Con el sentido del humor que lo caracteriza, Felipe Calderón anuncia con bombo y platillo un plan anticrisis que nos da más de lo mismo y que ni de casualidad ofrece la reducción de tarifas eléctricas a los hogares mexicanos, en cambio sí a los industriales ya favorecidos por las rebajitas de fin de año. El esquema pudiera ser bien visto por los empresarios, pero en lo que concierne a las sufridas familias las cosas no necesariamente han cambiado ese color de hormiga que se avizoraba cuando se contaban las campanadas de despedida del turbio 2008.
Mientars tanto, por el rumbo de Teotihuacan las obras de destrucción de nuestro patrimonio historico siguen viento en popa, sólo que ahora se oculta el daño estructural en las pirámides gracias a bloques de concreto que tapan los orificios del taladro, al mismo tiempo que sirven de base para la instalación de rieles, en apoyo a las luminarias que harán posible la parte de luz que complementará el sonido programado.
Así, luces artificiales, sonido atronador y sensación de crack económico, serán los ingredientes de un nuevo capítulo de la trama de horror que se ha dado en llamar "gobierno" mexicano.
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