Mientras que el cinismo hecho gobierno pretende minimizar la tragedia del 5 de junio, la sociedad civil se manifiesta, marcha y reclama justicia. El número de niños muertos es de 46, y la pena se multiplica cada día en la sensibilidad herida de las familias, vecinos y comunidad en general.
La noticia que ha recorrido el mundo, del incendio ocurrido en una guardería infantil donde descansaban más de cien infantes, nos muestra el desaseo gubernamental reiterado cada día en forma de declaraciones oficiales que huelen a impunidad, y al mismo tiempo, el hartazgo ciudadano contra un gobierno que ha convertido la seguridad social en área de oportunidades comerciales, puerta de entrada a ingresos ilegales, dolosos y éticamente reprobables.
La ciudad de Hermosillo está de luto, el duelo no tiene fecha de conclusión. Priva la desconfianza, el azoro por ver propiciada la rapiña desde el gobierno, desde las instituciones que debieran garantizar seguridad, justicia y paz social. La indignación crece, como una marea que agita y conmueve hasta las más íntimas fibras de la conciencia.
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