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martes, 5 de agosto de 2008

Los asuntos urinarios


Seguramente usted habrá oído la expresión “para mearse de risa”, referida a la calificación de la circunstancia festiva que, motivada por un giro lingüístico gracioso, un evento sorpresivo y chusco, una paradoja, conmueve nuestra inteligencia y deja fluir la torrencial fuerza lúdica de la risa. Un chiste, gracejada o chascarrillo pueden suscitar que la boca se abra, los dientes aparezcan súbita y prolongadamente sobresaliendo en la cara, los párpados se cierren y compriman, las arrugas aparezcan en la comisura de los labios, los carrillos (o cachetes), los pómulos se levanten y aparente congestión el rostro en su conjunto, deformando transitoriamente la expresión habitual y la circunspección que formaliza nuestra personalidad y que suele aparecer en la foto de los documentos oficiales.

La risa es, según algunos, un remedio infalible, pero la capacidad profiláctica que tiene para el equilibrio de nuestra psique, a veces resulta contrastante con el motivo de la misma. Pongamos por caso la reciente votación sobre la reforma petrolera, llevada a cabo en el DF y otras entidades. En ella discurrió la tranquila convicción de que el petróleo no se vende, sin embargo, un avezado operativo panista permitió un intento de descalificación del proceso alegando vicios como la doble votación por parte de un solo sujeto. Al respecto, la sobrina de Felipe Calderón (el hombre que actualmente ocupa la silla presidencial por obra del PRI, el IFE y las grandes empresas coloniales que se asientan en territorio nacional), Mariana Gómez del Campo, terminó reconociendo que el video que se esgrimió como argumento probatorio del fraude, era falso, producto de una maquinación del propio PAN en el DF. Aquí aplica la frase aquella de “si me viste, te reíste, si no me viste, te fregaste”. La broma electoral auspiciada por el panismo defeño quedará para la antología de los chistoretes referidos a la defensa del petróleo nacional.

El domingo 3 de agosto, Milenio publicó una nota que mueve a risa: habrá guardias de EU con licencia para matar en territorio mexicano, producto de la firma de la famosa iniciativa Mérida, que motiva una extensa red de seguridad que enlaza a México con los aparatos de la paranoia estadounidense. Sucede que la embajada, los consulados, oficinas, dependencias, centros comerciales, zonas habitacionales al servicio de EU gozarán de la protección de su país por aquello de algún ataque terrorista, además de que están empeñados en proteger a las empresas e intereses de EU en territorio mexicano. Lo anterior genera la necesidad de que sean contratados nuevos cuerpos de seguridad con licencia para matar, en caso, claro, que sea necesario. Desde luego que da risa que nuestro gobierno permita la proliferación de guardias blancas y agentes extranjeros con autorización para usar armas contra nacionales mexicanos, declarados en el acto presuntos terroristas.

También da risa la pretendida aportación del PRI al disimulo de la privatización de Pemex por vía de los famosos organismos descentralizados que la propuesta de Beltrones apunta, sin que reconozca el carácter violatorio que tiene a la luz de la Constitución nacional. Conmueve hasta las lágrimas el esfuerzo histriónico que realizó Beltrones y cófrades en una exposición modosita, con pujos de formalidad republicana, en la que se entregaba sin reconocerlo el patrimonio petrolero nacional a la rapiña privada. El acto senatorial estuvo pringado de elogios panistas, sonrisas furtivas y manifestaciones francas de expiación política a la luz de una “concertacesión” con fuerte olor preelectoral. La traición priista-beltroniana se postula como una claudicación más y como un acto insólito de travestismo político, lo cual se debe acreditar a la línea rosa parlamentaria. La chusca parodia invita a la risa y ésta a una larga y cálida meada.

Con tantos y tan variados motivos de risa y, partiendo del hecho empírico de que lo anterior estimula el deseo de hacer “chi”, resulta obligado hablar, siquiera brevemente, de los asuntos urinarios y sus vericuetos profesionales.

Como usted sabe, los profesionales de la medicina que se encargan de velar porque usted mee con fluido desenfado son los urólogos. En las páginas amarillas se localizan sus anuncios, ofreciendo las maravillas de una micción fluida, la eliminación de piedritas en la vejiga o en el tracto urinario, el tratamiento discreto y profesional de la disfunción eréctil, el tratamiento de la próstata cuando crece y cuando se convierte en motivo urgente para dictar el testamento.

En el caso de los varones, el urólogo resulta ser el profesional que debemos tener cerca, adoptar como consejero espiritual, revelarle las intimidades de una sexualidad en declive y confesarle los estropicios de las licencias que la juventud una vez concedió pero que la edad terminó revocándoles la vigencia e imponiendo multas y gravámenes que se traducen, al fin de cuentas, como cargas impositivas episódicas de castidad o abstinencia profiláctica, acompañada de recomendaciones y prevenciones prohibitivas de los placeres que antes (palabra clave después de los cincuenta años de edad) eran comunes y corrientes.

La edad en el varón se traduce en los “antes” y los “ahora” como eslabones en una cadena que termina donde todo empieza: volver a mojarse los interiores por razones de incontinencia urinaria; pero también la edad permite encontrar otros placeres que estimulan el flujo urinario a través de la contemplación del espectáculo de la política a la mexicana.

Antes, nos reíamos de las actitudes, parodias y amaneramientos de los afeminados, y se hacían chistes que se contaban en las tertulias y eran plato común en la sobremesa y en las barras de las cantinas; los “jotos” eran personajes tragicómicos que se toleraban como vecinos peculiares, parte del anecdotario de los pueblos y los barrios citadinos. Ahora, ascienden a las cumbres del escenario político y son tratados como “senadores” y “diputados”, con capacidad de proponer e impulsar iniciativas de ley, decidir el rumbo de la nación y polvearse las… narices con cargo al erario nacional.

La paradoja que vive el país, termina ejerciendo un efecto diurético en la mayoría de los que, sin ser especialistas, estamos medianamente enterados del acontecer nacional. Las ganas de ir al baño se relacionan con la lectura de los periódicos, revistas, documentos y papeles oficiales que las burocracias generan con prolífica frecuencia, haciendo posible que la gente común sufra ataques de risa con la consecuente evacuación urinaria. Sin duda alguna, estos hechos, demostrados empíricamente en el acontecer nacional, permiten suponer que los urólogos son los profesionales que cuentan con mayor ascendencia en la consideración de muchos de los actuales hombres mexicanos mayores de edad y con derechos políticos vigentes.

En suma, tenemos una clase política travestida, amiga del exhibicionismo parlamentario, poco responsable de su identidad nacional y cargada hacia los intereses del empresario en turno. Los ciudadanos que eventualmente funcionan como electores, tendrán amplias posibilidades de emitir su voto a favor de un cambio en el elenco nacional, actualmente compuesto por actores de dudosa integridad y con dificultades expresas para asumir un papel viril, a tono con el carácter del personaje que representan, pero que, al parecer, les ocasiona conflictos de personalidad política, tan serios que dejan de lado los principios de sus institutos políticos y la formación ciudadana que se les atribuye, en aras de posar para la foto en las pasarelas del comercio carnal que patrocinan las empresas trasnacionales afincadas en los países periféricos. Así las cosas, la política como parodia, da risa.

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