Notas Sueltas es un espacio de opinión sobre diversos problemas de carácter social, económico y político de interés general. Los comentarios pueden enviarse a: jdarredondo@gmail.com

martes, 12 de abril de 2016

La cuenta regresiva universitaria

Desde la entrega del emplazamiento a la autoridad laboral y a la administración universitaria, el STAUS ha desplegado una intensa actividad que incluye reuniones de la Comisión Negociadora, asambleas sindicales y reuniones informativas para profesores y estudiantes, medios de comunicación y espacios informativos en línea. El esfuerzo de comunicación es, por decir lo menos, ejemplar.

La idea que anima los trabajos de pre-huelga son básicamente los de la organización de la resistencia en la que pudiera ser una suspensión de actividades prolongada, según el sombrío pronóstico del propio rector Grijalva; el diálogo permanente con los académicos y el alumnado, la apertura de canales informativos con la prensa y la comunidad en forma fluida, oportuna y transparente y, prioritariamente, los esfuerzos de diálogo y conciliación con la administración universitaria.

La comunicación con la base académica y estudiantil está en progreso mediante formas de “diálogo con soluciones”, que se lleva a cabo al interior del campus. Lo anterior se ve complementado con los segmentos informativos del STAUS en línea y los vídeos que se comparten vía youtube, entre otros medios. Lo anterior permite suponer que la comunidad estudiantil puede estar debidamente informada de las incidencias de este período crítico. Esto último es importante por cuanto que son un sector de interés en las eventualidades de la vida institucional.

Nadie puede negar que la principal preocupación del sector académico está en el logro de mejores condiciones de trabajo, sabedores de que esto significa no sólo oportunidades para su profesionalización y promoción, sino de cumplir de mejor manera con la función formativa que se desarrolla en obvio beneficio de la calidad educativa, la cual está a cargo del personal académico en el aula, el laboratorio, el seminario o el taller.

La comunidad académica es la única capaz de autocorrección ya que la interacción entre pares permite contrastar, debatir, argumentar y consensar opiniones expertas basadas en el logro académico y la experiencia profesional. En ese sentido, las cada vez más altas cuotas de puntajes exigidos por la administración para efectos de promoción de categoría y nivel son, lamentablemente, no sólo desproporcionadas sino absurdas. Pareciera que coexisten precariamente dos universidades: la real, que se expresa en el día a día frente a los alumnos y la otra, lejana al proceso de enseñanza-aprendizaje y cercana a exigencias más de índole burocrático-laboral, cuya finalidad es ahorrar recursos a costa de las funciones sustantivas universitarias.

La Universidad y el pueblo de Sonora son víctimas del secuestro neoliberal, perpetrado por una burocracia sin imaginación, empeñada en sofocar las aspiraciones de bienestar y progreso de los trabajadores, de los estudiantes y, en general, de las familias sonorenses.

La sórdida acción privatizadora impuesta por el sistema exige trabajadores sin derechos, sin garantías sociales, sin sentido de pertenencia hacia sus centros de trabajo, sin futuro, en cambio, la esencia universitaria, humanista y respetuosa de nuestra cultura y tradiciones, a la par que amiga del progreso científico y tecnológico, no puede representar más que un frente de oposición responsable a dichos designios.

Es justamente ese el sentido de la lucha de los sindicalistas universitarios: la defensa de los principios fundacionales de la institución; el qué, el cómo, el quién y el para qué de su función transformadora, reclamados por sus propios actores en la forma en que saben hacerlo: mediante el diálogo, la argumentación justa y la transparencia en los dichos y los hechos. Mientras que el sindicalismo habla de frente, la administración evade y provoca.

El silencio esquivo de la administración y una forma de negociación encaramada en las negativas, genera ansiedad en los estudiantes y sus familias, molestia entre los sindicalistas y preocupación en los diversos actores políticos, económicos y sociales que integran el abigarrado conjunto que llamamos Sonora. Según se ha visto, una vez más la madurez y la prudencia están de lado de los trabajadores, pero, ¿qué impide a la administración cumplir con su deber de gestión? ¿Por qué se viola sistemáticamente el Contrato Colectivo, habida cuenta de las consecuencias legales y sociales de esta conducta? ¿En qué momento perdió el rumbo la administración y se transformó en un ente ajeno y lejano de la comunidad universitaria que debiera representar?


La fecha del estallamiento de la huelga es el 15 de este mes. El reloj avanza y las negativas y evasivas siguen siendo las respuestas a los reclamos de los trabajadores. El plazo se acerca y con él una nueva página en el libro de los actos fallidos y las miserias de una burocracia sin conciencia. De todos modos, se espera un chispazo de virtud, un signo que revele la existencia del espíritu universitario que, sin exclusión, nos identifica como parte de una comunidad progresista y justa. Nos acercamos a las grandes definiciones.

No hay comentarios: