Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fin de año 2009


Fue un año con caspa, víctima de una dermatitis seborreica, de un colapso en el cráneo que bien pudiera ser la expresión de algo que dentro se mueve espasmódicamente, como en los estertores de una muerte por estupidez fulminante. El calderonato demostró que la extrema derecha puede ser bastante permisible con los valores del mercado por encima de aquellos que dice defender hasta la ignominia de una balconeada pública, de un desaguisado mediático, de una declaración en contra del sentido de las acciones que tan afanosamente impulsa y así niega.
El panismo organizado hizo profesión de fe, y la esperanza recayó en las posiciones de una izquierda fraccionada y confundida en el significado del concepto de “democracia” y “oposición”; así como en el curso que había que tomar el trabajo legislativo y la vigilancia de las garantías que otorga la Constitución.
Año mediático, en el que se nos pasó el tiempo en ver y tratar de discernir las exhibiciones de desaseo político de la derecha y el oportunismo tercermundista de la izquierda, los pujos de objetividad y respeto a la diversidad de los intelectuales que dejaron de lado valores y principios por aquello de asumir posiciones políticamente correctas en un mundo preñado de elementos de mercadotecnia, con sus aplicaciones político-electorales.
Año de divagaciones sobre la recuperación económica con cargo al ingreso de las clases media y baja, y donde sin tocar a los dueños del capital se insiste en castigar al trabajo. Lo anterior demuestra que las prioridades de casi todos los actores políticos están determinadas por una idea del poder que choca con las promesas de cambio y de progreso.
Año de la declaración de guerra contra la familia y su entorno, manipulando el concepto de matrimonio y reduciéndolo a una práctica utilitaria vacía de contenido. Lo anterior da cuenta de cómo nos ha afectado la influencia extranjera y sus efectos colonizantes, en lo económico y en las relaciones superestructurales.
Año del ridículo y de la farsa; de la depredación del patrimonio nacional y del ataque al sindicalismo independiente mexicano. Año de la demagogia hecha gobierno y de la estupidez como rasero educativo.
El año 2009, termina como empezó: en un marco de incertidumbre casi escatológica, en medio de la nada económica y del colapso de la esperanza, cuando no del descrédito de la nostalgia.
Pero, independientemente de los desaires y desfiguros, la nación se apresta a celebrar, con lo que sea, el fin del año y el inicio del otro, con su ya sabida nueva carga de obligaciones fiscales. Pero, “haiga sido como haiga sido”, ¡feliz año nuevo!

lunes, 28 de diciembre de 2009

Día de los inocentes


El desafortunado deceso de 49 niños de la guardería ABC por un incendio del que no se conocen culpables detenidos por las autoridades, subraya un valor fundamental: el de la familia. El Estado parece no ejercer su obligación de velar por el bienestar físico y mental de la institución matrimonial y los hijos, sus productos más preciados, al dejar que pase el tiempo sin resultados que satisfagan un elemental reclamo, que es el de la justicia y el peso de la ley sobre los culpables.
Los defensores de la familia y su bienestar son, en primer lugar, los padres afectados, luego la sociedad hermosillense toda.
Casi medio centenar de niños fueron sacrificados por la irresponsabilidad de alguien, pero ahora la familia enfrenta no sólo la agresión de la pérdida de un hijo, sino el olvido y la mercantilización. Llegados al extremo, algunos gobiernos, como el del DF, apoyan el derecho a la adopción por parte de parejas homosexuales, como si los padres de la guardería ABC no fueran un ejemplo de civilidad y de amor a los hijos, de integridad probada en la más dura de las situaciones imaginables, como si no demostraran suficientemente que el matrimonio es escuela de valores y conductas trascendentes.
Ellos son un ejemplo a seguir por los otros padres que no han sufrido este golpe, por lo que deben agradecer el don de la paternidad y ser consecuentes con esta alta responsabilidad, social y moral.
Esperemos que los culpables verdaderos sean presentados ante la justicia, y que paguen lo que corresponde.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Cosas de la ignorancia



Interesante el artículo de Rafael Cardona sobre las uniones conyugales homosexuales, mal llamadas “matrimonio”. Aclara el autor en cita sobre la etimología y significado de esta figura legal, cultural e histórica, echando por tierra la pretensión de equipararla o confundirla con la unión de un hombre y una mujer con la finalidad de constituir una familia, por parte de los homosexuales interesados y de los políticos clientelares que impulsaron este proyecto y que recientemente lo votaron por mayoría en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. El artículo, de lectura altamente recomendable se encuentra en la dirección: http://www.contactox.net/index.php?option=com_content&task=view&id=2776&Itemid=1 .
Como aclaré en anterior entrega, no se trata de criminalizar la homosexualidad, por cuanto que, para empezar, en nuestro país no es ilegal. Se trata, simplemente, de no caer en la aceptación y legitimación facilona de un absurdo que cualquiera puede detectar, siempre y cuando no se deje atrapar por la fascinación del discurso que encubre una postura acrítica y cómplice de cualquier iniciativa de ley clientelar, sin medir el impacto social que tendrá en el mundo real en el que vivimos.

Los argumentos de los defensores e interesados en esta reforma al código civil del DF, consisten en la desacreditación de las relaciones entre un hombre y una mujer para fines familiares, porque, según ellos, contienen el germen del engaño, que deviene en disolución del vínculo; alegan que la sociedad permite la unión de criminales “solo porque son heterosexuales” pero impide la de personas del mismo sexo a quienes se pudieran atribuir valiosas prendas morales; suponen que la homosexualidad es sinónimo de estabilidad en las relaciones familiares y que pudiera ser mejor ejemplo para los hijos que adopten que las propias familias de origen de los infantes. En todo caso, se toman como ejemplos los casos indefendibles del fracaso de las relaciones de pareja, como si fuera la pauta general y no el defecto.

El calificativo de ignorante u homofóbico aplicado al que objete los argumentos que esgrimen, hace de los homosexuales un sector de la sociedad que juzga al resto con una cierta dosis de prepotencia, que descalifica las uniones heterosexuales bajo el supuesto de la pronta disolución e inestabilidad, y alegando que la procreación es una “habilidad” y no una consecuencia natural de la unión entre el hombre y la mujer, en condiciones normales.

El calificativo de “ignorante” al objetor de relaciones contra natura, obra más como una forma de contrarrestar o inhibir su punto de vista, en beneficio de la posición beligerante que pretende imponer a la sociedad una muy particular forma de relación como legítima y “natural”. La realidad es que las relaciones homosexuales, si bien es cierto que la humanidad no las asume como novedad, nunca podrán equipararse con las de carácter heterosexual, dado que sus fines son otros. La primera no cuenta con las posibilidades reales de cumplir los objetivos naturales y sociales del matrimonio, sino que solamente podrá satisfacer alguna finalidad de tipo patrimonial, para lo que ya existen las llamadas “sociedades de convivencia”.

El dotar a una pareja del mismo sexo de las mismas prerrogativas que las de un matrimonio, es decir, el derecho de adopción, resulta en una ficción legal que olvida que solo hay matrimonio cuando se unen un hombre y una mujer, porque la palabra “matrimonio” implica la calidad de madre y el estado social y legal propio de ésta. Como queda claro, este es el fundamento de la familia, en sentido estricto. Estamos hablando de una relación de consanguinidad a partir de una pareja integrada por un hombre y una mujer.

Lo anterior no significa en absoluto que se discrimine a las personas por ser homosexuales, sino que debiéramos ubicar a cada cual de acuerdo a su capacidad y posibilidad y, en este caso, una pareja con estas características no tiene la finalidad de procrear, lo que diluye el significado preciso de matrimonio y familia, lo que como es fácil de entender, implica la creación de un vínculo de consanguinidad. En todo caso, para las parejas homosexuales existen instrumentos jurídicos que permiten la protección patrimonial, sin violentar el significado del concepto de matrimonio.

Por otra parte, los conceptos matrimonio y familia no solo tienen connotaciones económicas o patrimoniales, que se dan como consecuencia del vínculo, sino que esencialmente son de carácter moral y espiritual, y negar la carga cultural e histórica de esto es bordar en la ficción, cubrir un expediente formal vacío de contenido. La tutela del estado a las relaciones conyugales, a partir de las leyes de Reforma, ha tenido como fundamento esta realidad histórica y social, de manera que se garantice que los hijos fruto del matrimonio o concubinato y los bienes logrados durante la relación sean protegidos por las leyes. Como se ve, la base de esta acción tutelar sigue siendo la familia, entendida como la relación entre un padre y una madre.

