Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

martes, 30 de marzo de 2010

Oración del turista

Comparto con usted la siguiente oración (La Jornada, martes 30 de marzo de 2010, columna Dinero), que bien se puede aplicar en la vida cotidiana de cualquier ciudadano, bajo los supuestos del calderonato, fase superior y, esperemos, última del neoliberalismo mexicano:

“San Timoteo, protégeme del tiroteo;

San Antón, cuídame del levantón;

San Efrén, que no me toque retén;

Santa Librada, que no me alcance granada ni rafagueada;

Santa Lucía, que no me asalte la policía;

San Nicanor ocúltame del secuestrador (y también del procurador);

Santa Constanza, que no me toque matanza;

San Primitivo, sálvame del cuerno de chivo”.

Amén.

lunes, 29 de marzo de 2010

Sueños privados

Sí, cuando se trata de proyectar un negocio se sueña y a veces los sueños son en grande. La magnitud depende de la posición en que esté el sujeto, sus circunstancias, las posibilidades reales de incidir en la realidad para ajustarla a eso que se desea fervorosamente y, como todo en esta vida, debe mediar el acuerdo o concertación con otros actores que pueden impedir o facilitar el logro de los objetivos planteados. Cuando se sueña en palacio nacional, las cosas pueden ir mucho mejor que si se hace en alguna casa de barriada en la periferia urbana.

Calderón sueña ─se sabe─ en la futura anexión de México a Estados Unidos, merced al proyecto que nos habrá de ubicar en la posición de ser barrera de contención contra ataques “terroristas”, como un cinturón de seguridad o una muralla de nopal en torno a las tierras imperiales. Los hechos demuestran la viabilidad del proyecto: pasamos desde hace relativamente poco, de una nación sin problemas de terrorismo a otra que sí los tiene. Los ataques contra instalaciones policiacas, evasiones masivas en cárceles, secuestros exprés, levantones y decapitaciones, narco-mantas intimidatorias y asesinatos de personajes de la procuración de justicia, los negocios o las relaciones diplomáticas, hacen el caldo gordo de la inseguridad, de la desconfianza en la propia capacidad para poner orden en el territorio nacional.

Los discursos, bravatas, omisiones y contradicciones que componen la respuesta oficial al desorden, posee el componente de la autoflagelación y la puesta en ridículo de instituciones otrora respetadas: el ejército primero y luego la marina, sustituyen la presencia y la acción policiaca; la duda se convierte en genérico intercambiable en el mercado terapéutico de las inconformidades ciudadanas, mientas que los productos de importación inundan la nación en forma de cuerpos policiacos gringos que concretan la asistencia y colaboración internacional. Lo que queda cada vez más claro es el proceso de penetración de los agentes, políticas, estructuras y mecanismos de control extranjero en asuntos de exclusiva competencia nacional, prácticamente desde el inicio de la gestión federal de Calderón, en forma de acuerdos y promesas en el marco de la Iniciativa Mérida y la Alianza para Seguridad y Prosperidad en América del Norte (ASPAN), ahora “justificados” gracias a las matanzas disuasorias que sufre la nación.

Las tácticas porriles y del gangsterismo gringo, que hicieron de la dinamita y la ametralladora Thompson sus instrumentos predilectos durante el siglo XX, logaron la expansión de los monopolios, la delimitación territorial de los mercados lícitos e ilícitos, como se documenta en la saga de Al Capone y congéneres, sin dejar de lado a los prohombres de Wall Street y las aristocracias de Boston, Chicago, entre otros escenarios comerciales. La pasmosa utilidad del atentado ablandó no pocas estructuras económicas y políticas, logrando la penetración de capitales e ideas en regiones antes inexpugnables y ahora “modernizadas” gracias al poder emprendedor de los sobrinos del Tío Sam. América Latina es ─sigue siendo─ el espacio donde se han escenificado en niveles extremos las batallas de la coacción y el terrorismo capitalista contra la protección constitucional de las naciones de la periferia.
En su momento, Cuba, Nicaragua, Panamá, México, por poner algunos ejemplos, sufrieron la ocupación militar gringa para hacer valer su ambición de control de sus recursos naturales y estratégicos, sin respeto al derecho internacional, sólo la fuerza de las armas y la presión sobre los gobiernos de la región. Pero los tiempos cambian y ahora se imponen los tratados comerciales, los acuerdos o alianzas por la seguridad y la prosperidad, los contratos de préstamos, la asistencia militar o policial y la cooperación o colaboración en áreas estratégicas para los países periféricos. Claro que la añoranza por los viejos tiempos aun nos trae episodios como los no tan lejanos del secuestro de Noriega, el frustrado golpe de estado contra Chávez, la campaña contra Correa, contra Evo Morales y los innumerables esfuerzos por desestabilizar a Cuba y la región latinoamericana que hoy vemos como parte de nuestra relación de “cooperación” con Estados Unidos.

