
El gobernador Padrés, al parecer, está metido en un problema de disonancia cognitiva, donde es una la realidad que reconoce y otra la que expresa mediante dichos y hechos, como se evidencia en el llamado a turistas arizonenses a pesar de que los gringos vecinos aporrean el orgullo nacional y meten el dedo pecoso de su desprecio en la herida de nuestro regionalismo.
La costumbre de ir al otro lado no significa lo mismo si se ve desde la perspectiva de los sobrinos del tío Sam, sabedores de que pueden pisar el suelo mexicano sin más requisito que las ganas y el dinero que abre los ojos de nuestras carencias, para poner la alfombre roja de la hospitalidad agachona y las precariedades de una oferta de bienes y servicios que ya se está incrementando al incorporar el gobierno la salud como mercancía al alcance del extranjero.

En este evidente problema de dignidad nacional, llama la atención que el señor gobernador tiemble y se apachurre ante la sola idea de encabezar un boicot a Arizona, así que ni tardo ni perezoso preside la exhibición de equívocos carteles publicitarios que promueven el turismo arizonense, con tanto éxito que ya el sheriff
Arpaio ha declarado que la mejor respuesta es un ¡boicot a Sonora! Arpaio reacciona ante la supuesta amenaza a la seguridad de los ciudadanos de Arizona por parte de ese horrible enemigo y amenaza alienígena que representa Sonora.
Pero, mientras siga siendo tomada por política de buena vecindad la genuflexión, la proclividad a agacharse para recibir piquetes de buena vecindad, seguiremos abonando en la cuenta de la prepotencia de los vecinos del norte.

Lamentablemente, en la actualidad el gobierno da mucho juego a la educación superior privada, se le otorgan posiciones de asesoría en materia de desarrollo económico, de planeación pública, de impulsores de proyectos productivos, de alianzas estratégicas internacionales, con lo que la inteligencia sustentada en el nacionalismo es prácticamente ignorada, con los altos costos que representa para la vida económica y política del país. Pero, cabe señalar que lo hasta ahora emprendido por los privados metidos a públicos, ha fracasado estrepitosamente. No saben cómo hacerlo.
Es urgente que el gobierno se vaya enterando de lo que es y que la administración esté en manos de profesionales, no de apellidos y circunstancias personales que hacen daño y empobrecen al estado.
Para terminar, la búsqueda de turistas y la solapada o abierta promoción de inversiones arizonenses, revela pobreza de miras, una chambona gestión y una impresionante falta de sensibilidad. ¿Habrá alguien pensante en el gobierno que atine a presentar propuestas pertinentes y de mayor alcance?
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