El estar a favor de la medida legal que se comenta, consagra una visión pragmática de la vida, ubicada en un utilitarismo demasiado vulgar para ser plausible, erige en figura jurídica lo que es patrimonio de una conducta que más que ejemplo social es una tragedia en la que no encontramos culpables sino víctimas de una mala pasada del destino. De ahí la tolerancia y el respeto a la intimidad de cada cual. En un régimen respetuoso de las diferencias, debe primar la defensa de la sociedad y los valores que la vertebran, por encima de las conveniencias político-electorales.

Finalmente, si los homosexuales fueran respetuosos de las formas y valores sociales, reservarían sus prácticas sexuales al ámbito de su intimidad, que en todo caso debe ser respetada, pero de ninguna manera hacerlas pasar como ejemplares, menos como equiparables al matrimonio. Lo anterior revela una especie de distorsión mental que se explica por el interés faccioso que la anima, y que engañosamente supone que mediante la reforma al código civil se pueden suplir características y funciones naturales. En este punto, están trágicamente equivocados, e ignorar la realidad no es una forma válida de defender derechos y cumplir obligaciones. Con este comentario agoto, estimado lector, el espacio y el tiempo que me propuse dedicar a este asunto.



martes, 22 de diciembre de 2009

Matrimonios

Sé muy bien que usted y yo tenemos la certidumbre de que el nacimiento de otro ser humano se debe a la unión sexual de un hombre y una mujer; pudiéramos generalizar el asunto comentando que los mamíferos, y una gran cantidad de seres vivos, se reproducen por vía sexual, entre un macho y una hembra. La maternidad y, por consecuencia, la paternidad (responsable o no), es producto de esa forma de reproducción, sin que medie ninguna particularidad cultural, legal o social. El hecho de que estemos sobre la faz de la tierra se explica de esa manera, tan simple, tan natural, tan fatalmente cierta e ineludible.

Ahora nos enteramos de que en el Distrito Federal se aprobó por mayoría PRD-PT la unión de parejas homosexuales en “matrimonio” civil, lo que permite suponer que podrán adoptar hijos. Usted recordará que en esa misma ciudad ya se había aprobado la figura de “sociedad de convivencia”, que permitía a parejas homosexuales unirse para, se dijo, poner a salvo su patrimonio y heredar sus bienes comunes al sobreviviente.

Al parecer, el argumento legal de carácter patrimonial no fue suficiente para la beligerancia homosexual y reclamaron el derecho de ser, sin serlo, una pareja capaz de “tener” hijos, con lo que se acercarían a la imagen de un matrimonio legal y legítimo de carácter “tradicional”, es decir, aquellos en el seno de los cuales fueron engendrados una mayoría de los seres humanos que puebla la tierra.

La mayoría en el seno de la asamblea legislativa del DF, decidió, en un acto de clientelismo político, aprobar una medida que no por ser legal es necesariamente legítima.

Los argumentos a favor de la relación homosexual formalizada por las leyes, parece que cojea de las dos patas, porque no se puede defender los propósitos del matrimonio cuando los sujetos participantes parodian la unión que se establece entre un hombre y una mujer. Dos personas de un mismo sexo solo podrán satisfacer su muy particular forma de relación, pero esta quedará circunscrita en los estrechos márgenes de un acto sexual infructuoso, basado en el hedonismo, sin las complicaciones de una relación entre seres diversos, como son el hombre y la mujer. En este sentido, es una relación esencialmente egoísta porque busca un tipo de satisfacción que resulta, a la luz del fundamento natural del matrimonio, patética.

Si dos personas del mismo sexo deciden tener relaciones, pues es asunto suyo, porque está situado en el terreno de su intimidad. El ámbito privado debe respetarse y ahí no necesariamente tiene por qué intervenir el estado. Una relación privada y consentida, es asunto de la competencia de los que la sostienen, si esto no afecta a terceras personas. Basta recordar que la libertad de uno termina donde comienza la del otro. Lo que considero problema de moral pública es consagrar un tipo de relación que implica un ejemplo para otros, en este caso los menores de edad que estén bajo la tutela de dos hombres o dos mujeres que cohabiten.

Es bien sabido de la importancia de contar con las dos figuras, la paterna y la materna, es importante para la formación y el equilibrio emocional de los hijos. La existencia de dos “padres” o dos “madres” es, por lo menos, una transgresión a la verdad del origen de los infantes. La pregunta que tarde o temprano los hijos harán acerca de su origen, tendrá una respuesta caprichosamente elaborada, tanto como la ocurrencia de formalizar un vínculo que debiera estar reservado a la maternidad y sus derechos sociales y políticos. Pero, aun sin establecer un vínculo previo al nacimiento, como es el caso de las madres solteras, el hombre y la mujer que se unen y engendran una nueva vida, son padre y madre. Lo demás es una simple ficción legal sin correlato en la realidad.

Quienes tan empeñosamente defienden el derecho de los homosexuales de tener los mismos derechos de los que no lo son, debieran haber reflexionado acerca de la paternidad, o si se quiere, la maternidad. Hubieran encontrado imposible que una relación entre individuos de igual sexo resulte en el embarazo de alguna de las partes. Entonces, ¿de qué se trata? Un acto político no necesariamente altera la realidad del origen de la vida, sino que, en todo caso, debiera protegerla y ampararla mediante las leyes. En el caso de las relaciones homosexuales formalizadas, ¿a quién se protege?

Desde luego que las agresiones a homosexuales son condenables, que debe imperar la tolerancia y el respeto tanto como a cualquier ciudadano. La discriminación es indeseable por razones de las inclinaciones sexuales, ya que es un asunto privado que no tiene por qué ser juzgado públicamente, salvo que altere el orden y la paz social. Pero de esto a aceptar como legítima una ficción legal, sin correlato natural y social, es cuestionable y francamente irracional.

Me parece lamentable que el órgano legislativo del Distrito Federal se incline por el aplauso fácil de una parte de la comunidad ciudadana. Aquí se confunde el ámbito de lo público con lo privado, se afecta el entorno familiar y se socaban los fundamentos de la institución matrimonial. Mientras que el PRD y el PT han tenido aciertos significativos en las propuestas económicas y políticas, en el DF acaban de demostrar una ligereza clientelar no solo criticable sino preocupante.

Sin prejuicios

Este domingo salí al viejo centro comercial de Hermosillo, invadido paulatinamente de una sensación entre divertida e inquisitorial. Resultó ser una experiencia extraña el salir y dedicar la mayor parte del tiempo a observar con la vista, el oído y el olfato, la mezcla cultural que se exhibe en las calles, que atiborra las banquetas, que embotella las vialidades con una desfachatez que da la medida de la cotidianidad decembrina.

Como si fuera una advertencia sobre el estado de cosas que priva en la educación neoliberal, una prostituta había instalado su puesto de servicio en el cofre de un carro estacionado frente a las oficinas de la Secretaría de Educación y Cultura, en ese viejo edificio que primero fue cuartel militar y ahora albergue de burócratas que distraen sus horas en el llenado de formatos y el sellado de oficios. La dama de la vida alegre vestía de acuerdo a su quehacer: falda corta de mezclilla, medias de malla y una blusa que cubría precariamente las redondeces logradas gracias a una dieta rica en productos industrializados con alta presencia de sal y grasa. Morena y de mediana estatura, se atrincheraba en un periódico y lucía de pie, frondosa, emitiendo mensajes escritos con feromonas y destinados “a quien corresponda”.

Los vendedores de hot-dogs alternaban con los de chile molido, ajos, billeteras, cintos y lentes para el sol; los pregones de “tres por cinco” y la música estampada en los tímpanos del viandante gracias al volumen de lanzamiento, lograba la atención fugaz y esquiva de la agresión repelida por piernas. El espíritu navideño se engalanaba con baratijas de usar y tirar hechas en China y otros exóticos paraísos del plástico desechable que encandilan la pupila de la infancia tercermundista, dejando de lado los juguetes tradicionales con el primor de la artesanía y el colorido de la historia patria. Aparejados estaban los cacahuates, jamoncillos y todo el arsenal de dulces debidamente empaquetados en cartón. El olor del centro y sus atiborradas calles era indescifrable, contundente y duradero, como si fuera una toma por asalto a las mucosas y a las papilas gustativas, en nombre de la ley que rige la oferta y la demanda en la temporada grande que arrasa con el aguinaldo y el crédito disponible.

Debajo de muchos pies trajinando febrilmente, estaba el pavimento de las calles, el cemento de las banquetas, dando estertores de muerte, agonizando en medio de una exhibición neroniana de grietas, baches y cráteres que anunciaban con claro lenguaje el descuido del centro de la ciudad. La mugre y la pintura desprendida en jirones adornaba las paredes, compitiendo por el espacio con los carteles añejos pegados con furia y dejados con total amnesia a merced del tiempo y las circunstancias; ahí formaban los espectáculos artísticos, las promesas de los políticos, la publicidad comercial, las promesas de hacer la preparatoria en un año y con solo un examen; el excremento de los perros y los gatos, la revelación del futuro, el encuentro del amor y la buena fortuna; el vandalismo formal e informal y la cauda larga y heterogénea de las expresiones gráficas de que puede ser capaz una sociedad funcionalmente analfabeta.

