Israel sigue empeñado en masacrar al pueblo palestino, duramente, con todas sus fuerzas, al margen de lo que fuera la idea del perdón inculcada por la religión judía, por la historia particular de Israel y su conocimiento de lo que es la agresión y la persecución.
Pueblo elegido por Dios, según se conciben por tradición, ahora puestos en el plan de asesinos en serie, en verdaderos genocidas empeñados en una especie de limpia étnica apoyada por otro psicópata que es el gobierno de Washington. Y sin embargo, se sigue pensando en Israel como aquél pueblo de pastores nómadas esclavizado por Egipto, masacrado por la Alemania de Hitler, depositario de una tradición ética y moral inspiradora de respeto, fuente de dos religiones monoteistas esenciales en la actualidad mundial.
Valdría la pena revalorar el papel de Israel en el plan expanionista de las grandes corporaciones de la guerra y el petróleo, de los intereses geoestratégicos de Estados Unidos, del juego de fuerzas entre los países postindustriales y las economías emergentes.
Por mientras, es imperativo estar a favor de la paz en Gaza, oponerse al avance israelí, luchar por la vida.
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