Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

sábado, 27 de noviembre de 2021

Cosas que no se entienden

 

 “Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable” (Cicerón).

 

Asombra, por decir lo menos, que exista un “cartel inmobiliario” en Sonora donde los personajes señalados como presuntos implicados son funcionarios de la fiscalía estatal, del notariado, del ICRESON, entre otros relacionados con la función pública, según denuncia el abogado Héctor Contreras (https://youtu.be/_NPbIvrWfhY), expresidente de la Barra Sonorense de Abogados, y confirma el periodista Feliciano Guirado, en calidad de víctima (https://youtu.be/WkU4mU3Q4T4).

Imagínese: en el despojo patrimonial están implicado algunos notarios que dan por válidas operaciones de compra-venta de terrenos y casas alterando los títulos de propiedad y despojando a los legítimos propietarios que, sin darse cuenta, habían dejado de serlo.

Hay dedos que apuntan a la exgobernadora Claudia Pavlovich, al vicefiscal Bustamante y a una red cuya existencia está siendo revelada públicamente y que el propio abogado Contreras había hecho del conocimiento de la titular de la Fiscalía estatal.

Por su parte, al analizar la situación del registro público, el expresidente del Colegio de Notarios, Luis Rubén Montes de Oca, señala que se carece de recursos para tener un control efectivo de los expedientes y por ello se viola la ley.

Los archivos del registro público no son seguros, de suerte que cualquier vivales puede meter mano en perjuicio de los usuarios, y propone la digitalización y un folio único en los expedientes; asimismo, que el Estado tome el control del registro público y que aporte recursos para fortalecer la seguridad jurídica de las personas, con lo que acabaría el llamado cártel inmobiliario (https://youtu.be/lDkiuV7nYAY).

Por lo que se ve, en Sonora la actividad delictiva se toma como si fuera lo más natural entre los miembros de ciertas familias “poderosas” y bien portadas, aquellas que son frecuentes en los circulo de la gente bonita, de los empoderados de abolengo, de quienes representan intereses que pesan política y económicamente en la entidad y quienes han remodelado la fisonomía urbana de Hermosillo y otras ciudades.

La podredumbre de una sociedad anclada en la corrupción y el juego de apariencias empieza a oler demasiado fuerte como para echarle algo de tierra y así distraer la capacidad olfativa de una ciudadanía dispuesta al cambio.

Cabe recordar, entre muchos otros eventos, las trapacerías que durante el gobierno de Bours estallaron dramáticamente en el incendio de la guardería ABC, la venta de infantes expuestas durante el gobierno de Padrés, más el desorden financiero y el desfondo del Isssteson ventilados durante el gobierno de Pavlovich, lanzados como balas de salva que sacudieron los oídos de la ciudadanía pero que hasta la fecha parecen caminar demasiado lento rumbo a su judicialización.

Cada día se ve como mayor claridad que el Poder Judicial padece de anemia, de amnesia selectiva, de reumatismo severo que se ve apenas sobado por el Ejecutivo en turno, a nivel de denuncia protocolaria, de publicidad y transparencia filtrada por el cristal empañado de las complicidades y la cadena de corrupción que configura delincuencia organizada.

¿Diez mil expedientes durmiendo el sueño de los justos durante cuatro, cinco o más años? ¿Conservación de expedientes en papel, deteriorándose y estando expuestos a manipulaciones dolosas? ¿Negocios privados a la sombra del poder público? ¿Despachos de abogados y notarios cómplices de despojo inmobiliario?

Signos evidentes de que Sonora ha estado gobernada por una cleptocracia glamorosa, discursiva, exhibicionista de virtudes ausentes, en espera de que el ojo público la ubique, analice y se finquen responsabilidades legales, porque la impunidad en una sociedad que exige honestidad es una de las cosas que no se entienden.

 

 

 

 

 

 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Los más vulnerables

 

“¿Cómo puedo curarme si ni entiendo mi enfermedad? (Susanna Kaysen).

 

Hermosillo se perfila como la capital de las carencias de Sonora, y sus alaridos de dolor e impotencia se oyen más allá del cerro de la Campana, porque la ciudad no sólo es el viejo centro que algunos dan en llamar “colonia”, sino que cubre una extensión cuyas dimensiones se traducen en problemas.

La ciudad capital sufre de abandono crónico profundizado por la demagogia comodona de los gobiernos ahorrativos en obras que no sean de relumbrón y que carezcan de cualidades fotogénicas.

Las calles de barrios enteros lucen como el escenario de una batalla apocalíptica que se repite devorando la reparación de baches y algunos socavones que ya actúan como puntos de referencia geográfica, porque la topografía otorga carácter a algunas zonas de la ciudad, por su extensión, duración y peligrosidad.