Al surrealismo nuestro de cada día se añade la apocalíptica carga social de los desempleados y los indigentes que deambulan como zombis por calles y plazas, así como las indígenas que venden chucherías y dan muestras de su fertilidad al ser orbitadas por sus pequeños hijos, hablantes de alguna lengua que expresa una cultura que se quedó congelada en el tiempo, retando el plástico y la jerigonza del triunfo del mercado sobre el estado.

El paso agitado se acompaña de la indiferencia hacia el entorno, hacia la masa de rostros que se cruzan en el camino sin que signifiquen otra cosa que una amenaza potencial, porque tememos por parejo a hombres, mujeres y niños, porque las noticias nos advierten de que ocurren asaltos donde ahora figuran las mujeres como actoras estelares, “porque los jóvenes y los niños son pandilleros, facinerosos en tamaño compacto que pueden agredirnos, que han matado a otros, que son protagonistas de asaltos y agresiones, que debemos sacarle la vuelta a grupos de menores porque son egresados del consejo tutelar, alguna institución correccional, algún centro de rehabilitación o candidatos a ingresar en el breve plazo”.

Somos una sociedad atemorizada por nosotros mismos, por nuestros jóvenes, por los vecinos, por los demás que cruzan frente a nosotros en las calles angostas y deterioradas del centro de Hermosillo. La policía ronda y está en los cruces de las calles, se le ve por doquier, en medio de la masa que se mueve derramándose entre los hoyancos, las grietas, las fracturas de aceras, calles y paredes, como una mancha viva e indefinida, amorfa, de aspecto terrible que intensifica su espantable catadura al ritmo de la estridencia musical que invade la ciudad, ensordecida por su propia cacofonía.

Adoptamos sin prejuicios los parámetros de otra cultura, dejamos de lado nuestros valores y los sustituimos por la comida rápida de la modernidad periférica, nos convertimos como sociedad en consumidores y dejamos de ser productores aun de nuestros alimentos; nos vemos en otro espejo y la historia nacional y nuestras costumbres son desechadas y sustituidas por las que ofrece el mercado y que podemos cambiar dependiendo de la fecha de caducidad que ostentan; nos dedicamos a trabajar olvidando derechos adquiridos y aceptamos recortes de personal, disminuciones en nuestra capacidad de compra, en la seguridad social que incluye pensiones y jubilaciones, salud y educación, calidad de vida que se esfuma en aras de conservar la rentabilidad de las empresas; aceptamos los tandeos del agua para que las empresas no sufran de recortes y vemos con paciencia de camello los anuncios de que todo costará más y que ganaremos menos por nuestro trabajo.

Esta resignada aceptación de la fatalidad de ser ciudadanos de tercera, es camino y es destino. Por eso aceptamos rumiando la desventura de ser ciudadano cumplido en un país donde el gobierno dejó de serlo y la sociedad es simplemente el marco demográfico de la depredación más grande que ha sufrido el país desde los tiempos de la colonia española. Para muchos es impensable la rebelión, la oposición al estado de cosas que nos afecta y denigra, por las trabas que nos instala en la mente y la voluntad la ideología dominante, aunque hay quienes forman en las filas de una heterogénea oposición y ven con simpatía la posibilidad de un juicio político a Felipe Calderón, como el inicio de la recuperación del poder y la dignidad del pueblo mexicano, de cara a los procesos democráticos que todos deseamos a pesar de la apatía y el conformismo que nos corroen.

El breve paseo por las nubes de polvo y nostalgia en las calles del centro de Hermosillo, bastaron para persuadirme de que somos una sociedad desarticulada, víctima de una confabulación criminal contra lo humano. Ahora que se invoca a la fraternidad, al amor y a la paz, la iniciativa privada como ejemplo de virtudes, el mercado como eje de las relaciones humanas mediadas por la capacidad adquisitiva, se me ocurre felicitarlo a usted, ciudadano consumidor de promesas y baratijas, aguantador contumaz de la depredación neoliberal y sparring del golpeteo faccioso del gobierno de derecha, y desearle que la pase bien, en compañía de sus recuerdos de cuando se tenía posibilidades de ahorrar e invertir. Después de todo, recordar es vivir.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Navidad 2009


La navidad supone un momento de descanso, un espacio para la generosidad, una renovación de la esperanza. El amor que debemos sentir por nosotros mismos está en la base de nuestras relaciones con los demás. El sistema económico y su ideología nos hacen sentir minusválidos, marginados, gente de sobra, basura que se barre con las escobas de las cargas fiscales, de la solemne indiferencia del gobierno, del desprecio de los potentados, de la avaricia de los empresarios sin patria y sin bandera, de los mercenarios de la pluma, de los jilgueros facciosos de la derecha; el sistema nos enferma, nos hace sentir mal, nos corrompe y envilece. De ahí que nuestro amor por nosotros mismos se traduzca en resignación o en ira profunda que tarde o temprano habrá de manifestarse en las calles, en las marchas ciudadanas, en el reclamo a voz en cuello, en la huelga, en la barricada, en la intransigencia alentada y documentada por una larga historia de injusticias, de deudas sociales y políticas por reclamar y hacer efectivas.

La navidad nos permite la reflexión y la imitación de aquél que no vino a negociar o a fingir el acatamiento de la ley sino a cumplirla, aquél que expulsó a los mercaderes del templo, el que hizo milagros de fe, sacrificándose por los demás.

La navidad es el recuerdo de la felicidad perdida, de la ilusión encontrada, del recogimiento familiar y la comunión con los demás, unidos todos por el espíritu de renovación, de cambio, de transformación de nosotros y nuestras circunstancias. Celebremos la navidad, con la esperanza del renacimiento de nuestro país, de la construcción de una nueva sociedad, justa, equitativa, solidaria y progresista, que permita a sus habitantes amarse y amar al prójimo como a sí mismos.

viernes, 18 de diciembre de 2009

En el sótano mental


Se acaba el año y se acaban las posibilidades de recuperación de una economía personal menguada por los brillantes cuanto inútiles planes de recuperación que ha emprendido el supremo gobierno de la república. Los ciudadanos pueden contar con la certeza de que la cifra recientemente anunciada por el Coneval, de que 80 por ciento de los mexicanos viven en pobreza, es casi un eufemismo. Especialistas en la medición de la pobreza afirman que la metodología empleada favorece la disminución de la cantidad de pobres en algo así como 3 millones, sin que la realidad se modifique más que para efectos paliativos gracias a la constante repetición de que “ahí la llevamos” como país.

La prensa también nos aclara que el famoso “navío de gran calado” hace agua por doquier, ya que el desempeño económico nacional está por debajo de ¡Haití!, el país más pobre de esta parte del mundo, y que los empeños de don Felipe Calderón y maravilloso equipo lograron lo que parecía imposible: superar el mal desempeño de la economía haitiana.

Curiosamente se ha dado manga ancha a la vocación depredadora de la iniciativa privada de guarache, o sea, el tipo de empresario que prefiere la comodidad de ser presta nombre o, de plano, empleado de alguna corporación extranjera, aunque siga conservando el status de “empresario” útil para los medios publicitarios y las páginas de “sociales”.

A la ignorancia supina del sector económico oficial, se añade la falta de compromiso y patriotismo de los iniciativos privados, quienes olímpicamente buscan servir de mascotas a los extranjeros a cambio de propinas jugosas que obran como mecanismo de elevación de la autoestima que el trabajo no puede lograr, en un país donde el ocio mental se confunde con la disminución del sentimiento de pertenencia y nacionalidad.

Las instituciones (todas) no escapan a este tipo de conducta, incluso afecta a las de la salud privada, en las que se ve con total tranquilidad la apatía y negligencia del personal. Le pongo por ejemplo lo que ocurre en el sanatorio Licona, de Hermosillo. Hubo necesidad de transfundir a una paciente de la tercera edad por tener un sangrado que le bajó las plaquetas y la hemoglobina. El donador se presentó el sábado 12, le hicieron las pruebas comunes para demostrar si era apto y, en vez de proceder a la extracción de la sangre, la ausencia de los químicos hizo que no fuera posible realizar la donación. Los del turno de noche no llegaban y los del vespertino ya se iban. El donante se quedó esperando, desde las 7 a las 9 de la noche sin que nadie lo atendiera y optó por retirarse a cumplir con sus obligaciones laborales. Los químicos llegaron a las 11:30, pero eso sí, del laboratorio hablaron a la otra clínica donde se iba a hacer la transfusión y acusaron al donador de no estar presente en el laboratorio en el momento debido.

