Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

domingo, 31 de mayo de 2020

Afectación múltiple



“Las actitudes negativas nunca resultan en una vida positiva” (Emma White).

Como se sabe, la actual pandemia no sólo afecta los alcances y eficiencia del sistema de salud sino que pone contra las cuerdas al sistema económico de la nación y el mundo, sin olvidar la confiabilidad de las autoridades políticas y administrativas. En ese sentido, es una afectación múltiple.

Por lo que corresponde a los aspectos de salud, la pandemia en curso ha despertado ideas y explicaciones que pueden resultar contradictorias en cuanto a las medidas y recomendaciones que han tomado las distintas comunidades internacionales, así tenemos que los mecanismos de restricción poblacional en espacios laborales, educativos y públicos ha sido variada y hasta contradictoria ya que, en algunos casos ha sido estricta y obligatoria mientras que en otros ha sido voluntaria y flexible.

Las autoridades sanitarias de nuestro país han optado por la restricción domiciliaria voluntaria, aunque algunos gobiernos locales se han inclinado por hacerla obligatoria violando evidentemente las garantías constitucionales consagradas en los artículos 1º, 9º, 11º y 29º, así como los artículos 183 y 184 de la Ley General de Salud, debido a que se han tomado atribuciones que no les corresponden.

Al respecto, en algunos lugares se ha llegado al absurdo de obligar a la población a usar mascarillas (cubrebocas o tapabocas) sin una base científica que lo justifique, a pesar de las aclaraciones y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otras medidas que parecen responder más al capricho, la ignorancia y el protagonismo facilón de algún aspirante político, o un francotirador informativo de los que hoy abundan.    

Las declaraciones alarmistas de ciertas autoridades han dado por resultado que los ciudadanos reaccionen de manera desproporcionada e histérica, como ha sido el caso de la sobredemanda de pruebas de detección de Covid-19 que ha logrado rebasar la capacidad de procesamiento del laboratorio local autorizado por la Secretaría de Salud (Expreso, 28.05.20).

¿Tenemos una población de plano víctima de déficit de atención? ¿Hay analfabetas funcionales entre quienes deciden sobre los destinos de la comunidad? ¿La gente no se interesa ni se entera de los reportes que cada día se transmiten sobre la enfermedad, sus síntomas y las medidas que son pertinentes para evitarla o, en su caso, atenderla? ¿Creemos que el uso del cubrebocas y las pruebas rápidas nos resuelven la vida, antes que serenarnos y buscar fortalecer nuestro sistema inmunológico?

¿Tiene más sentido vivir aterrorizados por las cifras de muertos que analizar los datos y prestar atención a los casos de pacientes recuperados? ¿Nos regodeamos con el terror y la necrofilia que se ofrece gratuitamente a través de los medios informativos locales y foráneos? ¿Estamos más dispuestos a creer el infundio prianista de que se nos ocultan los verdaderos datos de la epidemia en vez de confiar en el análisis puntual, preciso y detallado que se nos brinda todos los días por la autoridad sanitaria competente? ¿Estamos conscientes y dispuestos a hacer el caldo gordo a quienes lucran con la desinformación y la ignorancia? Y, en todo caso, ¿declaramos en cuarentena nuestro juicio crítico?

En este contexto lo menos deseable es el aumento de casos fatales, y la salida en estampida en busca de la prueba de laboratorio lo único que hace es aumentar la movilidad ciudadana y ampliar la posibilidad de contagios (aplausos y porras para Hermosillo), además de documentar qué tan nefasta puede ser la difusión de rumores y supuestos tan peregrinos como el beneficio de las pruebas de laboratorio como práctica generalizada, lo cual ha sido desmentido muchas veces por el propio vocero de la Secretaría de Salud.

Las pruebas de laboratorio sólo están indicadas para confirmar el diagnóstico de un profesional competente. La aplicación masiva de pruebas no es la política recomendada ni adoptada por el gobierno federal, por considerarla inútil para los fines del modelo epidemiológico puesto en práctica.

Por lo anterior, se puede suponer que la afectación de la epidemia de Covid-19 también abarca los procesos racionales de la administración pública, lo que repercute en la administración de recursos y la lógica del presupuesto estatal de cara al problema epidemiológico en curso.

