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lunes, 13 de julio de 2015

Cortinas de humo

                                                                             En río revuelto ganancia de pescadores.

La población sonorense acostumbrada a la lectura lineal de las noticias, tiene en los hechos actuales una excelente oportunidad para aprender a releer las notas informativas, reflexionar sobre su contenido y sacar conclusiones que pueden ilustrar convincentemente los siempre presentes y, a veces creativos, mecanismos de la manipulación.

La fuga del chapo Guzmán parece representar una nueva posibilidad de especular libremente acerca del bien y el mal del sistema, de los insondables misterios de la componenda, el acuerdo soterrado y la complicidad de funcionarios mayores y menores con la delincuencia organizada, o dicho con propiedad, con el lado visible y confeso de la misma.

A estas alturas, la posición del gobierno de Peña frente a la opinión pública es precaria, si se le puede llamar así a la imagen impresentable que se ha venido deteriorando en la medida en que toma decisiones, hace declaraciones, asiste a actos protocolarios, representa al país en el extranjero, viaja y ostenta el poder presidencial. Si empezó el gobierno bajo la sospecha del fraude, compra de votos, excesos financieros y mecanismos ilegales cobijados por la autoridad electoral, ahora parece haber consenso en que la salida puede y debe ser por “motivos de salud”.

En medio del desbarajuste provocado por un manejo desaseado en materia electoral, sobresale el pobre desempeño económico y la inoperancia del modelo adoptado como dogma de fe por el gobierno nacional. Se han profundizado las asimetrías y contradicciones de nuestra economía, y las llamadas reformas estructurales que han dado continuidad al proyecto entreguista de Salinas de Gortari, han demostrado con suficiencia su fracaso y los efectos perniciosos están a la vista. Las expectativas de crecimiento han tenido que bajar a menos de dos puntos porcentuales del PIB.

Viendo cómo se despedaza el país, todavía nos recetan la ridícula e infundada cantinela de que todo está bien y que “ya se ven los resultados de las reformas”, queriendo significar su acierto y carácter progresivo. Con esto, muchos ciudadanos se debaten entre la náusea y la risa loca.

Pero volviendo a la nota que ocupa la atención de todos los medios y todos los lectores casuales y consuetudinarios, llama la atención la oportunidad de la fuga, estando el país en medio de la debacle económica, broncas laborales y un cambio alarmante hacia la privatización de los servicios de salud y, por ende, el fin de la seguridad pública.

Al respecto, en estos últimos días hemos tenido noticias que, por una u otra razón, nos remiten al sector salud pública, como es el caso de los errores médicos tanto en el IMSS como en el ISSSTE. Así se tiene el caso del bebé al que le fue extirpado un ojo sano, el extravío de un riñón que iba a ser trasplantado de madre a hija, y el escandaloso y luego desmentido asunto de la amputación del pene de un bebé recién nacido al ser “confundido con el cordón umbilical”. La mayoría de los lectores, muchos de ellos usuarios de los servicios de salud pública, pueden justamente sentirse ofendidos y alarmados por estas situaciones, agravadas por anécdotas de malos tratos y malas experiencias en los hospitales y clínicas.

Se genera un ambiente algunas veces fundado en la experiencia pero no necesariamente generalizable, no siempre veraz ni justo, porque también se tiene casos de atención esmerada a pesar de las precarias condiciones de prestación del servicio, de la ausencia de estímulos al personal, de la carencia de camas, materiales de curación, de instrumental quirúrgico, de medicamentos, de las mínimas condiciones de mantenimiento de maquinaria y equipos por razones de presupuesto, lo que se agrava con los ajustes periódicos que se hace a los recursos destinados a la salud y púbica y seguridad social. No es exageración afirmar que el sector salud funciona y resuelve problemas gracias a la voluntad de sus trabajadores, a pesar de las cada vez más precarias condiciones de trabajo, de los cambios en la legislación que desprotege al trabajador porque repercuten en los contratos de trabajo, porque se ha incorporado la subrogación a la vida cotidiana de los hospitales mientras que médicos, químicos y personal de enfermería ven evaporarse sus prestaciones y una jubilación digna y justa.

Sin embargo, a los esfuerzos del sector salud no se le da tanta importancia como a sus fallos. Pareciera que se trata de generar sentimientos adversos entre el público, ya que se prioriza la descalificación y el desprestigio. Se promueve sigilosamente la privatización de los servicios de salud dando paso a la práctica privada, a convertir en negocio los servicios, a transformar al paciente en “cliente”, y a la institución de y para el pueblo mexicano en “empresa”.

Con esto, agregado a las reformas laboral, educativa y energética, se cancelarían las condiciones de progreso y bienestar plasmadas en la Constitución del 17, se eliminaría el compromiso del gobierno de trabajar por el desarrollo integral de la nación en beneficio del pueblo, caducaría el contenido social de nuestra Ley Suprema, toda vez que el paquete de reformas “estructurales” con su carácter neoliberal nopalero, nos convierte en un país maquilador, en un simple reservorio de biodiversidad, recursos mineros, agua y petróleo que no necesita de soberanía nacional ni de diseño de política económica propio.

El gobierno convertido en un gestor de las empresas trasnacionales no necesita de educación, ciencia y tecnología, salud, seguridad social y empleo digno porque no son sus prioridades en el proceso de entrega de los recursos nacionales al capital extranjero. Así las cosas, la corrupción es necesaria y la simulación y la manipulación de la información adquieren una importancia estratégica. Por consecuencia, las cortinas de humo se convierten en una necesidad urgente para hacer avanzar el modelo, para tener distraída a la población, para desviar la atención de los grandes y prioritarios problemas nacionales.


El análisis y la posición crítica frente a la masa informativa y los estímulos en forma de escándalos, chismes palaciegos, asuntos de nota roja y temas carcelarios, debe prevalecer y poner las cosas en su justa dimensión. Hay que aprender  a leer y procesar las noticias en legítima defensa de nuestra integridad social y personal. Nuestra seguridad social y el país en general están de por medio. 


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