Pero las acciones de convencimiento por la fuerza o la amenaza no pudieran estar completas sin considerar la cooperación o, si se quiere, el trabajo interno que realizan algunos gobiernos, como el de Colombia, Panamá, entre otros donde cabe incluir a México, para lograr el sueño de hegemonía económica, ideológica, política y cultural de nuestros vecinos del norte, al pretender sabotear frontalmente o con disimulo, la iniciativa de integración latinoamericana excluyendo a Estados Unidos y Canadá.

En este sentido, vale mencionar el nombre del plan de la traición a la patria mexicana, pergeñado por el panismo organizado en manos del capo visible Felipe Calderón: Proyecto México 2030, la ruta crítica de la anexión de México al imperio, pasando por el desmantelamiento del sindicalismo, la privatización de nuestras conciencias cívicas, de la educación, la salud y la seguridad social.

Sí, en estos tiempos los sueños privados pueden pasar por públicos, gracias al cínico desparpajo con que se declara la modernidad privatizante en el traspatio del imperio. Pero de la ruta nacionalista hacia el progreso, nada. Nadita de nada. Soñar no cuesta nada, pero actuar en esa dirección, representa el más alto costo para la nación: dejar de serlo.

sábado, 27 de marzo de 2010

Semana santa

Después de una cuaresma altamente prometedora de entuertos y chapuzas, merced a la carestía de la vida incrementada insidiosamente por las medidas a favor del faquirismo nacional, los ciudadanos empoderados con ese tercermundismo que tanto promueven nuestras autoridades, nos disponemos a tomar unos días de necesario asueto. En el mar la vida es más sabrosa y las habilidades náuticas se ponen a prueba en el escenario de los bares, cantinas y tugurios; en los restaurantes, en las carretas que expenden alimentos ricos en grasa, en compuestos orgánicos y minerales no clasificados aun por las artes gastronómicas.

La vida en la contumacia tercermundista puede ser un papalote colgado de una nube, balanceándose de una crisis en otra, de una coyuntura político electoral a la parodia que deviene gobierno emanado de alguna cloaca con registro vigente en la lóbrega mansión llamada IFE, con las prerrogativas de ley para infringirla con mexicana alegría, para bailar jarabes y mazurcas, zangoloteos varios y convulsiones musicalizadas, de acuerdo a las opciones de moda. Nos declaramos ciudadanos cuando el civismo dejó de ser recuento de deberes y obligaciones y práctica concreta de su ejercicio. La ley de gravedad es una excepción en el discurso del gobierno, que desde las alturas supone que las cosas son de menor tamaño, lejanas y ajenas a la marcha de los asuntos nacionales, dispuestos en la cuadrícula de una planeación económica pergeñada por los organismos financieros internacionales en un arranque de esquizofrenia. La lejanía de la realidad es consoladora en un gobierno sin agarraderas, presa de su propia forma de aniquilar expectativas.

Pero, entre decapitaciones y desapariciones forzadas, el gobierno señala la importancia del agua en la generación de consensos, independientemente de que reconoce el problema de la escasez y las necesidades sociales existentes. El líquido vital es un buen argumento de venta para el logro de concesiones, licitaciones, cierre de tratos y oportunidades de negocios a gran escala, auspiciosos de un retiro laboral de lujosas proporciones, a cargo de erario y lubricado con la palanca psicológica de la sed. El agua en Sonora es, hoy por hoy, la manzana de la discordia y el reflejo de una inoperancia gubernamental llevada a extremos. Bien dice el ecologista don Jesús León Santos, cuando señala que no se debe tratar de resolver un problema pensando en lo inmediato, sino en el largo plazo, en recuperar las fuentes del líquido, no solamente trasladarlo y redistribuirlo. La sabiduría del indígena se opone al pragmatismo cortoplacista occidentalizado de nuestras autoridades, que ven el agua como mercancía y su provisión como negocio.

La semana mayor recuerda nuestra falibilidad humana, pero también la trascendencia del hombre, su vocación transformadora, su posibilidad de caer y luego levantarse, en ruta hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de todos, sin distinción. Disfrutemos de unos días de asueto, que sirvan para repensar el qué hacer y el cómo hacer.

