
Como supongo que ya se enteró, el secretario de gobernación ahora se llama José Francisco Blake y viene de la secretaría de gobierno del estado de Baja California, mientras que el nuevo secretario de Economía se llama Bruno Ferrari, que antes se encargaba de la agencia gubernamental de promociones ProMéxico. Gerardo Ruiz Mateos, que antes despachaba en Economía, regresa cerca de Calderón como jefe de la oficina de la Presidencia.
Los cambios en el gabinete presidencial no dejan de suscitar alguna risilla sarcástica, una andanada de trompetillas y pedorretas debidamente disimuladas por la cara de sorpresa que es políticamente correcta en eso de los cambios y los nombramientos, pero la sensación de estar viendo un anuncio comercial de novedades en una línea de productos invendibles por su inutilidad, es francamente inevitable.

Por otra parte, los nombramientos en Gobernación y Economía recaen en personas que no gozan de prestigio y reconocimiento nacional, son funcionarios bastante menores para el encargo que reciben, aunque en su favor se puede decir que no lo podrán hacer peor que sus antecesores, aunque en ese terreno hay infinitas posibilidades, de acuerdo a la concepción neoliberal de entrega de los activos nacionales y la política interior al extranjero.

La anodinez personal se matiza gracias a una lealtad que debe ser facturada desde el principio al “presidente”, independientemente de que reconocer públicamente la creencia en Dios resulta, como queda demostrado, un recurso onanista para disimular la patada en el trasero que acaba de recibir el funcionario corrido Gomez Mont, tras una especie de fundamentalismo argumental contra la promiscuidad del PAN, ahora con la izquierda holográfica.
Pedidas las proporciones y quitadas las máscaras, la política burdelezca en boga permite el desfiguro que su imaginación alcance, la claudicación más infamante, el repudio más ignominioso y la abyección más neo-panista. El gobierno de Calderón es como aquello de que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda…”
De todos modos, finjamos el asombro de la novedad, los augurios y las expectativas del cambio: secretarios de Gobernación y de Economía habemus. ¿Albricias?
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