¿Es necesario realizar pruebas a granel? ¿Un resultado positivo debe ser cuestionado y verificado con otra prueba hasta que el resultado sea políticamente conveniente? ¿Una infección viral como la presente evoluciona tan rápido como para dar resultados distintos de un día para otro y hay que estar aplicando pruebas a cada momento? ¿Se tendrá idea de la diferencia entre una prueba serológica y una de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR), así como de sus costos? ¿Vale la pena trivializar este recurso?

Las autoridades han advertido que Sonora entrará en el punto máximo de contagios a fines de mayo e inicios de junio. Al cierre de este comentario se registraban 366,654 muertes en el mundo, por lo que es inevitable recordar que cada año fallecen 650,000 personas solamente a consecuencia de la gripe estacional, y no se declaró el año pasado o los anteriores el fin de la humanidad ni mucho menos.  

Como en su momento recomendaba el legendario Kalimán: “serenidad y paciencia”, a lo que agregamos el consejo de las autoridades de salud: guarda la sana distancia y no salgas al espacio público si no es necesario. Pero recuerda que la vida se abre paso de cualquier manera.



sábado, 23 de mayo de 2020

Las cifras del mal



“Cada movimiento que hagas es un riesgo para los otros. Así es como debemos pensar colectivamente” (Jacinda Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda).

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018, Sonora ocupa el segundo lugar en enfermos hipertensos, con el 24.6 por ciento de los individuos de 20 años o más, en tanto que para el país la cifra es 18.4 por ciento.

Cabe recordar que, según datos de INEGI, las tres principales causas de mortalidad en el país son: enfermedades del corazón, tumores malignos y diabetes mellitus.

El 22.2 por ciento de los jóvenes sonorenses de entre 12 y 19 años de edad padecen de obesidad, donde la cifra nacional es de 14.6 por ciento. Asimismo el 11.2 por ciento de los sonorenses mayores de 20 años presenta diagnóstico de diabetes, siendo que en el nivel nacional la población diabética es 10.3 por ciento. Nuestra entidad ocupa el cuarto lugar.

Por otra parte, el porcentaje de población de 20 años o más que consume alcohol es 22.7 por ciento, siendo que en el nivel nacional se reporta el 16.4 por ciento; en tanto que la población de ese rango de edad que consume tabaco alcanza el 13.9 por ciento, frente al 11.4 por ciento nacional. 

De acuerdo con lo anterior, nuestra entidad tiene una población donde, con independencia de la edad, se encuentran presentes varias comorbilidades, es decir, padecimientos que afectan las defensas naturales del organismo y que lo hacen vulnerable ante eventos como la presente pandemia de Covid-19 que, como todo mundo debiera saber, no se puede evitar aunque sí controlar su capacidad de expansión mediante las medidas que usted ya conoce, como son la sana distancia, el aseo frecuente de las manos y el evitar en lo posible la concurrencia a espacios públicos considerados como focos potenciales de contagios, cuando no haya causa o razón que lo amerite.

Sin embargo, se reporta que el 20 por ciento de las personas fallecidas en nuestro estado no presentaron ninguna de dichas comorbilidades, (El Imparcial, 20.05.20), lo que indica que más allá de toda duda sobre el origen y funcionamiento de este virus, se impone la prudencia en el desarrollo de la vida cotidiana.

En este contexto donde se dan cita la paranoia y la legítima preocupación por la salud, no ha faltado la insistencia de algunas autoridades en el uso del cubrebocas o mascarillas, con poco o nada de fundamento en la ciencia. Incluso se han alcanzado la ocurrencia de aplicar multas a los automovilistas o negar el servicio en algunos establecimientos a quienes no las usan. 

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que si usted está sano, sólo necesita llevar mascarilla si atiende a alguien con sospecha de estar infectado por el SARS-CoV-2; también se debe usar mascarilla en caso de presentar tos o estornudos; asimismo afirma que las mascarillas sólo son eficaces si se combinan con el lavado frecuente de manos con una solución hidroalcohólica o con agua y jabón (OMS, página oficial).

Pudiera resultar razonable el uso de este tipo de protección en caso de prestar servicios al público, sobre todo en el ramo alimenticio, con el fin de proteger la salud de los usuarios, lo que vale como medida sanitaria para dar seguridad a los clientes. 
Como se puede ver, la ignorancia se hace ley en lugares donde se cuenta con autoridades silvestres y con inclinación a la imposición de normas sacadas de la manga que, además de darles la sensación de superioridad, rinde beneficios por concepto de multas ilegales. Pero, volvamos a las pandemias y sus números.

