Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

lunes, 14 de septiembre de 2020

¿Es la menstruación tema legislativo?

 “Todas me odian, pero cuando yo les falte ahí las quiero ver llorando” (La Menstruación).

 

El martes 8 de este mes de la Patria se presentó una curiosa iniciativa por parte del colectivo “Menstruación Digna” en la Cámara de Diputados, a través de la diputada Martha Tagle, de Movimiento Ciudadano, aunque también apoyada por legisladoras de las distintas fracciones parlamentarias (Proceso, 9.09.20).


La iniciativa consiste en reformar el artículo 2º “A” de la Ley del IVA, para “implementar una tasa 0% de IVA a productos de gestión menstrual como toallas sanitarias, tampones y copas menstruales, entre otros”, aduciendo que el actual impuesto de 16% es “discriminatorio y atenta contra los derechos humanos de las mujeres”.

En su exposición de motivos, destaca además que “atenta contra el acceso a la salud, la vida digna, el trabajo y la educación de las mujeres, niñas, adolescentes y otras personas menstruantes”.

La propuesta, dicen, tiene por objeto “posicionar la gestión menstrual como tema público que debe ser incorporado a las políticas públicas para crear condiciones estructurales que permitan a todas las mujeres, niñas, adolescentes y otras personas menstruantes en México, vivirla con dignidad”.

Desde luego se entiende que la tasa cero del IVA a artículos de higiene personal íntima femenina contribuye a la salud, porque al eliminar el gravamen se abaratan los productos y se hacen más accesibles a los consumidores, pero llaman la atención varios aspectos.


Si se trata de facilitar el acceso a productos de higiene personal, ¿no deberían entrar en la bolsa los jabones, champús, desodorantes, pasta dental, cepillos dentales, entre muchos otros de uso generalizado?

¿La tasa cero de un producto va a contribuir a la “gestión” de la menstruación? Para empezar, ésta es una función fisiológica periódica que no se gestiona, simplemente sucede. Se pueden gestionar recursos para la educación, para la salud, o soluciones a problemas personales, sociales, o a cuestiones administrativas, pero no una función orgánica.

Guardando las proporciones, pero está como decir que la tasa cero en el IVA del papel higiénico contribuye a la gestión de la defecación, lo que es más notable en tiempos de diarrea. Usted vacía sus intestinos con IVA o sin IVA, porque es una función fisiológica, tan natural e involuntaria como orinar o sudar, o la necesidad de alimentarse o respirar.

Por otra parte, no veo cómo el funcionamiento fisiológico normal de una mujer le puede impedir el acceso a la educación, al trabajo y a una vida digna, menos en tiempos en los que abunda la información y donde la tolerancia y la no discriminación son pauta social políticamente correcta.


Tampoco queda claro que además de las niñas, adolescentes y mujeres (sic) vaya a favorecer a “otras personas menstruantes”. Aquí es obligado preguntar ¿además de las mujeres (que por razones anatómicas y fisiológicas tienen útero y ovarios) hay otros seres humanos que también menstrúan? ¿Cuáles?

Si se trata de incluir a personas como los travestis, transexuales y similares, lamentablemente no se puede hablar de menstruación ni como posibilidad fisiológicamente remota, en todo caso, llamémosle por aproximación diarrea, misma que se “gestiona” de otra manera.

También llama la atención que se pretenda “posicionar la gestión menstrual como tema público que debe ser incorporado a las políticas públicas”, siendo que por razones naturales y culturales la menstruación es un suceso natural, personal, periódico e íntimo, que en todo caso requiere orientación en materia de higiene por parte de las familias y en las escuelas del nivel básico. Las funciones fisiológicas no son fenómenos sociales, políticos o económicos, sino orgánicos.

En este punto, uno se puede preguntar ¿de acuerdo con qué idea de humanidad se puede sostener que las funciones fisiológicas requieren políticas públicas y, en particular, “que creen condiciones estructurales para permitir a todas las mujeres, niñas, adolescentes y otras personas menstruantes en México, vivirla con dignidad”? ¿De qué nos estábamos perdiendo en milenios, siglos y décadas antes de esta revelación convertida en iniciativa de ley? ¿La menstruación actual ocurre sin dignidad?


