Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

viernes, 29 de abril de 2022

Ahora la Leona Vicario

 

“No perdamos nada del pasado. Sólo con el pasado se forma el provenir” (Anatole France).

 

La escuela Leona Vicario de Hermosillo es un monumento histórico, una joya arquitectónica que fue abandonada por (al menos) dos años gracias a la pandemia y, sobre todo, a la negligencia de las autoridades correspondientes.

Recordemos: En junio de 1909 el gobernador (interino) del Estado, Alberto Cubillas Loustaunau, celebró contrato con el Ing. Felipe Salido para la construcción de la escuela, que fue inaugurada el 5 de febrero de 1910, para celebrar el centenario de la Independencia y el 53 aniversario de la Constitución de 1857.

La escuela originalmente era para niñas aunque al soplar los aires del cambio para la nación y fortalecerse la idea del acceso a la educación para todos, se convirtió en una escuela mixta al servicio de nuestra ciudad y el Estado.

En los días que corren, los padres de familia de dicho plantel de educación básica han salido a las calles exigiendo que sus hijos vuelvan a las aulas de su escuela, tras haber sabido de intentos de reubicación y de un nuevo uso de las instalaciones, ahora en forma de museo (Expreso, 28-04-2022).

¿Por qué convertir en museo un lugar pletórico de vida, como es la escuela? ¿Por qué no rescatar el inmueble, rehabilitarlo y cuidarlo para que siga cumpliendo sus funciones educativas? 

Sucede que la escuela no es simplemente un edificio sino un referente social y familiar que une a muchas generaciones de hermosillenses en torno a los importantes procesos de construcción de ciudadanía, de historia que se comparte y que trasciende la simple obra material que la representa.

Las autoridades (esperemos que competentes) debieran abandonar el cálculo de cuentachiles y centrar su atención en la dimensión social y emocional de estar recibiendo clases en un lugar centenario, verdadero templo del saber y de formación ciudadana, en contraposición al criterio pragmático de quitar y poner, como si fuera cartera de huevos.

Pero lo grave del caso es que no es único. ¿Cuántas escuelas han sido abandonadas al tiempo y las circunstancias en la ciudad en los últimos años? ¿Dónde está el amor a la educación y a la construcción de la identidad, el apego a las tradiciones, a la carga simbólica que nos conecta con el pasado y se proyecta al futuro con el impulso de lo nuevo y renovado?

Parece que esa idea de lo desechable se convierte en el mantra de la modernidad, recurriendo a los cambios de fachada, de lugar, de función, que desconectan el conjunto social en aras de la relativización del compromiso de la educación con el enfoque nacionalista que garantiza la identidad institucional en el contexto de las reivindicaciones sociales emprendidas por el actual gobierno.

Lo declarado desechable sin tener sentido tiene el propósito de borrar la memoria antes que fortalecer la identidad, es crear “no-lugares” como expresión material de los cambios.

En este caso, la lucha de los padres de familia de la escuela Leona Vicario merece total atención y respaldo ciudadano.

También la merecen los pensionados y jubilados del Ayuntamiento, en lucha por recuperar lo que les corresponde en justicia. Las prestaciones de las que gozaban y que se convirtieron en derechos adquiridos, ahora son cuestionados y regateados por las actuales autoridades municipales, que refieren el litigio en tribunales antes que conceder la razón a quienes la tienen.

El desprecio por lo viejo, la negación de la historia y la babeante adoración de lo nuevo hacen que lo que antes era respetable y trascendente se convierta en objetivo a destruir.

Ahora se abandona o retiran de sus funciones a edificios venerables, se desconocen derechos sociales adquiridos por los trabajadores y el pragmatismo más ramplón se instala en las oficinas públicas, en abierta contradicción de las ideas y propósitos de la dignificación y rescate de los valores nacionales emprendida por el actual Ejecutivo Federal.

