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miércoles, 4 de julio de 2012

Atole con el dedo

La sensación de estar recibiendo atole con el dedo es ampliamente compartida por los mexicanos medianamente informados. Los horrores de la campaña con ese obsceno despliegue de recursos en favor de la dupla PRI-PAN fueron inenarrables, pero ahora el pasmo sustituye fácilmente al nerviosismo expectante: que dice el IFE que Peña Nieto es el puntero en las preferencias electorales. Algunos medios tiene la humorada de cabecear su nota principal: “Peña Nieto presidente electo”, así como notas donde se declaran asombrados por el deseo de López Obrador de hacer respetar la ley electoral y no emitir declaratorias sin antes transparentar el proceso y llegar a resultados creíbles.


Seguramente usted recordará la enorme afluencia de ciudadanos en los mítines y concentraciones de AMLO, como también la escasa concurrencia en los actos de los otros candidatos. Quizá aún flote en su mente el rechazo expresado en forma de mentadas de madre, rechifla y abucheos en las apariciones de Peña Nieto, las revelaciones que ciertas o no sacudieron en algo la imagen del hoy (prematuramente) ungido por las televisoras y el sistema de que forman parte.

Quizá recuerde las noticias en medios ciudadanos del acarreo, las comidas de barrio, las despensas, las tarjetas de prepago en Soriana, las denuncias ciudadanas sobre bodegas con artículos destinados a la compra del voto, la campaña orquestada para denigrar y desacreditar la imagen pública del candidato del Movimiento progresista, los audios y videos que dan cuenta de la coacción oficial en apoyo de los candidatos del PAN o del PRI, la preparación del fraude mediante operadores en el lugar de las votaciones y en el propio IFE.

Las imágenes de ciudadanos protestando por haber sido excluidos de la votación de manera abrupta al “no haber suficientes boletas”, a pesar de estar registrados en el padrón electoral, no aclara necesariamente una falta imperdonable de previsión, sino una maniobra deliberada que ajusta el número de votos al gusto del cliente.

Seguramente usted se habrá enterado que el IFE autorizó el redireccionamiento de la página de resultados, con lo que se abre la posibilidad de que los resultados que todos vemos no sean los que realmente se registraron; por otra parte, existen evidencias suficientes para afirmar que los registros de las actas de escrutinio no fueron fieles al número de votos contenidos en las urnas, como tampoco corresponden fielmente al resultado obtenido por los candidatos, particularmente López Obrador.

Llama la atención de que, sin esperar evidencias suficientes y bastantes se haya adelantado la declaración del presidente del IFE a favor del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, y que el presidente (espurio) Calderón no haya resistido la tentación de inmediatamente después prácticamente levantar el brazo al supuesto triunfador. La eyaculación precoz de Obama en ese sentido no extraña aunque si despierta una especie de irrupción de ira al no respetar las formas diplomáticas y apresurarse a reforzar la parte del coro laudatorio que el neoliberalismo de guarache se empeña en interpretar.

Mientras que la prensa alemana se desternilla de risa con el producto de la “voluntad electoral” mexicana, en periódico El País, de la neofranquista España, regañan a López Obrador ante la posibilidad de un reclamo que cuestione el resultado. En la prensa gringa, el tema electoral no atrapa la atención de nadie aunque sí lo hace respecto a los mecanismos de “cooperación” que se reforzarían con el futuro presidente de México.

Los empresarios, por su parte, aúllan de emoción al ver cerca las llamadas “reformas estructurales”, que cederían el petróleo y lo que queda de las ramas productivas al capital privado extranjero, ahogarían a los trabajadores y permitirían la inequidad que falta en materia fiscal. El propósito de vender lo que queda de los activos nacionales, ampliamente compartido por el PRI, el PAN y Nueva Alianza, encuentra a su abanderado soñado en el galán del proyecto de telenovela presidencial, lo que desata la lengua del jilguerismo profesional asilado en Televisa y Milenio, conocidos burdeles desinformativos.

Así las cosas, resulta natural que los Ciros, Joaquínes, Carlos, Adelas, y demás mercenarios informativos, desplieguen las artes de la seducción “periodística” para justificar lo que apenas pudiera ser creíble después de una lobotomía: que EPN ganó la elección presidencial. Mientras los medios (des) informativos se desviven en justificar la elección de Estado, surgen movimientos ciudadanos de apoyo a la democracia secuestrada por los medios y por los intereses del capital trasnacional. Al parecer el verano mexicano será largo y complicado, considerando que la ofensa ciudadana de un proceso altamente cuestionable no se borra con despensas, tarjetas o promesas.

Aquí flota en el ambiente la palabra “fraude”. Su fuerza aglutinadora es infinitamente mayor que el engaño maquinado y perpetrado. El tiempo político corre mientras el ciudadano de a pie y el joven sin membrete son, aquí y ahora, los actores principales de esta historia, nunca antes así contada, de un pueblo que se negó a seguir recibiendo atole con el dedo.

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