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jueves, 8 de julio de 2010

Decisiones, decisiones

Arrecia el tono de las voces que señalan como una opción temporal el uso del agua que hay en La Poza. Otros señalan que al norte hay agua aprovechable para resolver la carestía de Hermosillo, mientras se realizan obras de mayor magnitud que supondrán una solución de largo plazo. Llaman al alcalde Javier Gándara a escuchar las propuestas, a usar el sentido del oído que tiene en modo de tandeo auditivo para poder dar paso a soluciones viables para el municipio. La solicitud es razonable.

Los problemas de la ciudad son de todos, si nos atenemos a la definición de “municipio”, donde los vecinos asumen cargas económicas y políticas en aras de propiciar el bienestar y progreso de la comunidad. El alcalde tiene por primera obligación entender que la responsabilidad es compartida entre pueblo y gobierno, y que el cargo público significa una cadena de relaciones entre los actores fundamentales del drama municipal que se focalizan en el ejecutor de la voluntad ciudadana: la autoridad legalmente constituida se legitima en la medida en que responde a esa voluntad, y lo es cuando propicia el diálogo constructivo, la propuesta ciudadana que toma parte en el diseño de soluciones, la corresponsabilidad en la vigilancia de los procesos de solución y el disfrute equitativo de los bienes y servicios logrados y consolidados.

Mientras el alcalde atina a destaparse los oídos y procesar las sugerencias y planteamientos de la comunidad, para muchos queda claro que es un peligro andar por los talleres mecánicos del Palo Verde, ya que ahí matan. Con esto le quiero decir que los asesinatos a mansalva o, si le gusta el término, ejecuciones, se están convirtiendo en una actividad criminalmente correcta cuya práctica deviene lugar común, gracias a la tolerancia liliputiense de nuestras autoridades que, en un ataque de enanismo calderoniano, se complacen en viajar a Tucson, Arizona, a una reunión de seguridad fronteriza que contradice el ánimo de boicot que campea, aún en Estados Unidos, contra ese estado gobernado por el fascismo.

La presencia de Sonora en la reunión de Tucson, huele a genuflexión lacayuna en el marco de la dependencia política y administrativa que el neoliberalismo de guarache ha propiciado en campos de relación de la exclusiva competencia de las autoridades nacionales. En otras palabras, la visita de funcionarios judiciales a la fascista Arizona, solamente da pistas sobre el mar de fondo de la Iniciativa Mérida, cadena de perro que ata la voluntad de nuestros guardianes de la ley y el orden… neoliberales.

Pero mientras los funcionarios sonorenses se bajan los pantalones en una visita evitable, los simples lectores de periódico descubren que hay agua de sobra en las presas del Novillo y la Angostura y que habrá que desfogarlas en agosto, para evitar daños por las fuertes avenidas que se esperan, según lo dicho por el representante estatal de Conagua. El agua declarada es infinitamente más abundante que la servida, tanto para uso agrícola como domiciliario, en una clara contradicción de la idea de “gobierno” y “equidad” que usted y yo pudiéramos tener.

Tanto en México como en el resto del mundo, existen regiones con abundancia de bienes y una mala (o pésima) distribución de los mismos. En el mundo existen 105 millones de personas que padecen hambre, y en México, un millón 400 mil niños padecen anemia crónica. Las cifras revelan que la famosa meta de la FAO de disminuir el hambre mundial al 50 por ciento para 2015, no se podrá cumplir. Por otro lado, diariamente la prensa reporta los más absurdos crímenes contra los ciudadanos, destacando la guerra sucia que emprende el gobierno contra los luchadores sociales, los sindicatos (SME, UTH, Mineros) y las organizaciones ciudadanas defensoras de los derechos humanos. Como complemento a la represión selectiva, tenemos la amenaza cuando no el asesinato de periodistas.

Tanto la necedad de un presidente municipal de no escuchar los reclamos o propuestas de los ciudadanos, como la de un gobernador de no asumir sus responsabilidades constitucionales y pasar el tiempo en declaraciones, giras y actividades de auto-elogio, contribuyen a acelerar el descrédito gubernamental y la falta de confianza del ciudadano. También contribuyen a esa sensación de inseguridad que experimentamos en cada calle, barrio y colonia de las ciudades sonorenses.

Pero, el telón de fondo de estos despropósitos oficiales, es un sistema económico y político diseñado para profundizar las diferencias entre ricos y pobres, al privilegiar el mercado sobre el estado, lo privado sobre lo público, lo individual sobre lo social. El neoliberalismo hace que las diferencias políticas se diluyan y deje de haber alternativas. Ese es el caso del pragmatismo de las alianzas del PAN con el PRD que demuestran que ya no hay principios, valores políticos y cívicos que defender, sino los negocios de camarillas que lucran con la política electoral del país.

A la sombra del discurso neoliberal, florece la marginación, el desencanto de muchos, frente a la fortuna de muy pocos. En el gobierno prosperan los servidores públicos con mentalidad empresarial, que se creen gerentes de empresa comercial, y deshumanizan con su actuar la noble y trascendente función del sector público. En estas condiciones, urge la recuperación del espacio público, para bien de la comunidad local y nacional. Urge recuperar la política y la economía, el respeto por la dignidad humana, por las libertades ciudadanas, por los derechos esenciales del hombre, actualmente pulverizados por el propio gobierno que debiera garantizarlos. El pueblo debe tomar una decisión, en legítima defensa.

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