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lunes, 3 de marzo de 2014

El derecho a tener derecho

La exigencia de algunos estudiantes que no saben sobre derechos laborales y luchas sindicales, sobre historia universal y nacional, sobre solidaridad social y calidad de vida, sobre salarios justos y mejores condiciones de vida pueden, y lo hacen, convertirse en arietes que son utilizados por la burocracia estatal y universitaria, pasando por la porra de los partidos de derecha neoporfiriana como el PAN, contra los trabajadores de Sonora. Ahora se da el caso de la Universidad de Sonora, pero igual puede ser en el ramo del transporte, o la salud, entre otros socialmente importantes.

“Quiero mi derecho a estudiar”, dice la pancarta, como si alguien pudiera pensar siquiera que el derecho a la educación se coarta con una huelga. Ha sido voluntad del pueblo mexicano consagrar este derecho y, hasta la fecha, su vigencia sólo se puede afectar, que no nulificar, por la irresponsabilidad de las administraciones federales y estatales al considerar la educación como un gasto y no como una inversión. Los recortes presupuestales y la disminución de recursos a las instituciones de educación superior, los topes salariales y la disminución de la seguridad social, como los ataques sistemáticos a las organizaciones sindicales son, sin duda, mecanismos que afectan ese derecho.

Cualquiera entiende que la suspensión temporal de actividades en las instituciones educativas no inhibe el derecho a estudiar, porque el derecho subsiste y se materializa una vez que se normalizan las actividades. El procedimiento administrativo de las reprogramaciones o ajustes de calendario tienen esta finalidad y la marcha de los semestres o años lectivos sigue su curso.

Quiero suponer que la escandalera histérica de algunos estudiantes ante el proceso de huelga es por ignorancia, por ingenuidad académica que seguramente alguien no tan joven ni tan desinteresado se encarga de promover, en un acto de terrorismo psicológico que nada tiene que ver con la realidad institucional. Por eso los estudiantes no son sujetos implicados en la huelga y sí las autoridades y el sindicato que ejerce ese derecho. Por eso no puede proceder el amparo estudiantil contra la huelga, o contra alguno de los actores reconocidos por la legislación laboral.

En esto que parece farsa y sainete protagonizado por el gobierno y la administración universitaria, se distingue una vez más el argumento deshilachado de la derecha panista: las huelgas son malas y los sindicatos inútiles y reducto de holgazanes. Queda claro que el objetivo es desprestigiar a las organizaciones de trabajadores y nulificar en la práctica el derecho a huelga, así como las exigencias de un trato digno y respetuoso en la mesa de las negociaciones.

Asimismo, cabe notar el acre tufo de la intolerancia y el autoritarismo, que pretende declarar invisibles al derecho y a la consideración social a los sindicalistas universitarios, al manipular información, provocar reacciones de enojo o desesperación entre los trabajadores, difamar y calumniar, satanizar públicamente a quienes solamente luchan por mejores condiciones de trabajo y de vida. No lo lograrán.
Así como hay grupos de estudiantes con mentalidad patronal o víctimas de la desinformación o la manipulación, también los hay convencidos de la necesidad histórica de apoyar la lucha de los trabajadores y ser solidarios con ellos. Seguramente el estudiante que ha logrado verse en un contexto laboral futuro entenderá que lo que ahora presencia es justamente lo que mañana o pasado tendrá que protagonizar. La lucha de los trabajadores presentes es la de los futuros trabajadores. Quienes ahora apoyan la huelga lo que están haciendo es apoyar su esfuerzo futuro por alcanzar mejores niveles de ingreso y calidad de vida.


Quien hoy lucha al lado de los trabajadores da muestras de conciencia social que más delante se convertirá en un sólido cimiento sobre el que se construye la ciudadanía del futuro: libre crítica y solidaria, exigente en el disfrute de sus derechos, celosa en el cumplimiento de sus responsabilidades.

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