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lunes, 6 de abril de 2015

De aguamalas y otros bichos

Los días de asueto de Semana Santa ya pasaron dejando su cauda de quemaduras de aguamala, picaduras de mantarraya y cacofonía electoral que, al margen de la ley, arruinó la vida y andares de los sonorenses. Pendones ilegalmente colocados, anuncios espectaculares fijos y móviles, unos cubriendo puentes y espacios publicitarios, otros en unidades del transporte colectivo y taxis. Para el PRI y el PAN no valieron vedas ni escrúpulos legales, en un desfile de hipocresía cuyo blanco fue el ciudadano, al igual que el respeto a las formalidades.

Ahora, ya autorizados a tundir con fervorosa trivialidad al posible elector, el despilfarro tiene ritmo de tambores y silbatos, de porra expelida con ocio y vulgaridad que agrede los oídos del viandante y que disfraza de fiesta lo que es, a todas luces, una de las más ridículas campañas de que se tenga memoria.

¿Qué cambio pueden impulsar candidatos paridos y criados en el mismo sistema que ha jodido a la población y que ahora representan? ¿Qué diferencia pueden hacer los gobiernos priistas y panistas si son caras de la misma moneda neoliberal? ¿Qué garantía de honestidad y de cambio pueden ofrecer estando embarrados de corrupción apátrida tanto unos como otros?

Para muchos es difícil dejar de pensar en lo ridículo que es la competencia entre partidos que no tuvieron empacho en firmar el “acuerdo por México” y avalar las contrarreformas constitucionales y, con ellas, la entrega de los recursos de la nación en manos de las empresas trasnacionales. Si en los tres sexenios anteriores se había entregado al extranjero los recursos mineros, ahora van por las fuentes de energía y el agua.

La semana de descanso registra 186 picaduras de mantarraya, más 65 quemaduras de aguamala y los esperados accidentes viales que en esta temporada sumaron 91 (Expreso, 6/04/2015). Lo que no se reporta como accidente vacacional es la contaminación visual que han sufrido los ciudadanos, ya que sin tregua alguna la figura y discurso de los aspirantes prianistas tomó por asalto tanto periódicos, como medios electrónicos y vialidades, afectando la tranquilidad de miles y miles de sonorenses. Si usted quería ver algún vídeo en YouTube, en los primeros segundos ahí estaba la figura ridícula y las voz aguada de tal o cual aspirante, advirtiendo que no venía a robar sino a gobernar; o que poseía la clave para convertir la caca del sistema en oro democrático de bienestar y progreso, porque todos proponen y el cambio en Sonora se da a la voz de ¡ya! No cabe duda que estos desmanes son una verdadera picadura a la democracia, una quemadura al decoro republicano y una sangrienta bofetada a la inteligencia ciudadana.

Tras el banderazo de salida formal de las campañas, podremos deleitarnos con tristes y patéticos remedos de batucada, a juzgar por el uso de instrumentos de percusión manejados con total elementalidad. La baqueta golpea mientras el cuero aguante. A las consabidas memeces embarradas en la prensa escrita donde pone que “Sonora es grande”, se añaden orondas las inserciones que aparentan ser reportaje sobre los dichos y ocurrencias de los candidatos, llenando un buen espacio periodístico de cuya utilidad nadie, salvo el empresario de medios que cobra por el espacio, puede dar razón. Me aburre y conmueve observar cómo algunos se empeñan en aparentar lo que no son. 

Sonora, sin embargo, no solamente es tierra de vacacionistas lesionados por salir o por quedarse en casa. También lo es de alcaldes que insisten en guardar las formas de una institucionalidad que corre en dirección contraria a los intereses de sus gobernados. Como se sabe, la situación de los pobladores rivereños afectados por el derrame tóxico de la minera de Cananea se ha visto agravado por una absurda, extraña, inexplicable “veda” electoral, que suspendió el escaso apoyo económico que administra el fideicomiso del Río de Sonora. Como si la atención a los daños por el derrame no fuera prioritaria, se liga el paliativo económico del daño a la situación electoral. En su desesperación, los alcaldes ahora consideran la posibilidad de unirse al movimiento de los mineros de la sección 65, en caso de que no les quede de otra. ¿Habrán oído eso de que el pueblo unido jamás será vencido?   

La nuestra es tierra de contrastes donde en un segundo se puede ir de lo sublime a lo ridículo. Nuestro estado padece de reumatismo mental, de subdesarrollo político y de anemia cívica. La gente, una y otra vez insiste en tropezar con la misma piedra política y caer de hocico cuantas veces sea necesario para cumplir el ritual de domesticación. Es histórico el conservadurismo de los habitantes, aferrados a veinte uñas a su zona de confort, a no votar con valor y convicción sino por temor y flojera al cambio.

La mayoría se deja llevar por las promesas de quienes una y otra vez les piden que se agachen para picarles el culo. Se pueden declarar ofendidos, desengañados, frustrados, pero en la siguiente elección parece que buscan el dedo ofensor con la resignada actitud de quien se sabe instrumento, prostituido, utilizado y tratado con trapo sucio, pero unido al abusón con el fuerte vínculo del sado-masoquismo sexenal o trianual. La promesa del cambio y la apertura a opiniones bajo el lema de que todos proponen, o la salida instantánea y mágica de la jodidez actual a las bienaventuranzas de otro Sonora ya, o la promesa risible y cínica de que alguien “no viene a robar sino a gobernar”, revela qué tan débil es la inteligencia de los candidatos y cuán chambones son sus equipos, pero sobre todo, la ausencia de respeto hacia la inteligencia de los ciudadanos.


Tenemos un claro ejemplo de política de alcantarilla, en la que brillan con luz propia las familias soñadas que no significarían nada o casi nada fuera de los límites comodones del sistema que representan. Pero, ¿quién o quiénes sostienen al sistema? Trágicamente, los mismos que se agachan para que se los piquen. ¿No le parece que los sonorenses pueden y deben hacer algo por el verdadero cambio? Querer es poder. 

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