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sábado, 24 de octubre de 2009

El ansia impositiva



Recuerdo una vieja película de vampiros, en la que el monstruo luchaba contra la compulsión de beber sangre, en un afán atípico de respeto a la vida humana, quizá por reminiscencias de su anterior estado y una relación, pudiéramos decir romántica, con una joven con atractivos suficientes como para vencer la ferocidad del chupa-sangre nocturno. La película de terror se convirtió en romántica y la morbosidad del espectador se transformó en aburrimiento, enfado solemne producido por la falta de cumplimiento de las expectativas sanguinolentas que alientan los engendros cinematográficos en esas noches aburridas donde la secreción de adrenalina se liga inexorablemente a las andanzas del no-muerto.

Pero, en la versión clásica del cine de vampiros, ante la visión de un cuello femenino, de espléndida blancura, nuestro (anti)héroe se lanza y propina la feroz mordida que hará fluir la vida de una a la digestión de otro, nutriendo el organismo que debió permanecer en su tumba, pero que sin embargo… se mueve; la acechanza debe ser exitosa y la presa caer en garras y colmillos del depredador, porque el vampiro se alimenta de sangre y los humanos la tienen por cuatro o cinco litros, lo que ofrece las ventajas de un tetrapack ambulante, siempre y cuando no se agote aceleradamente el contenido ni las existencias de humanos mordibles.

El neoliberalismo asume la ordeña del ciudadano como sagrado deber, como acto de sobrevivencia selectivo, toda vez que es excluyente del pueblo y protector del gran capital. La naturaleza depredadora del sistema económico y su parafernalia política nos ubica, casi de manera automática, en ese escenario cinematográfico en el que presenciamos los regodeos del victimario sobre la víctima, cuya indefensión radica en la ausencia de comprensión acerca de la verdadera naturaleza de su verdugo, en la ignorancia de la vulnerabilidad del otro, ese otro amenazante y misterioso. En cambio, cuando se tiene conocimiento del engendro, de sus puntos débiles, de lo que puede hacerlo desaparecer como amenaza, basta con un acto de voluntad que permita presentar una resistencia efectiva, actuar en consecuencia y vencer sobre el mal personificado en el vampiro.

Cualquiera sabe que en el mundo de Norferatu, Drácula y demás no-muertos, la luz solar es irresistible, la exposición a la luz del día convierte en polvo al monstruo, lo desintegra al mismo tiempo que lo exhibe como un espantajo inmundo contrario a la naturaleza e inconcebible en el mundo racional que hemos construido en nuestras expectativas de progreso y bienestar. La opinión pública informada, la ciudadanía capaz de organizarse y luchar mediante la denuncia, el uso de los recursos legales y la oposición enérgica al mal gobierno encaja dentro de este recurso; junto con la luz solar (denuncia, señalamiento, información), está el agua bendita y la cruz, ambos revelan la esencia demoniaca del vampiro y lo hacen retroceder, lo que va de la mano con las formas de organización ciudadana de carácter progresista y democrático, verdaderamente comprometidas con una lucha sistemática contra el engaño y la demagogia oficiales.

Los medios para acabar con el vampiro en forma definitiva son el uso de la estaca y el separarle la cabeza del cuerpo. La primera aplicada en el corazón, lo mata. La estaca de madera destruye al monstruo, aunque hay quien diga que solamente lo paraliza, por lo que se recomienda decapitarlo para que la muerte sea definitiva. Las fórmulas para acabar con el vampiro no son tan difíciles de seguir, porque una vez descubierta su naturaleza, hecha pública su perversidad, decidido el nuevo Van Helsing para combatirlo y dotado de los elementos para hacerlo, la acción política del pueblo a través de sus representantes legislativos se verá complementada con la organización ciudadana para la resistencia, para llegar a declarar la huelga general, para organizar marchas de protesta y de reclamo de renuncias de funcionarios y cambios en la política económica nacional, particularmente la relativa a los ingresos y gastos gubernamentales.

La estaca en el corazón del sistema se representaría por una oposición fuertemente organizada que actúe en las escuelas, los negocios y los sindicatos; en las calles y los medios de comunicación alternativos. Una fuerza que presione y denuncie a los legisladores corruptos y corruptibles, a los que incumplan con la representación ciudadana; que permita impulsar reformas y que prepare el camino para cambios más profundos. La cabeza del monstruo caería en las urnas donde el ciudadano decida con su voto cambiar el rumbo nacional y que cuente con el respaldo de una fuerza capaz de defender el voto en cualquier instancia.

El absurdo neoliberal permite que se eleven los impuestos en períodos recesivos, que se genere desempleo, que se proteja a los delincuentes de cuello blanco, que se protejan empresas evasoras de impuestos, que se permita el avance de los transgénicos y la ruina de los productores agropecuarios nacionales, que se deje de invertir en los sectores estratégicos de México, como son el petróleo y la producción de energía eléctrica, que se desperdicien los recursos naturales y que se excluya el talento y la iniciativa de los verdaderos empresarios nacionales. El monstruo chupa-sangre cuenta con un aliado que es el panismo organizado en alianza con el priismo salinista, que apoyan y aplauden demencialmente las iniciativas de Nosferatu en el Congreso, desangrando a la nación y convirtiendo en parias a los ciudadanos de la república.

Van Helsing tiene el reto, la misión de acabar con el terrible enemigo, ahora convertido en espantajo económico-fiscal que amenaza agotar la sangre y el nervio de los mexicanos. Se impone la acción y el uso de los instrumentos que la experiencia recomienda: información, concientización, organización, acción sistemática y decidida y voluntad de cambio. Y usted, ¿cómo votará la próxima vez? ¿Estará dispuesto a defender su voto?

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