No dudo que la iniciativa tenga una finalidad reivindicativa y que elimine la discriminación, no de la mujer y “otras personas menstruantes” (sic), sino de los productos en sí, tomando como criterio que los artículos de higiene personal no deberían pagar IVA por ser de primera necesidad, tanto personal como de interacción social.

Lo que llama la atención, además de las observaciones arriba señaladas, es el momento político en que se lanza la iniciativa y en hecho de que es presentada por Movimiento Ciudadano, que junto con el PAN, PRD y PRI constituyen un frente clara e histéricamente opositor al gobierno de AMLO, aunque, según la fuente informativa, también es vista con simpatía por legisladoras del partido guinda.

De acuerdo con lo antes expuesto, pudiera ser pertinente no sólo afinar los conceptos y las intenciones de la iniciativa en comento, sino dar una buena revisada a todo el articulado a la Ley del IVA, para resolver y actualizar posibles lagunas o desfaces y dar, si corresponde, un mejor sentido social a la recaudación de este impuesto al consumo.

Pero sobre todo, resulta pertinente que cuando se presenten iniciativas vayan debidamente fundamentadas y mejor redactadas, para la cabal comprensión de su contenido y clarificación de sus propósitos.

 


viernes, 11 de septiembre de 2020

Emocionalmente débiles

 

“Al margen de la ley nada; por encima de la ley nadie” (AMLO, conferencia matutina, 31 enero 2019).

 

Recientemente leí una reflexión que creo vale la pena rescatar: “Estamos ante una generación de gente emocionalmente débil, donde todo debe ser suavizado. Porque “todo” es ofensivo… incluida la verdad.” Está firmada por Ferrer, supongo que se trata de David Ferrer García, profesor, escritor y poeta español contemporáneo.

 


Si una veintena de mujeres toma la sede de la CNDH, en vez de manifestarse frente a la Fiscalía General, ¿tendremos que dar por hecho que su acción es justificada, independientemente de que pueda ser una reacción extrañamente tardía al ultraje de una menor ocurrido hace cuatro años, y que se ocasionen daños a las instalaciones y a su contenido?

 No necesariamente, porque a estas alturas muchos advierten que la toma es desproporcionada y vandálica y que bien pudieran haber protestado durante el gobierno de Peña Nieto ante las autoridades competentes, además de que se niegan a entregar las instalaciones y a participar en una mesa de diálogo.

 A lo anterior habría que agregar que pretenden destinar el edificio de la CNDH como albergue “para muchas mujeres de todo el país” que tengan el mismo problema porque, dicen, esta es una acción “okupa” y están disponiendo de un bien público.


 Como sabemos, las acciones “okupa” originalmente se dieron en Europa, particularmente en España, consistente en la ocupación de edificios abandonados por personas que carecían de habitación, por lo que llamar “okupa” a la toma de un edificio público que cumple una función social es por lo menos absurdo cuando no perversamente intencionado, como lo es la sustracción y destrucción de expedientes. ¿Quién o quiénes resultan beneficiados con el caos? La respuesta la puede encontrar siguiendo la liga: https://youtu.be/4pG94dVQvo0  

 Algo similar ocurre en el país con otros eventos donde la causa del feminismo se ve reinterpretada por grupos como los incubados en instituciones como el ITAM, que ven apropiado volcar sus impulsos destructivos contra edificios públicos, comercios e incluso ciudadanos cuyo pecado es ser de sexo masculino porque estaban, según el criterio gringo, “en el lugar equivocado y a la hora equivocada”, con lo que pasamos de la lucha de clases a la lucha de sexos, perdiendo toda perspectiva que suponga una transformación socialmente progresista e incluyente.

 En Hermosillo tenemos varias muestras: el asalto vandálico a Catedral, al Congreso del Estado, al edificio del Poder Judicial, y daños a varios edificios públicos y privados, además de pintas en paredes y monumentos, en un contexto político nacional y local en el que las mujeres tienen peso y paridad electoral y donde, por mencionar algunos ejemplos, tanto el gobierno del estado y de la capital del país, así como la Cámara de Diputados y nuestro municipio son presididos por mujeres.

