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lunes, 18 de agosto de 2008

Vampirismo


Existe bajo la cubierta de las decisiones tomadas por el gobierno, como por ejemplo, la de privatizar el ramo energético, depender cada vez más de los alimentos producidos en el exterior, contener el consumo por vía de incrementar el precio de las subsistencias y congelar el ingreso; desmantelar la seguridad social y permitir que las empresas privadas dedicadas a la administración de las pensiones y jubilaciones ganen cada vez más y quede desprotegido el ahorro al arrojar pérdidas, al irese deteriorando en términos reales, hasta pulverizarse, convirtiendo en indigente al trabajador jubilado.

Existe bajo el disfraz del combate a la delincuencia organizada, al narcoterrorismo, a la corrupción, a la violencia intrafamiliar, a la cooperación en materia de seguridad fronteriza, a la asistencia técnica y financiera que se pacta con EUA y que permite la ingerencia de esta nación en los asuntos internos de nuestro país, y sin embargo, jamás se declara y menos se actúa en favor de la generación de empleo seguro, digno y perdurable.

Existe cuando se miente respecto a la calidad de la educación, cuando los organismos financieros internacionales deciden el cómo y el para qué de la educación pública, cuando la educación universitaria se deteriora en aras de la adopción de nuevas formas de pagar regalías a los productores de software; cuando dejamos de lado la inteligencia para privilegiar la máquina, cuando solamente somos consumidores de tecnología y se inhibe nuestra capacidad productiva.

Existe cuando el gobierno se empeña en actuar como empresario y los empresarios lo hacen como gobierno, cuando la ciudadanía desaparece por ser su papel principal el de consumidor sin capacidad real de decidir qué, cuánto, cuándo y en cuánto comprar.

El vampirismo es real, los vampiros existen, ahora con postgrados en economía, avalados por universidades de primer mundo, o remedos locales sin mucha imaginación, que ignoran sistemáticamente nuestra realidad y las necesidades que tenemos; existe porque la política económica es importada, no obedece a los imperativos de nuestro desarrollo y ni siquiera nos permite crecer.

Existe cuando redescubrimos que somos colonias, y que la industrialización propia y necesaria dista mucho de ser permitida por socios comerciales con otras prioridades, con otro nivel de desarrollo, con una larga tradición en materia de explotación de países y regiones, y sin embargo, no actuamos en defensa de nuestros intereses, sino que servimos a los suyos.

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