De todos modos, recordemos el reclamo de justicia en el caso de la guardería ABC, la defensa del patrimonio nacional y familiar, el apoyo al SME, a los mineros de Cananea y la lucha del sindicalismo independiente.

jueves, 18 de marzo de 2010

La banca comercial

La banca comercial (como si hubiera de otra) se dedica a hacer dinero fácil mediante sus operaciones, apoyada por el marco jurídico que permite el robo a los usuarios de los servicios bancarios. La calidad de cliente condena al usuario a pagar cifras exorbitantes por conceptos tales como “interés gravable”, “interés exento”, “interés moratorio gravable”, “interés moratorio exento”, “comisión por falta de pago”, “IVA por intereses total” e “IVA por comisiones total”, todo ello en una sola cuenta, de manera que la suma de todos los cargos que se da el lujo de aplicar la banca, constituyen una cantidad exageradamente mayor que la que pudiera legítimamente cobrar por los servicios prestados.

La práctica del anatocismo en México es obviamente inmoral, pero el Estado a través de la Suprema Corte de Justicia, da por legal este abuso, creando las condiciones para el robo auspiciado por las propias autoridades contra el patrimonio de los clientes bancarios.

La banca en México es capaz de cobrar por los servicios mucho, pero mucho más de lo que les cobra a sus clientes en otras partes del mundo, incluidas sus matrices, debido a que el gobierno se ha puesto a favor de los excesos perpetrados contra la población por parte de la banca parásita que representa un brazo neocolonial de explotación, habida cuenta el origen extranjero de las instituciones que operan en territorio nacional, así como la política de liquidación a precios de barata de las que antes fueron nacionales y ahora propiedad de extranjeros, que usan y abusan de sus prerrogativas corporativas y de la escasa cuando no ausente moralidad y patriotismo de las autoridades hacendarias.

México es un botín del saqueo extranjero, a ciencia y paciencia de las autoridades gubernamentales. Este hecho contrasta con la defensa que en otros países de América realizan los gobiernos en favor del consumidor y de la propia banca nacional. Pero nosotros somos una excepción que permite suponer que los tiempos de la colonia no se han ido del todo, que la presencia de extranjeros haciendo los negocios de su vida depende de la escasa voluntad política de proteger lo nuestro, a la par que sostener relaciones económicas y financieras justas y equitativas con el resto del mundo.

En este como en otros renglones, el gobierno de derecha neoliberal que azota a México, ha fracasado rotundamente. La economía está deprimida, nulificada la capacidad del aparato productivo para absorber fuerza de trabajo, hecha añicos la capacidad adquisitiva de la moneda, perdida la posibilidad de obtener salarios remuneradores y evaporada la expectativa de ahorro de la gran mayoría de los trabajadores.

Los hechos demuestran la urgente necesidad de un cambio radical en el modelo económico y la no menos apremiante necesidad de la renuncia de Calderón a la titularidad del espuriato presidencial. Así sea.

domingo, 14 de marzo de 2010

Los apodos de Calderón


Comparto el siguiente material que circula por la red:


1-¿Por qué le dicen a Calderón, el Misión Imposible?

R.: Porque cada vez que da un mensaje, se autodestruye.

2--¿Por qué le dicen a Calderón, el Redentor?

R.: Porque tiene a 8 millones de arrepentidos.

3--¿Por qué a los Panistas les dicen las focas?

R.: Porque el agua les llega al cuello, pero siguen aplaudiendo.

4--¿Por qué le dicen a Calderón, el Chavo del 80?

R.: Porque es 10 veces más bruto que el Chavo del Ocho.

5--¿Por qué le dicen a Calderón, el embrague?

R.: Porque primero mete la pata, y luego hace los cambios.

6--¿Por qué le dicen a Calderón, la cebra?

R.: Por burro, pero se rayó con el puesto.

7--¿En qué se parece y en qué se diferencia Calderón de Tarzán?

R.: En que los dos están rodeados de animales, con la diferencia de que a Tarzán sí le hacen caso. 8--¿Por qué le dieron a Calderón, dos medallas?