 Dichas acciones “feministas” curiosamente no se daban en los sexenios anteriores donde las mujeres marchaban ejerciendo su derecho a la manifestación, pero no vandalizaban. Al parecer, ahora es el momento propicio para las expresiones de irracionalidad destructiva y provocativa, justamente cuando está el gobierno de la 4T, por lo que las pulgas del neoliberalismo se le cargan a un gobierno que dialoga y que postula que “todo por la razón y nada por la fuerza”.

 


Los hechos referidos se puede relacionar con la histérica emergencia de grupos opositores ultraconservadores y fundamentalistas de la derecha de campanario que acusa al gobierno de llevarnos al desastre y, lo que es peor, al comunismo; o como el grupo de gobernadores del PAN y otros ideológicamente afines que lo mismo piden la renuncia del coordinador de la lucha contra la epidemia, Dr. Hugo López-Gatell, que forman una “alianza federalista” que decide salir de la CONAGO, que es la asociación civil de los gobernadores de México.        

 A lo anterior habría que agregar la virulencia de Felipe Calderón y su partido familiar “México Libre”, lo que parece estar siendo demostrado por la presión que se da entre estas feministas “okupas” para apoyar al esperpento político-electoral borolista, según nota del portal Revolución tres punto cero (Daniel Serrano, 8 de septiembre de 2020).

 Cada vez es más evidente que la política se ejerce en las instancias judiciales y en las calles mediante el financiamiento de grupos radicales que levantan banderas en muchos casos legítimas, pero cuyos objetivos no son necesariamente los que exhiben, a partir de las acciones caóticas y delictivas que emprenden.

 


Al respecto, el gobierno de López Obrador celebra la libertad de expresión y dice que no a la violencia, no a la represión porque “no somos los mismos”. Por mi parte diría que está bien que “no seamos los mismos”, pero que justamente por eso se espera que se cumpla la ley y se garantice la paz pública, lo que implica el diálogo constructivo entre pueblo y gobierno, no la complacencia ni la evasión de responsabilidades que solamente dan fuerza al delincuente.

 A veces da la impresión de que la ley sólo se puede aplicar en ciertas circunstancias y con las debidas excepciones, por razones de lo políticamente correcto en su interpretación más libre y acomodaticia, quizá para evitar que cualquier acción de orden público pueda ser desvirtuada por parte de quienes proclaman a berridos que vivimos en una dictadura o que el gobierno tiene una visión patriarcal de la sociedad y la familia.

 Así pues, mientras el imperio de la ley y el estado de derecho pasan a ser meras figuras retóricas, los delincuentes pululan con pasamontañas negros y exhiben sin inhibiciones su vulgaridad destructiva, pateando el interés público para dar paso a la mezquindad beligerante de los enemigos del cambio.

 


Nuestra sociedad sufre los embates de una generación hipersensible, egoísta y autocomplaciente, acostumbrada tanto al eufemismo como al agandalle: en la política por ejemplo se puede dotar de palos a campesinos chihuahuenses y lanzarlos contra la Guardia Nacional; los delincuentes de cuello blanco se pueden llamar perseguidos políticos,  y los tramposos pueden lograr la presidencia de la Cámara de Diputados mediante el chapulineo de legisladores que hacen temporalmente una mayoría artificial en beneficio de cierta fracción parlamentaria, la del PRI, independientemente del lugar que hayan alcanzado en las pasadas elecciones federales.

 En consecuencia, se tienen mayorías efímeras y coyunturales que tuercen la voluntad del electorado y la democracia en México, y movimientos cuyas acciones son formalmente punibles pero que la carga emocional y desinformativa que compartimos logra convertir en caricatura reivindicativa.

 En una sociedad dominada por la simulación, la ignorancia y los convencionalismos, la verdad es molesta e indeseable y en abierta oposición al imperio incuestionable de la subjetividad y el capricho. Aquí, en efecto, “todo es ofensivo… incluida la verdad”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 4 de septiembre de 2020

El cadáver del PRI

 

“Cuando más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje” (Aldoux Huxley).

