Con el aval de la dueña del SNTE, el gobierno de Felipe Calderón emprende una más de las reformas educativas que ahora, merced al apoyo de la Godillo, pasa por ser “revolución”.
El conjunto de trivialidades que componen la “alianza” educativa calderonista permite suponer que nada ha cambiado en el horizonte neoliberal, salvo la forma de mediocrizar a la educación y manipular a los actores o pacientes directos de la misma: profesores y estudiantes.
El sello corporativo de la “alianza” habrá de redundar, más pronto que tarde, en el hartazgo magisterial y en la convicción de que en el país el gatopardismo sería doctrina de Estado, si no fuera que sí se observan cambios, pero para retroceder.
Triste papel el de los millones de subordinados a la “maestra” Gordillo, tan lejos de la educación y tan cerca de la derecha neoliberal.
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