Mientras tanto, las calles son tomadas por familias, extrabajadores, maestros, derechohabientes de la seguridad social estatal, entre otros que forman la compleja trama de un reclamo social que se reitera, fortelece y se transforma con las nuevas y siempre vigentes demandas de una sociedad en movimiento.

Pero, la raíz de todas las causas termina siendo el sistema económico y sus expresiones políticas, ideológicas y culturales. Por eso el fenómeno de la corrupción es tan ubicuo, tan cambiante y generalizado como debiera ser su combate y prevención.

En otras palabras, si el abordaje de los problemas no se ve desde una perspectiva que vaya de lo particular a lo general y otra vez a lo particular, no se podrá apreciar su contexto, su verdadera cara, y menos encontrar la respuesta que sea más pertinente para arreglarlos. 

Así que los problemas por un cambio de escuela, las demandas de un grupo de jubilados o cualquier conjunto de intereses afectados, no se van a arreglar con medidas unilaterales, autoritarias o pragmáticas. La sociedad va más allá de las recetas, las ocurrencias o las salidas simplonas de fácil exposición mediática. Por eso… más seriedad.

 


sábado, 23 de abril de 2022

La electricidad es de todos

 

“No puede haber gobierno rico con pueblo pobre” (AMLO).

 

En el Tercer Informe de Gobierno (1 de septiembre de 2021), el presidente López Obrador dijo: “En cuanto a la industria eléctrica, vamos a impulsar una reforma constitucional este mes que permitirá reparar el grave daño que causó la privatización al sector público y a la economía popular, pues mientras el mercado de esa industria se abrió para dar preferencia a empresas privadas nacionales y, sobre todo, extranjeras, con la entrega de subsidios, entre otras prebendas, las plantas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) fueron completamente abandonadas.”

Como es conocido, este 17 de abril de 2022, los diputados de oposición votaron en contra de la reforma constitucional propuesta, que no pasó por no contar con los votos de una mayoría calificada, pero en su momento el presidente mandó dos iniciativas atinentes a la cuestión eléctrica y a la minera, las cuales sólo requerían mayoría simple y fueron aprobadas.

Como era de esperarse, tras la aprobación de las iniciativas de leyes referidas a la electricidad y a la minería, hubo llanto, augurios catastrofistas, advertencias de “ir volando al comunismo” más las acusaciones chismosas de que en Morena hay expriistas influyentes en las decisiones del partido guinda, señalando que la oposición votó en contra de la reforma constitucional eléctrica, porque había que impedir que Bartlett se saliera con la suya, que José Ramón se hinchara de dinero y que las inversiones que crean empleos y confianza internacional se fueran del país.

Los adalides del terraplanismo político entre espumarajos biliosos gritaron que lo hacían por México, mientras festejaban su victoria pírrica con esa vaga aunque dudosa sensación pavloviana de plenitud evacuatoria de intestino que tanto gratifica a quienes se cayeron para arriba gracias a la curul dedocrática del prian-rd-mc.

De las actuaciones escenificadas en el pleno de la Cámara de Diputados se desprende que la lectura de la iniciativa no fue necesaria para quienes tienen la vida legislativa resuelta mediante la obediencia a la línea que viene de arriba, del olimpo regenteado por don Claudio X, Iberdrola o similares.

Los representantes legislativos de las empresas interesadas en el huachicoleo eléctrico se acompañaron del rebaño aspiracionista que hace de porra festiva para sus oradores, que consideran deber sagrado gritar desde la tribuna las pautas del discurso político basado en clichés desmemoriados y oportunistas.

El abuso de los “cogeneradores” se documenta por el hecho comprobado de que se mandaba electricidad a Guatemala mediante un esquema de cogeneración eléctrica por parte de la española Iberdrola, a espaldas de la CFE y las dependencias competentes, y es una de las razones para poner un alto al robo perpetrado por las empresas en actos ilegales claramente definidos como daño al patrimonio nacional.