La humanidad recuerda múltiples pandemias que cada tanto azotan y diezman la población pero, en este caso, la referencia será solamente a las de origen viral ocurridas a partir del siglo XX y que han afectado las vías respiratorias de sus víctimas, de acuerdo con la información que presenta Infobae (18.03.2020).

La llamada Gripe Española (1918-1919) cobró entre 40 y 50 millones de muertes e infectó a 500 millones de personas en todo el mundo, siendo la primera pandemia causada por el virus de la gripe, H1N1, caracterizándose por una letalidad muy superior a lo común.

La Gripe Asiática (1957-1958) alcanza un millón 100 mil muertes, es la segunda epidemia atribuida al virus A H2N2, que se encuentra en aves como los patos salvajes, que se supone mutó y se combinó con una cepa humana preexistente (la primera fue la Gripe Rusa -1889-1890- que acabó con un millón de personas). Es interesante señalar que el virus se identificó por primera vez en Guizhou, China, y de ahí pasó a Singapur, Hong Kong y Estados Unidos.

La tercera de este tipo de pandemias es la Gripe de Hong Kong (1968-1970), con un millón de muertes. El primer registro apareció en Hong Kong el 13 de julio de 1968 y a fines del mes se había extendido a Vietnam y Singapur.

El Síndrome Respiratorio Agudo Severo, SARS (2002-2003), es producido por un coronavirus, el SARS-CoV, distinto al que produce la Covid-19. Entre noviembre de 2002 y julio de 2003 un brote registrado en el sur de China terminó con 8,098 personas infectadas en 17 países.

La Gripe Porcina (2009-2010) ocasionó 200,000 muertes y se trata de una nueva cepa de H1N1, y fue la segunda epidemia causada por el virus de la gripe H1N1, casi un siglo después de la Gripe Española.

El Síndrome Respiratorio del Medio Oriente, MERS (2012 a la fecha), ha ocasionado 850 defunciones, se originó por un coronavirus afectando principalmente a países del Medio Oriente.

Y así llegamos a 2019 cuando hace su aparición otro coronavirus, ahora el SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, reportado por primera vez en Wuhan, China, el 31 de diciembre de 2019, y que actualmente mantiene a la población mundial con el Jesús en la boca (o el Alá, Buda, o Jehová, según sea el caso) cuyos estragos, a la hora de redactar,  se cifran en 338,121 muertes en el mundo (Universidad John Hopkins, 22.05.20), 6,989 defunciones en México correspondiendo 97 a Sonora (SS publicado por El Imparcial, 23.05.20), y contando.

Es importante señalar que las muertes generales registradas en nuestro país en 2018 (por las diversas causas posibles) fueron 722,611 (INEGI, estadísticas de mortalidad) de las cuales la mitad están asociadas a la mala alimentación de la población, que ocasiona la diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedad cerebrovascular, cáncer e insuficiencia del hígado (Hugo López-Gatell, Ecoportal, 7.04.20).

En este punto, con todo respeto y toda proporción guardada, resulta inevitable recordar que la guerra contra el narco emprendida por Felipe Calderón costó 121,000 vidas mientras que con Enrique Peña Nieto se registró la pérdida de 150,992 vidas.

No hay duda de que en Sonora debemos cuidarnos de las epidemias virales y de las consecuencias de la infodemia (plaga de noticias falsas o manipuladas) lanzada por el prianismo resentido y sus beneficiarios, tanto en redes sociales como en tribunales. Las medidas de precaución fundadas en la ciencia, el buen juicio y la capacidad técnica nunca están de más.

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domingo, 17 de mayo de 2020

La nueva epidemia informativa



"Mientras más increíble es una calumnia, más memoria tienen los tontos para recordarla" (Casimir Delavigne).

En los últimos meses vemos que ha arreciado el embate de mercenarios y gatilleros informativos, deseosos de sacar provecho de una situación donde lo que menos se desea es el aumento de muertos e infectados con secuelas importantes; sin embargo, algunos diarios nacionales e internacionales parecen empeñados en buscar la nota roja donde lo que verdaderamente debiera importar es el dato clínico, la recomendación confiable y el conocimiento de que hay gentes especializadas que hacen lo que pueden y más para que usted y yo estemos protegidos, en la medida en que se observen ciertas reglas de comportamiento social emergentes y transitorias.