Los servicios públicos municipales son una caja de sorpresas que acumula éxito tras éxito en el cartel de las lamentaciones ciudadanas: se oye y repite que el agua no llega o lo hace con poca presión, que el pavimento recubre sólo pequeñas porciones de terreno por el desgaste producido por el tránsito y la mala calidad de los materiales, que los baches truenan las llantas y suspensiones de los vehículos, que la tierra suelta, los charcos y los olores a panteón o a letrina invaden y torturan los orificios nasales más aguantadores…

Se quejan los vecinos de tal o cual colonia que sus calles y recovecos están plagados de vicios y que los vagos hacen de ellas su patio de recreo, sin dejar de lado la inseguridad que acojona los domicilios y pone en riesgo las pertenencias de los vecinos y los viandantes.

Postes sin lámparas que moderen la sombría atmósfera, calles sin vigilancia policiaca, rateros y malandros de la más baja y variada ralea, pestes diversas e indescifrables, distribuidores ratoneros de droga y comercio sexual completan el panorama citadino.

En medio de una mala distribución del espacio urbano tenemos el flujo constante de la gente que vende o compra, que consume y desperdicia, que vaga sin destino definido aportando basura en las calles y sitios de reunión, y una amplia gama de sonidos, de emociones e imágenes que llegan y se van con pulso errático, como si fuera la taquicardia de un organismo que de estresado vive y muere a diario.

Cada día nos encontramos con otros, interactuamos con el vecino, con el vendedor, con el comprador y el simple mirón; ejercemos la civilidad para dejar constancia de la fortaleza o debilidad de nuestra idea de mundo y sociedad; toleramos a los demás con la esperanza de la reciprocidad en el trato, damos noticias y las recibimos en una cadena de mensajes que a diario depositamos en los oídos y los ojos de los demás.

Nuestra sociabilidad habla de las necesidades que compartimos y que, en cierta forma, nos definen como parte de algo, así que no sabemos ser nosotros sin los demás, dependemos del otro, del cercano y del distante.

La pandemia, hecho singular y extraordinario por su magnitud, duración e intensidad, nos invita a revalorar nuestro trato con el resto, a poner sana distancia del otro, a separarnos del conjunto del que formamos parte activa e influyente. Nos disociamos socialmente para protegernos del contagio viral.

Por tomar precauciones y la amplia difusión de las noticias en los medios de comunicación masiva, nos atrincheramos en las casas, reducimos la movilidad, se condiciona el acceso a determinados lugares, usamos cubrebocas, alcohol en gel y aceptamos las medidas que recomiendan o disponen las autoridades competentes.

Hermosillo, como el resto de las ciudades, se semiparaliza hasta que la curva de eventos virales baja y cambia el semáforo a verde, con lo que se reactivan los comercios, las fiestas y reuniones aumentan su frecuencia y volumen, y se facilitan los contactos y las posibilidades de empleo e ingreso.

Así pues, las medidas restrictivas dan paso al relajamiento que apunta hacia la normalidad y pintan su huella en la economía de las familias, en las expectativas de las personas o grupos que dependen de los demás para sobrevivir, en este caso los más vulnerables.

En el plano político, la ciudad de los baches, los malos olores, el vandalismo, la inseguridad y la marginación termina un ciclo y empieza otro; cada nuevo gobierno promete mejoras, cumplir demandas ciudadanas, cobijar expectativas y propósitos, hacer habitable la ciudad y próspero el municipio.

La epidemia pone sus puntos suspensivos en la nueva administración municipal, en las pautas a seguir para recuperar los huecos financieros, económicos y sociales, sin dejar de lado el descalabro sanitario que reveló cuán irracional puede ser una población si se tiene una autoridad que actúa sin un planteamiento claro e informado de las causas y consecuencias de los problemas.

Los más afectados han sido los que dependen de la calle para vivir, los enfermos hipertensos, los que padecen sobrepeso u obesidad que cargan con un hígado graso, un páncreas que no funciona bien y que convierte en diabético a su dueño, así como los desnutridos o mal nutridos que deambulan entre la miseria y la pobreza, los parias sociales, los marginados de siempre.  

  

 

sábado, 13 de noviembre de 2021

La lucha por el Isssteson

 “Detrás de cada gran fortuna hay un delito” (Honoré de Balzac).

 

Estamos en una etapa que se pinta con colores de lucha, siempre vibrantes y nunca opacos; la lucha por el Isssteson es una lucha ciudadana, lucha de lo nuevo contra lo viejo, que toma las calles en busca de reordenar costumbres y procedimientos, que trastoca inercias y reorienta el rumbo.

