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lunes, 16 de noviembre de 2015

Las fechas borrosas

Desconocer lo que ocurrió antes de que tú nacieras es ser siempre un niño” (Cicerón).

No hay duda de que la memoria de los pueblos forma parte de su patrimonio intangible, de sustento del orgullo nacional y prontuario de la identidad que se construye a golpes de tiempo y decisiones. La historia nacional con su rico y variado contenido se cuelga del aparador de la realidad con los ganchos del calendario, así la fecha representa la forma en que se hace presente el hecho o suceso contenido en la memoria colectiva. Si la historia en su apariencia más elemental es aprendida por los escolares mediante la relación de fechas, nombres, hechos y lugares geográficos, el civismo supone la conmemoración colectiva consagrada a la comprensión y encomio de la obra de quienes aportaron su palada de arena, vertieron la cal, acarrearon el agua y pusieron los ladrillos del edificio institucional del país.

La conservación ordenada y pulcra de los capítulos que integran la epopeya nacional y su difusión y estudio corresponde a la educación pública primordialmente, debiendo el gobierno no sólo proveer su marco normativo sino organizar apropiadamente el calendario conmemorativo de sus hechos relevantes. Las fiestas y conmemoraciones patrias, los hitos y sucesos del pasado unen a los mexicanos del presente con sus antepasados más remotos, y sientan las bases para el México por venir. Somos un pueblo con historia, tradiciones y costumbres propias, que se van modificando y enriqueciendo a la luz de lo que fuimos, somos y podemos ser.

La explotación y conocimiento de las profundas raíces del árbol nacional permite analizar causas y estudiar y comprender efectos, de suerte que las causas, el contexto de las situaciones pasadas, su desarrollo y consecuencias pueden arrojar luz sobre las complejidades del desarrollo nacional, y servir de experiencia para abordar los problemas del presente, basados en una concepción dinámica de la sociedad.

Si la memoria puede guiar la inteligencia hacia las mejores soluciones a los problemas que nos competen como sociedad, el olvido puede, en cambio, conducirnos por un camino de errores e improvisaciones cuando no de decisiones forzadas por intereses que no son los nuestros. Es por ello que la conciencia del pasado orienta nuestro futuro como nación independiente y soberana. 

Por desgracia, nuestro gobierno ha renunciado a la historia nacional mediante la adopción de mecanismos de amnesia institucionalizada que vacían de contenido las fechas importantes de nuestro calendario cívico. Desde la llegada de los gobiernos neoliberales la historia patria ha venido a menos, las ceremonias conmemorativas devienen en pasarelas huecas y ridículas y los desfiles del 16 de septiembre y el 20 de noviembre se realizan en cualquier otra fecha bajo el argumento de que en el país se deben eliminar los “puentes” en aras de la productividad y el mejor desempeño laboral, además de servir como medio para inducir una nueva cultura laboral.

Ahora se ve como correcto desfilar el lunes 16 en vez del viernes 20 de noviembre. ¿Qué día laboral se gana perdiendo un lunes en vez de un viernes? ¿En qué influyó en la productividad este cambio si de cualquier forma se contará con tres días inhábiles en el sector oficial?

México es un país que destaca entre los miembros de la OCDE porque sus trabajadores tienen jornadas de trabajo más largas y reciben pagas más reducidas. Nadie puede decir con verdad que el trabajador mexicano sea un flojo bien pagado, o que sea privilegiado desde el punto de vista de la legislación laboral. De hecho, se ha retrocedido sustancialmente en esta materia a partir de la reforma laboral, así como por las reformas a la legislación federal en materia de seguridad social, como es el caso del IMSS e ISSSTE, donde el cambio en el sistema pensionario repercute directamente en beneficio de agentes financieros privados y en contra del bienestar y seguridad patrimonial de los propios trabajadores. 

En la medida en que la historia sea una materia escolar en vías de desaparición, las nuevas generaciones dejarán de encontrar significado a las fechas conmemorativas, a las ceremonias de aniversario y al costo en vidas y esfuerzos que ha tenido la construcción de nuestras instituciones, la seguridad de nuestro patrimonio, el dominio de nuestros recursos y la majestad de la Constitución, ahora administrada como mercancía en liquidación por magistrados venales y funcionarios apátridas.


El aniversario de la Revolución, el de la expropiación petrolera, el de la nacionalización de la industria eléctrica, como el de la independencia nacional, terminan siendo cascarones huecos por la podredumbre neoliberal. Es tarea patriótica de urgente realización recuperar nuestra historia, el significado de las fechas, el contenido de los hechos y situaciones que nos han moldeado como país independiente y digno de un mejor futuro. Recuperemos la República, ya.

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