De repente salen de las alcantarillas del viejo sistema ligado a los intereses de la clase patronal parasitaria los opinantes estelares, los iluminados que destapan conjuras y fallas horribles en el manejo de la epidemia y los datos sobre la misma, señalando con dedo flamígero y semblante adusto y en medio de espumarajos que AMLO debe caer, por ser el responsable de una catástrofe sanitaria que se hubiera evitado; por ejemplo, perdonando a los deudores fiscales empedernidos, financiando además sus empresas, endeudando al país mediante la aceptación de préstamos que ofrece el Fondo Monetario Internacional y otros organismos carroñeros de las finanzas internacionales.

Así pues, mientras unos se parten el lomo trabajando en y por las instituciones de salud, otros se dedican a buscar la paja en el ojo ajeno y esparcir rumores, noticias falsas, intrigas pedestres y flagrantes mentiras acerca de la situación que vive actualmente nuestro país, mientras que algunos mandatarios estatales ocultan o sabotean la entrega de materiales esenciales para la batalla clínica que se libra en hospitales.

La plaga de expertos instantáneos, de epidemiólogos, infectólogos y virólogos, entre otros “ologos” del ramo, formados en las aulas del YouTube, las salas de redacción de la prensa mercenaria tanto nacional como extranjera, los establos de trolls o las granjas de bots, alcanza nuevas marcas de virulencia cada día, frente a las conferencias informativas de las instancias responsables del combate al SARS-CoV-2, causante de la enfermedad; virulencia que destaca no sólo por su ausencia de credibilidad y sus virtudes de manipulación y deformación de la opinión pública, sino por la enfermiza exhibición carroñera de sus propias profundidades de hediondez y corrupción.

Ya resulta un espectáculo doloroso por lo ridículo el que se presenta cada día en las conferencias informativas encabezadas por el doctor Hugo López-Gatell, donde espantajos periodísticos hacen gala de una ignorancia sebosa cuando no de un patológico afán de joder, propio de un modelo informativo prostibulario.

La desinformación sectaria en tiempos del coronavirus no beneficia a nadie, ni siquiera al inframundo del empresariado parasitario y evasor de impuestos; tampoco a los politicastros acostumbrados a vivir del sistema y fingir ser oposición sin dejar de ser funcional a cualquier modelo basado en la mentira, la corrupción y el agandalle, como lo fue la ola de partidos satélites en la etapa neoliberal y que ahora se reinventa mediante el registro de nuevas “opciones” derivadas del PAN o similares, como es el caso de la parodia llamada “México Libre” del vomitivo dipsómano Calderón.

Y qué decir de parásitos presupuestales como el vacuo Fox, o los protagónicos de temporada como los Quadri, Lozano, Sicilia, Ferriz de Con, Martín Bringas, entre otros espantajos ganones empantanados en su propia inmoralidad. Aquí es imposible no señalar a la pandilla de gobernadores del PRIAN, empecinados en descarrilar mediante la epidemia lo que no lograron en las casillas electorales de 2018.

En la parte instrumental de esta guerra mediática apenas disimulada de grupúsculos político-empresariales contra el gobierno legítimo de México, resulta notable la vulgaridad y mendacidad de los ataques de mercenarios de las redes sociales, sea contra el doctor López Gatell, contra las medidas tomadas para hacer frente a la epidemia, contra la información que se presenta, contra el modelo de vigilancia epidemiológica, contra la reconversión hospitalaria, contra las previsiones en materia de personal y equipo de salud y contra la propia presencia y acciones de quienes hacen frente al problema sanitario en el que nos encontramos.

En este contexto, la enfermedad Covid-19 reveló otras enfermedades nacionales subyacentes, como son la pobreza política de una oposición francamente pedorra, la mezquindad de ciertos empresarios acostumbrados a no pagar impuestos ni asumir sus propias quiebras; así como periodistas adictos al chayote, las prebendas, el picaporte a los recintos donde la corrupción quiere seguir siendo gobierno; como también la falsedad de los prestigios profesionales y académicos de ciertos emisarios del neoliberalismo talqueado que se incuba en instituciones como el ITAM, entre otras que demuestran la veracidad de que “no hay ciencia sin conciencia”.

