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viernes, 4 de septiembre de 2009

Cobardía


Primero fue un comentario referido al proceso de nombramiento de vicerrector en la Universidad de Sonora, en el que un opinante anónimo firma con el nombre del suscrito, en una lamentablemente cada vez más frecuente manifestación de cobardía. Aquí opina el anónimo como si fuera pecado estar contra lo que dispone al respecto la burocrática ley Beltrones, orgánica de la Universidad de Sonora, agregando un calificativo ofensivo a las personas que aparecieron en la terna enviada por el rector.
Luego fue un comentario sobre el hijo de alguien que estimo y respeto, que supuestamente será protagonista de una situación de nepotismo al ocupar próximamente una plaza, aprovechando la posición del padre.
En ambos casos el comentario se me atribuye, dado que el autor omite su nombre y en cambio se sirve firmar con el mío. En los dos hechos los comentarios aparecen en el foro de opinión de “Otra universidad es posible”, cuyo webmaster, según tengo entendido, es el doctor Arnulfo Castellanos Moreno.
En el foro los diversos opinantes han disfrutado de anonimato e impunidad, de libertad para decir y maldecir, pero lamentablemente la oportunidad de expresar sus ideas e inquietudes, consensos y disensos, se ha visto empañada por la cobardía de algunos, que dan en publicar opiniones que solamente constituyen desahogos mediocres y ataques personales contra quienes no pueden defenderse de ellos por ignorar el origen de las diatribas, firmadas con nombres de personas que son ajenas a la opinión y a las intenciones del opinante verdadero, que se oculta mañosamente tras tirar la piedra.
El expediente de utilizar un pseudónimo resulta menos dañino que el usar el nombre de una persona real, con la cual se escudan y a quien comprometen o pueden comprometer en un juego ridículo y cobarde. Se pudiera suponer que de lo que se trata es de “amarrar navajas”, generar animadversión hacia el propietario del nombre utilizado; se diría que la persona que opina tras el nombre de otros es alguien angustiado por su propia insignificancia, su propia chaparrez existencial, sus propios miedos de ser y de dar la cara, pero también se pudiera pensar que además de la cobardía expuesta es, irremediablemente, una pila de excremento humana que navega como listo pero que le falta mucho como para ser un buen adversario, alguien a quien tomar en cuenta en caso de una diferencia de opinión, porque carece de rostro propio, se escuda tras otro que toma por asalto, en el anonimato comodón de su argucia pedestre.
A los sospechosos de esta felonía por supuesto que los seguiré tratando como si fueran seres humanos completos, pero no niego que me divertiré con el engaño. Ocultaré mi certidumbre de que son maricones sociales, personitas castradas que presumen de una humanidad menguada o ausente, jotolones políticos que sufren de pánico escénico hasta en los pleitos más personales, porque carecen de valor para lo más elemental de la vida en comunidad: ser sujetos de opinión, poseer ideas propias y capacidad para expresarlas de frente, caminar erguidos y correr sus propios riesgos.
Pero, por otro lado, el usar mi nombre para evacuaciones de ridícula factura, me hace suponer que se sienten protegidos al usurparlo, ya que dista mucho de ser como el suyo, menor y miserable, cobarde y traicionero. Así, los enemigos emboscados pueden asaltar un lugar en la respetabilidad de otros, por el corto tiempo que dura el engaño, mientras queda, como siempre ocurre, aclarada la chapuza y descubierto el remedo humano que la perpetró.
Pero, en fin, en esta universidad, la UNISON, víctima de la mentalidad neoliberal, ya ni la nostalgia es como antes.

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