Pero volviendo al asunto de las mentes brillantes del gobierno, se puede encontrar una razón que explique por qué la gente no se siente en obligación de cumplir con sus labores cotidianas de la manera en que lo pudo haber hecho. Bastaría con saber que para Calderón y compañía el mejor trabajador es aquel que no cuenta con ninguna prestación; que los mínimos legales deben escatimarse a fin de que las empresas sean rentables y que el ahorro debe hacerse en salarios y prestaciones sociales, sin tocar las ganancias de los empresarios ni con el pétalo de los impuestos de ley.

Lo anterior permite explicar por qué, desde los tiempos de Fox, el ataque sistemático y la lucha por la destrucción de las estructuras sindicales ha sido un deber casi religioso para el neo-panismo que forma facciosamente en las filas del neoliberalismo de guarache. El sindicalismo es, para ellos, un enemigo a vencer, porque supone derechos que las empresas extranjeras no entienden y menos comparten, asunto en el que coinciden las mascotitas empresariales que tienen al frente de sus sucursales en territorio nacional, y que no puede ser de otra manera porque el proceso de colonización mental en el que se encuentran inmersos determina sus prioridades y establece sus pautas de acción. En suma, la iniciativa privada mexicana, salvo excepciones, es una simple comparsa de las corporaciones extranjeras, que carece de voluntad y de iniciativa propia para impulsar el mercado y hacer posible la oportuna provisión de bienes y servicios a los consumidores, sin abandonar el sentido de la pertinencia.

El modelo adoptado por el panismo solamente refuerza los lazos de la dependencia y mantiene el atraso, a la par que profundiza las asimetrías que existen en nuestra sociedad. No presenta soluciones sino que las retrasa. Lo anterior permite la expresión cada vez más airada de las inconformidades y lo que se obtiene del gobierno es represión, por la incapacidad patológica que exhibe para poner fin a regímenes de privilegios y estructuras de manipulación y marginación ciudadana.

Queda claro que la desaparición de la compañía Luz y Fuerza del Centro y el ataque contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), obedece a la concepción político-laboral antes señalada. El neoliberalismo panista cree que los trabajadores son potencialmente enemigos y que su organización debe ser destruida cuando no se pueda controlar mediante la corrupción y la complicidad política. La represión a las ideas sindicales de avanzada, a la voluntad de organizarse en defensa de los derechos laborales, a solidarizarse con otras organizaciones y luchar por un mejor nivel de vida, es la tarea que el estado de derecha hace, porque responde a sus patrones extranjeros, porque desdeña el nacionalismo, el deber social para con los trabajadores y sus familias. Los trabajadores y sus formas de organización son, para el Estado neoliberal, los enemigos a vencer.

En este marco de relaciones, los ciudadanos deben tener claro que la lucha político-sindical nos involucra a todos, afecta a las familias y determina el futuro de su bienestar. El SME propone una huelga general para principios del año 2010, lo que representa una forma de lucha legal que debe convocarnos en un acto de legítima defensa. El deterioro creciente de nuestra capacidad adquisitiva, el alza de impuestos y la falta de oportunidades, hacen insoslayable la acción ciudadana, frente a la sórdida política económica del gobierno de Calderón.

La misma realidad del sistema y sus impactos en la economía familiar hacen imposible no tomar partido en esta lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores, y en este caso, lo invito a reflexionar acerca de las implicaciones de una actitud apática o conformista, o de otra que sí responda a la agresión sistemática que sufren los ciudadanos y las familias. Usted decida cuál es el camino que desea recorrer y a dónde quiere llegar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Fausto


Fausto Soto Silva, locutor non de Sonora, amigo y maestro indiscutible del periodismo radiofónico, apagó para siempre el micrófono y dejó la cabina de la vida este domingo 13 de diciembre. Su vida, que empezó el 3 de junio de 1936, fue, desde muy temprano, un constante ejercicio de profesionalismo y pasión por la comunicación social, y se le reconoce como el pionero en Sonora de los espacios radiofónicos abiertos al público, propiciando la expresión de las más variadas ideas en los más diversos aspectos de la vida pública local y nacional.
"Radioperiódico" en la XEDM fue un referente obligado y punto de confluencia de actores políticos y sociales, así como de ciudadanos comunes, que escuchaban y seguían el acontecer de nuestra ciudad a través de la voz y presencia de Fausto, el locutor, comentarista y agudo generador de opiniones significativas.

Descanse en paz, Fausto. Lo vamos a extrañar.

domingo, 13 de diciembre de 2009

En los cuernos de la Hillary






Las recientes declaraciones de la titular del departamento de Estado del gobierno de Barack Obama, le aclaran al mundo por qué le fue conferido el premio Nobel de la Paz. Una avejentada Hillary Clinton mordió los micrófonos para condenar el libre ejercicio de las naciones soberanas de tener relaciones diplomáticas con quien se les ponga en gana. Irán es, así como en la época de George W., el ignorante y rabioso junior de Bush padre, un miembro del círculo del mal, en consecuencia, molesta o “preocupa” al gobierno de Washington que pueblos libres como Bolivia establezcan lazos de amistad y colaboración con él.

Evo Morales, en una reacción de estadista y de digno presidente de los bolivianos, responde la bravuconada de la cornuda más famosa de Norteamérica, entre los aplausos de millones de ciudadanos de Latinoamérica que tienen memoria a la par que autoestima, de esta manera: los terroristas son los que envían tropas a otros países y establecen bases militares.

En efecto, la ridícula posición de la titular del departamento de Estado puede escandalizarnos y, al mismo tiempo, hacer que nos tiremos de la risa al ver tamaña muestra de falta total de sentido de las proporciones, de desmemoria y de carencia total de auto-crítica. El autismo político de Estados Unidos lo hace el estado terrorista ideal, y a juzgar por sus muy nefastas intervenciones afectando los intereses de otros países, un verdadero peligro para la humanidad. En México, para no ir más lejos, se debe tener muy presente la pérdida de cerca de la mitad del territorio nacional por sus argucias expansionistas.

Nadie en su sano juicio cree que los gringos intervienen a favor de la paz, por la defensa de la democracia, la libertad y los derechos humanos, si se consideran las intervenciones que el país del norte ha tenido en prácticamente todo el mundo, desde el siglo XIX, donde ha exhibido una ventajosa doble moral, un abuso de poder militar y una persistente manipulación y tergiversación de la realidad donde ha habido un solo ganador, ellos mismos.

Basta un somero conocimiento de la historia mundial para entender por qué no son creíbles los pretextos que EEUU ha esgrimido como razones válidas para invadir, atacar, masacrar regiones enteras en el mundo, en aras de conseguir la hegemonía en lo económico y el control militar de ellas. Los casos recientes de Afganistán e Irak lo demuestran con claridad meridiana. Los excesos cometidos en Guantánamo y Abu Ghraib documentan la perversión gringa, que desprecia hasta límites inconcebibles el respeto a la dignidad e integridad humanas. EEUU ha propiciado en el mundo golpes de estado, inestabilidad social y política, zozobra económica y cuadros de corrupción corporativa de increíbles proporciones, como lo demuestra la actual crisis económica mundial.

La cornuda Hillary no es, ni por asomo, la más indicada para hablar de moral política en el plano de las responsabilidades internacionales, habida cuenta los intereses que representa, que son justamente los que han llevado al mundo a la profunda caída en la que se debaten las virtudes contra las muchas fallas del libre comercio, como las distorsiones producto de las estructuras monopólicas privadas, y la terrible competencia que se da por los segmentos de mercado a costa de las libertades y el bienestar de pueblos enteros.

Los capos que controlan el emporio petrolero-militar de Estados Unidos, manejan la terminología política de la democracia, los derechos humanos y la libertad, como escudo psicológico que les da la ventaja de ser los propietarios de la franquicia defensora de éstos, con lo que se pone el gallinero en manos del zorro. La hipócrita súper-potencia no ha podido, por fortuna, engañar a dirigentes políticos tan lúcidos como Evo Morales, que hoy constituye un ejemplo digno de estadista y defensor real y auténtico de los derechos de los pueblos libres de Latinoamérica.

Los países del Alba son un bloque esperanzador, al cual debiera mirar con atención el gobierno de México, pero el velo que cubre los ojos de Calderón y secuaces se llama ideología y se resiste ante los hechos, ante la realidad tremenda que vive el propio México y el resto de los países de la órbita imperial.

Evo Morales ha respondido con la sencillez y certeza de quien conoce al verdadero enemigo de América Latina: los Estados Unidos, país que fue ejemplar y que ahora es víctima de su propio hedonismo y prepotencia. El verdadero terrorista internacional.