Todos ellos constituyen un coro de plañideras que, en su agitación, chorrean su maquillaje de honestidad y credibilidad para descubrir, a los ojos de todo el que quiera ver, el rostro de un sistema corrupto y corruptor, de una fealdad que se empeña en quebrar tanto espejos como ventanas, porque vive agazapada en las cloacas del sistema que tiene los días contados, pero que se resiste a morir.

Así pues, la pestilencia política busca sobrepasar en importancia a la enfermedad del coronavirus, se monta en ella y supone que navegará en una ola que garantizará su ascenso, olvidando que, como cualquier otra, va a caer para estallarse contra la solidez e integridad de nuestro pueblo, para terminar diluyéndose en la Nueva Normalidad que plantea el gobierno federal, y donde a partir del 1 de junio tendrán un papel central los Ejecutivos estatales. Algunos ya lo están entendiendo, pero otros seguirán en la ruta de su propia necedad. En su salud y credibilidad política lo hallarán.


viernes, 8 de mayo de 2020

Cubrebocas, el nuevo look estatal



“Todo en exceso se opone a la naturaleza” (Hipócrates).

Las autoridades sanitarias de Sonora, por acuerdo del Consejo Estatal de Salud, recomiendan el uso del cubrebocas en espacios cerrados y aquéllos donde la circulación del aire sea limitada y haya dificultad en guardar la sana distancia por el flujo de personas, como es el caso del “transporte público y privado, comercios y/o actividades esenciales con atención al público, automóviles de servicio de transportación privada y en lugares cerrados con poca circulación del aire” (Proyecto Puente, 05.05.2020).

Lo anterior llama la atención si recordamos lo que en repetidas ocasiones ha señalado el doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de prevención y promoción de la salud de la Secretaría de Salud: “Las mascarillas o cubrebocas dan una falsa sensación de seguridad. Hay otras formas de infectarse, por ejemplo, al tocarse la cara. El llamado es a no desperdiciar utilizándolas de forma innecesaria como mecanismo de protección que no tiene una fuerte evidencia científica” (Expansión política, 09.04.2020).

Por otra parte, el citado funcionario aclaró que el gobierno no se opone al uso del cubrebocas, enfatizando que su uso “puede ayudar a disminuir la transmisión, pero en particular de personas que ya tienen los síntomas, hacia otros” (El Universal, 29.04.20209).

Lo anterior pone en evidencia que el uso del cubrebocas no necesariamente evita la propagación del virus, es decir, no se debe considerar como un sustituto eficaz de la sana distancia y las demás recomendaciones que se han hecho hasta la fecha, sino como un complemento útil en determinadas condiciones.

Como vemos, la recomendación de su uso va en el sentido de que deben usarlos las personas con síntomas de la enfermedad, así como quienes atienden al púbico en locales de servicios alimenticios, bancarios, de transporte, entre otros esenciales, por la razón que lo hacen los médicos y demás personal de salud en cualquier consulta normal, esto es, para no contaminar al paciente y, visto en forma general, a los usuarios de los servicios al público, no tanto para protegerse a sí mismos, bajo el supuesto de que una persona diagnosticada enferma no va a estar en la vía pública sino en resguardo hospitalario o domiciliario.

A pesar de que el día martes 5 se dio a conocer el acuerdo del Consejo Estatal de Salud, desde el mes pasado se han presentado quejas de abusos de autoridad entre el gremio de los choferes tanto de taxis como de Uber, que pintan la epidemia como una ventana de oportunidades para establecer reglas no oficiales de acción en aras de aplicar multas.

Lo anterior permite afirmar que en Hermosillo se han emitido recomendaciones, por tanto de observancia voluntaria, pero tomadas como si fueran materia de faltas administrativas que deben perseguirse y sancionarse mediante multas u otros mecanismos de coacción, desde antes de que hubiera pronunciamiento alguno por parte del citado consejo, y sin que exista a la fecha decreto por parte de autoridad competente en ese sentido.