 

Ya ve usted cómo son las cosas, la Cámara de Diputados tiene, por lo pronto, la presidencia en manos de Dulce María Sauri Riancho, de trayectoria inseparable de la cloaca política llamada PRI y sin duda representante de los valores de ese instituto político.


En estos tiempos donde las militancias se escabullen de las definiciones clásicas hay quienes ejemplifican con sobrada suficiencia la cara perversa de la política al modo del viejo régimen, porque relativizan las pertenencias ideológicas en aras de alcanzar mayorías instantáneas para llenar requisitos y lograr hacerse con posiciones como, recientemente, la presidencia de la mesa directiva de los diputados.

Pero, más allá del natural asco que produce el hecho de que el PRI alcanzó el número de legisladores que le permitió ser la tercera fuerza en el seno de la cámara, hay que tener claro y señalar que fue gracias a las manipulaciones, las trapacerías, los acuerdos y el chapulineo coyuntural de los legisladores, ya que, según el resultado de la elección del 1 de julio de 2018, esta posición le correspondía al PT.

El problema se dio a partir del trasiego de diputados que pasaron por alto la voluntad popular y se cambiaron a conveniencia la camiseta, inflando en este caso la nómina del PRI, y donde participaron estelarmente los legisladores del PRD, flamante comodín del Prianismo organizado.

Tan terrible realidad denota la pobreza política de un pueblo acostumbrado a que lo chamaqueen, lo acarreen, lo engañen cada trienio o sexenio, le den despensas, materiales baratos de construcción, tortas y refrescos cada campaña electoral, y en cada acto masivo la consabida camiseta, sombrilla y gorra.


La costumbre que se refrenda en los períodos electorales está claramente reflejada en la presencia del PRI, que por razones de legalidad plasmada en el reglamento ahora preside la Cámara de diputados, donde se legisla por México, sin olvidar que Morena y aliados son la mayoría que decide realmente el sentido de las decisiones, que Morena es la primera fuerza y que el partido no está solo, porque lo avalan 30 millones de votos en una votación histórica plena de legitimidad.

En lo personal, me parece ridículo el solo hecho de que los priistas tengan un papel en la conducción de las sesiones, pero de eso a que manden, dirijan o determinen el rumbo de la cámara de diputados hay una gran distancia.

Si consideramos que, chapulineo aparte, el PRI alcanzó transitoriamente el número de legisladores suficiente y necesario para ocupar el tercer lugar en la composición de las fuerzas electorales, y que por ese sólo hecho le tocaba presidir la mesa directiva, y que la votación era para elegir al legislador que iba a presidir dicha mesa directiva, entonces tenemos dos cosas:

 Primera: Los diputados de Morena simplemente acataron lo que dicta el reglamento, y tuvieron que aceptar que la tercera fuerza era el PRI.

 Segunda: La votación fue para elegir al presidente de la mesa directiva, que le tocaba por la razón antes señalada, al PRI. En este punto lo más sensato hubiera sido la abstención, el “ahí se la echan”, sin embargo, muchos de Morena optaron por votar por ceñirse a la disposición reglamentaria.


Algunos se manifiestan escandalizados, traicionados, decepcionados, ofendidos y decididos a cambiar de partido, siendo que de lo que se trata es de fortalecer a Morena y en todo caso reformar el reglamento que permite que los legisladores cambien de camiseta según vaya el viento, para después regresarse cómodamente a su posición original.

En todo caso, los cambios de fracción parlamentaria deben ser fundados y motivados y claramente explicados, y ser de carácter permanente o con candados que impidan la migración infundada y el oportunismo de coyuntura.

A juzgar por los proyectos en marcha del actual gobierno, es lícito pensar que Morena sigue siendo la mejor opción y que hay que fortalecerla, lo cual no deja de lado la crítica apoyada en el conocimiento y el análisis desapasionado de los hechos, mismos que no necesariamente demuestran que se trate de revivir el cadáver del PRI. Tocamos madera.