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jueves, 3 de febrero de 2011

Digamos salud por el sistema

Curva del éxito
Todas las noticias son alentadoras: los beneficios de ser cautelosos con la economía y confiar en la atinada conducción del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, reditúan en la sensación de posible recuperación económica, resistencia a la crítica maliciosa y fe inquebrantable en las instituciones financieras internacionales. La salvación del país está en manos de las instituciones financieras internacionales que siguen como perros a la longaniza las directrices de Washington, que dedica sus esfuerzos a la práctica de un onanismo económico con cargo a la economía mundial.


¿Se imagina usted tener un gobierno capaz de impulsar el desarrollo nacional de manera soberana? Tan herética posibilidad supondría poner por encima de cualquier interés o compromiso aquellos relativos a nuestro progreso y bienestar, lo que por sí mismo huele a independencia y libertad, conceptos que son administrados por Estados Unidos e interpretados, corregidos y aumentados por las administraciones en turno de ese país.


Caras vemos...
 Considerando el papel de colonia o protectorado (según se vea) que asume México ante el tronido de dedos de nuestros vecinos del norte, la imitación desangelada de las medidas que previamente se han demostrado fallidas o peligrosas en los escenarios gringos, constituye una práctica casi religiosa en el imaginario político de la derecha en el poder, en permanente confrontación con la realidad nacional y a contrapelo de la lógica más elemental. La subordinación económica y política a los intereses de los vecinos es cada vez menos cuidadosa de las formas y más evidente en sus manifestaciones de lameculismo institucional. Las botas de los gringos son limpiadas con las nalgas de los dignatarios mexicanos, ansiosos de la palmada en el lomo y expectantes de alguna dádiva que refuerce su autoestima lacayuna.

Usted se preguntará por qué la soberanía nacional debe pasar por el escrutinio cuidadoso de nuestros vecinos y ser acotada según sus conveniencias, lo que surge tras enterarse de que el propio gobierno panista ha permitido que Estados Unidos intervenga en las labores policiales relacionadas con el combate a la delincuencia y la prevención del delito, asuntos que en cualquier otro tiempo correspondían al gobierno nacional que legislaba y proveía lo necesario para el cumplimiento de las leyes. El neoliberalismo panista, transido de emoción por ser la puerta de entrada a la modernidad, a lo nunca visto, a lo inédito, a lo novedoso, lo último de lo último en las materias en que debe examinarse el gobierno, ha decidido darle el sí a nuestros vecinos en materia de seguridad y contribuye cediendo soberanía sobre el territorio nacional para que ellos puedan protagonizar la versión oficial de la saga de Rambo, o alguna de las gustadas series sobre espionaje y defensa del planeta contra los ataques de fuerzas malignas o incluso extraterrestres.

Pero, lo que se soporta viniendo de fuera, se rechaza al interior con histérica energía y denodada pasión, como si les fuera el apellido. Pongo por caso la reciente pataleta de los diputados panistas quienes abandonaron el recinto legislativo en protesta por la manta de los petista, con la leyenda de que si usted no permite que un borracho maneje, por qué deja que uno de ellos lo haga con el país. El panismo organizado argumentó que se le faltaba el respeto a la institución presidencial, siendo que solamente se aludía a uno de sus azulosos cófrades. Aquí tenemos la clásica confusión del patrimonialismo de derecha: no es lo mismo don Felipe que la institución presidencial, como no lo es el whisky a la botella que lo contiene.


Sin escrúpulos, sin memoria, sin progenitora...
 Mientras que las noticias sobre las cifras del desempleo en México gozan de cabal salud, la autoestima mexicana desciende por el tobogán de la lucha por el rating, como se ve en el programa Top Gear, donde calificaron a un auto deportivo de lujo como capaz de expresar las características de los nacionales de su país de origen: los mexicanos son flojos, vagos, irresponsables, flatulentos y subidos de peso. La aseveración de los conductores del programa motivó la protesta oficial vía Secretaría de Relaciones Exteriores y el jolgorio informativo que celebra las manifestaciones de un ludismo plano, chabacano, vulgar y típicamente inglés, al adecuarse a los modos y maneras de los talk show gringos con toda su parafernalia coprófaga. El resultado es un espectáculo que alimenta la ignorancia y el morbo de sus espectadores en medio de la fascinación de ver en vivo y a todo color el hundimiento de la materia fecal que dispensan los esfínteres que conducen la pavorosa pieza escatológica. Por otra parte, no se puede generalizar el mal gusto a todos los ingleses, aunque resulta claro que los seguidores de programas como Top Gear merecen el calificativo de imbéciles en grado de eufemismo.


¿Justicia?
 La oferta de embutidos y conservas fecales no se limita al extranjero ni en particular a la Gran Bretaña, como se demuestra al salir a la luz pública el encarcelamiento de dos funcionarias menores del IMSS a quienes se les ha nombrado chivos expiatorios en el caso del incendio de la guardería ABC. Mientras que algunos padres de niños afectados por el siniestro temen que “salgan bajo fianza” los muy raquíticos pájaros que tienen en mano las autoridades, los pájaros gordos siguen atacados de la risa al ver que pueden confiar en el sistema en tanto el dinero y las influencias sean el lubricante oficial que lo mueve. La impunidad en México es alentada por los propios afectados, cuando las víctimas directas terminan convirtiéndose en argumento para el logro de fideicomisos, prebendas y concesiones.

Los movimientos que impiden la participación y apoyo de ciudadanos simpatizantes por aquello de que “no se politice”, pierden de vista que las manifestaciones públicas de protesta son para el consumo de todos, con lo que se corre el riesgo de ser apoyadas y, en consecuencia, politizadas. La solución está a la mano: si usted no quiere que su movimiento de reclamo o protesta se contamine con la participación de otros, hágalo desde la comodidad de su videocámara y no abra la opción del chat. Simplemente emita su protesta y deje que corra el marcador de visitas como simple dato estadístico. Cualquier tema siempre podrá ser un éxito y, si de eso se trata, con posibilidades de ser anotado en la factura.

Los chivos expiatorios forman parte del ritual de procuración de justicia en México, así como las procesiones de santas cofradías debidamente registradas en la oficina correspondiente. Los verdaderamente culpables son pilares de la sociedad, apellidos ilustres, constancias vivas de la permanencia de estructuras económicas y políticas capaces de sobrevivir regímenes y señalamientos memoriosos. Los pobres, después de todo, no tienen prosapia sino, quizá, derechos históricos colgados del futuro.

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