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miércoles, 28 de julio de 2010

El negocio educativo... entre otros

Como sabrá el culto e informado lector, la educación en México se ha convertido en un jugoso negocio que llega a formar parte de las iniciativas del empresariado nacional y extranjero. Los capitalistas de guarache incursionan con singular fervor en los negocios educativos, como una línea de lucro fácil que aparenta ser difícil, por aquello de que “la educación es progreso”.

Desde esta perspectiva, florecen instituciones educativas cuya justificación es la de aligerar la presión de la demanda de lugares en las instituciones públicas y autónomas. No está mal contar con opciones al gusto del cliente, dado que muchos ricos y poderosos consideran que su entorno ideal no está cerca de las chusmas famélicas intelectualmente que llenan hasta reventar los planteles de fácil acceso económico. Las altas cuotas supone exclusividad y ésta implica un proceso de selección social que priva de oportunidades a muchos en beneficio de los pocos que comparten apellidos, prestigio, gustos y perversiones.

La selección social que se establece como patrón de conducta institucional tiene como telón de fondo el nivel socioeconómico que actúa como rasero y barrera protectora contra la vulgarización de las relaciones sociales entre patos y escopetas; la riqueza y la pobreza requieren entornos específicos donde campee libre y soberana la ideología de logro y éxito de los triunfadores y, por otra parte, de los perdedores. Agua y aceite sociales no se mezclan en el recipiente social educativo. Las instituciones privadas pueden ser de élite o para estratos medios y bajos que acuden a un proceso de homogeneización por la vía de la beca, el crédito y la beneficencia ocasional. Mientras que las primeras reciben automáticamente el crédito de ser académicamente inobjetables, las segundas parecen estar condenadas a la estigmatización fundada en la apariencia: se les cataloga como instituciones “patito”.

En el nivel medio superior, las preparatorias sean técnicas o generales reciben alumnado en busca de la oportunidad de seguir estudiando, a un costo mensual que sea soportable considerando el deterioro del salario y el incremento de la canasta básica. En este conjunto las hay buenas y regulares, aunque también las hay con graves problemas de insolvencia que les impiden conservar una planta docente a la altura de las expectativas estudiantiles. Aquí se observa un proceso de selección socio-económico que mantiene a algunas y elimina a otras.

Por lo que corresponde a las preparatorias públicas, nadie puede ignorar que están sujetas a un proceso de privatización a partir de sus mecanismos de ingreso. Ahora se ha impuesto por parte del gobierno del estado de Sonora, un examen Ceneval para acceder a este nivel de estudios. Los resultados ya se tiene a la vista: antes los estudiantes ingresaban a partir de los exámenes de selección que se aplicaban en cada plantel del subsistema, mientras que ahora se centraliza la admisión bajo la responsabilidad de una empresa privada. La empresa Ceneval ha logrado penetrar en la educación superior al aplicar exámenes de egreso por los que cobra a las universidades que los adoptan como opción de titulación, con cargo al estudiante que postula para ello. Hay también exámenes Ceneval para el ingreso al postgrado, con lo que se uniforma hasta el absurdo este requisito de ingreso.

El Sonora, en este ciclo, los aspirantes a preparatoria tuvieron que someterse a un examen Ceneval para encontrarse con que el caos, el desorden más ridículo se apoderó del proceso de admisión, y que alumnos de alto promedio quedaron fuera, mientras que muchos otros fueron admitidos en planteles de una ciudad distinta a la que habita el estudiante. La inédita escaramuza privatizadora que se escenificó en Sonora, dio pié a que las autoridades hayan tenido que salir a explicar que los técnicos de la empresa llamada Ceneval se presentarán en nuestro estado para “dar explicaciones” sobre los absurdos resultados, pero que “nadie se quedará sin estudiar en su localidad”.

No sé si con esta experiencia el gobierno del Estado, que insiste en “modernizarse” a cambio de sacrificar la autonomía selectiva de los subsistemas educativos, y renunciar a una responsabilidad que es fundamental, sean capaces de extrapolar y poner en su correcta perspectiva la reciente declaración sobre el éxito del reparto de uniformes en el nivel básico, si se considera lo inapropiado de la exhibición de la leyenda “Un nuevo Sonora” en la playera del uniforme, por aquello de convertir al niño estudiante en un anuncio ambulante del actual gobierno panista del Estado.

En otro orden de ideas, encontramos un peligroso síntoma de privatización irracional de bienes públicos en las recientes declaraciones del Secretario de Economía estatal, Moisés Gómez Reyna, cuando se refiere al potencial con que cuenta nuestro estado para la generación de energía eléctrica a partir de la luz solar. Señala el secretario, a propósito del informe de la empresa extranjera Greentech Media, que la actual administración estatal está creando una empresa con el objetivo de “alquilar el desierto de San Luis Río Colorado para producir energía y venderla a California y Arizona”. ¿Tendrán idea nuestros patrióticos y visionarios funcionarios de las implicaciones que tiene esto? ¿Habrán pensado en el peligro que corre nuestra entidad siendo estado fronterizo de caer en la órbita de los intereses estratégicos gringos? ¿Se podrán imaginar tan solo las enormes ventajas para nuestro estado y país, el contar con una fuente barata y eficiente de energía que produzca un flujo inagotable de electricidad? ¿Tendrán idea de su importancia en el abaratamiento de costos en energía para fomentar una industria nacional y sonorense que genere empleos e ingresos fiscales? ¿Se imaginarán el impacto en el empleo y el ingreso de las familias sonorenses?

Pero las declaraciones del olímpico funcionario del gobierno del panista Padrés no dan cabida a una noción de aprovechamiento nacionalista del recurso, sino la trillada cantinela de ceder espacios en beneficio del extranjero. Mentalidad colonizada, pobre de entendederas y de conciencia nacional. ¿Viva México? ¿Un nuevo Sonora? ¿Celebramos el Bicentenario y el Centenario? No queda duda que los hijos de Antonio López de Santa Anna se han reposicionado en el ranking de la más abyecta dependencia. Urge recuperar la república.

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