Sobre el Litio, se alega que la reforma viola concesiones, ahuyenta inversiones, que no hay tecnología que permita su aprovechamiento, que para qué crear una empresa estatal que lo administre, que viola el acuerdo comercial en vigor con EU y Canadá, entre otros.

Con su voto, los legisladores del Pri-an-rd-mc defendieron el robo a la nación porque no le iban a dar gusto a Bartlett o al hijo mayor del AMLO, o a la CFE que “impide la producción de energía limpia” que, desde luego, pueden proveer las empresas extranjeras, además de que “no hay capacidad” y el alegato recurrente de que se viola el T-MEC, según sus chatos argumentos.

Casi tan inteligentes como sus alegatos “técnicos”, la batalla que se libra en redes sociales añade expresiones despectivas contra los “amlovers”y el retobo escatológico de “yo no estoy ardido y no necesito Vitacilina”, o el babeante reclamo tipo “y la riqueza de José Ramón”, la venta del avión, el nuevo aeropuerto internacional, entre otros que documentan la ausencia de capacidad analítica y, sobre todo, el desprecio al contexto histórico y geopolítico en que se dan las reformas propuestas por la Presidencia.

Despegarse de la realidad nacional e internacional parece ser la especialidad de la oposición al servicio del neoliberalismo de guarache que aún padecemos, pero la realidad es una sola e independiente de los alegatos, berrinches, argucias y sórdidas maniobras por obstaculizar el avance del enfoque nacionalista en las tareas del gobierno y la administración pública.

Es claro que los avances pueden resultar menores frente al enorme manoseo legislativo de los últimos 30 años, donde la consigna fue desmantelar el aparato productivo nacional y entregarlo a las empresas transnacionales para que el país simplemente actuara como comprador de productos tecnológicos, financieros, científicos, industriales, agrícolas y comerciales, sin voluntad propia, sin casi margen de maniobra en beneficio del interés nacional.

Ciertamente faltan muchas cosas por revisar y corregir, por ejemplo el artículo sexto de la Ley Minera, que pone en estado de indefensión a los propietarios de terrenos donde haya indicios de interés minero, asimismo la Ley de Aguas, entre otros ordenamientos ligados a las actividades económicas donde se debe salvaguardar el bien social.

Aunque a algunos les produzca agruras hablar del pasado neoliberal, vergonzoso e indefendible, caracterizado por el entreguismo apátrida de los recursos nacionales al extranjero, hay que señalarlo críticamente para poder avanzar en la recuperación del espacio económico y político nacional.    

Si la oposición al gobierno de López Obrador en algún momento logra entender que perdieron y que la historia no tiene reversa, pues muy bien; en caso contrario seguirán siendo ejemplo de atraso, necedad y, en algunos casos, de franca estupidez. Ni modo.

 


sábado, 16 de abril de 2022

¿Estamos en un mundo desechable?

 

“Hasta donde alcanza el influjo de los teólogos, el juicio de valor está puesto cabeza abajo, los conceptos verdadero y falso están necesariamente invertidos” (Friedrich Nietzsche).

 

Bueno, ya ve usted cómo son las cosas: tenemos jóvenes que sufren de depresión, baja autoestima y desorientación existencial que, en un número creciente de casos, decide suicidarse y poner fin a una existencia que les resultaba miserable.

Las causas son múltiples: el miedo de verse privado de su teléfono “inteligente”, la agonía adolescente de una posible bronca familiar por reprobación escolar; el desencanto juvenil de la falta de popularidad y el deseado roce social, o un revés amoroso; la pérdida del empleo y la cancelación de expectativas, entre otras.

La cada vez menor resistencia al fracaso, a las frustraciones, a las negativas por parte de la autoridad familiar o los proveedores de comodidades existenciales, se vuelcan en las páginas de los periódicos en una larga cadena de eventos que documentan la debilidad de los jóvenes, algo así como una inmunodeficiencia emocional que los caracteriza como la generación de cristal o mazapán.