Sin embargo, aquí cabe preguntar ¿qué sentido tiene usar cubrebocas dentro del taxi o el Uber si el conductor lo usa, además de acatar las medidas de higiene de su unidad? Si el microbio no flota en el aire porque va en el contenido de las gotas de saliva o el estornudo, y cae al suelo por gravedad, ¿por qué dar la idea de que puede permanecer suspendido en el ambiente en espera de atacar un pulmón? ¿No cree que basta con un buen aseo de manos después de que toquemos alguna superficie?

En las reuniones del Consejo Estatal de Salud ¿por qué usan cubrebocas los funcionarios que asisten? Si alguno sospecha que está enfermo ¿por qué se presenta a las reuniones? ¿Es importante por ser políticamente correcto acudir a las juntas con esta nueva prenda que hace las veces de uniforme de algún tipo novedoso de equipo? ¿Cuál es su utilidad, más allá de permitir salir en la foto como un grupo que comparte los mitos y neurosis propios de la temporada?  

Debe revisarse con cuidado la imposición de medidas que pueden sonar como necesarias pero que violentan los derechos que la ley reconoce, más si se hostiga al prestador de servicios y a los usuarios mediante multas y advertencias que suenan como amenazas propias de un régimen autoritario. El propio gobierno federal ha rechazado y juzgado innecesaria e inútil cualquier medida de fuerza en esta etapa de la epidemia, porque el respeto a las leyes y las disposiciones de la autoridad no deben convertirse en garrote contra el ciudadano.

Por lo pronto, las autoridades se han enfrascado en una curiosa operación de imagen que reclama el aplauso de la sociedad por lo bien que lo están haciendo, ya que gracias a las acciones emprendidas por Salud, bajo la cercana vigilancia y guía de la gobernadora, Sonora ha logrado aplanar la curva de contagios (El Reportero, 05.05.2020).

Así pues, debidamente enmascarados se reúnen para hablar, proponer y acordar lo que, sin duda, significará una importante derrama económica en beneficio de los comercializadores de los cubrebocas y alentará la creación de novedosos y bonitos modelos para el ávido consumidor.

Mientras las autoridades salvan a la humanidad sonorense con versiones nopaleras de lo que se dispone en las instancias federales de salud, no está de más insistir en que la sana distancia y el aislamiento social voluntario son lo mejor que podemos hacer, además de lavarnos las manos con frecuencia, en estos tiempos de histeria general y de propagación de mitos y mitotes en torno al microbio de moda.

   



 

sábado, 2 de mayo de 2020

La epidemia autoritaria


La epidemia autoritaria
José Darío Arredondo López

“Nada hay más terrible que una ignorancia activa” (Goethe).

Como hemos venido insistiendo, en Sonora las autoridades estatales y municipales parecen navegar por las aguas de la epidemia a contracorriente de las disposiciones emanadas de la Secretaría de Salud federal al irse por la libre en la imposición de medidas que claramente representan un desatino en materia sanitaria y una ofensa a los derechos humanos, en vez de coordinarse con el gobierno federal, por ser un problema de alcance nacional.

En el contexto actual, es fácil suponer que la vieja fórmula de salir a cualquier costo en la foto, manifestar preocupación y estar dedicados a implementar medidas (en este caso de contención obligatoria de la movilidad ciudadana, no tanto de mitigación según las disposiciones federales), sirve para hacer presencia en el reparto de héroes civiles en la película del próximo año electoral.

Usted recordará que la estrategia federal que debe observarse en toda la república se centró en estas tres actividades: suspender temporalmente las actividades laborales no esenciales, las actividades escolares en todos los niveles y las correspondientes en los espacios públicos: cines, teatros, estadios, entre otros, sin aludir de manera directa al ciudadano, a quien se debe respetar y, en todo caso, llamar a participar mediante el resguardo domiciliario voluntario, la sana distancia y el lavado de manos frecuente.

Sin embargo, hemos visto una serie de acciones que ponen en duda en buen juicio de quien las establece con carácter obligatorio, disponiendo de la fuerza pública para su cumplimiento y aplicación de las sanciones que a su juicio procedan.

En nuestro caso, el anuncio de la fase dos con restricción domiciliaria obligatoria es una clara muestra de autismo gubernamental al ignorar el contexto nacional y las directrices de la autoridad sanitaria federal, lo que ha motivado que la Secretaría de Gobernación haya tenido que aclarar que la emergencia sanitaria es muy distinta a emergencia nacional, y que no se recomiendan en absoluto los toques de queda y cualquier tipo de restricción o limitación de los derechos ciudadanos consagrados en la Constitución y leyes derivadas.

