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jueves, 14 de mayo de 2009

Comentario sobre la huelga universitaria


La huelga en la Universidad de Sonora ha durado lo suficiente como para que se despierten ciertas susceptibilidades. El sindicato STEUS reclama mejores condiciones salariales y la administración responde con que ya se ofreció lo que se podía ofrecer, en incluso hasta más de lo que han obtenido otras instituciones. ¿Deben entonces los sindicalistas universitarios estar agradecidos con la administración que se proclama generosa en exceso, comparativamente hablando?

Si usted es trabajador, seguramente me entenderá si le digo que los logros de los sindicalistas son los logros de cualquiera que pretenda vivir mejor en un contexto en el que se menosprecia el trabajo y se privilegia el capital. Lo que logre un sindicato de aumento en salario y prestaciones es un buen antecedente para los demás, ya que la política neoliberal actual tiende a legitimar cuadros de explotación de los trabajadores que eventualmente significan no sólo depauperación, sino disminución de la calidad de vida de los trabajadores en salud, vivienda, alimentación y educación. O, ¿cree usted que el aumento frecuente de los precios en los alimentos, medicinas, artículos para el hogar, ropa, gastos de educación, no merecen una respuesta por parte de los trabajadores? ¿Considera usted justo que los consumidores sean obligadamente sujetos pasivos que solamente tengan por salida pagar lo que sea por vivir con cada vez menos? ¿No le huele esto a explotación, a una forma maquillada de esclavitud?

Si usted se declara a favor de la esclavitud, entonces, ¿cuál es su posición en la vida? ¿Vive como un sultán, rodeado de lujos y le vale gorro el resto de la humanidad? En este caso se entiende que ataque furiosamente a los trabajadores cuando ejercen un derecho, una acción contemplada en las leyes del Estado mexicano. Se entiende pero no se justifica, porque justificar ese desprecio a la realidad de los que menos tienen resulta patológico, inhumano, el colmo de la ceguera social. Si es ese el caso de usted, decídase a declararse enemigo de la clase trabajadora y siga criticando a los sindicalistas. Si no, entonces escuche con calma lo que reclaman los trabajadores y los pretextos que ponen los patrones. Encontrará en esto la idea de culpar a los propios perjudicados por la política neoliberal del fracaso del modelo económico que nos tiene en este trance.

Actualmente se observa un fenómeno curioso de manipulación, de y en los medios de comunicación, sea prensa escrita o electrónica. Los programas de radio con línea abierta al público hacen su agosto denostando al sindicalismo, insistiendo en la perversidad de los dirigentes y en lo exagerado de las peticiones. Además de esto, insiste en que los estudiantes busquen romper la huelga por los medios posibles, buscando sembrar el temor de perder el semestre y alentando salidas neuróticas como tomar clases extramuros. El fin es solamente uno: romper en los hechos la huelga y declarar nulo el derecho de los trabajadores.

El anti-sindicalismo está de moda en este país, a partir del sexenio de Fox y de la fase panista del neoliberalismo de huarache que azota a México y otras partes del continente. Y en buena parte se debe a la pérdida de conciencia sobre los problemas sociales que tienen como raíz la economía. La población nacional a pesar de ser víctima de explotación, de marginación, de engaño y manipulación sigue con la idea de que la autoridad tiene la razón y que es mejor soportar cristianamente que revelarse contra la opresión.

Poner la otra mejilla ante la falta de oportunidades, de empleo, de ingreso, de calidad de vida, parece ser, según los nuevos apóstoles de la dependencia, la actitud políticamente correcta que se espera de la población. Pero, con esta actitud beatífica, casi monástica, colmo de la austeridad, del sacrificio y la auto-aniquilación, ¿se generarán los empleos necesarios para que su hijo estudiante pueda trabajar cuando egrese de la universidad? ¿Se ha puesto a pensar que si ahora usted ataca al sindicalismo y declara injustas sus demandas, su hijo mañana será una víctima más de la opresión patronal?

En realidad, ahora mismo sus hijos son víctimas de una agresión a veces no tan sutil y no es, aunque usted no lo crea, la derivada de la falta de clases por motivos de huelga. La manipulación que subvierte la inteligencia de los estudiantes es simplemente la política terrorista que infunde en ellos el temor de perder el semestre, de ver coartadas sus aspiraciones de terminar una carrera. Esa es la idea dominante y que tiene como fuente la acción de los medios de comunicación pero también la actitud de las autoridades universitarias sobre el conflicto.

La administración ha dado en reunir estudiantes para explicarles lo que bien pueden leer en la prensa, y hacerles creer que los culpables de la suspensión de clases son los sindicatos, con lo que validan el ataque sistemático al sindicalismo y, por ende, a la clase trabajadora organizada. ¿Tienen caso las reuniones con jóvenes que se exponen a la manipulación por parte de la autoridad representada por el rector? ¿Ignoran que los jóvenes son dignos de respeto y que resulta de pésimo gusto servirse de ellos para el logro de objetivos políticos que los rebasan?

Cuando el que escribe era estudiante universitario, le tocó vivir el drama de la primera huelga universitaria cuando el STEUS luchaba por conseguir su reconocimiento. La huelga, llamada “huelga grande”, duró tres meses. Los estudiantes decidimos apoyar al sindicato y los apoyamos en todo, sin interferir en los asuntos internos, pero conservando siempre la presencia estudiantil en marchas y otras formas de apoyo contra la prepotencia de la administración universitaria. Lo que le quiero subrayar es que no se perdió el semestre: concluimos nuestros estudios y seguimos adelante.

Quisiera hacerle una última consideración: las luchas de los trabajadores de hoy serán las formas en que el camino de sus hijos fue allanado, cuando ya adultos estén en el mercado laboral. Cada lucha, cada logro, será abonado en la cuenta de los futuros trabajadores. En este sentido, el sindicalismo universitario trabaja para el futuro de sus hijos, de nuestros hijos.

Por último, el sindicalismo corrupto es el que se vende al mejor postor, el que conspira contra el trabajador, el que se pliega a los intereses del capital, el que busca negociar en lo oscurito beneficios personales, el que traiciona a los trabajadores sentándose en la mesa de las autoridades a título personal.

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