La sociedad sonorense parece ser víctima de un súbito ataque de estupidez, considerando la indolente actitud de muchos ante la huelga de la UTH, Cananea, Unison, por ejemplo. Parece que hay un desprecio profundo hacia los trabajadores y el sindicalismo, de manera que nada conmueve a la sociedad para salir en defensa del trabajo y las garantías sociales y económicas que debieran disfrutar quienes hacen posible que las instituciones marchen, que los servicios se presten, que la economía funcione.
Al contrario, las fuerzas del oscurantismo porfiriano se levantan airadas contra los trabajadores, se les llama holgazanes, se desprecia y minimiza su reclamo de mejores consiciones de vida, se ataca y denosta su lucha, que es, o debiera ser de todos.
¿Por qué simples empleados se sienten propietarios y actúan como si fueran los altos empresarios frente a sus trabajadores? ¿Qué extraña locura hace que algunos que se dicen estudiantes, decidan ponerse al lado de la clase patronal y señalar con el dedo a los sindicalistas, cuando reclaman lo que se natural que se reclame? ¿Pues qué piensan que nunca van a llegar a verse reflejados en ese espejo?
Me parece que es tiempo de solidarizarse con la clase trabajadora, estar conscientes de que somos los mismos, que nuestro destino es luchar contra la explotación y los excesos del capital, cuando no de un replanteamiento en serio de la economía y la visión de la sociedad que tenemos y la que queremos.
Los llamados a romper la huelga del STEUS son una expresión clara, diáfana, de esa típica intolerancia fascista al mejoramiento de los trabajadores, con libertad, con equidad, con justicia social plena.
La derecha siempre será así de torpe, así de burda, así de ignorante, por lo que se debe redoblar el esfuerzo en la educación para formar ciudadanos mejores, y una buena lección es la de apoyar la huelga, defendiendo los derechos de los trabajadores.
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