Oración

Circula en la red la siguiente oración, que comparto con usted:
Dios, este año te llevaste:

-A mi cantante favorito: Michael Jackson;

-A mi actor preferido: Patrick Swayze;

-A mi actriz favorita: Farrah Fawcett;

-Y a mi escritor preferido: Mario Benedetti.

Quiero decirte que:
-Mi político preferido es Felipe Calderón Hinojosa...
¡¡¡y el año aún no termina!!!

¡¡¡Lúceteeee!!!

sábado, 12 de diciembre de 2009

Estado Terrorista


"Dicen que Irán exporta terrorismo. ¿Saben quiénes exportan terrorismo?, aquella gente que manda tropas a otros países, los que instalan bases militares, ellos son los que hacen terrorismo; es el gobierno de Estados Unidos el que practica y hace terrorismo en este momento", respondió Evo Morales, el digno presidente de Bolivia, a la declaración prepotente y violatoria del derecho internacional hecha por Hillary Clinton, insolente titular del departamento de Estado de Estados Unidos, quien amenazó a los países que tengan relaciones con Irán.

Para los gringos, el derecho de los pueblos soberanos a tener las relaciones diplomáticas que deseen es, por lo menos, una ofensa, un delito de libertad e independencia que no están dispuestos a tolerar, porque, como lo dijo el presidente Morales, son terroristas, exportadores del miedo y la violencia internacional.

Virgen de Guadalupe


En México, el culto a la Virgen de Guadalupe expresa nacionalidad y pertenencia. Por razones historico-sociales, el guadalupanismo permite una suerte de unidad en el muy diverso panorama socio-económico y político nacional, lo que en estos tiempos es en cierto modo providencial.

Felicidades a las Guadalupes, donde quiera que estén.

El trivial encanto de la caridad televisiva


Cuando aparece el artista aplaudido y nos dice con voz meliflua, insuflado de entusiasmo mediático “¡no hay imposibles!”, verbalizando el mantra de la caridad de Televisa en arrebatos de triunfos robados, la cara se le cae a uno al piso, queda patidifuso y turulato, rígido porque al moverse pudiera ser que pisemos lo que no debemos y que debamos lo que no pisamos; mientras desfilan las glamorosas imágenes de artistas y locutores, los niños minusválidos se convierten en “especiales” gracias al aparato publicitario que vende motivos lacrimógenos y consagra la vulgaridad ripiosa como la actitud sentimentalmente correcta.

Las caritas que se exhiben en los monitores, los testimonios que tocan el alma, las manos que se extienden y la evanescente futilidad de estar ahí, en el lugar donde se expulsan los demonios de la racionalidad, contribuye a que la bolsa, billetera o simple monedero sean el asiento de la solidaridad documentada en las páginas de la prensa enana, de la inopia indecorosa que cubre informativamente a Sonora. Es el teletón, convocado por el propio gobernador en turno, el neo panista Padrés, que deja de lado las obligaciones del sector público que preside y las subroga al poder mediático de Televisa.

Al parecer, los niños con problemas de motricidad (mutilados, paralíticos, y otros) que siempre han existido en Sonora, salen a la luz de los reflectores como una gran campaña por la bondad televisada, la que hace posible que el defecto se convierta en virtud, la carencia en exceso y la marginación en primer plano, y sea anunciada con fanfarrias al ritmo de la cooperación solidaria que se recoge para fines de aparente caridad. El locutor anima al público del espectáculo grotesco que significa este gran ejercicio de manipulación, a donar públicamente, a exhibirse como generoso, como persona sensible, situación que no ocurre cuando el gobierno simplemente cumple con su deber social y político de proveer lo necesario para que funcione la infraestructura y los servicios de salud pública en el estado.

Los niños con enfermedades “especiales” son el argumento de venta de una imagen que deforma la realidad cotidiana de cada uno de ellos y de sus familias, los convierte en seres exóticos, en espectáculo, en llamada al morbo y a la condescendencia. Así, la moral pública se estira hasta los límites del exceso privado, de la burbuja de piedad que crece y se eleva en la medida en que lo hace el nivel de donativos ingresados a las arcas de la estulticia televidente. Mientras usted y yo contamos los pecados de la soberbia corporativa, el gobierno se frota las manos en la inauguración de las asociaciones público-privadas a nombre de las necesidades de atención que tienen los más débiles, los que debieran ser protegidos sin cámaras ni micrófonos, sino con el manto protector del Estado y a nombre de la sociedad, el gobierno de Sonora y del municipio.

Si el DIF tiene una función relevante, la tiene justamente porque promueve y provee distintos tipos de satisfactores sociales ligados a la protección de las familias y de la infancia, ahora en vías de privatizarse gracias a la influencia de Televisa y de la facilidad que tienen en México los empresarios para no pagar impuestos, y sí lograr que otros paguen por ellos. La transferencia de responsabilidades públicas a los empresarios, suena a claudicación de principios, a golpe de estado, a asalto en poblado y a generosa omisión por parte del gobierno: los impuestos que se ahorran son diferidos a los bolsillos de todos los que cooperan al desmantelamiento del Estado y a la glorificación farisea del mercado.
Mientras tanto, el “barco de gran calado” naufraga entre verborreas y trivialidades venidas a decisiones de gobierno, la paz social se hace añicos al ritmo que marcan los retenes, patrullas y puestos militares que aportan su grano de arena a la inseguridad en las calles y domicilios. La privatización silenciosa y no tanto nubla el entendimiento de lo que es gobernar y ser gobernado, del significado preciso de las garantías individuales, de la dignidad ciudadana y el ejercicio consciente de los derechos políticos. Lo anterior es ignorado olímpicamente por la gran prensa y por el emporio de la manipulación de masas, Televisa, madre y maestra, monja hospitalaria y referente universal del deber ser nacional.

Estoy de acuerdo en que cuando existe un propósito claro y definido, reconocido como necesario y trascendente, la voluntad se dirige hacia objetivos que implican el logro de metas y el alcance de objetivos. El fortalecimiento de la salud pública, ¿no es prioritaria para el gobierno?, ¿por qué no fortalecer la infraestructura, mobiliario, equipo, personal de salud, que existe, y apoyar, por ejemplo al Hospital Infantil del Estado de Sonora? ¿Era necesario montar un espectáculo y desplegar el poder de la manipulación mediática privada, para crear un centro de rehabilitación que ya existe en el sector salud sonorense? ¿Estamos convirtiendo la salud en una mercancía que se expende en establecimientos privados, y dejando que languidezcan los establecimientos públicos? ¿Sonora experimenta la figura de asociación público-privada por vías de hecho, no necesariamente (aun) de derecho?

jueves, 10 de diciembre de 2009

El Nobel de la Paz


Mientras que el mundo espera el arribo de 30 mil soldados gringos a Afganistán, y las armas de Estados Unidos se distribuyen en el mundo sembrando muerte en guerras de diverso tamaño, y el medio oriente sigue siendo zona de combate interminable, de exterminio y desolación, bajo la cual están enormes reservas petroleras, Barack Obama recibe el premio Nobel de la Paz. Su discurso solamente pretendió justificar con robótica prepotencia las razones de la guerra en un país a miles de kilómetros de Norteamérica. No hubo razones válidas ni atisbos de paz. Solamente campeó la crudeza de los negocios bélicos del estado terrorista más poderoso del mundo.

Con este acto, el premio Nobel de la Paz, deja de ser prestigioso y se convierte en una caricatura imperialista que ofende al mundo civilizado, porque proclama el triunfo de la barbarie.

Oración




Los mexicanos de a pie debemos de pensar seriamente en cómo resolver la próxima temporada de impuestos y de contracción del mercado laboral, además del desempleo que ya existe como maldición de otro sexenio perdido. En este marco, sugiero lo siguiente: rece fervorosamente la oración a San Judas Tadeo. Queda demostrado que la vida en México es cuestión de fe. Vale.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Las novedades de Calderón





De repente leemos en la prensa alguna nota relacionada con declaraciones que vienen de las alturas de un gobierno evanescente, flotante en una fumarola cuyo olor recuerda la parte de la aplicación de una inyección, en la que el algodón impregnado con alcohol se restriega en la superficie glútea. Cabe reconocer que las novedades sobre lo dicho y lo hecho por Calderón, presidente de la república onírica de México, caen en las honduras del verbalismo inconsecuente y, por ello, generan una reacción equiparable al estornudo de una mente sin recuerdos, como cuando se vacía una bolsa plástica al ser arrojada en el pavimento: una evacuación silenciosa y casi ridícula, vergonzante de su propia existencia, contradictoria en su intrascendencia y fugacidad, porque se relaciona con lo efímero de una presencia condenada a la futilidad y al desparpajo de cantina. Materia del anecdotario de una tarde ociosa bajo un árbol, en un camellón de bulevar.

