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domingo, 25 de marzo de 2018

Agua que no has de beber


"Olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno mismo" (Jacques Y. Cousteau).

Los reportes internacionales revelan una situación inimaginable desde el punto de vista humano: grandes regiones de nuestro planeta sufren de sequía grave y extrema, y otras más afortunadas están en riesgo de cambiar su estatus gracias a la sobreexplotación de los recursos hídricos. El agua no es un recurso tan renovable si consideramos la creciente contaminación ambiental y el deterioro de las cuencas hidrológicas donde la agricultura comercial cargada de substancias químicas y la expansión de las ciudades que privilegian el cemento, antes que las áreas verdes, sofoca y envenena la recarga de los mantos acuíferos y desertifica la mancha urbana.

La temperatura ambiente se eleva como lo hacen los consumos de electricidad y la necesidad de aire fresco y de líquidos que beber repercuten en las economías domésticas y replantean la calidad de vida de los trabajadores y sus familias. Giramos como locos en una descontrolada vorágine de causas y consecuencias que termina en los presupuestos públicos y los estados contables de las empresas. Aquí nadie se salva, ni teniendo dinero para gastar en aire acondicionado, cubitos de hielo y vacaciones de verano. El clima puede más que los asientos VIP en las terminales aéreas porque el aterrizaje en la realidad cotidiana llega, no cuando uno lo espera, sino cuando debe llegar.

En las alturas del vuelo, abajo se dibuja un horizonte cargado de azul; tenemos agua en cantidades navegables, el mar es infinito, pero limitado. Uno de sus limites es la superficie donde vivimos, que descubrimos como la fuente principal de contaminación porque hemos desarrollado una enorme capacidad para lanzar venenos al aire, al agua y a la propia tierra. Leemos con modorra que hay una enorme masa de plástico flotando en el mar, casi del tamaño de México, que revela hasta dónde llega nuestra extraña compulsión por el desperdicio, y pensamos en la economía, en la política de desarrollo de las naciones y en las recetas del Fondo Monetario Internacional, con sus “cartas de intención”, las políticas de ajuste, los criterios de inversión, las leyes que permiten el suicidio colectivo a nombre del progreso y la generación de empleos.

Nos dicen que el Noroeste de México es una zona crítica en materia de disponibilidad de agua, pero nos revelan que el futuro, tanto de Sonora como de Baja California y Chihuahua es promisorio gracias a las inversiones millonarias que planean hacer empresas cerveceras beneméritas como Constellation Brand o Heineken, poniendo en el mapa a lugares como Mexicali, Obregón y Meoqui, como polos futuristas de la pujante industria cervecera conde habrá empleo e ingreso, aunque a costa de una drástica diminución del agua disponible para consumo humano. ¿Nos tendremos que bañar con cerveza calidad exportación en el mediano plazo? ¿La ebriedad de unos competirá con la hidratación de otros y las crudas sólo serán efectos de una deshidratación por ingesta forzosa de líquidos?

Nos enteramos de que en Mexicali dijeron no a la cervecera y defendieron su agua, a despecho del gobierno que había anunciado la buena nueva como un logro de su siempre avispada gestión. Pero los caminos del capital son infinitos y sus designios inescrutables: no se puede en Mexicali, pero ¿qué tal en Obregón Sonora, donde también hay un río que derrama sus dones y hay gente progresista y amiga de los negocios?

Las fuerzas vivas cajemenses en su lucha contra el “Acueducto Independencia” de Padrés, en su momento manifestaron su férrea oposición dispuestos a defender el agua del Yaqui, patrimonio líquido de una región reputada como agrícola donde tradicionalmente las consideraciones federales han privilegiado a sus productores, aunque parece que el actual gobierno, con clara vocación transnacional, quiere seguir con su compulsión internacional al abrir el espacio económico a inversiones de nueve cifras que van a “generar empleos”, a cambio de chupar miles de millones de metros cúbicos que habrán de ser descontados de las expectativas de consumo de los productores agrícolas y ciudadanos lugareños. ¿Ahora dirán también que rechazan el proyecto de inversión de Constellation Brands, bendecido por la gobernadora Pavlovich, o de repente aceptarán lo que en otro sexenio y con otra envoltura combatieron? ¿Querrán cambiar agua por cerveza?

El reloj de la catástrofe hidrológica suena cada vez más fuerte, su “tic-tac” es imposible de ignorar, pese al canto de las sirenas del empleo e ingreso para los trabajadores de la entidad… El agua es el factor de vida universal, y el futuro, tanto de Baja California, Chihuahua y Sonora es una materia que necesita de líquido vital para cristalizarse. Sin agua potable, disponible y accesible, no hay inversión que valga. ¿Lo entenderá la gobernadora, o no es “tema” para su gobierno?

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