Las nuevas generaciones se resisten a salir de casa a buscar la vida, a madurar enfrentando la realidad en las calles, en los centros de trabajo, en el mundo real donde se triunfa o se fracasa en la lucha por tener una familia propia, un hogar que cuidar, responsabilidades sociales que obligan a dar en vez de solamente recibir.

El tránsito de los jóvenes de seres familiarmente dependientes a dueños de su propio destino se posterga cada vez más, aunque la familia tradicional parece dejar de ser la opción para una sociedad que se redefine por variables distintas a las de hace 20 o más años.

Las parejas que se juntan y cada cual hace su vida sin pensar siquiera en dejar descendencia y asumir responsabilidades antes consideradas normales e inobjetables, adquieren cada vez más visibilidad configurando una nueva normalidad que rehúye las formalidades y la moral del pasado.

En la vida cotidiana la idea de libertad pasa por ser un escape permanente de las responsabilidades propias de las relaciones de pareja tradicionales en aras del “libre desarrollo de la personalidad” de uno o dos de los eventuales participantes en la estación de paso llamada familia, tal como en el plano macrosocial se matizan o diluyen los papeles tanto del hombre como de la mujer en aras de la participación económica de los seres humanos en la nueva configuración global impulsada por los países anglosajones,

En ese sentido, la economía manda y reformula la moral, la ética y los valores socialmente aceptados y defendidos.

Nuestro entorno se modifica porque la ecología solamente vale para aderezar discursos y formular estudios justificantes de las inversiones que proponen las empresas transnacionales, y así se sigue depredando la selva, los bosques, las áreas verdes, los cuerpos de agua, los cerros y las playas, por lo que un espacio con valor ecológico y ambiental se convierte en víctima potencial de desarrolladores y promotores inmobiliarios y turísticos sin mucha conciencia de ambiente, de la historia, cultura, contexto y costumbres locales.

Se habla del cambio climático pero la base económica sigue expulsando carbono a la atmósfera; la industria alimenticia echa mano de los productos transgénicos y los riesgos sanitarios son desacreditados como parte de una conspiración contra el progreso, el libre comercio y las utilidades empresariales.

Las buenas costumbres y la moralidad opuesta al avance de las libertades del hedonismo contemporáneo son una carga incómoda para el modelo de identidades plásticas, líquidas, variables, indefinidas mediadas por las preferencias, los gustos y las inclinaciones. La moneda conductual está en el aire.


También lo está la política atrapada en impulsos clientelares y en acomodos tácticos en favor de las corrientes dominantes influidas por la lógica del cálculo económico del norte global.

Aquí está claro que la política es la expresión concentrada de la economía y que la guerra es la política por otros medios. Al final, la economía decide el destino de la humanidad, el sentido de la libertad y los límites de la necesidad.

En este contexto, resulta que no es lo mismo la invasión a Panamá, a Afganistán, a Irak o a Libia que la de Ucrania. Todo depende de los recursos geoestratégicos de que dispongan, de las fuerzas económicas en juego pero, sobre todo, de qué intereses tenga el gobierno de Washington y a quién, en consecuencia, declare criminal y terrorista.

La moral y le ética atadas al capital son, en efecto, las claves para declarar que este mundo es desechable, pero… ¿lo es?

 


lunes, 11 de abril de 2022

La reforma y otros choques

 “La soberanía no se discute, se defiende con las armas en la mano” (Julio César Sandino).

 

 Los empresarios de Monterrey, entre otros, se oponen a la reforma eléctrica promovida por el actual gobierno, y a que es mejor seguir ordeñando la vaca federal mediante concesiones y otras figuras novedosas que permiten pagar de menos los impuestos o, de plano, no pagarlos.

Nuestros bien alimentados industriales y comerciantes pegan de gritos ante la sola posibilidad de perder privilegios y exclusiones, otorgados generosamente durante la etapa caracterizada por la disminución del estado en aras de engordar el enorme gusano que anida en la clase patronal, muchas veces ligada a intereses transnacionales y bastante alejados de la tarea patriótica de contribuir a la prosperidad nacional pero eso sí, privilegiando la suya.

