Los detalles usted los ha leído en la prensa, los ha oído en los programas de radio, los ha visto en la televisión; la prensa internacional ha dado cuenta de la tragedia del viernes 5 por la tarde, y la cobertura ha sido, por decirlo fácil, seria, suficiente y rápida, considerando la confusión existente y el origen del fuego que queda por precisarse más allá de toda duda.
Hermosillo está de luto y se siente una enorme pena, una sensación de incredulidad y de azoro ante la magnitud del siniestro, sin acabar de digerir las cifras y los rostros que pasan fugazmente por las pocas fotografías relacionadas con el caso. Se dice que el origen fue una explosión de un carro con combustible provocada por un corto circuito, que se encontraba en un almacén del gobierno del Estado; también que todo empezó en una llantera del grupo Ayala y el fuego pasó a la guardería del IMSS en la colonia Y-Griega. Los datos precisos los tendremos cuando las autoridades hagan lo que deben hacer.
Por lo pronto, queda constancia de que la sociedad hermosillense funciona bien sin la presencia de las autoridades, que los vecinos y simples mirones pueden organizarse espontáneamente para ayudar, y que lo hacen rápida y eficientemente. Que hay ciudadanos dispuestos a arriesgar su vida y patrimonio con tal de echarles la mano a otros, como es el caso de los hermanos que llegaron en calidad de mirones y terminaron auxiliando a los menores que pudieron; que un joven arremetió con su vehículo contra los muros de la guardería haciendo boquetes para que por ahí pudieran salir los pequeños; que hubo agentes de la policía que demostraron que el pueblo uniformado sigue siendo pueblo y capaz de ser solidario con los demás, en una zaga donde el heroísmo estuvo presente de manera natural, sin poses para la fotografía, sin discursos a modo y si caras de dolor salvo el que sentían de manera natural y sin maquillaje.
Se publica que el gobernador Bours suspendió su participación en una reunión de la Comisión Sonora-Arizona; que el habitante de Los Pinos, Felipe Calderón, se declaró entristecido y consternado, y que enviará al director del IMSS a que personalmente se haga cargo de representar el dolor presidencial, toda vez que la guardería estaba subrogada y el IMSS algo tiene que ver en este asunto.
Por su parte, los candidatos a gobernador suspenden el debate programado y lo pasan al lunes, en el escenario del Centro de las Artes de la Unison, en una rara muestra de que el tiempo de la muerte y el dolor puede alterar el tiempo de la farsa y la comedia; el presidente municipal de Hermosillo, declara la total solidaridad con las víctimas y sus familias y los actores políticos resaltan en sus discursos los acontecimientos de la Y-Griega.
Pero, fuera de lo que digan y prometan hacer los personajes con mayor proximidad a los micrófonos y reflectores, la gente simple de Hermosillo se moviliza, aporta vehículos para el traslado de las víctimas, gestiona la atención especializada que se requiere en casos de quemaduras, los hospitales instalan a los pequeños y, mientras tanto, se entiende y comparte en lo que cabe, el dolor y la desesperación de las madres que acudieron por sus hijos y no los encontraron, hallando en cambio un escenario de devastación, de humo negro y olor acre, y la cada vez mayor certidumbre de que sus vidas habían cambiado esa tarde, de manera radical e inesperada.
Los datos sobre el número de muertos y lesionados, así como la gravedad de las quemaduras, los puede usted encontrar en la prensa diaria, local y nacional, así como en medios de Estados Unidos, Argentina, España y otros. La dimensión de la tragedia y sus consecuencias familiares, usted seguramente las intuye, las comparte, las toma como propias y quizá actúe en consecuencia, como parte de esta comunidad que sabe ser generosa cuando las circunstancias lo ameritan.
Hermosillo está de luto y se siente una enorme pena, una sensación de incredulidad y de azoro ante la magnitud del siniestro, sin acabar de digerir las cifras y los rostros que pasan fugazmente por las pocas fotografías relacionadas con el caso. Se dice que el origen fue una explosión de un carro con combustible provocada por un corto circuito, que se encontraba en un almacén del gobierno del Estado; también que todo empezó en una llantera del grupo Ayala y el fuego pasó a la guardería del IMSS en la colonia Y-Griega. Los datos precisos los tendremos cuando las autoridades hagan lo que deben hacer.
Por lo pronto, queda constancia de que la sociedad hermosillense funciona bien sin la presencia de las autoridades, que los vecinos y simples mirones pueden organizarse espontáneamente para ayudar, y que lo hacen rápida y eficientemente. Que hay ciudadanos dispuestos a arriesgar su vida y patrimonio con tal de echarles la mano a otros, como es el caso de los hermanos que llegaron en calidad de mirones y terminaron auxiliando a los menores que pudieron; que un joven arremetió con su vehículo contra los muros de la guardería haciendo boquetes para que por ahí pudieran salir los pequeños; que hubo agentes de la policía que demostraron que el pueblo uniformado sigue siendo pueblo y capaz de ser solidario con los demás, en una zaga donde el heroísmo estuvo presente de manera natural, sin poses para la fotografía, sin discursos a modo y si caras de dolor salvo el que sentían de manera natural y sin maquillaje.
Se publica que el gobernador Bours suspendió su participación en una reunión de la Comisión Sonora-Arizona; que el habitante de Los Pinos, Felipe Calderón, se declaró entristecido y consternado, y que enviará al director del IMSS a que personalmente se haga cargo de representar el dolor presidencial, toda vez que la guardería estaba subrogada y el IMSS algo tiene que ver en este asunto.
Por su parte, los candidatos a gobernador suspenden el debate programado y lo pasan al lunes, en el escenario del Centro de las Artes de la Unison, en una rara muestra de que el tiempo de la muerte y el dolor puede alterar el tiempo de la farsa y la comedia; el presidente municipal de Hermosillo, declara la total solidaridad con las víctimas y sus familias y los actores políticos resaltan en sus discursos los acontecimientos de la Y-Griega.
Pero, fuera de lo que digan y prometan hacer los personajes con mayor proximidad a los micrófonos y reflectores, la gente simple de Hermosillo se moviliza, aporta vehículos para el traslado de las víctimas, gestiona la atención especializada que se requiere en casos de quemaduras, los hospitales instalan a los pequeños y, mientras tanto, se entiende y comparte en lo que cabe, el dolor y la desesperación de las madres que acudieron por sus hijos y no los encontraron, hallando en cambio un escenario de devastación, de humo negro y olor acre, y la cada vez mayor certidumbre de que sus vidas habían cambiado esa tarde, de manera radical e inesperada.
Los datos sobre el número de muertos y lesionados, así como la gravedad de las quemaduras, los puede usted encontrar en la prensa diaria, local y nacional, así como en medios de Estados Unidos, Argentina, España y otros. La dimensión de la tragedia y sus consecuencias familiares, usted seguramente las intuye, las comparte, las toma como propias y quizá actúe en consecuencia, como parte de esta comunidad que sabe ser generosa cuando las circunstancias lo ameritan.
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