R.: Una por torpe y la otra por si la pierde.

sábado, 6 de marzo de 2010

Sergio Hoyos Ruiz

Ayer por la noche falleció Sergio Hoyos Ruiz, colega, compadre y amigo. Sergio sucumbió a la diabetes que lo aquejaba desde hacía años, a la que no prestó mucha atención. La enfermedad ganó la apuesta y se llevó a nuestro compañero, quien está siendo velado en la funeraria León, donde habrá misa a las 3:30, para ser sepultado a las 4:00 de la tarde de hoy.
Sergio fue un economista cumplido, muy apreciado en su vida profesional en el sector público federal y municipal donde se desempeñó. Como docente universitario tuvo las mejores calificaciones y seguramente las generaciones que tuvieron la fortuna de conocerlo no olvidarán su dedicación, profesionalismo y deseos de servir.
Los años noventa marcan un punto de quiebre en la vida de Sergio, ahora ensombrecida por una problemática familiar que no pudo superar y que lo arrastró al declive de su calidad de vida, su autoestima y su futuro.
Sergio fue un buen hombre víctima de sus circunstancias. Lo recordaremos como el compañero y amigo que fue, siempre generoso, entusiasta y solidario, un buen profesional, pero sobre todo, uno de los grandes nombres de la generación 73-78 de la Escuela de Economía. Descanse en paz.

viernes, 5 de marzo de 2010

De gira






Parece que la criminalidad está de gira por el estado de Sonora, recorriendo las carreteras de sur a norte en un esfuerzo turístico que abre posibilidades infinitas al discurso sobre seguridad pública y que justifica la presencia de soldados, agentes federales y otros cuerpos avezados en el negocio de la represión de tendencias socialmente disruptivas.

De Navojoa a Mazocahui la atención se centra en las carreteras y los que en ella circulan, con bandera de viajeros con negocios particulares así como aquellos que tienen que viajar por encargo de la empresa en que laboran. Los matones dan en disparar a vehículos y viandantes y no escatiman esfuerzos en dedicar su tiempo al despojo, por lo que el supuesto de un Sonora seguro cae por tierra una vez más y, en esta ocasión, demuestra lo riesgoso que es viajar por los caminos de la entidad.

Habrá, desde luego, quienes reclamen seguridad para los viajantes; que decidan que Sonora estaría mejor en una especie de estado de sitio producto del terror que genera la presencia de armas de grueso calibre en manos de facinerosos; se puede afirmar que un orificio de bala en el cuerpo no mejora el optimismo de vivir en un “nuevo Sonora”, cargado de miserias acumuladas en el ciclo neoliberal que produce lo mismo muertes de niños en guardería como siembras de transgénicos aparejadas a la eliminación sistemática de la agricultura comunitaria y la producción eventual de empleo chatarra. Al contrario, la sanguinolenta amenaza que lanza el crimen carretero se suma a la del crimen urbano, a la depauperación que se pasea por las calles y plazas de la ciudad capital, a la indefensión ciudadana ante el cobro desmesurado de bienes y servicios, ante la creciente certidumbre de que el sueldo es de una magnitud más psicológica que económica que sus efectos paliativos duran sólo el instante en que lo recibimos, para evaporarse en medio de la realidad de cuentas por pagar, carencias objetivadas en la cada vez más grande diferencia entre lo que recibimos y lo que necesitamos.

La idea siniestra del gobierno fallido llega a las goteras de la ciudad de Hermosillo, como llega a las principales ciudades de la entidad, cargada de añoranzas de aquel futuro pletórico de bienaventuranzas que nos regala el discurso triunfalista del inicio de cualquier gobierno: lo federal, estatal y municipal tienen el mismo tono azulado que adquieren los cuerpos a bajas temperaturas, producto de las largas estancias en casas y oficinas refrigeradas, al margen de la realidad que, en nuestro caso, promete deshidrataciones e insolaciones al simple ciudadano de a pie. Así las cosas, el problema del agua es el problema de una irrealidad estructural que no toma en cuenta las condiciones geográficas de la entidad, que insiste en llamar a inversionistas cuando el agua es un bien escaso y debe privilegiarse al ser humano en el criterio de distribución del líquido.

Desde luego que el mantra neoclásico de considerar mercancía a cualquier cosa que exista con utilidad reconocida por la demanda en la lógica del mercado, se lleva entre las patas al agua, líquido vital que en cualquier país civilizado debiera considerar su acceso como un derecho. De ahí que el consejo ciudadano que se apareja a Agua de Hermosillo, insista con ramplonería simplista de que se cobre con rigor fenicio al consumidor, como si el consumo del agua potable se hiciera con el mismo criterio hedonista que un whisky con soda o un six-pack de ambarinas. Tal supuesto recuerda con claridad aquella anécdota en donde la emperatriz recomienda que el pueblo, que no tiene pan para comer, en todo caso consuma pasteles. Sin embargo, los señores consejeros integrantes de la iniciativa privada, no objetan el uso que las empresas nacionales y trasnacionales hacen del bien, que siendo escaso, debiera consumirse con discreción a la par que con equidad y sentido de humana solidaridad.

