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martes, 1 de mayo de 2012

Sonora y el 1o de mayo de 2012

En Europa, Estados Unidos y buena parte del mundo hispanoamericano, el 1º de mayo es una fecha altamente significativa no sólo por el recuerdo de los mártires de Chicago, no nada más por el hito histórico de la defensa de los derechos de los trabajadores, sino porque ahora el sistema capitalista ha llegado a mostrar su verdadera cara: el mundo convertido en un coto de caza para el capital donde los trabajadores son desechables e irrelevantes para el discurso motivacional que rige las mentes de los gobernantes.


Por poner un ejemplo, en España las organizaciones de trabajadores llenan las calles en protestas que, prometen, durarán hasta que cambie la situación. El gobierno neo-franquista de Mariano Rajoy ha profundizado las diferencias que contribuyó a ampliar el socialismo menguante y traicionero de Rodríguez Zapatero. Sin duda los españoles ejemplifican las consecuencias de votar por la derecha: mayor desempleo, menor capacidad de compra, acceso al crédito, a la educación, a la vivienda, a la seguridad social. Mayor ruina y desesperanza para el pueblo trabajador y sus familias.

En México, las condiciones de precariedad compiten con las de otros países que ahora se dan cuenta de que son periferia de los centros de control financiero internacionales. Como se ve, el desastre económico y humanitario llega a todos los estratos, directa e indirectamente.

En el caso de Sonora, la propaganda oficial llena los medios informativos y nos tratan de convencer de las maravillas de los gobiernos panistas, de los logros presentes y futuros de “los buenos gobiernos del PAN”. La realidad desmiente estas palabras y las coloca en el cesto de la basura electorera. La verdad es que se nos ha mentido sistemáticamente. Las cifras oficiales, por más que se maquillen, no logran ocultar la dimensión del desastre nacional, en materia de empleo de calidad, de ingreso, de cobertura y atención de salud, vivienda, alimentación y educación. Se puede afirmar que estamos ante una nueva década perdida gracias a la incompetencia autocomplaciente de “los buenos gobiernos del PAN”. Una burla sangrienta que ya resulta imperdonable.

Lo más triste es que los derechos laborales conquistados por generaciones de mexicanos y que han ensangrentado en más de una ocasión al país, ahora se ven seriamente comprometidos por el ataque permanente a las organizaciones de trabajadores por parte del gobierno y los medios de comunicación. Un ejemplo claro y reciente lo tenemos en el caso del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Sonora (STAUS).

El gobierno no sólo ha sido uno de los principales causantes de la huelga sino que ahora trata de ilegitimarla. Todo empezó con la negativa panista de aprobar el Presupuesto del Estado sin los aumentos de impuestos propuestos por el gobernador Padrés, situación que aun padecemos, y en segundo lugar la falta de capacidad y talento político del rector Grijalva, quien se sumó blandamente, por omisión o comisión, a la política de linchamiento sindical del panismo en el poder. Ante el grave escenario generado, sería deseable una si quiera tardía rectificación del representante institucional, aunque para esto se requiere verdadera conciencia e identidad universitaria y, sobre todo, valor civil.

El sindicalismo y los estudiantes democráticos que apoyan a sus maestros, están entrando en una etapa en donde las convergencias políticas sólo pueden ser favorables al movimiento. La lucha emprendida por los universitarios es la de los trabajadores del país, y del mundo. Algo tiene, por tanto, de universal el reclamo que el sindicato hace al gobernador Padrés: cumpla con su deber constitucional y respete los derechos laborales de los universitarios.

Sin embargo, los diputados panistas y el Ejecutivo estatal declaran que trabajan en una ley que permita “eliminar de una vez el problema de las huelgas universitarias”. El único ordenamiento legal que puede dar ese resultado es el que la Universidad recupere el impuesto especial que hace poco más de tres décadas era la base de su financiamiento, y que sea la educación realmente una prioridad en el desarrollo del Estado. No es posible pensar en que un gobierno que golpea los derechos laborales sea un “buen gobierno” y, consecuentemente, no podrá haber una ley justa si ésta pasa por encima de los derechos adquiridos en la historia laboral de México y Sonora que, por cierto, son universales.

La lucha continúa, con el apoyo cada vez más evidente de otros sindicatos y organizaciones laborales y sociales. Sin duda este 1º de mayo se verá reflejado en la conciencia de los trabajadores del mundo, y los sindicalistas universitarios de Sonora ya dijeron “¡Presente!” en la lista de los constructores internacionales de una nueva sociedad, más justa e incluyente; humana, profundamente humana.

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