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viernes, 28 de octubre de 2022

Algunos no son tan desechables

 

“La máxima tragedia no es la opresión y crueldad de las malas personas, sino el silencio de la buena gente” (Martin Luther King).

 

Considere usted que una dependencia u organismo oficial ha sufrido saqueos de regular calado y que sus recursos han sido sistemáticamente engullidos por políticos y funcionarios corruptos, ganones y similares durante varios sexenios, y que se encuentra, por fin, en período de recuperación. Una penosa recuperación.

Imagine, por un momento, que finalmente hay alguien que llame las cosas por su nombre y que emprenda acciones para detener y revertir el desorden que priva en la institución, a costa de pisar callos, romper acuerdos oscuros y soterrados, airear los problemas antes dichos a media voz y apegarse a la transparencia prometida por el nuevo régimen.

Asómese a la institución de referencia y vea que las cosas han estado cambiando para bien y que, por alguna extraña razón, empiezan a circular rumores de un inminente cambio donde al buen funcionario que estaba luchando por componer las cosas lo mandan a su casa.

En este caso debemos reconocer que no todo mundo celebra los cambios positivos que ponen alto a la corrupción y al desorden y que, después de todo, algunos cambios no son tan fáciles ni tan rápidos. Por si usted no lo ha imaginado, me refiero al ISSSTESON.

El ISSSTESON ha sido durante bastante tiempo un ejemplo de caja chica para campañas políticas, negocios particulares a costa del erario, enriquecimientos “inexplicables” y malos servicios que va desde el retraso en el trámite de las solicitudes de pensión hasta el desabasto crónico de medicamentos y materiales de curación, además de las perversas consecuencias de las subrogaciones y el desmantelamiento de los servicios que deben formar parte de la respuesta del Instituto para proveer de salud y seguridad social a los trabajadores del Estado, municipios y demás organismos afiliados.

El Instituto ha sido, desde hace tiempo, una especie de coto de caza de léperos y logreros impreparados sin vocación de servicio, que bajo las siglas del PRI y del PAN se han dedicado a cualquier cosa menos a honrar la misión del ISSSTESON como una institución clave para hacer realidad la justicia social en Sonora, ya que su modelo garantiza una justa y solidaria redistribución del ingreso.

De hecho, la defensa del ISSSTESON y de su modelo pensionario es un imperativo para las clases trabajadoras y sus familias. Significa una garantía de que se conserve y repare el tejido social ante las amenazas de un sistema privatizador, individualista y profundamente injusto y corrupto.

Pero, como todo lo que vale la pena, ha sido víctima de la infección neoliberal; se le había chupado sangre y conciencia, hasta que llegó Jesús Manuel Acuña Méndez a trabajar por su recuperación, desparasitarlo de proveedores y empleados corruptos, poner un alto a los robos internos, al comercio a costa de los bienes públicos, a la defraudación de la confianza del derechohabiente y la opacidad en las finanzas institucionales.  

El Maestro Jesús Manuel Acuña Méndez ha sido un funcionario leal y celoso de su deber, quizá por eso ahora se cuela la noticia de que será removido de su encargo al frente del ISSSTESON.

¿Estorba para los intereses del Estado tener un funcionario trabajador, amigo del diálogo con la gente, que haga su trabajo, de cara a la sociedad? ¿A pesar de los cambios políticos subsisten los intereses de la mafia del poder en Sonora? ¿La posible salida de Acuña Méndez es señal de que se cambió para no cambiar en el gobierno de Alfonso Durazo?

Creo que es momento de que la gente se manifieste en defensa de sus intereses más sentidos y legítimos, como son los de la salud y la seguridad social por la que se debe trabajar en el ISSSTESON, y se llame al gobernador a una seria y reflexiva defensa del Instituto que es clave para la justicia social en Sonora.

Me parece que el desempeño de Acuña Méndez ha sido responsable y más que decoroso, y ha contribuido a recuperar en buena medida la confianza que los afiliados y sus familias deben tener en la Institución y, por extensión, en el gobierno. Sacarlo de la jugada en este momento puede ser un error, o de plano, una concesión más a los mismos se siempre. Sucede que en esta coyuntura algunos funcionarios no son tan desechables.

 


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