El rescate de la seguridad social en Sonora no es tarea de timoratos y apocados, de burócratas nalgas planas ni de farsantes de temporada. Es tarea de ciudadanos y de funcionarios honestos y comprometidos que quieren el cambio, que apoyan la política de honestidad y transparencia impulsada por López Obrador para el saneamiento de la república y que se asume como principio rector de la actual administración estatal.

A estas alturas, todo mundo sabe en qué condiciones dejaron al Isssteson los gobiernos del PRI y el PAN; nadie ignora el robo sistemático y el enriquecimiento privado que acumuló décadas de saqueo de los recursos y patrimonio de los trabajadores.

Las evidencias son claras y contundentes y, en consecuencia, el pueblo espera que se ponga orden, que se haga justicia, que los ladrones sean llamados a cuentas y que se devuelva lo robado. Hoy más que nunca es vigente la consigna de “pena de prisión a las ratas del Isssteson”.

La ciudadanía sonorense reclama pacíficamente el cumplimiento de las promesas y el beneficio de tener una institución de seguridad social que le sirva y que no sea caja chica (o no tan chica) de los gobiernos en turno, al servicio de empresarios ganones y funcionarios corruptos.

Resulta verdaderamente insultante que existan privilegiados con pensiones de 20 o más salarios mínimos, como si se tratara de garantizar una vida de lujos y dispendio a ciertos personajes tanto del sector gobierno como de algunos sindicatos y grupos cercanos en su momento al poder prianista.

Indigna que se retrase la aprobación de las solicitudes de jubilación por carecer el Instituto de fondos para sostener el retiro ganado tras décadas de esfuerzos al servicio del Estado y organismos afiliados.

Exaspera la lentitud de los trámites, el posponer cirugías, no surtir las recetas expedidas, la carencia de médicos especialistas, la reducción de la variedad de medicamentos disponibles en farmacia, las subrogaciones que terminan en ganancias privadas a costa de la salud del derechohabiente, la necesidad de pagar seguros de gastos médicos mayores, siendo que cada quincena se descuentan cuotas y aportaciones al Isssteson para que provean tanto los servicios de salud como de farmacia.

Es inevitable preguntarse dónde estuvieron los sindicatos que tienen representantes en la Junta Directiva del Isssteson y el Comité de Vigilancia cuando se dio el saqueo al fondo de pensiones, cuando se aceptó la subrogación de los servicios de farmacia, radiología, imagenología, diálisis, entre otros, y que ahora hacen como que la virgen les habla.

¿Cómo olvidar la obscena presión ejercida contra algunos organismos afiliados como a la Universidad de Sonora por parte de la directiva del Isssteson, para que firmaran un nuevo convenio con contenido sustancialmente recaudatorio, y que fueron los propios sindicatos quienes apoyaron el cambio de condiciones?

Está ampliamente documentado que el Instituto abrió opciones para recaudar más y siguió dando un servicio lento, incompleto y deficiente, de suerte que los derechohabientes tuvieron que pagar mayores cuotas por más tiempo para recibir lo mismo, gracias a la reforma a la Ley 38 en 2005 y los abusivos convenios que se derivaron de ella y que fueron de suscripción obligada sobre todo durante el sexenio de Claudia Pavlovich.

A estas alturas aún subsiste el descuento que los pensionados y jubilados deben pagar por concepto de servicios de salud, en una absurda aplicación de la disposición contenida en el artículo 25 de la Ley 38, en abierta contradicción de su artículo 66, que dispone que las pensiones no estarán sujetas a ningún tipo de gravamen.  

¿Tras pagar cuotas durante toda su vida laboral los jubilados tienen que seguir pagando? ¿Por qué se le pone precio al derecho a la salud, siendo que no es una mercancía sino una prestación ganada con trabajo?

Si los supuestos del modelo neoliberal se han declarado nocivos y caducos, ¿a qué hora se va a eliminar este descuento? El Congreso del estado debe tomar cartas en el asunto y cumplir con su deber, porque el fortalecimiento de la seguridad social sí es de urgente y obvia resolución.

Ninguna sociedad puede catalogarse como democrática, libre e incluyente si a sus enfermos y adultos mayores se les trata como población sobrante.

Es tiempo de sumar e incluir a todas las voces, es hora de reorientar el rumbo del Estado y sus instituciones, para que de hoy en adelante nunca sean ajenas al pueblo.


viernes, 5 de noviembre de 2021

Labores de limpieza

 

“Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado” (Albert Einstein).

 

“Hágase la luz, y la luz se hizo”, no es lo mismo que decir “Límpiese el Isssteson” para que las cosas vuelvan a funcionar como lo hacían antes de Eduardo Bours o Guillermo Padrés, cuando el derechohabiente acudía a la consulta, iba a la farmacia y regresaba a su casa con receta surtida y tratamiento iniciado.

