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lunes, 29 de junio de 2015

Miscelánea postelectoral

La amenaza de los ajustes en la miscelánea fiscal significan un golpe al estómago de los ciudadanos de a pie, de esos que acuden a la tienda de la esquina, al puesto de comida rápida callejera, a la modesta compra de ocasión que mitiga el hambre y permite seguir la jornada sin el riesgo de caer víctima de un desmayo en plena calle. Son los tamales, las tortas, las gorditas y los tacos, entre otros productos de elaboración artesanal los que están en la mira de Hacienda, ya que a partir del 1 de julio pagarán 16 por ciento de IVA.

Su hamburguesa, sushi o percherón tendrán el sabor amargo del abuso, de la carencia de madre que parece ignorar el hecho de que el trabajador no desayuna, come o cena en restaurantes y hoteles de cinco estrellas, sino en modestos puestos que más que hacer ricos a los dueños, permiten la creación de uno o dos empleos a niveles de sobrevivencia. Con el aumento del 16 por ciento, la economía de muchas familias se va a desquiciar y, sin duda, las consecuencias repercutirán en el empleo y el ingreso de los menos favorecidos del sexenio.

Al parecer el hambre es un recurso susceptible de ser explotado en dos dimensiones: la primera, como ya se vio, es electoral, habida cuenta lo permeable que puede ser un elector con el estómago vacío, que puede caer con facilidad ante la oferta de una despensa, tarjeta de descuento, material de construcción y similares; la otra, llena de perversidad, es la de generar una oferta de mano de obra barata y acobardada capaz de tomar lo que se le dé, por ejemplo contratos eventuales y sin derecho a antigüedad, salarios inferiores a la inflación frente a constantes altas en los bienes de consumo familiar, subcontrataciones que fraccionan y empobrecen la jornada de trabajo y el ingreso, mayor facilidad para el despido sin responsabilidad para la empresa, entre otros milagros de la reforma laboral que galopa por el campo neoliberal.

Estas posibilidades obnubilan la capacidad de razonamiento de las víctimas, de suerte que ya ablandados pueden aguantar tragar ruedas de molino como por ejemplo leyes que coarten su libertad de expresión, como puede ser el caso de la propuesta mongoloide contra los “memes” en las redes sociales que se atrevió a lanzar una diputada local suplente del partido Verde, justamente cuando la actual legislatura va de salida.

Otro ejemplo de auténtico abuso es la pretensión de incrementar la tarifa del transporte público, haciendo que los usuarios paguen 10 pesos por viaje, con lo que se incrementa desproporcionadamente el costo de transporte diario de trabajadores y amas de casa que por necesidad deben arrostrar los rigores del clima y el mal estado de las unidades. Curioso caso en el que no se mejoran las condiciones del servicio pero aumenta la tarifa. Entre los entusiastas apoyadores de este bodrio se encuentran académicos integrados al Consejo Ciudadano del Transporte, pertenecientes a la Unison, al Ciad y al Colegio de Sonora, así como el presidente del Colegio de Economistas de Sonora. Aquí vale la pena recordar lo dicho por el notable economista español José Luis Sampedro (917-2013): “Hay dos clases de economistas; los que quieren hacer más ricos a los ricos y los que queremos hacer menos pobres a los pobres”. Queda claro a qué categoría pertenecen algunos consejeros.

En otro caso patético de torpeza, está el proyecto de construcción de un auditorio en el Parque Madero, obra que no resulta prioritaria en este sector citadino, que más que cemento requiere de la siembra de más árboles, mejoramiento del sistema de riego y mejores condiciones para el descanso y esparcimiento de las familias. El pretexto que pone la autoridad (sic) es que cuentan con 10 millones de pesos que de no ser aplicados se deberán devolver al DF porque así están etiquetados. Las razones huelen a chantaje, a criterio de cuentachiles y a una clara ignorancia y desinterés en conocer lo que realmente quieren los usuarios y vecinos de este nuestro único pulmón vegetal. Resulta ridículo escuchar que los árboles serán “reubicados” sin daño, pero considerando la experiencia que se tuvo con la destrucción del parque de Villa de Seris hace varios años, en donde también hubo “reubicación”, se puede afirmar que estos cambios lo único que dejan es la muerte de los árboles y, consecuentemente, la deforestación del área, menor captación de agua y el incremento de la temperatura ambiente. Con este tenemos otro ejemplo de proyecto de última hora, ya que la administración panista va de salida.

Le comento otro ejemplo de trabajo legislativo de última hora: para variar, un diputado del Verde propone la reforma a la Ley Orgánica de la Universidad de Sonora, argumentando la necesidad de revisar las funciones de la Junta Universitaria, ya que considera que el mecanismo de elección de sus miembros es antidemocrático. Curiosamente, no existe constancia de apertura democrática e incluyente en la propuesta, ya que los propios universitarios parecen ausentes y ninguneados por el legislador.

En ninguno de los casos citados existe algún atisbo democrático, algo que permita suponer que el legislador o quien toma las decisiones haya tomado en cuenta a los sectores más directamente afectados. Independientemente de su calidad, llaman la atención estos esfuerzos reformistas de fin de sexenio, de inicio de una transición administrativa que como puede ratificar también puede rectificar las propuestas, que huelen a oportunismo, a protagonismo barato y a hechura de trabajo sucio, tanto como a preparación de lucimientos precoces de la administración que viene.

Mientras disfrutamos del grotesco espectáculo de la política aldeana, fluye el agua a Hermosillo, trasvasada de la presa El Molinito a la A.L. Rodríguez. Su calidad es por lo menos dudosa, su potabilidad está condicionada al volumen de metales pesados que le aportaron los derrames mineros que, grandes o chicos, pasados o presentes, debemos acreditar a la cuenta de Grupo México. Y usted, ¿ya cuenta con seguro de vida y cobertura de salud? Debiera. 

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