoro y la condena internacional, de tal manera que incluso la OEA y la ONU han deplorado el hecho. Sin embargo, parece difícil que de los dichos se pase a los hechos y que el violentador del derecho internacional sufra las consecuencias.

Quizá la impunidad bajo el manto de ser satélite de Estados Unidos logre que el gobierno de Ecuador se libre de las consecuencias de la acción que se señala. Quizá la ONU, la OEA, CELAC y la Corte Penal Internacional terminen buscando justificaciones y atenuantes, pretextos y dilaciones para no cumplir con lo que debiera ser la defensa de la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, de sus bienes, vehículos y funcionarios.

En un mundo unipolar donde ciertas regiones se consideran traspatio o reserva de recursos naturales y estratégicos, todo es posible. El derecho y la legalidad son chistes privados reservados para la sobremesa entre el hegemón y sus satélites. Los países con aspiraciones de ser libres y soberanos pueden esperar en la antesala.

En este juego de poder transnacional tienen un papel importante las campañas y reclamos sobre la protección “del ambiente”, de las “especies en riesgo de extinción”, de tal o cual producto de exportación “sospechoso de estar contaminado”, de las malas prácticas de pesca, entre muchos otros motivos de intervención, bajo los supuestos del tratado comercial vigente, que actúa como camisa de fuerza geopolítica.

Tampoco hay que dejar de lado la presencia de saboteadores nacionales que hacen nado sincronizado con los conglomerados informativos bajo la mirada de los intereses desestabilizadores de la potencia del norte. La oposición política-electoral presenta particular virulencia sin respetar los límites que marca la ética y los valores nacionales. La traición y la mentira flotan en el aire.

Es deseable que la comunidad latinoamericana y caribeña recupere, reconstruya y fortalezca los fundamentos de su identidad y haga del desarrollo la expresión de su voluntad independiente, que fortalezca sus lazos de hermandad y respetuosa convivencia, que avance en el camino de la multipolaridad y la soberanía poniendo un alto definitivo a la densa red de complicidades y argucias de índole neocolonial.

El asalto en Ecuador no sólo afecta la soberanía de México, sino que representa la obscena y cobarde cara del intervencionismo unipolar y de cómo la diplomacia y el derecho sólo pueden tener sentido y valor cuando se defienden. Ya basta.

  

viernes, 5 de abril de 2024

LA NUEVA MALDITA PRIMAVERA

 

“Las cosas que aborrezco son sencillas: la estupidez, la opresión, la guerra, el crimen, la crueldad. Mis placeres son escribir y cazar mariposas” (Vladimir Nabokov).

 

Muchos siguen horrorizados por los acontecimientos en Europa Oriental, y azorados pretenden entender el por qué del conflicto bélico entre Ucrania y la Federación Rusa, donde el malo de la película es, obviamente, Rusia, puesto como país agresor y enemigo de la democracia según el evangelio del Tío Sam, ignorando olímpicamente el contexto histórico, el fin de la guerra fría y, desde luego, los acuerdos de Minsk y la mano del Departamento de Estado.  

Otros no salen de su asombro al enterase de que se recrudece el conflicto palestino-israelí con un saldo de decenas de miles de muertos y contando.

El caso es que diariamente nos encontramos con una buena cantidad de notas informativas que pintan la primavera con colores más que sombríos, y las promesas de renovación parecen esfumarse en cuanto las expectativas optimistas de temporada se ponen en contacto con una realidad que va en sentido contrario.

A estas alturas del conflicto, es impresionante el número de consumidores de prensa que creen que el choque ruso-ucraniano empezó hace dos años por una invasión que escandaliza las buenas conciencias y convoca al mundo a enderezar sus baterías contra el agresor designado.

Los miles de millones de euros y dólares “en favor de la democracia y las libertades” se traducen en los hechos en una sórdida dependencia del país defendido hacia sus benefactores, quedando en el plan de estado fallido pero bendecido por los prestamistas internacionales (léase EUA y sus socios europeos) y con el beneplácito de los grandes fabricantes de armas y sus más que complacidos distribuidores.

La guerra en curso es, simplemente, una guerra económica que está arruinando a Europa, desindustrializando y descapitalizando su economía en beneficio de Estados Unidos que, como es usual, tira la piedra y esconde la mano. En este marco, mientras los gobiernos orientan su discurso en favor de las energías limpias, se invierten vidas y dólares en el control del gas y del petróleo.

Ahora, como durante el turbulento siglo pasado, el discurso va por un lado y la realidad por otro, planteando una paradoja que surge de las expectativas de sobrevivencia y de la forma de entender el mercado, donde los hechos debieran tener más peso persuasivo que las palabras.

Por otra parte, la idea de que el conflicto palestino-israelí parte de un ataque terrorista contra Israel resulta tan peregrina como suponer que Estados Unidos lucha por la democracia y los derechos humanos dentro y fuera de su territorio.

Aquí es importante considerar el dominio inglés sobre Palestina tras la Primera Guerra Mundial, y la influencia de la casa Rothschild que hizo posible la emigración y aspiración colonial de los judíos sobre ese territorio, y que fue justamente una decisión occidental apuntalada por Estados Unidos lo que dio por resultado en 1948 la creación del estado israelí, en perjuicio de Palestina.

En este contexto mafioso de falsedades y manipulación informativa internacional, reproduzco el trabajo en verso de Pedro Miguel ilustrado por Cintia Bolio en la revista El Chamuco, número 165, del 12 de enero de 2009, titulado Genocidio en Gaza, que ilustra la vieja intención colonialista de Israel contra Palestina:

 

Ataca Tel Aviv, a sangre y fuego, / las paupérrimas casas palestinas/ y como sus tendencias asesinas/ quedan al descubierto luego luego, / dice, con los escombros a la vista:/ “Aquí el que se defienda es terrorista”.

En los desamparados arrabales / mueren niños, ancianos y mujeres, / y las casa, con todos sus enseres, / incendian los soldados criminales, / pero dice Israel con displicencia, / que todo es legítima defensa.

No hay luz, agua ni gas; no hay hospitales / para curar civiles lesionados; / los pasos de frontera están cerrados, / no hay salidas aéreas ni navales. / En resumidas cuentas, así pasa / y así se vive el holocausto en Gaza.

Aduce Tel Aviv que su designio / es meramente humanitario; alega / que su demostración de furia ciega / nada tiene que ver con exterminio / y aquél que lo critique queda casi / sin remedio marcado como nazi.

Nomás eso faltaba: el asesino / a otros achaca sus horrores / y quiere culminar sin detractores / la matanza del pueblo palestino / que padece la infamia de una guerra / ideada para echarlo de su tierra.

Pues es eso, en el fondo, lo que quiere / Israel con su ímpetu incendiario: / perpetrar un despojo inmobiliario. / Por eso bombardea, mata, hiere, / y pretende que el mundo intimidado, / dirija la mirada hacia otro lado.

 

Como se ve, ni la bronca entre Rusia y Ucrania empezó hace un par años ni la de Palestina e Israel hace unos meses, aunque el común denominador es el sórdido interés occidental de apoderarse del patrimonio ajeno donde destaca el petróleo, a juzgar por la enorme reserva que posee Rusia y la que se encuentra sumergida frente a las costas de Gaza, bajo la mirada codiciosa de Israel, EUA e Inglaterra.

Al parecer, Occidente babea de ambición al contemplar las riquezas y ventajas estratégicas de Eurasia y el Medio Oriente, con aspiraciones de avanzar hacia China y otras regiones. Así pues, la lucha “por la defensa de la democracia y las libertades” tiene como trasfondo la más negra y hedionda de las ambiciones. Despertemos.