Lo que sí se puede acreditar como un milagro contemporáneo es el hecho de que se empiece a depurar la plantilla de personal y los sistemas al interior del Instituto y, en general, del aparato de gobierno, tras años y felices días de tener gobernadores aficionados a patear el bote, engordar la nómina con parientes o amigos y servirse del cargo público para negocios privados.

Viene a colación la conocida frase “si las cosas que valen la pena fueran fáciles, cualquiera las haría”, con lo que la palabra “paciencia” surge en la mente de los más optimistas a despecho de quienes ven las cosas con la negrura de antes porque “todos los gobiernos son iguales”.

Creo que me ubico entre los optimistas, sin querer decir que se trata de firmar cheques en blanco a la actual administración, sino más bien porque se ve una ciudadanía cada vez más despierta, menos tímida y agachona que cuando se realizaron las tranzas y el robo en despoblado que ahora nos indigna.

Independientemente del contexto y las condiciones que enfrenta la actual gestión administrativa, el panorama de hoy luce prometedor, como que se dan pasos en la dirección correcta y que mucho depende de que los nuevos funcionarios y el simple ciudadano de a pie pongan lo que esté de su parte para llegar a buen puerto.

La denuncia, el reclamo y la propuesta son tres elementos que vertebran la ciudadanía de cara a la transformación progresista de nuestra comunidad, y a todos consta que muchas voces se han levantado reclamando el saneamiento de las finanzas públicas, la transparencia y el uso responsable de los recursos estatales.

Para muestra ponemos al Isssteson, terreno de caza de logreros y oportunistas, de ladrones y fraudulentos que engordaron gracias a la posición política y administrativa, que se sirvieron de los recursos del Instituto para alimentar campañas electorales y fortunas privadas. La seguridad social en Sonora ha sido objeto de saqueo constante, inmisericorde, descarado e impune.

Proliferaron los servicios subrogados en beneficio de empresas dispuestas a sangrar las finanzas públicas y de establecer relaciones de complicidad con servidores deshonestos y funcionarios corruptos, y es conocido en exceso el desfondo sufrido en las pensiones, su otorgamiento faccioso y desproporcionado, al margen de la ley; la presencia de sindicatos que se sienten propietarios del Instituto, causantes de trato diferenciado entre los pensionados y jubilados, de farmacias exclusivas.

A la luz de las evidencias, es difícil imaginar los méritos que, en el marco de la ley, hacen posible que una persona obtenga una pensión de 80 o 100 mil pesos, sin embargo las hay de 200 mil.

El director del Isssteson ha señalado el desorden encontrado en el Instituto, y que la grave situación financiera ha ocasionado que los pagos de la pensión se hagan en forma escalonada, lo que implicó en este mes de noviembre dividir en tres bloques a los beneficiarios: un pago el día 5, a las pensiones de mil a 31 mil pesos, otro el 23 para las pensiones de 31 mil a 109 mil pesos, y el último el 30 de este mes, para las pensiones de 109 mil a 200 mil pesos (Isssteson, 03.11.21).

No queda aclaro cuál fue el criterio para esta distribución en tres partes, más si recordamos que en el mes de octubre se programó el pago en dos bloques, primero el día 13 y 14 hasta 43 mil pesos para dejar el día 17 y 18 las pensiones de 42 mil a 200 mil pesos (Isssteson, 04.10.21).

En este contexto, tener que esperar por el pago de la pensión hasta casi el fin de mes resulta no sólo incómodo sin indignante, ya que muchos derechohabientes (profesores universitarios, entre otros) con pensiones menores a 40 mil pesos acumulan deudas y vales por medicamentos que no han podido ser surtidos por razones financieras y logísticas.

Para los pensionados y jubilados hay dos prioridades: el acceso a los servicios de salud, que incluye la atención médica y la disponibilidad de medicamentos, y el pago de las pensiones, por lo que las preguntas que flotan en el aire y encienden el ánimo de muchos afectados son ¿si el pago de noviembre se difiere hasta casi el fin de mes, qué va a pasar con el de diciembre y el aguinaldo? ¿Cuánto habrá que esperar la que me surtan las recetas?

Se parte del supuesto de que ahora sí se trabaja para poner al día al Isssteson, pero la paciencia tiene un límite y los derechohabientes experimentan cansancio acumulado y el peso de una larga cadena de promesas incumplidas.

Sin duda se requiere un esfuerzo extraordinario en lo político y lo administrativo, que empiece a dar resultados en el muy corto plazo, y que compense la espera de los trabajadores activos y retirados que han cotizado conforme lo establecido en la ley y los convenios vigentes. 

Un reclamo que sigue en espera de su cumplimiento es el de “¡Pena de prisión a las ratas del Isssteson!” Los derechohabientes y el pueblo de Sonora, exigen que se haga justicia.