El agasajo inicuo de leer la prensa radica en la posibilidad de encontrarse con la oligofrenia panista, con la bravuconería de derecha instalada en el quehacer farragoso de decirle al pueblo de México sobre cuán cerca estamos de declararnos una república que enarbola el estandarte del reeleccionismo edilicio y legislativo. Calderón se prodiga en asombrarnos con su creatividad desparpajada al proponerse hacer realidad la reelección de alcaldes y legisladores, con lo que algunos harían patria no por tres sino por seis años, mientras que otros llegarían a la docena en medio de las fanfarrias de triunfo por remontar la inopia a nombre de las masas ciudadanas, seguir gozando de privilegios y hacer como que hacen una carrera política basada en el hedonismo electoral. Y no es poca cosa: disfrutar de sueldo seguro y generoso durante 144 o 288 quincenas, según el caso, más las múltiples prerrogativas económicas y políticas a disposición del privilegio de mandar.

El paraíso perdido de una democracia de guarache se encuentra gracias a la pavimentación y recarpeteo de las rutas de la plutocracia legislativa, ahora impulsada por el ingeniero Calderón, el gran urbanizador de las bucólicas aspiraciones de poder aldeano, instalado en el corazón de la república, lejano y por encima de las comunidades que dice representar, sin los altibajos de la política de proximidad que se vive cuando el votante está en las inmediaciones de la comodidad aburguesada de los diputados y los senadores.

Con la propuesta de Calderón, los ciudadanos habrían de padecer no un período sino dos consecutivos al personaje de la tragicomedia electoral mexicana en los municipios y distritos; pasarían a la franja gris de la desmemoria por vía del cansancio de ser oposición en jornadas más prolongadas que las usuales, o replantearían sus esquemas de lucha política y administrando sus inconformidades con mayor parsimonia. Todo ello por la simple y sencilla razón de que no hay recurso legal que compense el exceso en la temporalidad, toda vez que para nada se menciona la buena nueva de la revocación del mandato, el referéndum, el plebiscito y la iniciativa popular.

Mientras que el país se queda sin maíz gracias a la transgénica magnificencia autodestructiva de los productos de Monsanto, Dupont y similares, el gobierno de la república abre las puertas a la aniquilación del principio de la no reelección para dar oportunidad a los nuevos gobernantes de que aprendan echando a perder y, entre otras cosas, sean ejemplo de perseverancia en el cultivo del error e, incluso, la institucionalización del mismo al declararse propietarios del cargo de manera directa o indirecta, gracias a la masa de relaciones y complicidades que se pueden concretar de esta manera.

Aparejada a la iniciativa de marras, se encuentra la recomendación presidencial (sic) de dejarse de críticas falaces y aceptar como buenos alienados que vivimos en el maravilloso mundo de las posibilidades remotas, de las ilusiones del cambio, de las mil y una peroratas que con fervor patrio nos endilga el hombrecillo de Los Pinos. La invitación a creer en el maravilloso futuro a cambio de negar el horroroso presente, nos coloca en la fila que conduce a los paraísos psiquiátricos, a las vaporosas estancias del Prozac, a la distorsión política que nos hará ver todo de color azul y, de cara a las elecciones de 2012, repetir la cancelación del futuro a nombre de la continuidad de algo que se atoró en el tiempo porque simplemente no podía pasar por las vías de la realidad cotidiana.

La inexistencia de logros y el exceso de complacencia bien pueden caracterizar otro sexenio perdido, así como también la torva manipulación de hechos y palabras, de cifras que ni remotamente reflejan la realidad y que tampoco dan cuenta del aseo metodológico que todos quisieran. El calderonato es una broma pesada que se compone de falacias económicas, prostitución política y vocación entreguista. En tal caso, apoyo la revocación de mandato, ¡ya!

Si usted está de acuerdo, escriba al correo revocacionmandato@gmail.com, expresando su adhesión, con su nombre y la entidad federativa a la que pertenece.






Desayuno


¿Cómo se desayuna hoy en el mundo?
U.S.A:
El gringo abre la nevera, saca 2 huevos, saca el beicon, prepara su café, desayuna y se va para el trabajo.
INGLATERRA:
El inglés abre la nevera, saca 2 huevos, los hierve 3 minutos, hace el té, desayuna y se va para el trabajo.
ITALIA:
El italiano abre la nevera, saca 2 huevos, panceta, prepara su capuccino, desayuna y se va para el trabajo.
MEXICO (Bajo el Gobierno de FELIPE CALDERON):
El mexicano abre el refri y no hay luz, se rasca los 2 huevos, cierra el refri, se toma un vaso de agua de la llave y se vuelve a la cama porque no tiene trabajo…

sábado, 28 de noviembre de 2009

El IX Congreso de Economía





Los días 26 y 27 de noviembre se realizó el IX Congreso de Economía, "Perspectivas de desarrollo académico del Departamento de Economía", que registró 20 ponencias, distribuidas en dos mesas de trabajo. Una sobre "Planes de estudio: vigencia y revisión crítica", y otra sobre "Investigación y docencia: aspectos teóricos, metodológicos y perspectivas de desarrollo".


En este último espacio, presenté el trabajo que aparece a continuación:


La calidad en la docencia económica, ¿un sueño posible?
Dr. José Darío Arredondo López
MTC del Departamento de Economía


No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos. Albert Einstein


Sumario
El concepto de calidad. La formación docente. La evaluación. Conclusiones.