Quizá pensaron que ¿para qué pagar impuestos si podían balancearse en la tela de la araña nacional sin el riesgo de romperla, dadas las exenciones, holguras y complicidades de un gobierno dedicado a la autocomplacencia mediática?

¿Qué caso tiene gastar en el pago de la luz sin basta con asumirse como un “cogenerador” eléctrico, o socio de este y asunto resuelto, con el añadido de que la CFE, es decir la empresa del gobierno proveedora de electricidad y dueña del tendido eléctrico, tenía que comprarles los excedentes y además permitir que sus propias líneas de transmisión fueran aprovechadas por los generadores privados?

Y súmele a esto la airada protesta y empujones de nuestros vecinos y socios comerciales, que confunden democracia con comercio y el libre comercio con pujos neocoloniales y que, además, se ponen en plan de jueces inquisidores de la reforma eléctrica porque “perjudica sus inversiones” y altera su ritmo cardiaco, al grado de pretender integrar una comisión para revisar el contenido de la iniciativa presidencial desde la óptica de sus intereses, cuestión que, por fortuna, les fue negada.

¿Se imagina un gringo o un español diciéndole al gobierno mexicano lo que debe poner en una iniciativa nacional estratégica, tal como ocurrió en el pasado reciente con Peña Nieto, aunque el problema de los regalitos a los ricos y sebosos extranjeros viene desde Salinas, que desmanteló la industria y el comercio nacional en favor del capital transnacional, mientras convertía a los partidos en casas de cita?

Pero, ¿qué harían los extranjeros sin los hijos de la malinche, afiliados a la Coparmex y otros organismos empresariales, así como de las ONG y grupos “representativos” que surgen como oposición a los cambios políticos en favor de lo nacional?

¿A qué santo se encomiendan los priistas cuando se unen con el PAN para oponerse a una iniciativa de recuperación del espacio económico y energético de México? Del PRD no tiene caso hablar porque decidieron ser una mascota electoral de los que antes acusaban de “reaccionarios”.

¿Tiene sentido apoyar la participación extranjera contra la Comisión Federal de Electricidad (o Petróleos Mexicanos) a costa de los recursos y del dominio nacional sobre sus productos? ¿El país funciona mejor si se subsidian a las empresas extranjeras a cambio de usar como gerentes y representantes a los supuestos empresarios, exfuncionarios y legisladores mexicanos?

Si el Litio, como el petróleo, es de México y podemos aprovecharlo, ¿para qué abrir la puerta de su explotación a otros países con aires hegemónicos y que extraerán cómodamente el producto en beneficio propio y sin responsabilidad fiscal o ambiental?

¿Para ser modernos, democráticos y amigos de los gringos, esos insolentes y agresivos parásitos del planeta, tenemos que acatar cualquier antojo o propuesta que refuerce su idea de que deben ser ellos quienes administren el destino y patrimonio de las naciones del continente, y más allá?

Debiera resultar obvio que en materia de gobierno y administración son los poderes nacionales legalmente constituidos los que deben decidir nuestro destino, de acuerdo con sus facultades y competencias, no la embajada, los enviados especiales o el presidente de tal o cual nación, por más empoderada que esté o se sienta.

Parece que la noción de soberanía y dominio nacional no pasa por las mentes lacayunas de los empresarios y sus representantes, pero que esto que sea su problema y no el nuestro.

Para el pueblo de México, el inicio de un nuevo camino está en la recuperación de nuestra soberanía energética y avanzar en la autosuficiencia alimentaria e independencia económica y política.

Habrá que revisar concesiones y corregir acuerdos lesivos, inercias de subordinación y dependencia, aunque les moleste a los gringos, a los empresarios y a los legisladores apátridas, porque no hay posibilidad de progreso cuando las cosas siguen igual.