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domingo, 27 de septiembre de 2015

Las apariencias engañan

                                                 Contra hechos no hay argumento que valga (Frase latina).


Algunos de mis amigos, reputados como de ideas progresistas, montaron en santa cólera por el asunto de la madre que inició una campaña en las redes e instancias oficiales a fin de, en apariencia, defender el derecho que asiste a su hijo de cuatro años a llevar el pelo largo. La dama  arguye que está por respetar y hacer valer la decisión de su hijo frente a la prohibición del reglamento de la escuela privada donde estudia. Sostiene, junto con sus apoyadores, que se violan derechos humanos, ya que se le niega educación. El caso logró trascender y el mismo titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) hubo de declarar que estaba sobre el asunto y que el menor deberá asistir a la escuela con greñas, porque “ningún reglamento está por encima de los derechos humanos”.

Aquí tenemos el curioso caso de un menor cuya capacidad de decisión está sujeta a la interpretación y voluntad de la madre, misma que no tiene empacho en exhibirse junto con otra mujer y el niño con un broche en el pelo (https://twitter.com/ProyectoPuente/status/647062149878140929), o donde el pequeño luce vestido de mujercita (https://twitter.com/coyoterulea/status/647118708071002112/photo/1). ¿De qué violación de los derechos humanos estamos hablando? ¿En qué forma se está protegiendo la identidad y el desarrollo de la personalidad del niño? ¿Un pequeño de cuatro años puede estar en la capacidad de “salir del clóset” y reclamar su derecho a la no discriminación por este hecho? ¿Es decisión del menor o la imposición de la madre respecto a la sexualidad de su hijo?

Entre los Derechos del Niño reconocidos internacionalmente son fundamentales: 1. La no discriminación: todos los niños tienen los mismos derechos. 2. El interés superior del niño: cualquier decisión, ley, o política que pueda afectar a la infancia tiene que tener en cuenta qué es lo mejor para el niño. 3. El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo: todos los niños y niñas tienen derecho a vivir y a tener un desarrollo adecuado. 4. La participación: los menores de edad tienen derecho a ser consultados sobre las situaciones que les afecten y a que sus opiniones sean tenidas en cuenta. Pregunto: ¿cuál derecho le fue violado al pequeño? Tal parece que es la madre y no el reglamento de su escuela el que resulta violatorio a la defensa del interés superior del niño.

La absurda deformación a la que está siendo sometido sugiere que la fuente de los problemas está en casa, y que dicha conducta puede interpretarse como maltrato infantil.

El titular de la CEDH deberá de reflexionar seriamente sobre las consecuencias de emitir un juicio y una recomendación sin analizar detenidamente este caso. De proceder con ligereza se convertiría en cómplice de un auténtico abuso de la inocencia del niño con serias consecuencias para su desarrollo emocional.

Es natural no desear para los demás niños lo que no quisieras para tus propios hijos. En este punto me declaro incapaz de comprender el desparpajo con el que muchos están dispuestos a dar un “like” o apoyar con sus comentarios cuestiones que son verdaderos absurdos, auténticas agresiones a la integridad de los menores. Al parecer es muy simple asumir un progresismo gratuito y sin mucha responsabilidad por referirse a temas quizá distantes, tan ajenos como los hijos y la familia para los jóvenes solteros y para muchos no tan jóvenes. Algunos sostienen que no hay que educar a los chicos con “estereotipos de género”, pero, ¿acaso no es uno de ellos vestir a un inocente niño de mujercita?

El pequeño en cuestión con el tiempo sentirá los efectos de las hormonas circulando por sus venas y arterias, verá crecer su cuerpo, sus atributos sexuales, será más clara su idea del “otro”. Será presa de confusión porque sabrá que es hombre, pero tendrá una imagen distorsionada de su sexualidad porque su madre, sin ninguna consideración y respeto, lo crió como niña.


En nuestro país diario mueren inocentes, frecuentemente desaparecen maestros, periodistas y estudiantes, se violan garantías individuales, se condena a los ciudadanos al desempleo, los adultos mayores y los niños sufren abandono y miseria. Las muertes de Atenco, Guardería ABC, Tlatlaya y Ayotzinapa gozan de impunidad. En medio del desastre nacional, ¿un niño greñudo nos puede hacer perder piso? ¿Hay derecho? ¿Las autoridades “competentes” realmente lo son? Más seriedad. 

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