El concepto de calidad
La calidad en la educación universitaria no es una conceptualización fija o definitiva, sino que ha cambiado en la medida en que cambian las condiciones contextuales e institucionales en que se desarrolla. La idea de calidad cambia con el tiempo en la media en que lo hace la base científica y tecnológica en que se sustenta, como también en la medida en que la sociedad cambia al abrirse al estímulo e influencia de lo externo. Se puede decir que la economía decide y transforma las relaciones que se dan en el interior de las instituciones de educación superior, y que la educación en la ciencia económica resulta más sensible, o debiera serlo, a la naturaleza de los cambios que se dan en el contexto nacional e internacional.
En la actualidad universitaria internacional, la calidad se asocia a mecanismos de reconocimiento externo, a procesos de acreditación y a la rendición de cuentas de la institución ante la sociedad a la cual sirve. En este marco, la universidad puede ser una institución autónoma, pero nunca más una que ignore al mundo exterior y se constituya en isla. Hoy nadie discute sobre la pertinencia de la evaluación de la calidad sino más bien sobre cómo realizarla de manera consistente y útil (Águila, 2005).
Por otra parte, la calidad está asociada a las condiciones en que es posible, al interior de las instituciones, cumplir con sus objetivos declarados y que se formalizan en normas y procedimientos que rigen el acontecer universitario; en modelos curriculares y formas de organización académica que definen por un cierto tiempo el perfil académico y la actuación de las comunidades de profesores e investigadores. La vigencia del marco normativo depende de la evolución misma de las instituciones, que está determinada por la dinámica institucional y por la dinámica del entorno social, que no necesariamente coinciden en el tiempo ni obedecen a los mismos impulsos. En este sentido, hablar de calidad resulta complicado si se quiere dar cuenta del concepto en los límites de la racionalidad de un modelo rígido en un entorno dinámico.
Antes, la calidad se asociaba al prestigio de ciertas personalidades ligadas a la institución y al papel desarrollado por los egresados en las distintas posiciones laborales; también llegó a depender de la diversidad de su oferta educativa; de su pertinencia de acuerdo al modelo de desarrollo asumido por el gobierno en turno; de la red de instituciones a la que estaba integrada y las aportaciones a un proyecto conjunto de alcance regional; luego se ligó a la apertura comercial y a los imperativos de la globalización, predominando así un esquema de planeación institucional que dependía de los parámetros establecidos por los organismos económicos internacionales, asumido en la planeación mediante la programación educativa nacional. La economía, o más bien, las expectativas económicas de los países en su momento tempranamente industrializados, se convirtió en el mantra salvador de la periferia, en el dogma de fe que determinaría no sólo el diseño de política económica sino el cómo, el por qué y el para qué de la educación. De ahí que el discurso económico haya ingresado por la puerta de la dependencia al aula, al laboratorio y a las administraciones de las instituciones académicas de la periferia, así como a los criterios de apoyo y financiamiento educativo.
La evaluación externa y la acreditación de programas parece ser la entrada única y obligada al mundo virtual de la excelencia, a las asignaciones presupuestales extraordinarias y a la recepción de reconocimientos oficiales. La calidad, en este sentido, revela mecanismos de dominación-subordinación que subyacen en los esfuerzos institucionales y que determinan la orientación y el peso de la administración sobre la academia, del burócrata sobre el docente y el investigador.
En este contexto, preñado por un economicismo vulgar, ¿cómo podemos lograr una educación de calidad?
La calidad de los programas y de las instituciones educativas se puede lograr en la medida en que el impacto que tengan en los estudiantes los conocimientos impartidos, sean útiles y transformadores, para los sujetos en formación, para los propios formadores y para la sociedad a la que pertenecen. Para ello es necesario que las comunidades académicas definan un concepto de calidad que deberá, entre otras cosas, caracterizarse por su capacidad para ser traducido en elementos operativos, fácilmente manejables en un modelo o procedimiento de evaluación; que abarque de una u otra forma las funciones sustantivas de la universidad; que esté ligado a la pertinencia social (Águila, 2005).
En un sentido práctico, la calidad de la educación sólo puede ser posible cuando se cuenta con personal académico de calidad, lo que nos lleva a considerar dos aspectos centrales: la formación docente y la evaluación.
La formación docente
La profesionalización del personal académico se ha circunscrito a los aspectos estrictamente relacionados con la obtención de títulos y constancias, con la eventual actividad profesional extrauniversitaria y a la experiencia que se adquiere en la práctica, sin soportes significativos (cuando no inexistentes) en los aspectos más directamente relacionados con el quehacer del economista metido a profesor.
En nuestra vida cotidiana universitaria, el conocimiento experto sobre las materias, los fundamentos metodológicos y el talento natural son elementos que obran a favor del buen docente, pero resultan insuficientes cuando hablamos de profesionalización y calidad. Es un hecho que en la universidad la formación pedagógica y didáctica se reduce a la oferta de cursos dispersos y a una asistencia mediada por la disponibilidad de tiempo y el interés por determinados temas, además de la expectativa de lograr una constancia de participación, que se va a traducir en puntos en el programa de estímulos al desempeño docente, conocido coloquialmente como “tortibeca”. La formación docente implica la existencia de un programa ex profeso, basado en un modelo formativo que haga realidad la visión educativa de la institución y que permita la evaluación de sus procesos y productos.
En ese sentido, la actividad profesoral requiere de una revaloración que permita su mejoramiento y reconocimiento social, traducido en estímulos que animen al profesor a ser mejor, habida cuenta que es el docente el que decide qué enseñar y, sobre todo, cómo enseñarlo, de cara a las oportunidades y retos que implican las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (Escribano & Pardo, 2005). Pudiera empezarse por discutir colectivamente la visión educativa de la institución, el modelo formativo docente y los mecanismos de evaluación del desempeño, más allá del llenado de formatos y la acumulación de papeles para fines de intercambio, toda vez que la simple oferta de cursos de actualización no necesariamente supone la existencia de un modelo formativo, ni garantiza la calidad y pertinencia del trabajo docente.
Debemos partir de que “la calidad de un sistema educativo depende, principalmente, de los profesores… Un profesorado de calidad ha de ser, ante todo, experto y con una cualificación acorde con las funciones y el rendimiento que de él se espera… La calidad de la enseñanza necesita, además, un profesorado motivado, responsable y conocedor del proceso educativo en general de los niveles o áreas de su particular dedicación” (Ministerio de Educación y Ciencia de España, 1987, citado por Belandro, 1999).
Si bien es cierto que el saber científico se adquiere a través de la formación disciplinar del economista, la cual puede asumir un alto grado de competencia al acceder al doctorado, el saber pedagógico y didáctico requiere de una formación especial que comúnmente se da a partir de modelos formativos (el modelo práctico-artesanal, el modelo academicista, el modelo tecnicista-eficientista) entre los que destaca el modelo hermenéutico-reflexivo. Este modelo “supone a la enseñanza como una actividad compleja, en un ecosistema inestable, sobredeterminada por el contexto y cargada de conflictos de valor que requieren opciones éticas y políticas. El docente debe enfrentar, con sabiduría y creatividad, situaciones prácticas imprevisibles que exigen a menudo resoluciones inmediatas para las que no sirven reglas técnicas ni recetas de la cultura escolar. Vincula lo emocional con la indagación teórica. Se construye personal y colectivamente parte de las situaciones concretas que intenta reflexionar y comprender con herramientas conceptuales y vuelve a la práctica para modificarla. Sus textos son ‘pre-textos’, que posibilitan y generan conocimientos nuevos para interpretar y comprender la especificidad de cada situación original, que también se transforma. Se llega así a un conocimiento experto, el mejor disponible para dar cuenta que aquella práctica primera, enriquecida y modificada; posible portadora de eventuales alternativas, de un nuevo dinamismo transformador” (De Lella, 1999).
La evaluación
“(…) la evaluación de los profesores en los centros de educación superior tanto públicos como privados, suele tener reservado un lugar reconocible dentro de los programas institucionales. En casi todos los casos se complementan las valoraciones que hacen los encargados de la gestión académico-administrativa con las opiniones de los alumnos sobre el desempeño de sus maestros. Y casi siempre se contempla el acercamiento directo o indirecto de éstos a tales opiniones, con la finalidad optimista de que sean tomadas en cuenta en sus futuras actuaciones intra o intergeneracionales (…) pero no mucho más” (Rigo, 2008:131).
La evaluación raramente trasciende el dominio de los administradores escolares y se toma como un insumo para la mejora del profesorado. En las reuniones entre pares o en el escenario de las reuniones de academia, el tema no figura en la agenda y solamente representa un factor de ponderación de los méritos requeridos para postular al programa de estímulos. Dicho de otra manera, la evaluación en realidad no cumple con los objetivos transformadores a que se supone está destinada y, por lo tanto, su aplicación es más formal que real. La inconsecuencia de contentarse con llenar formatos hace que la idea de calidad quede en manos de una burocracia que bien puede ignorar el estado que guarda la academia o, en el mejor de los casos, subestimar los resultados obtenidos para la mejora de los programas y del desempeño docente.
Si partimos de la idea de que el profesional de la educación universitaria debe ser competente en el campo científico en el que se desempeña, y que además de esto debe contar con sólidas bases pedagógicas y didácticas, el modelo evaluativo necesariamente debe contemplar los mecanismos que permitan a los actores comprender los procesos de enseñanza-aprendizaje y, por otra parte, cobrar conciencia de los efectos de la práctica docente en la formación de los estudiantes, en la profesionalización y transformación de los docentes, de simples artesanos o repetidores de fórmulas y procedimientos educativos, en profesionales reflexivos (Schön, 1998).
En este caso, la propuesta es adoptar el modelo de autoevaluación reflexiva, “… e implica que el maestro ha de evaluar críticamente su propio desempeño docente, pensando en y sobre su práctica con la finalidad de mejorarla constantemente. Lo anterior supone que toma como objeto de análisis y de estudio permanente su actividad didáctica, la problematiza e instrumenta las respuestas para darle sentido y las posibles soluciones para optimizarla” (Rigo, 2008:131).
En la práctica nuestra, el proceso de autoevaluación reflexiva puede adoptarse en las academias, a partir de que los integrantes realicen el autoanálisis de su actividad y que discutan con sus pares las situaciones problemáticas y las soluciones posibles a éstas, lo cual se puede eventualmente traducir en forma de propuestas estructuradas que permitan documentar su seguimiento, con lo que en los hechos estaríamos haciendo investigación educativa sobre la práctica docente con fines transformadores.
Conclusiones
El concepto de calidad se transforma en la medida en que la sociedad y las instituciones educativas lo hacen, y que son influidas por factores tanto internos como externos. En ello la economía, o más bien, las instituciones y organismos económicos dominantes redefinen la educación y el sentido de la calidad. En la práctica, la formación docente y la evaluación representan dos procesos íntimamente ligados al logro de la calidad de las instituciones educativas y los programas que imparten.
La formación docente permite la profesionalización profesoral y la toma de control de los procesos de enseñanza-aprendizaje, bajo los supuestos de una visión educativa y un modelo formativo que la haga posible.
La evaluación significa asumir una posición crítica respecto al fenómeno educativo en el campo de la especialidad y sobre la propia práctica docente, para fines de comprensión de los procesos e impactos que tiene en la formación de los estudiantes la actividad docente y sus repercusiones en la práctica profesional una vez egresados. Asimismo, los efectos transformadores de la práctica educativa y de los propios docentes.
Un modelo de autoevaluación reflexiva respondería a estas necesidades y haría posible la investigación educativa centrada en la práctica docente con la finalidad de mejorarla y lograr estándares de calidad, de acuerdo a sus impactos en la formación de los alumnos y en la mejora de las condiciones de su contexto.
En este sentido, la calidad en la docencia es un sueño posible, basado en una práctica responsable y autocrítica, reflexiva, creativa y comprometida socialmente.

