Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

jueves, 22 de noviembre de 2007

20 de noviembre

20 DE NOVIEMBRE
José Darío Arredondo López

Sonaban las tarolas con singular fervor, tamborazos que nos trasladaban a las calles de Nogales o Tucson en días de fiesta, redobles y traca-tracas simulando los sonidos del imperio, debidamente mezclados con los acordes de La Pilareña. Costalazos deportivos en el sucio pavimento frente a la Unison, sudor otoñal en pieles adolescentes y juveniles que cumplen con una fecha anticipada.

Bastoneras y jovencitas en minifaldas con olor a encuentro de fútbol americano, karatecas y boxeadores en plena actividad de acuerdo al guión aprendido con premura, carros oficiales que muestran que aquí se pueden apagar incendios y sofocar tumultos.

Hermosillo, como el resto de las áreas urbanas del país, se dispuso a cumplir con el mandato gubernamental de cambiar la fecha del desfile del 20 de noviembre para que hubiera un fin de semana largo y con él, supuestamente, una mayor derrama económica.

El aniversario número 97 de la Revolución Mexicana sufrió un atentado más con rumbo a su total intrascendencia. Primero dio en suponerse que era buena idea el cambiar las armas por balones y pelotas en una exaltación a las virtudes del deporte como ejercicio de paz en ropa ligera; ahora tenemos que se pretextan puentes escolares que se evitan por vía de alargar el fin de semana.

En medio de los ajustes de vestuario y horario, fechas y circunstancias, tenemos la aviesa intención de conjurar cualquier alusión a “revolución” y, por ende, a los gobiernos liberales que pintan raya respecto a las competencias del Estado frente a la Iglesia en medio de ambas entidades, delimitando lo que es del César y lo que es de Dios, más allá de toda duda.

Todo lo que contribuya a desmantelar el Estado responsable de la seguridad social, del desarrollo económico y el bienestar, parece ser bienvenido, aplaudido y decretado. Ahora se habla de valores y es la escuela donde se deben hacer realidad los acercamientos de los chicos a la axiología, es decir, pensar en términos de una determinada escala de valores que orienten la acción social.

El gobierno empresarial agiliza la venta de los activos nacionales y asimismo la idea de nación que acrisolaron muchas generaciones de mexicanos hasta antes del ciclo neoliberal mexicano. Ahora tenemos un sistema que excluye conscientemente y que discrimina conscientemente también.

En el seno de las aulas, se agrede a los estudiantes mediante la actitud torva y rencorosa de los maestros, mal pagados, frustrados profesionalmente y amafiados con el gobierno de derecha en turno, como viles peones acasillados, como caricaturas de lo que fue el gremio magisterial, otrora orgullo de México y salvaguarda de los valores nacionales.

Ya no se habla de alumnos en torno a las lecciones de los maestros, sino de clientes sin derecho a la completa satisfacción o devolución de su dinero. El maestro-objeto y el alumno-objeto son víctimas de la changarrificación de la docencia, del atropello institucional que se comete día tras día, ciclo tras ciclo, generación tras generación. La hipocresía oficial colinda con la ignorancia más supina y la amoralidad como sistema de sobrevivencia.
El SNTE, como asociación delictuosa, permite encubrir con las galas del tráfico de influencias la ineptitud tanto como la corrupción, ahora consustancial a su existencia, de sus integrantes grandes, medianos y pequeños, cobijados todos bajo las faldas del oportunismo hecho mujer.

Pero como buenos depredadores, acaban sistemáticamente con los símbolos del pueblo mexicano en sus luchas históricas, con la conjunción de movimientos que conocemos por Revolución Mexicana, con la memoria de un pueblo traicionado y nuevamente burlado.

Las fechas, los eventos históricos, la memoria colectiva son, ahora, los objetivos a destruir, a deformar, a trivializar. El aniversario de la Revolución Mexicana les mete mucho ruido a los conservadores de siempre, a los conspiradores de sacristía y campanario, a los vende patrias de siempre, ahora metidos en Palacio Nacional y muchos palacios de gobierno en la república.

El 20 de noviembre es, será, el aniversario de la Revolución Mexicana, traicionada, interrumpida, deformada, pero finalmente revolución que se recuerda y que merece conmemorarse. Quedan muchas de las bases del movimiento convertido en proyecto de nación y están, para el que las quiera ver, en la historia de la Constitución de la república, en el texto constitucional, en el espíritu incólume aún de la Ley Suprema.

México debe ser un país de leyes, a pesar de las violaciones reiteradas al espíritu y letra de las mismas, por un gobierno espurio, falso y depredador. La derecha tiene un problema: nuestra capacidad de recordar, de aprender las lecciones de la historia y venerar a sus héroes. Por eso es importante, esencial, la educación. Por eso les interesa manipularla, deformarla y convertirla en instrumento de traición. Por eso justamente debemos defenderla.

Correo electrónico: dalmx@yahoo.com

La educación de los hijos

Produce pasmo el enterarse de que las autoridades educactivas se dedican más a aparentar cumplir con su deber constitucional que en cumplirlo efectivamente.
Abundan los casos de desorden en las escuelas y esa anarquía redunda en una mala educación. El desorden proviene de la preocupación de autoridades y docentes de cumplir con normas que no garantizan para nada la calidad de la educación y sí el predominio de la burocracia sobre la docencia. Tenemos estructuras rígidas que ahorcan a los profesores y terminan por convertir a las autoridades de los planteles en simples tapaderas del desorden o en represores de las inconformidades de alumnos y maestros.