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sábado, 17 de octubre de 2015

Veneno en el aire

“Es una escuela muy cara la de la experiencia; sin embargo, los necios no aprenderán en ninguna otra” (Benjamín Franklin).

La Secretaría de Salud de Sonora lleva a cabo un programa de combate aéreo contra el mosquito del dengue, a fin de evitar o moderar los efectos de la picadura y posterior contaminación. Hermosillo y varias ciudades importantes de Sonora se verán rociadas por una sustancia química llamada Cloropirifós, que “es la sustancia autorizada por el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades de la Secretaría de Salud” dijo el subsecretario Luis Becerra Hurtado, aclarando que es el mismo que utilizan en la fumigación terrestre. “Aseguró que el Cloropirifos es un fumigante inofensivo para el ser humano y las mascotas” (Expreso, 17.10.15).

La noticia de la operación de fumigación sobre la cabeza de los hermosillenses y otros cumplidos ciudadanos sonorenses no deja de llamar la atención, toda vez que aparenta ser una campaña seria con fines preventivos y con fondos del Fondem, según aclaran las autoridades. Una acción fuerte y agresiva es algo deseable en un gobierno que inicia su andadura en beneficio de los ciudadanos, pero las cosas pueden no ser lo que parecen.

De acuerdo con la información que provee Internet, El Cloropirifós es una sustancia que causa el colapso del sistema nervioso del insecto por envenenamiento, y se usa generalmente pulverizado para contener plagas agrícolas y de jardín. En EE.UU. se ha registrado solamente para uso agrícola y es comercializado por Dow Chemical Company.

La empresa cuenta con un largo historial de problemas legales al interior de EE.UU. y países del tercer mundo así como mutas por publicidad engañosa, ya que su afirmación de que es “seguro para los seres humanos y las mascotas” ha sido desmentida por pruebas médicas llevadas a cabo en diversos estados de la Unión Americana, motivados por incidentes de salud que revelan sus efectos en el cerebro de los niños: hay retraso mental, poco desarrollo de la circunferencia craneana, déficit de trabajo, memoria y atraso intelectual, cuando los niños alcanzan los siete años de edad. “Un estudio demostró una correlación entre la exposición prenatal al cloropirifos y el menor peso y menor perímetro craneal al nacer”. En adultos provoca miocarditis y enfermedades neurodegenerativas (Wikipedia).

Se ha documentado su toxicidad en anfibios, fauna marina y en insectos útiles como las abejas, ya que provoca su muerte. El gobierno de EE.UU. prohibió su uso en zonas residenciales y restringió su uso a zonas agrícolas desde 2001. Entonces, ¿qué pretenden las autoridades de salud de Sonora? ¿Cuál es el sentido de prevenir el dengue a costa de la salud y quizá la vida de los ciudadanos? ¿Tendrán idea de lo que están por provocar, sobre todo en mujeres embarazadas y niños pequeños? ¿En la Secretaría de Salud federal y la estatal pesan más los compromisos con las empresas trasnacionales productoras de agroquímicos que la salud y el bienestar de las familias sonorenses?


Es evidente que carece nuestra autoridad de Salud de los conocimientos, capacidad técnica y científica para valorar situaciones de esta naturaleza. La prevención de enfermedades no es tema para funcionarios improvisados o deficientemente formados profesionalmente. El peligro que corren nuestras comunidades urbanas y rurales con el uso imprudente de sustancias organofosforadas como el Cloropirifós, que las autoridades estatales de Salud ahora esparcen en el aire que respiramos y proclaman como “inofensivo para las personas y las mascotas”, según afirma el subsecretario Becerra. ¿Ya siente ligero dolor de cabeza y sabor raro en la boca? ¿Hay derecho? ¿No le parece que la sociedad civil debe levantar su voz en legítima defensa de su propio pellejo? ¿Tienes el valor, o te vale?

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