Referencias bibliográficas
Águila, V. (2005). El concepto de calidad en la educación universitaria: clave para el logro de la competitividad institucional. Revista Iberoamericana de Educación, Número 35/5. www.campus-oei.org/revista/calidad7.htm. Consultado el 9/11/05.
Belandro, María R. (1999). Los profesores del siglo XXI y la calidad de la enseñanza universitaria: En torno a la formación. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 2(1). http://www.uva.es/aufop/revelfop/99-v2n1.htm. Consultado el 14/11/2009.
De Lella, C. (1999). Modelos y tendencias de la formación docente, Perú: OEI. www.oei.es/cayetano.htm, consultado el 14/11/2009.
Escribano, F. & Pardo, I. (diciembre 2005). La función del profesor universitario de Economía ¿docente o investigador? Notas para un debate. Estudios de Economía Aplicada, vol. 23, número 003. Asociación de Economía Aplicada (ASEPELT), Madrid, España, pp. 685-707.
Rigo, A. (2008). Constructivismo educativo, actividad y evaluación docente: relato de algunas incongruencias, en Reencuentro, 53, pp. 125-134.
Schön, D. (1998). El profesional reflexivo. Cómo piensan los profesionales cuando actúan, España: Paidós.

jueves, 26 de noviembre de 2009

El primer aniversario de la partida de Artidoro


Hoy se cumple un año de la muerte del amigo Artidoro Lagarda Núñez, a consecuencia de un infarto al miocardio, en su natal Navojoa.

Licenciado en Economía y Maestro en Administración, Artidoro Lagarda Núñez fue uno de los integrantes de la generación 73-78 de la licenciatura en Economía de la Universidad de Sonora, y durante su diversificada vida profesional navegó por las aguas de la docencia en el nivel superior y medio superior, en las estructuras administrativas del sector educación, en la vida política de su municipio y en las tertulias que reunieron a intelectuales, hombres de empresa y políticos, siempre con gracia, con la desenvoltura del hombre de bien que sabe ser amigo, cordial compañero y generoso ser humano.
Extrañaremos a Artidoro, navojoense de prosapia, sonorense non, amigo entrañable y buen padre de familia. A un año, su recuerdo pervive en nuestros corazones, como parte de una generación de economistas sui generis, de esos que no se venden, que sonríen a la vida, que se van con elegancia y dignidad cuando la muerte, mujer al fin, reclama su presencia.
¡Hasta siempre, amigo Artidoro!

martes, 17 de noviembre de 2009

El aniversario de la revolución






Como un recuerdo difuso y confuso aparece en la memoria del mexicano de a pie, de bicicleta o de vehículo automotor la fecha del 20 de noviembre. La ignorancia es democrática porque se comparte y se padece sin sentirlo, como una ausencia depositada en el holograma de una cultura de olvido y desgano, de pauperismo intelectual, de amnesia protectora de toda inquietud por la identidad perdida, por el paraíso perdido y jamás buscado, por la pena de ser ciudadano en un pozo profundo de inequidad. El recuerdo nebuloso de los tiempos heroicos en donde se luchaba por una causa, por un ideal que olía a pólvora reivindicatoria, a hombría a prueba, a reto asumido y a honra salvada, es fugaz, tanto como lo es la palabra que lo nombra, la ceremonia que lo exalta, las imágenes que lo estereotipan.

La revolución que se hizo de muchas batallas particulares, de inquietudes regionales, de cuentas sin saldar durante muchos años, de intentos inconexos por construir una sociedad moderna en un mundo donde privaba lo rural sobre lo urbano; donde la página del siglo XIX era la que dominaba la lectura de presente y futuro de la nación. La ruptura necesaria trajo consigo la manifestación de otras voluntades, de otro lenguaje, de otras expectativas y la modernidad se hizo gobierno, entre tumbos y caídas, entre los desdibujados rostros del pasado sin morir y el presente sin certidumbre. Las marchas de caballería, los afanes de hombres y mujeres en los campos de batalla, la dureza del asedio a ciudades y haciendas, los ríos de sangre y las tumbas sin nombre fueron, ayer como hoy, los signos vitales de la transformación, del cambio que implica el salto de lo cierto a lo imaginado.

Los polvorientos caminos se regaron con la savia adolescente de un México que quería crecer y progresar, confiando en que el camino enseñaría el rostro de la madurez económica y política necesaria para que el esfuerzo de muchos fructificara para todos. Las ideas de libertad y progreso eran, como hoy lo son, seductoras, envolventes, plásticas porque se acomodan a cualquier imaginario, porque no exigen precisión en el camino que recorre la idea para ser realidad. La revolución era flama, programa y resultado. Era voluntad de cambio y el cambio en sí.

Lo que inició como un movimiento de masas reclamando la vigencia del estado de derecho, dotado de banderas regionales e integrado en un propósito nacional transformador, se convirtió en logotipo, bandera, imagen y culto, pero no se mantuvo como estímulo, compromiso y meta a alcanzar. La imagen se congeló en el discurso y la inmovilidad hizo el resto: se volvió cauta y luego conservadora; se interrumpió y fue traicionada, se convirtió en franquicia política y dejó de convocar a la acción. Una revolución burocratizada es, a, fin de cuentas, una revolución acabada. Actualmente es desfile deportivo, día de asueto y escenario de discurso y pasarelas políticas; es pretexto de bostezos y pedorretas burguesas.

Si los ideales se convierten en monumentos, urnas funerarias y discursos pronunciados sin convicción ante auditorios presas del hartazgo y la apatía, entonces es necesario volver a la historia, analizar a trasluz sus implicaciones, el sentido del mensaje, la vigencia de los propósitos, la realidad a que responden y, dejando de lado lo “políticamente correcto”, actuar y proclamar la validez de la acción, sin disimulos, sin desviaciones vergonzantes, con entrega y convicción. La revolución, entonces, es compromiso, medio, consigna y acción que se renueva día con día, que se convierte en programa de gobierno, que se traduce en acciones responsables ante los ciudadanos, y ante el mundo.

La gran revolución social emprendida en México en los inicios del siglo XX es tarea inconclusa, porque sus actores fundamentales, los obreros y los campesinos, los pequeños y medianos comerciantes y los industriales, que hicieron frente a la dictadura, a la par que a los apetitos del imperialismo sobre nuestros recursos naturales, están, hoy por hoy, en espera de satisfacción de sus demandas de justicia y progreso. Sin duda se avanzó en crear una Constitución ejemplar en materia de garantías individuales y en lo atinente a la soberanía y el dominio de la nación sobre sus recursos, pero también es cierto que se ha retrocedido por atender las demandas del capital sobre el trabajo, del extranjero sobre el interés nacional.

La revolución, desde el punto de vista social, económico y político, debe replantearse, y rescatar el impulso creador y reivindicativo que tuvo, para avanzar en el logro de las condiciones requeridas por la nación para su progreso e independencia. En este sentido, no es una etapa histórica que se agota y se congela en palabras e imágenes, sino un objeto de estudio y comprensión para las presentes y futuras generaciones de mexicanos. Si bien es cierto que es un hito histórico, también es cierto que es ejemplo de lo que puede y debe hacer un pueblo en determinadas circunstancias, cuando las palabras dejan de tener sentido, cuando las promesas son una burla sangrienta al pueblo que desespera y ve deteriorarse cada día sus condiciones de vida. Cuando los abusos por parte de quien gobierna son intolerables, cuando los atentados contra la calidad de vida de las familias son desmesurados y se convierten, prácticamente, en política de estado.

Celebremos la revolución en su día, y que sea el 20 de noviembre de cada año, no sólo recordatorio de una gesta heroica, sino estímulo para cumplir, a través de la acción ciudadana, con el deber que tenemos todos de procurar un mejor país, una nación soberana e independiente que lucha por la legalidad, el progreso y el bienestar de sus gentes.






lunes, 16 de noviembre de 2009

CHISTE SONORENSE


Comparto con usted el chiste que me llegó por correo:


Diversos personajes se acercaron a la sede de la famosa Guía Guiness de records mundiales para "Renovar sus Títulos":

Entró Blanca Nieves y a los cinco minutos salió llena de alegría: - ¡¡Sigo siendo la más bella del Mundo!!

Luego entró Pulgarcito y a los pocos minutos salía saltando y de lo más contento: - ¡¡Todavía no hay nadie más pequeño que yo!!

Entró DUMBO y enseguida salió feliz, batiendo sus orejas, feliz: - ¡¡AÚN SOY EL ÚNICO ELEFANTE VOLADOR!!

Sin esperar, ingresó ALI-BABA escoltado por los 40 ladrones...
A los 10 minutos sale rojo de la rabia, insultando y gritando a voz en cuello:
- ¡¿¿Quién chingados es ese Bours y sus vaqueros??!