El año 2009 inicia con una pesada carga de problemas, de inconsistencias entre el discurso oficial y la realidad cotidiana, aquí y en el plano internacional. Así, mientras los gobiernos de los países desarrollados se aprestan a rescatar empresas de sectores económicos estratégicos, los subdesarrollados cumplen con su tarea de repetir lo dicho por los primeros y hacer o fingir hacer, las adecuaciones y previsiones necesarias para atenuar los efectos que prometen ser debastadores, de la crisis que atosiga al mundo.
La estupefacción de muchos no llega a concretarse ante las señales aún no tan evidentes de la catástrofe económica de inicios de este siglo, de manera que el optimismo es una forma de encubrir la ignorancia a la par que una medida profiláctica contra depresiones que, partiendo de lo económico, cruzarán el escenario de lo político y lo social, para aterrizar en la zozobra personal y familiar que nos ubica en un nuevo holocausto selectivo y perverso que refuncionaliza los viejos problemas de las filias y las fobias internacionales.
El ejército israeí se complace en anunciar su conviccion de combatir el terrorismo (argumento puesto de moda por Washington como justificante para labores genocidas), aislando a Gaza de cualquier ayuda humanitaria y asistencia de observadores y periodistas internacionales. Han construido prácticamente un gheto cuya funcion esencial es el exterinio del pueblo palestino asentado en esa franja, envalentonados por el apoyo ciego de EUA, en una nueva exhibición de añejas complicidades geopolíticas y económicas.
En México, el sálvense quien pueda de la clase media al borde de la extinción, se ve confundido por los últimos efectos pirotécnicos del gobierno y el narcotráfico, elementos distractores con ribetes mediáticos que culpan al efecto distrayendo la atención de las causas. País de simulaciones en un mundo que se ha convertido en farsa y nota necrológica, desde la competencia de las naciones y sus formas obsoletas de organización. ¿Tendremos remedio? ¿Cuándo empezamos a construir nuestro mejor futuro?
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