
George W. Bush, con el sentido de la oportunidad que lo caracteriza, se propone contribuir a la democracia permitiendo el envío de teléfonos celulares a Cuba, provocando a la vez al gobierno y alentando la contrarrevolución dentro y fuera de la isla.
Cuba nuevamente está en la agenda electoral de los republicanos, quienes alientan el odio y la más grosera intervención en asuntos que son de la exclusiva competencia de los cubanos. La falta de respeto a la soberanía de una nación libre e independiente es, a fin de cuentas, parte del discurso terrorista de los Estados Unidos.
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