Antes de volver al asunto de la criminalidad en carretera, le propongo pensar en la solución de problema del agua potable en Hermosillo, desde estas coordenadas: si se privilegiara el consumo domiciliario familiar, el agua que va a las empresas asentadas en el parque industrial y otros sectores concentradores de actividad comercial, pudiera provenir de fuentes distintas a las tradicionales, por ejemplo, de plantas tratadoras e incluso desaladoras, bajo el supuesto de que las empresas tiene mayor capacidad de pago que las familias y pudieran pagar los costos del fluido producido con la tecnología aplicada. Así se dejaría a las familias el disfrute del líquido proveniente de las fuentes sin aplicaciones tecnológicas que encarecerían el consumo.

En segundo lugar, el gobierno pudiera emprender una campaña sistemática de ahorro y prevención de fugas, aplicando no sólo acciones de monitoreo y reparación de daños, sino sustitución de materiales y mejoramiento técnico del servicio. A lo anterior se agregaría una campaña permanente de información y convencimiento ciudadano sobre el cuidado del agua y la responsabilidad de cuidar su consumo y de contribuir al mejoramiento del servicio, lo que incluye el pago del estado de cuenta del consumo. La amenaza del corte del servicio, atenta contra los derechos humanos, agrede al ciudadano en situación de precariedad económica y compromete seriamente su salud. Violenta la vida comunitaria y margina a quienes no tienen capacidad de pago de un servicio que es absolutamente indispensable. Cortarle el agua a una familia es criminal.

Pero, volviendo a las carreteras sonorenses, los atracos que se perpetran no deben ser motivo más que de una mayor actividad de las policías, de un mayor cuidado y vigilancia en las vías de comunicación, nunca un pretexto para recrudecer y justificar los mecanismos de represión de que puede ser capaz un gobierno desesperadamente incompetente. Conviene recordar que el auge de la criminalidad responde a la caída de la economía familiar, al desempleo, al atraso y la marginación. La bola sigue estando del lado de la cancha gubernamental. ¿Qué medidas para la recuperación del empleo y el ingreso se están implementando? Y ahora, ¿cortar el agua? Ni hablar.

Le recuerdo la huelga general planteada por el SME, la impunidad que existe en el caso de la guardería ABC, la amenaza que se cierne sobre los mineros de Cananea y el derecho que tenemos a disentir y optar, cuando es necesario, por la desobediencia civil.

lunes, 1 de marzo de 2010

Carlos Montemayor


La madrugada del domingo 28 de febrero cerró el tiempo en la tierra del hombre que puso sus empeños en la defensa de los derechos de los indígenas, en la difusión de la cultura y en las luchas sociales contra la depredación neoliberal y la creciente indiferencia del pueblo ante la recolonización trasnacional. La narrativa, la poesía, el ensayo, el canto, fueron algunas de las dimensiones en las que Carlos Montemayor, chihuahuense nacido en Parral, trabajó con incansable afán.

Su muerte llega en el momento en que llegan las noticias de los cientos de muertes en Chile, el estado de sitio afincado en la indefensión de Haití, la gira de Hillary Clinton, secretaria de estado de Obama, que visita la América Latina para paliar los efectos de la toma de conciencia expresada en Cancún, Quintana Roo, y que amenaza emprender una nueva forma de organización internacional que rescate identidad, recursos e intereses de los nativos de estas tierras, dejando fuera la presencia de Estados Unidos y Canadá. La nueva organización de estados latinoamericanos dejaría claramente sentado que nosotros somos uno y muchos y que nuestros derechos se pueden reivindicar con la unidad y la solidaridad, hasta ahora influida y distorsionada por el imperio que la señora Clinton representa.

Carlos Montemayor fue un decidido defensor de los derechos indígenas y vio con ojos esperanzados la organización surgida en la selva de Chiapas, estuvo en apoyo de los campesinos de Guerrero, así como también fue solidario defensor de los vascos prisioneros en el Reclusorio Norte del DF en 2004, abogado siempre de las causas libertarias y del rescate de la dignidad de los humildes. Navegó contra la corriente dominante y supo hacerlo con la frente en alto, sin oportunismos coyunturales, con honestidad ejemplar.

La patria, como ya lo han expresado acertadamente algunos medios, recogiendo las expresiones de intelectuales, luchadores sociales, familiares y amigos, pierde a un hombre cabal, en este momento indispensable.

Hasta siempre, don Carlos Montemayor. Se lleva la gratitud de muchos, dejando un ejemplo que une y vivifica.