La amenaza de multa o arresto por parte de la autoridad municipal carece de fundamento y utilidad para los fines que se han declarado, salvo que se trate de recaudar fondos para el municipio aprovechando la epidemia, o de promoción personal aparentando preocupación y actividad.

Por lo pronto, se han violado preceptos constitucionales que son fundamentales para la vida en sociedad, y pongo por caso que, so pretexto de la epidemia se discrimina o limitan los derechos de los adultos mayores, con lo que se transgrede lo dispuesto en el artículo 1º constitucional.

Asimismo, cuando se establecen filtros o se limita la movilidad ciudadana se viola el artículo 11 de la Carta Magna, que consagra la libertad de tránsito. Si se trata de una emergencia sanitaria, solamente el presidente “…podrá declarar, mediante decreto, la región o regiones amenazadas que quedan sujetas, durante el tiempo necesario, a la acción extraordinaria en materia de salud general” (artículo 183 de la Ley de Salud). A la fecha, el presidente no ha declarado limitación alguna a la movilidad.

En el mismo contexto, al declarar restricciones a las libertades ciudadanas se viola el artículo 29 Constitucional referido a la suspensión de garantías para enfrentar una situación de emergencia, toda vez que el Presidente ha negado la necesidad de ejercer dicha medida y, en cambio, ha hecho un llamado a la conciencia y la solidaridad nacional.

De manera particular llama la atención la violación del artículo 16 Constitucional, al someter a hostigamiento y presiones ilegales al ciudadano en la vía pública, sin mediar “mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa del procedimiento.”

Lo anterior viene al caso debido a que, como es del dominio público, la propia alcaldesa de Hermosillo ha dado en musicalizar amenazas, diciendo que “no salgas de casa porque te voy a multar… porque te voy a arrestar” (El Sol de Hermosillo, 29/04/20), en un furor comunicacional tan torpe como lamentable.

Cabe aclarar que el municipio, de acuerdo con el artículo 115 constitucional y el Capítulo Segundo de la Constitución de Sonora, no tiene facultades en materia de salud, pero sí debe colaborar en la ejecución las políticas de salud de la federación y el estado y establecer con ellos los acuerdos y convenios que sean pertinentes.

La inconformidad por actos de autoridad sin fundamento ha llevado, por ejemplo, a los choferes de taxi y Uber a protestar por las multas que se les aplican cuando transportan más de un pasajero, y que, según el miope y caprichoso criterio que acatan los uniformados, debe portar cubrebocas (El Imparcial, 29/04/20); o que el cubrebocas que usan “no es el oficial” (Expreso, 1/05/20), lo que documenta no sólo la ignorancia sino el abuso y la falta de atención a las recomendaciones federales de no restricción a las libertades.

Muchos hermosillenses empiezan a cuestionar el tono y el carácter de las acciones emprendidas por las autoridades, de suerte que se dibuja en el ambiente político la pregunta de quién gobierna en realidad el municipio, ¿es gobierno de Morena o simplemente de panistas disfrazados que se colaron en la ola del cambio liderado por López Obrador para llegar al gobierno?

Por fortuna, la epidemia y la forma en que se quieren resolver problemas como la rehabilitación de las calles por los baches, están sacando a flote situaciones que resultaría difícil no relacionarlas con viejos intereses inmobiliarios generados en los gobiernos del PRI y el PAN. Aquí aprovecho para felicitar a los defensores del Corredor Biológico de Hermosillo, a los deportistas y familias que luchan por proteger las áreas verdes que son patrimonio de la actual y de las futuras generaciones.

Es claro que el municipio de Hermosillo aún no ve la llegada de un gobierno encabezado por auténticos promotores de la 4T, y que estamos sufriendo los efectos de un cambio de siglas plagado del oportunismo de unos y la novatez de otros, sin lograr superar en esencia los modos e intereses del viejo régimen.

Lo anterior sirve para subrayar la diferencia entre el político y el activista universitario o social, con lo que se plantea la necesidad de una buena formación política cuyo sustento sea la visión, los valores y principios de una ideología transformadora. Esperemos…